LA HISTORIA DE NOÉ

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El pueblo de Noé (a.s.) adoraba a los ídolos desde los confines del tiempo. Tomando por tales, a aquellos ídolos a los cuales pedían el bien, y por los que creían expulsar el mal. Les confiaban todo en la vida, adjudicándoles diferentes nombres: Tandót Out, Souá e Iagouz, Tantót Yaquq y Nasr; aquellos que la ignorancia les inspiraba. Entonces Allah les envió a Noé (a.s.), hombre de palabra elocuente, moderado y paciente en extremo. Allah le había dotado con el poder de la convicción y la riqueza de argumentos. Noé (a.s.) transmitió a su pueblo el mensaje de Allah, aunque fue rechazado con desprecio. Les informó del castigo de Allah, a lo que ellos, se volverían sordos y ciegos. Intentó seducirlos anunciándoles la recompensa de Allah, pero con gestos arrogantes se taparon los oídos. Aun así luchó y discutió con ellos, volcando toda su paciencia en ellos, hasta que se le agotaron los argumentos y la paciencia. Pero la esperanza de que ellos pudieran acercarse a Allah persistía en él, cerrando su corazón al camino de la desesperación. Al contrario, perseveró en sus discursos, se empecinó en comunicar el mensaje de Allah haciéndolo de noche y día, en secreto y públicamente. Noé, (a.s.) conseguía atraer su atención al comunicarles el secreto de la existencia y el surgimiento de la creación:  “Una oscura noche en el cielo del zodíaco donde nada la luna, y el sol que brilla sobre la tierra, donde brotan los arroyos y germinan las plantas y los frutos. Todo ello habla claramente, y da pruebas innegables sobre la existencia del Uno, Único, Allah, y de un poder formidable y sin igual”.

    Y de esta manera, Noé (a.s.) siguió su lucha, discutiendo y presentando pruebas que les convencieran, hasta que un pequeño grupo creyó en él y respondió a su llamada declarando verídico su mensaje.

En cuanto a aquellos a los que Allah había colocado un sello sobre sus corazones, la desgracia acaeció sobre ellos, y no se dejaron guiar. En su pueblo habían nobles acomodados en lo más alto de la sociedad que se unieron en connivencia, burlándose de él y menospreciando sus intenciones. Le dijeron: “No eres más que un mortal como nosotros y uno de los nuestros. Si Allah hubiese querido enviar a un mensajero, habría enviado a un rey. Nosotros lo habríamos escuchado, y respondido a su llamada. Sólo tienes por adeptos a la hez del pueblo, a los hombres de las profesiones más mediocres, y de las castas inferiores. Ellos se dejaron arrastrar sin llegar a reflexionar profundamente, sin pensar demasiado en sus actos, ni madurar sus ideas. Si verdaderamente fueras como dice esa gente, un buen augurio para los que nos han precedido; nosotros que somos más inteligentes y poseemos el don de la clarividencia y sabiduría espiritual, nos habríamos adelantado a tomarte como guía”.

La discusión y las controversias se encarnecieron, haciéndole a Noé (a.s.), las siguientes afirmaciones: “Noé, no nos parecéis ni tú ni tus camaradas, superiores a nosotros, ni en inteligencia, ni en perspicacia. No sois mejores administrando los bienes terrenales, y ni conocéis su fin; os tomamos más bien por impostores. Noé (a.s.) les respondió: “Qué pensaríais si me basara en una prueba irrefutable de mi Señor, con la que concediese su  gracia y misericordia y que confirmara mi mensaje; una prueba que ha permanecido oculta a causa de vuestra ceguera. Verdaderamente intentáis ocultar el sol a los necesitados y cubrís las estrellas de sus manos. Voy a obtener un poder y a imponéroslo para llevaros a creer en mi misión”. Respondieron: “Noé, si deseas para nosotros enseñarnos la buena dirección, y conducirnos al triunfo, si quieres para nosotros la victoria y el poder, entonces, abandona esos entresijos que has seguido. Aléjalos de tu grupo, prívales de tu protección. No podemos seguir su camino e imitarlos, nos resulta insoportable que se nos compare con ellos por sus creencias. ¿Cómo vamos a conformarnos con un din (el Islam), que iguala a nobles y obreros, reyes y gente común del pueblo”.

Noé (a.s.) contestó: “Este es un mensaje abierto y comprensible para todos. Es igual para el perezoso, el célebre, el insignificante, los ricos; y todos están al mismo nivel que los pobres, tanto jefes como sus súbditos. Suponed que accedo a vuestros caprichos y que los expulso para daros ese placer, ¿con quién podría contar para extender el mensaje de Allah y dar fuerza a su llamada?, ¿cómo puedo abandonar a las personas que lo sostuvieron, mientras que vosotros me abandonabais? Mis palabras se han vertido durante el camino en todos los corazones, aunque de vosotros no he recibido nada más que rechazo y negación de todo lo que invita a creer en Allah. Además, ¿cual sería mi actitud ante Allah hacia los que me siguieron, si me vuelven la espalda y buscan la discordia, si se quejan ante Allah de que les pagué su bondad con ingratitud y su caridad con la ignorancia? ¡Vosotros sois realmente un pueblo ignorante!.

