Al-Andalus: Las influencias

Haris al Kanz Ubaidallah

Nadie duda que el Islam se origina en las tierras de Ibrahim y que de ese mismo tronco habían salido con antelación otras dos ramas, judaísmo y cristianismo, el dilema surge cuando tenemos que explicar su propagación al resto del mundo.

La expansión del Judaísmo hay que agradecerla a los asirios primero que los deportaron a Babilonia, a todos menos a un grupo que escapó y pobló América según testimonia el libro de Mormón, y a los romanos que en el año 70 de la era cristiana destruyó el templo de Jerusalén y dispersó a los judíos que solo volvieron después de la 2ª guerra mundial con el apoyo anglosajón, un ejemplo es la Declaración de Balfour (02/11/1917), conseguido por los terroristas de la Haavara y los nazis y el delirio sionista del estado de Israel herético desde el punto de vista de la ortodoxia judía.

En el caso del cristianismo su expansión se debe a dos factores: la desaparición del poder romano y a su sustitución por el poder divino administrado por la iglesia romana que desde el edicto de Milán trabaja para ser la única religión oficial pese a que este edicto, de facto, solo declara el igualamiento del credo cristiano con los demás credos del imperio, llegando a ejercer un férreo control religioso del poder político.

Con el Islam, bastante mas moderno y asequible, la propagación se debe, podríamos decir que al boca a boca, no es que no haya habido acciones político militares, que las ha habido, pero al carecer de estructura y autoridades religiosas, la propagación a tenido lugar como comunicación personal.

El Islam no ha luchado contra el cristianismo, pues por precepto coránico lo respeta, sino contra la invasión de los territorios ocupados por musulmanes, también siguiendo una preceptiva coránica. En cambio el cristianismo convencido de la exclusividad de la unicidad de su triada ha considerado una herejía al Islam y lo ha combatido desde el principio, al igual que a las otras creencias cristianas, distintas de su concepción del cristianismo, entre ellas la primitiva respetada por el Islam, que hoy podemos considerar inexistentes o solo remanentes de forma testimonial.

Una vez hechas estas consideraciones, el punto que nos interesa en este caso es analizar como llega y se implanta el Islam en la Península Ibérica. La explicación dada hasta ahora de que siete mil hombres de un centro de poder muy lejano conquistaron en tres años un territorio mucho mayor que el ocupado por el imperio romano, centro de poder tan cercano como que varios emperadores e intelectuales del imperio son autóctonos, en tres siglos, resulta hoy muy criticable, sobre todo teniendo en cuenta que este territorio estaba ocupado por los últimos mandatarios del imperio, que eran los visigodos.

La falta de documentación contemporánea, alguna “desaparecida” interesadamente como las actas del XVIII Concilio de Toledo que nos permitiría conocer el entorno político, y la adopción de una leyenda foránea (egipcia) y tardía (s.XI) están claramente en contra de la invasión militar.

Sin embargo todo el mundo parece ignorar el papel de los territorios de sureste de la península (Almería y Murcia, incluso Alicante), escenario de permanente contacto con el norte de África, no hay que olvidar que hasta el siglo XIX se ha estado emigrando a Orán desde la Península, hasta que Francia nos cortó el respiradero.

Pues bien en el siglo VIII este ignorado territorio pertenecía a Bizancio, lo que lo pone en contacto directo con oriente, y es precisamente el lugar por donde mas probamente tienen su arribada las ideas del Islam, en un entorno que no hay que olvidar que es monoteísta (el bizantino inicial) al igual que el visigodo (arriano) que controlaba el resto de la península. En realidad las guerras medievales escenifican la imposición a sangre del trinitarismo oficial, y los privilegios de poder anexos, sobre el monoteísmo inicial cristiano en cuyo tronco nace el Islam.

Considerando la acción mimética que el catolicismo realiza habitualmente sobre los actos y hechos religiosos precedentes, se podría intuir que los siete varones apostólicos que desembarcan en Almería son en realidad representantes del herético Islam, al igual que el verdadero nombre de Santiago es Prisciliano, en realidad no discuto el hecho religioso de Santiago y su peso en la ocupación del norte de la Peninsular por europeos al objeto de defender un camino espiritual, que palpablemente existe, sino su justificación histórica, su católica santificación explicada como un evolucionar histórico. Es decir, como en muchos otros casos está primero el deseo de invadir y luego se ha fabricado la justificación.

Hay un periodo de la historia de la Península que no se oculta, ni se han destruido los documentos, ni se le falsea, simplemente se le evita, es el periodo ocupado por la perdida de de todo el “imperio español” a manos de los estados unidos de América hasta las guerras de África de principios del pasado siglo XX. No pretendo discutir sobre ese periodo, solo recordar la dureza de la lucha contra los beréberes encabezados por ejemplo por Abdelkarim ibn Hatabi, los beréberes han sido siempre un pueblo indómito y difícil de controlar, duros y fuertes, igual en el siglo XX que en el siglo VIII, cuando no dejaron pasar, durante mas de un siglo, a los musulmanes de la zona que hoy es Túnez, la historia de Túnez nos ilustra de estas luchas y de los repetidos cambios de capital buscando abrigo de los beréberes, los egipcios creadores de la leyenda de la invasión lo sabían muy bien, por eso en el Akbar Machmua, origen de la difusión de la difusión de esta leyenda se hace salir a los musulmanes invasores de Ifrikiya, nombre antiguo de Túnez, y no de la zona del estrecho.

