Historia de Lot

 

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Ibrahim (a.s.) abandonó Egipto, yendo acompañado de Lot (a.s.). Marchándose de este país con una gran fortuna en su poder. Como se habían agotado las tierras de pastoreo para el ganado, Lot (a.s.) decidió abandonar la compañía de su tío paterno Ibrahim (a.s.) e instalarse en la ciudad de Sadum (Sodoma).

Los habitantes de esta ciudad eran conocidos por el carácter corrupto e inmoral de sus costumbres. Eran salteadores de caminos a los que no les importaba traicionar a sus amigos o pueblos vecinos a costa del botín, bienes y personas sobre las cuales practicaban todo tipo de abusos físicos. Ninguna idea o tradición ancestral les causaba pudor y servía de obstáculo. No se guiaban por el ejemplo de ningún profeta y nunca escuchaban los consejos de los más sabios.

Entre las acciones más detestables que tomaron por costumbre, estaba la de abandonar a sus mujeres y faltarle a los derechos y obligaciones que les debían,  y que con el matrimonio habían contraído; para buscar un ilegítimo placer sexual fuera de la relación de pareja, preferentemente, sodomizando a otros  hombres, aunque para ello tuvieran que vencerlos por la fuerza.

Allah entonces le reveló su mensaje Lot (a.s.)  y le ordenó que divulgara su el mismo a los habitantes de Sodoma, con el fin de que abandonaran su conducta equivocada y los condujera por el camino recto.

Pero los habitantes de Sodoma no prestaron oídos a Lot (a.s.), llegando a amenazar su vida, por lo que incluso aquellos que habían creído en él, pensaron que lo mejor, sería echarlo de la ciudad aunque no hubiera cometido ningún mal.

Entonces Lot (a.s.) los amenazó con el poder de la ira de Allah, aunque sus advertencias fueron tomadas a la ligera, burlándose de ellas. Lot (a.s.) entonces,  rogó a su Señor para que le diera fuerzas y pudiera soportar los agravios y amenazas a las que era sometido, implorándole un castigo ejemplarizante.

        Allah respondió a su llamada y le concedió su petición. Envió a sus malaikas a la ciudad de los Sadum, para infligirles el castigo que merecían, aunque se pasarían en primer lugar por la residencia de Ibrahim (a.s.). Éste (a.s.)  les ofreció su hospitalidad, y aunque los agasajo con ricos manjares, las manos de los malaikas no tomaban la comida que él les ofrecía, lo que le causó aprehensión y miedo, aunque ellos lo tranquilizaron diciéndole: "no temas nada".

        Los malaikas permanecieron en la casa de Ibrahim (a.s.) hasta que éstos le comunicaron el nacimiento de un hijo. Ibrahim (a.s.) les pidió entonces que le explicaran el motivo de lo acababan de decirle, él (a.s.), les preguntó: "¿qué quereis, enviados?". Los malaikas  le respondieron: "Hemos sido enviados para dirigirnos hacia la gente que no se sometió a la llamada de Lot y que se han colocado entre los trasgresores. Venimos a inflingirles un dolor intenso, un castigo por los actos malvados e impúdicos que cometieron".

Ibrahim (a.s.), sintió una gran pesadumbre por ello, y discutió con ellos de la causa del pueblo de Lot, rogándoles que retrasaran la desdicha del mismo y que su castigo fuera más leve. Ibrahim (a.s.) posiblemente esperaba, que los ciudadanos de Sodoma se sometieran a Allah, cesaran la perpetración de su fechorías y renunciaran a sus actividades impúdicas. Puede ser que Ibrahim (a.s.) temiera que Lot (a.s.) no fuera capaz de sobrellevar esta adversidad. Pero los malaikas le pidieron que no se atormentara y calmara su dolor, que dejara el asunto de estas personas que perseveraban en la desobediencia, en las manos de Allah. Ellos le informaron de que Lot  (a.s.) no se vería afectado por la desdicha, y que se salvaría tanto él como su familia, excepto su mujer, que estaba de parte de los incrédulos y seguía sus opiniones.

Cuando los malaikas abandonaron a Ibrahim (a.s.), se dirigieron hacia Sadum (Sodoma), bajo el aspecto de unos jóvenes  y apuestos hombres. Cuando se disponían a entrar en la ciudad, vieron a una joven mujer que llevaba agua para su familia, se le acercaron a pedirle hospitalidad, pero ella tuvo miedo por ellos, pues conocía la maldad de su pueblo y se veía incapaz de protegerlos, por lo que fue a buscar la ayuda de su padre para que los protegiera. Les pidió que la esperasen exactamente el tiempo que tardara en ir a  casa de su padre y pedirle su dictamen. Cuando vio a su padre le dijo: "Padre, unos hombres jóvenes se hallan a la entrada de la ciudad. Jamás he visto unos rostros más hermosos que los suyos y temo que tu pueblo tenga conocimiento ellos y les cause una infamia".