Cuando la discusión tomó fuerza entre ellos, el espacio de desacuerdo se extendió, y con el cansancio perdieron la paciencia diciéndole entonces a Noé (a.s.): “¡Noé! Nos has contravenido con abundancia, danos ahora lo que nos prometes si eres de aquellos que dicen la verdad”. (Corán Hud-32)

Noé (a.s.), burlándose de ellos les dijo: “Sois exagerados en cuanto a ignorancia se refiere, y superáis el límite de la idiotez. ¿Quién soy yo  para traeros el castigo o preservaros del mismo?, no soy más que un ser humano como vosotros, a quien le ha sido revelado que no hay otra realidad que Allah. Tan solo debo comunicaros lo que se me ha ordenado, unas veces os acercará a la recompensa y otras os informará del castigo. Todas las cosas regresan a Allah, y si Él lo quiere, os guiará, y, si lo quiere, acelerará vuestro castigo. Si Él lo desea, trasladará vuestro castigo nada más que para agravarlo y volver vuestra desdicha más grande.

Los profetas han sido agraciados con la indulgencia hacia aquellos que obran con astucia; y de extrema paciencia en el esfuerzo que implica su lucha, que significa realizar a la perfección su misión. Allah, asimismo los dotó con la sabiduría y la resistencia, con el fin de que la gente no tenga ni argumentos, ni excusas  que oponer a Allah tras la llegada de los profetas.

Noé (a.s.), era uno de los profetas con más determinación. Él vivió entre los suyos 950 años, soportando su maldad, resistiendo sus burlas, acechando la menor luz de esperanza y esperando de su parte un signo de aceptación del Islam.

Pero los días pasaban y no hacia otra cosa que acrecentar  más su arrogancia y repulsión a su misión. El filo de la esperanza estaba a punto de romperse, y el futuro se presentaba oscuro.

Noé (a.s.) buscaba refugio en la cercanía de su Señor, pidiendo asilo y asistencia. Compadeciéndose de aquellos ante los cuales había sido impotente, y de los que no esperaba un punto de credulidad. Allah le reveló: “Que en lo sucesivo no tendría nuevas conversaciones, exhortándole a no lamentarse más por la conducta de su pueblo” (Hud.-36).

Noé (a.s.) entonces ejecutó la palabra de Allah, que era ley para él. Allah quería que nadie más creyera. Él les había impuesto un sello sobre sus corazones, cerrándolos herméticamente. Ellos no se plegaban a las pruebas presentadas y no se dejaban conducir por el mensaje revelado. Entonces Noé (a.s.) perdiendo la paciencia dijo: “Señor, no dejes subsistir sobre la tierra a ningún infiel, ya que si los dejaras, ellos extraviarían Tus asuntos y no engendrarían nada más que asuntos perversos e impíos (Corán Noé:26,27).

Allah le concedió su deseo y le revelo la construcción de un arca bajo Su supervisión y siguiendo Sus planes, además de que dejara de apiadarse de los incrédulos, ya que perecerían ahogados.

Entonces Noé (a.s.) se instaló en un lugar lejos de la ciudad, preparó las planchas de madera y las tuercas y se puso manos a la obra. Sin embargo, no pudo huir de las burlas y el sarcasmo de su pueblo.

 Algunos le decían: “¿O Noé, ayer pretendías ser  un mensajero y un profeta, cómo es que te has convertido en carpintero? Te has cansado de la profecía, o has sentido una cierta predilección por la carpintería?”.

Otros lo alternaron con burlas: “¿Cómo podrá tu buque navegar lejos por mares y ríos? Has preparado bueyes para  arrastrarlo, o cuentas con el viento para llevarlo?”.  Pero no tuvo en cuenta ya su sarcasmo, y continuó impasible ante sus burlas. Les dijo: “Hoy nos ridiculizáis, aunque no tardaremos en ridiculizaros a nuestra vuelta, pronto lo sabréis porque se prepara un castigo cruel en este mundo y un suplicio eterno reservado en el otro” ( Corán, Hud: 38-39).

Luego se volvió hacia el navío, montando las planchas, uniendo sus partes, hasta que el navío se construyó de tableros y tirantas de hierro. Noé (a.s.) entonces esperó 1a orden de Allah que le reveló: “El día de nuestro decreto llega a su ejecución, cuando nuestras señales aparezcan, ve sobre el arca, y embarca allí a todos aquellos de los tuyos que han creído, así como una pareja de cada especie, y espera de Mi una nueva orden”.