Pero vayamos al tema de las influencias, cualquier marroquino te dirá que la al-Hamra es producto de la civilización que ellos trajeron, y estoy seguro que los españoles y buena parte de los andaluces pensaran que todas estas huellas de cultura oriental se la debemos a los árabes, signifique árabe lo que signifique, la verdad es que en Marruecos hay árabes, y en Marbella también, pero se hace difícil imaginar que terrible error cometieron los árabes al intentar reproducir una tienda del desierto y levantar una casa andalusí, el parecido es evidente, y no digamos del arco de herradura, producto peninsular donde los haya, no hay ningún arco de herradura fuera de la península que se pueda datar antes del año 800, fecha de la fundación de Fes, importante además por el hecho de ser el momento histórico en que el Islam llega al territorio del hoy Marruecos de la mano de dos grupos distintos que caracterizan la división de la ciudad antigua de Fes, el grupo de Kairuan que ha conseguido atravesar la barrera bereber y el grupo de cordobeses expulsados como consecuencia de la revolución del Arrabal, duramente castigada con el destierro y que marca el inicio de “berberia” como destino de los andalusíes expulsados ora por musulmanes, ora por los invasores cristianos del norte, el antecedente oriental mas citado por los “expertos” los arcos del palacio de Hisham en Jericó, se parecen a un arco de herradura como un triciclo a un boniato, ni técnicamente ni matemáticamente tienen nada en común.

Y es de ese modo como comienza la transferencia tecnológica y cultural, desde la metodología agrícola hasta la música, pasando por la arquitectura y la técnica de elaboración de prendas de cabeza, como la sheshia o el fes, las técnicas agrícolas andalusíes procedentes en buena parte de los romanos se trasladan con los habitantes que las reproducen en su nuevo territorio, las técnicas constructivas son las mismas  de los alarifes andalusíes cuando un pueblo entero, como Hornachos de Badajoz, se traslada para fundar Salé, los diseños de las casas son los mismos que aquí, los mismos romanos con el refinamiento musulmán, con su sensualidad. Todos los minaretes de mezquitas construidos en el norte de África después del de Kairuan lo son por alarifes andalusíes o sus descendientes, la Kutubiya es construida por alarifes andalusíes llevados por los almohabitún, por supuesto la giralda también, la de Hasan, aun sin terminar por un problema de permisos de trabajo, también, la de Tlencem, y la de la kashba de Túnez del mismo modo, incluso la de Tombuctú, obra del arquitecto granadino el Saheli, para la capital de un reino fundado por un almeriense, Yuder Pashá, con la idea de ser destino de acogida de los andalusíes expulsados.

La música andalusí, de la que algunos afirman que es el origen del flamenco, es en realidad hermana nacida en la misma tierra, ¿podría ser un palo del flamenco? O tal vez es a la inversa, lo cierto es que se considera la música clásica en el norte de África y su origen es al Andalus, al igual que el zegel y otras muchas composiciones. En astronomía el avance es inmenso, se pasa de los astrolabios orientales a las azaleas y láminas universales de al Andalus, las diferencias son notables pero todavía hay museos donde no saben distinguirlas. A través de al Andalus llegan los conocimientos científicos y humanísticos a la oscurecida Europa, que poco a poco se libera del dominio de una espiritualidad que niega la ciencia.

El Islam llegó a al Andalus y su apertura espiritual añadió muchos matices a la milenaria cultura de esta tierra, producto de la mezcla de decenas de culturas durante miles de años y esa mezcla de diversidad que todo lo enriquece hizo que el foco cultural andalusí brillara incluso mas que la cuna del Islam e hizo que durante siglos influyera en todo aquello con lo que se relacionaba, de Marruecos vinieron invasiones si, pero las mismas que ellos habían sufrido, la de los almorabitún desde el sur, y la de los almohabitún desde el este, ambas acabaron  en al Andalus, y ambas volvieron a sus territorios bañados de la cultura de esta tierra.

Y es terrible para los andaluces que se nos niegue ese peso cultural prefiriéndose oficialmente la versión de que todo lo relativo al Islam es extranjero, estos, los extranjeros, no dudan en aceptar la gloria y el esplendor cultural de al Andalus como suyo, confundiendo el reflejo con la fuente, mientras nuestros gobernantes, ocultando las verdaderas invasiones y cruzadas, persecuciones, expulsiones y exterminios, parecen disfrutar de la humillación de un pueblo al que se le ha escamoteado su historia.