JUTBAS

     INDICE

Primera Parte  

     al-hámdu lillâh...  

       

        La sociabilidad es fruto del buen carácter mientras que la separación y la distancia entre los seres humanos derivan del mal carácter, la hosquedad y las formas hurañas. Quien está adornado de cualidades nobles y generosas invita espontáneamente a que se trabe amistad con él. Pero quien siente en su corazón ira, rencor, envidia, quien sea grosero o introvertido, de ése se aparta la gente. Por eso, el carácter amistoso y abierto, signo de nobles cualidades, es apreciado en el Islam, que considera el Húsn al-Juluq, la forma bella de ser y el comportamiento amable, como una de las virtudes que hay que atender con especial atención y cuidado.

Rasûlullâh (s.a.s.) en cierta ocasión dijo: “Nada pesa tanto en favor del musulmán el Día de la Resurrección como el Husn al-Júluq, es decir, su buen carácter”, y también dijo: “El más amado por mí y el más cercano a mí el Día de la Resurrección serán el de mejor carácter de entre vosotros, y el que más repugnante me resultará y el que estará más lejos será el de mal carácter”. En otra ocasión, sus Compañeros le preguntaron qué es lo que hará entrar a las gentes en el Jardín y él respondió: “El temor a Allah y el buen carácter (Taqwà y Husn al-Júluq)”.

         En un hadiz, Rasûlullâh (s.a.s.) dijo que Allah ha dicho: “Amo a quienes se aman en Mí; amo a quienes se obsequian entre sí por Mí; amo a quienes se visitan por Mí”. Con esto, se anima a los musulmanes a trabar amistad entre sí, pero también hay una condición para esa amistad, y es que se realice ‘en Allah’. Esto significa que deben existir unos criterios a la hora de escoger amigos, y quien los cumple ama en lo que Allah ama, que es el bien, la rectitud y el desinterés. Por el contrario, el musulmán debe detestar lo que Allah detesta, de modo que le resulte repugnante lo que es desagradable para Allah, y que es el mal, la falsedad y el egoísmo.

         Según lo anterior debes amar a los musulmanes por su Islam y debes detestar sus errores. Por el contrario, debes detestar al kâfir por su kufr, pero valorar sus bondades. En cualquier caso, hay que escoger para la intimidad y la amistad a quien cumpla las mejores condiciones, para que su bien redunde en tu favor y seas de las gentes a las que Allah ama. Rasûlullâh (s.a.s.) dijo: “La persona sigue la senda de aquél a quien acompaña. Que cada uno de vosotros observe atentamente a quien acompaña”.

No toda persona es adecuada para tu compañía. Tu amigo debe estar revestido por cualidades que te hagan desear su compañía. Lo que el común de los hombres valora en otro es su simpatía, o su poder o su riqueza. Pero aquí tenemos que hablar de otros valores, y son aquellos que estiman quienes buscan en realidad a Allah. Se ha dicho que el verdadero amigo debe cumplir cinco condiciones: que sea razonable, que tenga buen carácter, que no sea perverso ni se aparte del Islam ni ambicione conquistar el mundo.

         Que sea razonable (‘âqil) quiere decir que tenga inteligencia, pues la inteligencia es el verdadero capital del ser humano. Debe evitarse la compañía del tonto, que si quiere hacerte un bien te daña. Dotado de inteligencia es el que comprende las cosas tal como son o, al menos, el que, si se le explican las cosas, las entiende.

         Que tenga buen carácter (Husn al-Júluq), pues muchos inteligentes son hoscos y huraños y no valen para la compañía. Muchos inteligentes son vencidos por la ira o el rencor, y obedecen sus inclinaciones más bajas, a pesar de estar en posesión de un gran entendimiento.

         Que no sea perverso, y perverso (fâsiq) es el que no teme a Allah. Quien no teme a Allah no tiene límites para su avidez, ni para su falsedad, ni para su vileza, y no puedes confiar en él ni echar cuenta a sus palabras.

         Que no se aparte del Islam, que no sea un mubtadi‘, un ‘innovador’ que se invente el Islam y te confunda, pues quien se engaña a sí mismo no dudará en engañarte.

         Y por último, que no ambicione conquistar el mundo, pues pasará por encima de ti para alcanzar lo que desea, y te traicionará cuando menos te lo esperes.

         ‘Omar ibn al-Jattâb (r.) dijo: “Vive bajo los auspicios de los amigos de la sinceridad, que son adorno en la abundancia y provisión en la desgracia. Pon por delante a tu amigo, para que no dude en auxiliarte cuando lo necesites, y abandona a tu enemigo. Pero guárdate de tus amigos, salvo del digno de tu confianza, y no hay nadie más digno de confianza que el que teme a Allah. No acompañes al perverso, porque aprenderás sus perversidades, y no le descubras tu secreto. Consulta para todo lo que te interese a quienes temen a Allah, pues ellos sabrán aconsejarte”.