Entonces, las puertas del cielo se abrieron y las fuentes brotaron por toda la tierra. El nivel de agua alcanzó las colinas más altas, invadiendo todos valles y sus pendientes. Noé (a.s.) acudió al arca, llevándose con él lo que Allah le había pedido, como animales, personas y plantas. Y el barco zarpó: navegando y llegando a puerto con el nombre de Allah, unas veces balanceándose al ritmo de un viento ligero, y otras levantado por tornados. Las aguas se abrían para tragarse a los infieles y la espuma les servía de tumbas. Los incrédulos se encarnizaban contra la muerte, pero la muerte los acechaba. Combatían las olas, pero las olas los absorbían. Al final el agua los enterró como a un secreto el corazón.

Alzándose sobre el puente del navío, Noé (a.s.) vio a su hijo Kanaan, victima de su infortunio, había combatido a su padre desviándose de la creencias del mismo, y ahora luchaba contra las olas, intentando encaramarse a una montaña que lo salvara o una colina donde encontrar refugio. Pero la muerte lo acechaba, su ahogamiento estaba anunciado. El corazón de Noé (a.s.) se encogió, la compasión lo atenazó  y su amor y el cariño para sus hijos se desataron. El lo llamó, esperando que esta llamada alcanzara su corazón y conmoviera su fe, o al menos afectara a su sensibilidad para que renunciara a su extravío. Le dijo: “Donde vas hijo mio. Huyes de la decisión y la predestinación de Allah. Ven al barco como creyente, podrás reunirte con tu familia y salvarte, (O hijo mío, sube con nosotros. No permanezcas con los incrédulos) [ Corán, Hud-42 ].

Pero estas palabras no consiguieron tocar el alma de su hijo y no pudieron atravesar su corazón. Él se creía capaz de evitar el infortunio y de escapar al destino y dijo: “Déjame (me refugiaré sobre una montaña para escapar a las aguas) [ Corán, Hud-43 ].”

Noé (a.s.) encogido de dolor, vencido por la pena, le respondió: “Hijo mío, (Nadie escapará hoy al decreto de Allah, si no es por efecto de Su clemencia) [Corán Hud-43 ]."

 Pero una ola los separó, y no pudo ver más a su hijo, carne de su carne, corazón de su corazón. Un dolor insoportable lo poseyó, y volviéndose hacia Allah, refugio de todo afligido,  angustiado, solicitó: "(Señor, mi hijo es de los míos) [Corán Hud-45], Tu has prometido - y Tu promesa es justicia- que me salvarías, así como a los que creyeron de mi pueblo – Tu eres es el más justo de los jueces”.

Allah le reveló: “Noé, él no es de tu familia, ni de los más próximos de tu tribu. El ha sido victima de su mal destino, merece por ello ser llamado incrédulo. No puedo considerar que forma parte de tu familia sino a los que creyeron en ti y en tu mensaje, y que respondieron a tu llamada. Los de allí son tu verdadera familia, para la que prometí la salvación, y asegurarles una vida segura. (Ya que teníamos el deber de amparar a los creyentes) [Corán Rum-47 ]”.

En cuanto a él, que negó tu mensaje y desmintió la palabra de Allah, ya no forma parte de tu familia, y se excluye de tu intercesión, tanto si es cercano a ti por parentesco o genealogía, dirigiéndose seguramente hacia su muerte. Esta próximo al final ineludible, pero si él se refugia sobre una montaña donde toma asilo entre los suyos. Que esté en adelante en guardia a la hora de pedirme lo que no debes saber, o de discutir conmigo de lo que ignoras (Yo te he informado para no dejarte entre los ignorantes) [Corán Hud-46].”

Noé entonces consideró que la ternura le había desviado de la justicia y la piedad le había cubierto la razón. Tendría que tender las manos y alabar a Allah por la concesión con la que los había gratificado, a él y los creyentes de su pueblo, también por el final que los incrédulos habían sufrido. Entonces Noé (a.s.) se dirigió a su Señor, arrepintiéndose de su error, pidiendo refugio contra Su cólera. Él le dijo: "(Señor, perdóname si te he preguntado sobre aquello que no debo saber." Si no me perdonas y no me concedes Tu misericordia, estoy perdido) [ Corán  Hud-46 ]”.

 Una ola lo separó de su hijo, el cual se ahogó. Finalmente cuando la voluntad de Allah se realizó, el cielo se aclaró, y las aguas se retiraron, encallando el arca sobre el monte Joudy, entonces los que habían sobrevivido al diluvio dijeron: "lejos de nosotros queda la gente injusta". Entonces se le comunicó a Noé (a.s.): "Desembarca en paz, con aquellos que te han seguido de tu pueblo. Que la bendición os acompañe,  y que la protección de Allah os envuelva”.