El padre de la muchacha, era Lot (a.s.). Él intentó excusarse explicándoles la situación en la que se encontraba, con el fin de evitar una confrontación con su pueblo, pero su sentido de la generosidad le sobrepuso sobre sus temores. No hizo caso de las dificultades a las que se enfrentaría y salió al encuentro de los forasteros en secreto, ocultándose a los ojos de la gente e intentando llegar hacia ellos antes de que su pueblo advirtiera sus intenciones y le cortara el paso, impidiéndole seguir su camino, ya que su pueblo le había prohibido tener huéspedes o albergar en su casa a los viajeros.

Lot (a.s.) consiguió llegar en secreto hasta los malaikas y acogiéndolos de buen grado los invitó a acompañarle hacia su casa, pero los pensamientos negativos regresaron a su espíritu y las dudas corroyéndole el corazón. Le resultaba gravosa su hospitalidad, ya que temía que su pueblo tuviera conocimiento de la presencia de los forasteros y entonces  no pudiera defenderlos de ellos, ni rechazar sus ataques.

Sin embargo los guió hacia su casa donde se instalaron. Su mujer, que le era contraria y participaba de la moral común de su pueblo, propagó la noticia e informó a su gente de la presencia de los forasteros y de su aspecto tan hermoso, no tardando los mismos en presentarse en la casa de Lot (a.s.).

Lot (a.s.) se asustó cuando vio a toda esa turba de gente reunida delante de su casa. Él (a.s.) les imploró por temor a Allah, y los invitó a abandonar sus pretensiones, que no eran otras que las de forzar sexualmente a los forasteros, tal como tenían por costumbre con todo aquel foráneo que caía en sus manos; pero estos no atendieron a razones. Gntonces Lot (a.s.) cerrándoles la puerta de su casa le impidió realizar sus viles deseos.

Viendo Lot (a.s.) que no escuchaban su demanda, les pidió que apaciguaran sus deseos con sus mujeres, y que renunciaran a sus malvadas pretensiones, informándoles de las consecuencias que tales actos les acarrearían. Sin embargo sus amenazas no les arredraron en absoluto, aferrándose aún más en sus intenciones. Le dijeron a Lot (a.s.): “¡Lot, conoces el derecho que tenemos sobre tus hijas, sin embargo no nos atraen las mujeres, tu sabes bien lo que nosotros queremos!”.

Lot (a.s.) no encontró más salida, perdió toda esperanza y le embargo la pena. Dirigiéndose a ellos Lot (a.s.) les dijo: "Si tuviera algún tipo de poder sobre vosotros, habría rechazado vuestros ataques e impedido vuestra maldad. Si estuviera en una posición de poder, habría rectificado vuestro desatino".

Pero la gente, estaba cegada por sus deseos ilegítimos,  y no se aprestaban a la razón y a la sensatez que Lot (a.s.) les mostraba. Estos, por contra, se abalanzaron contra la entrada de la casa, intentando forzar la misma a toda prisa.

Cuando los malaikas vieron el estado de angustia y tristeza en el cual se encontraba Lot (a.s.), lo tranquilizaron diciéndole: "Lot, hemos sido enviados por tu Señor y vinimos a salvarte y defenderte contra toda hostilidad. Estos incrédulos no podrán llegar hasta ti y serán derrotados".

 Los acosadores que rodeaban la casa de Lot (a.s.), al momento fueron presa del terror, huyendo despavoridos.

Mientras tanto Lot (a.s.) permanecía en calma gracias a que Allah había disipado sus angustias, al envolverlo con su benevolencia.

Disipado ya todo rastro de tristeza en Lot (a.s.), los malaikas le ordenaron que  saliera de la ciudad y emprendiera el viaje con todos aquellos que estuvieran de su parte. Partieron entonces durante la noche, abandonando la ciudad a manos de Allah, que ya les había reservado un castigo. Pero los malaikas le pusieron en guardia contra su mujer, ya que ésta debía sufrir las mismas consecuencias que su tribu, por su hipocresía y no estar de su lado. Por ello le ordenaron que se armara de fuerza y paciencia cuando a los suyos se les inflingiera el suplicio.

Lot (a.s.) y sus amigos se marcharon, abandonando la ciudad sin el menor pesar. Cuando estuvieron lejos, el poder de Allah alcanzó a la ciudad y les infligió su castigo. Entonces la tierra se estremeció y la ciudad se hundió de arriba a abajo, mientras una lluvia de piedras brillantes se abatía sobre ellos. Las calles se quedaron desiertas y sus casas vacías, a causa de su injusticia: Esto constituye una enseñanza. Pero la mayoría de los hombres son incrédulos [Sura de los Poetas - Versículo 174 ].