         El musulmán es sociable por naturaleza, y hace amigos por naturaleza. Su buen carácter, si es un musulmán sincero, lo hace todo por él, y la amistad no nace entonces de un esfuerzo fingido ni ninguna artificialidad. Por ello, los ‘ulamâ dan los consejos que hemos resumido escuetamente en lo dicho antes. Los ‘ulamâ, los sabios del Islam, tienen como deber principal el velar por los musulmanes, el aconsejarles lo más sensato y prudente, y esa intención guía sus palabras y enseñanzas siempre. El musulmán haría bien en seguir sus recomendaciones, porque son pistas para alcanzar el mayor de los bienes, que es el Amor de Allah.

Allah ama el buen carácter del musulmán, por eso debemos alimentar en nosotros lo que hay de mejor en nuestros corazones, y ello nos abre a la gente, y facilita las relaciones amistosas, y es un elemento importante en la constitución de la Comunidad de los Musulmanes. La Comunidad la construimos entre nosotros, es el resultado de nuestros esfuerzos y de lo que somos y de cómo somos. Cada cual tiene el ‘mundo’ que corresponde a su forma y a su naturaleza más íntimas. Busquemos hacer habitable nuestro universo, y para ello tenemos un puntal en la sensatez de los sabios del Islam.

       

     

       al-hámdu lillâh...  

         

     Al igual que tenemos derecho a elegir nuestros amigos, nuestros amigos tienen derechos que debemos respetar. Los ‘ulamâ señalan los siguientes.

         Auxiliarles y ayudarles en sus necesidades. En primer lugar, las que expresen; y, en segundo lugar, incluso las que no expresen. E, incluso, poner por delante sus necesidades a las nuestras, en una progresión que madura con la amistad y con el conocimiento de la Generosidad de Allah. Quien descubre lo Generoso que Allah es para con él, no es avaro ni remiso con sus amigos.

         Tu amigo tiene derecho a que hables a veces y que calles en otras ocasiones. En realidad, la lengua es la principal anuladora de amistades, y controlarla con justicia es un arte que escapa a la mayoría. Debes hablar cuando de tus palabras resulte un bien y debes callar cuando de tus palabras se derive un mal. Un defecto de tu amigo puede merecer una censura si va a servir de algo, pero debes callar si lo único que puedes hacer es molestarlo. Evita desconfiar o sospechar de él. No lo insultes, ni lo calumnies. En cualquier caso, los secretos que te comunique, tenlos por algo sagrado.

         Invoca a Allah en favor de tu amigo, en vida y tras su muerte, no permitiéndote el olvidarlo en tus invocaciones. En una ocasión, Rasûlullâh (s.a.s.) dijo: “Las palabras de quien ruega a Allah en favor de su hermano en la intimidad, no dejan de tener respuesta. Junto al que invoca hay un ángel que escucha, y cuando lo hace en favor de un hermano, el ángel le dice: ‘Sea lo que pides, y para ti otro tanto’...”. En otra ocasión, Rasûlullâh (s.a.s.) dijo: “Cuando uno de vosotros invoca en favor de algún hermano suyo muerto, un ángel se encarga de trasmitírselo, y le dice: ‘¡Oh, solitario habitante de esta tumba! Aquí te traigo el obsequio de un amigo que te ama’...”.

         Tu amigo tiene derecho a tu sinceridad y a tu lealtad, y a que seas constante en la amistad hacia él hasta la muerte, y esa amistad se prolongará entonces después de la muerte. La traición, la falsedad, el fingimiento, la exageración, la artificialidad en la relación, todo esto es contrario a la lealtad. Y signo de la autenticidad de la lealtad es que si el prestigio o el poder de tu compañero crecen, que no te hagas servil ni finjas modestia ante él, al igual que si empobrece o se debilita su rango, que no seas altanero con él.

         Pero has de saber que el límite de la lealtad es el Islam, de modo que si tu amigo contraviene la Ley Revelada, es decir, si causa un mal, no le debes fidelidad.

         Por último, en esta breve lista de los derechos de tu amigo, es que no te hagas pesado ni quieras aprovecharte de él ni abuses de su cargo, su ciencia o su paciencia. No lo agobies con tus problemas ni le exijas por encima de sus posibilidades. Eres tú quien debe atenderle en la medida en que te lo permitan las circunstancias.

         Quien cumple con lo dicho en esta Jutba posee Husn al-Júluq, una Bella Naturaleza, haciéndose merecedor de estar junto a Allah el Yáum al-Qiyâma, pues ama lo que Allah ama y detesta lo que Allah detesta, se abre a la creación y construye un mundo mejor.

          

          

du‘â ...

 

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