ÍNDICE

 

Periodo de Mec

570-622

La fijación de los primeros fundamentos

 

La Qibla y la institución del Adzân

  

          La práctica del Salat es la base del Islam y es la columna vertebradora de la comunidad musulmana. El Rasûl Muhammad (s.a.s.) se aplicó en fijarlo de una manera irrevocable. El Salat fue establecido desde el comienzo de la revelación pero la Qibla, es decir, la orientación en que debía realizarse, no estaba instituida aún. Los musulmanes hasta entonces habían sido libres de volverse en la dirección que creyeran más conveniente. El Rasûl (s.a.s.) para ello se basaba en un versículo del Qur-ân que dice: “A Allah pertenecen el oriente y el occidente, hacia donde os volváis, allí esta el Rostro de Allah. Ciertamente Allah es Amplio (Wasi’) y Conocedor (‘Alîm)”.

Para establecer un orden en el Salat comunitario, el Rasûl (s.a.s.) ordenó primero que los musulmanes se volvieran hacia Jerusalén (al-Quds), en su práctica del recogimiento ante Allah, hasta que Allah lo corrigió, estableciendo que en adelante la Qibla fuera la mezquita Harám de Makka, es decir la Kaaba, para todos los musulmanes en cualquier circunstancia y lugar. Dice el Qur-ân: “Vemos como vuelves la cara hacia el cielo de forma indecisa. Te señalaremos una dirección que te complacerá. Vuelve tu rostro hacia la mezquita Harám. Donde os encontréis, volved el rostro hacia ella”.

El Rasûl Muhammad (s.a.s.) se reunió con sus compañeros para consultar el modo más apropiado de anunciar en cada momento el principio de cada Salat (Adzân). Algunos preconizaron el empleo de un cuerno, tal y como lo hacían los judíos. Otros propusieron que se encendiera un fuego en un lugar alto de la ciudad, o bien, que se izara una bandera en cada hora precisa del Salat. Hubo quién incluso habló de la conveniencia de emplear campanas como hacían los cristianos. Todos esos medios fueron rechazados. Al final se decidió que la voz humana era el mejor instrumento, ya que era capaz de comunicar algo más que el simple inicio de un momento. Solo se necesitaba acordar las palabras que debían ser dichas.

‘Abdullâh ibn Zaib al-Ansârî tuvo un sueño la noche anterior. En ese sueno vio a Bilal, el esclavo abisinio liberado por Abu Bakr durante las persecuciones en Makka, gritar con voz poderosa las frases siguientes:

 

        Allâhu Akbar – Allâhu Akbar

       Ash-Shahadu an lâ ilaha illa Allâh

       Ash-Shahadu anna Muhammadan Rasûl Allâh

       Hayy ‘ala s-Salat – Hayy ‘ala s-Salat

       Hayy ‘ala l-Falah – Hayy ‘ala l-Falah

       Allâhu Akbar – Allâhu Akbar

       Lâ ilaha illa Allâh.

 

Allâhu Akbar, Allâh es lo más grande que jamás la mente humana pueda concebir. Ash-Shahadu an lâ ilaha illa Allâh, proclamo que Allâh es la única verdad. Ash-Shahadu anna Muhammadan Rasûl Allâh, proclamo que Muhammad es el Rasûl de Allâh. Hayy ‘ala s-Salat, acudid a la presencia de Allâh. Hayy ‘ala l-Falah, acudid al triunfo, a la felicidad. Lâ ilaha illa Allâh, no hay más verdad que Allah.

A partir de entonces Bilal se convirtió en el Muadzdzin, el encargado de anunciar a los musulmanes el Adzân, es decir, la llegada del momento en el que debe reunirse y orientarse por completo hacia Allâh. Desde entonces y hasta hoy, en todas las mezquitas del mundo se repiten las frases de Bilal, cinco veces al día.  

 

 

La institución del ayuno (Saum o Siyâm)

 

Ese mismo año (el segundo de la Hiÿra), el ayuno del mes de Ramadan fue instituido por los siguientes versículos del Qur-ân, que harían de él, uno de los pilares básicos del Islam: “Oh vosotros los que os habéis abierto a Allah, os ha sido prescrito el ayuno (Saum o Siam) tal como fue prescrito a quienes os han precedido – tal vez así presintáis a Allah – un cierto número de días...”.

Dice el Qur-ân: “El mes de Ramadan, fue aquel en el que fue revelado el Qur-ân, como guía para las gentes, como prueba evidente y discernimiento”.   

 

 

La institución del Çakat

 

También en el segundo año de la Hégira (Hiÿra), se dio un paso de crucial importancia en la consolidación de la nueva comunidad musulmana, quedando instituido el Çakat, es decir, la contribución solidaria al mantenimiento económico de los más necesitados y además, para la financiación de los proyectos comunitarios. El Çakat es un porcentaje establecido sobre las ganancias netas que obligatoriamente deben entregar todos los musulmanes, en beneficio de los menesterosos. El Çakat nunca ha sido considerado un gesto de caridad: Se trata de una obligación tributaria perfectamente regulada para aquellos que tienen más de lo que necesitan, siendo además un derecho inalienable de los más desfavorecidos económicamente. El Çakat no se confía a la buena voluntad de los musulmanes, sino que se exige por parte de la comunidad. Es decir, desde el momento en que el Islam se independizó en Medina, los musulmanes fueron conscientes de la necesidad de estructurar una comunidad solidaria y autosuficiente, con la voluntad de convertirse en nación (Umma). La traducción habitual del término Çakat por el de limosna, falsea completamente el alcance de esta medida económica coránica, que pretende crear una comunidad y no fomentar simplemente la caridad.

El Qur-ân da una extraordinaria importancia al Çakat, convirtiéndolo en uno de los pilares sin el cual, no se puede sostener el Islam. Espiritualidad y comunidad van de la mano. Dice el Qur-ân: “Estableced el Salat y entregad el Çakat. Todo el bien que pongáis por delante de vosotros lo encontraréis aumentado junto a Allah. Allah ve lo que hacéis”. En otra parte dice: “Sobre aquellos que tienen riqueza pesa un derecho que pertenece al necesitado y al desheredado ”.