SUBVERTIR EL ISLAM

LA FUNCIÓN DE LOS CENTROS ORIENTALISTAS

Dr. Ahmad Ghorab

 

DIFAMACIÓN DE LOS DIRIGENTES DEL RENACIMIENTO ISLÁMICO POR   LOS AGENTES MUSULMANES AL SERVICIO DE LOS ORIENTALISTAS

 

    El Corán ha explicado plenamente cómo “esos cuyos corazones están enfermos” traman y divagan, olvidando que sus planes y pensamientos más íntimos no pueden ocultarse a Dios. Explica también el Corán cómo esa gente urde planes y ajusta o concierta sus propósitos con los propósitos de los enemigos del Islam. Y cómo, mientras van perdiendo el juicio y la razón, se imaginan que esos planes son meritorios y que tienen la capacidad para concretarlos. Se ven invadidos, un poco primero y totalmente luego, por una ciega avidez por lo que resulta odioso a Dios, lo cual los aleja de lo que a El le agrada.

 

    Por medio de lo que declara el propio Corán, podemos decir con certeza que sus obras se probarán vanas y no la de esos a quienes difaman con el objeto de ganarse el amparo de los kuffar: “Quienes han vuelto sobre sus pasos, después de haberse manifestado a ellos la Dirección claramente, han sido seducidos por el Demonio, pero les ha concedido una tregua. Esto es así porque dicen a quienes les repugna lo que Dios ha revelado: ‘En algunas cosas os obedeceremos’. Dios, empero, sabe lo que ocultan. ¿Qué pasará cuando los ángeles les llamen, golpeándoles en el rostro y en la espalda?. Esto es así porque van en pos de algo que irrita a Dios y, en cambio, les repugna lo que Le satisface. Por eso, hace vanas sus obras. ¿Es que creen los enfermos de corazón que Dios no va a descubrir su odio?” (47:25-29).


El tipo anteriormente descrito de musulmanes hipócritas quiere hacer creer que ellos obedecen a los incrédulos sólo en ciertas cuestiones, no en todas. De esta manera, se esfuerzan por auto-engañarse para que les resulten aceptables esas traiciones que son inaceptables. Una parte de este inútil autoengaño es su voluntarismo, bajo la guía de los incrédulos, para ofender  y denigrar a esos eruditos musulmanes que han dado su vida para una presentación clarividente y franca de la dirección y guía coránica sin temer las oposiciones o el poder de las fuerzas de la incredulidad. Pero los amigos y sostenedores de los incrédulos, indiferentes a la cólera de Dios, han preferido llamar ciegos a esos que ven claramente. A modo de ilustración, en este breve capítulo refutaré los intentos de Jaafar Sheikh Idris -consejero editor del Journal of Islamic Studies- por deformar lo dicho y hecho por Shahid (mártir) Saied Qutb.

 

    No aseguro, ni nadie de Ahl as-Sunnah lo haría, ningún tipo de infalibilidad para ningún erudito musulmán, por más grande que sea. Ningún erudito está más allá o por encima de la crítica. Este principio lo aplicaré a Saied Qutb y, por supuesto, sería apoyado y avalado por él. La expresión conclusiva de este principio, atribuido normalmente al gran Alim de Medina, el Imam Malik, es que los musulmanes pueden aceptar o rechazar algo que proceda del juicio de cualquier erudito musulmán. La única excepción es para los juicios que provienen del Profeta (BP), quien es infalible. Aunque esto se comprenda claramente, deseo enfatizar de todos modos la alta consideración en que todos los musulmanes tienen a Shahid Saied Qutb debido a lo que hizo por el Islam y por la umma. Lo llamamos Shahid (mártir) porque dio su vida por el Islam, y Dios ha dicho en Su Libro cómo son estimados los grandes creyentes con esas cualidades: “... No dejará que se pierdan las obras de los que hayan caído por Dios. El les dirigirá, mejorará su condición y les introducirá en el Jardín, que El les habrá dado ya a conocer” (47:4-6). El sacrificio de Saied Qutb no fue en vano ni su estatura será disminuida ante los ojos de los verdaderos creyentes, por más esfuerzos que hagan los enemigos del Islam (o esos musulmanes que se unen a los enemigos del Islam) para intentar denigrar su nombre o su causa. El mismo Qutb hizo el siguiente comentario sobre el versículo que recién citamos:

Sus acciones no serán inútiles porque están guiados por la Verdad y conectados con ella, de la cual descienden y para cuya protección fueron iniciados. Sus trabajos (en el camino de Dios) serán eternos porque la Verdad es Eterna y no puede ser en vano (18).

 

    Ninguna persona imparcial negará que la tafsir (exégesis) del Shahid (su comentario sobre el Corán titulado Fi Zilal al Quran -A la Sombra del Corán-, especialmente su resumen reunido y publicado como Maalim Fi al Tariq -La Piedra Miliaria-), ha influido profundamente sobre los musulmanes de la época contemporánea. En particular, este trabajo conciso ha sido muy apreciado por los jóvenes en los movimientos de renacimiento islámico de todo el mundo. En realidad ese trabajo fue tomado como un texto modelo para el estudio y la conducta a seguir. También es bien conocido que el precio de ese libro fue la vida de Saied Qutb. Efectivamente, fue sentenciado a muerte en la época de Jamal Abd al-Nasir (el ex presidente egipcio conocido en occidente como Gamal Abdel Nasser), principalmente como resultado de la publicación de La Piedra Miliaria. Pero su muerte no disminuyó de ninguna manera la popularidad o influencia del libro, como esperaban los enemigos del movimiento islámico. Por el contrario, el libro se hizo aún más influyente y más popular. En un importante sentido, la muerte de Saied Qutb no silenció su voz.

 

    Por lo tanto, sus enemigos recurrieron a otro método irritante para silenciarlo. Intentaron difamar y denigrar a él y su obra. Es profundamente lamentable, aunque no sorprendente, que esta línea de ataque no haya provenido de judíos o cristianos sino de musulmanes que trabajan con ellos. Ese ataque fue producido a través de un escrito de Jaafar Sheikh Idris titulado Qadiyyatu l-manhaj inda Sayyid Qutb fi Ma alim fi al Tariq (La Cuestión del Método en La Piedra Miliaria de Saied Qutb). El escrito fue presentado en un coloquio en Bahrain y todos los documentos y discusiones allí producidos bajo el título Nadwatu ittijahat   al-Fikr al-Islami al-Muasir (Tendencias en el Pensamiento Islámico Contemporáneo), fueron publicados en Riyad en 1987. (19)

 

    El escrito de Idris contiene dos argumentos principales contra Saied Qutb. En primer lugar, argumenta que el Islam que proyecta Saied Qutb como una religión ideal no puede ser implementado prácticamente por la comunidad musulmana. Escribe Idris:

En cuanto  a la comunidad musulmana, Saied Qutb cree que el ideal es el que está mencionado en el Corán y que esa es la única forma (del Islam). Cualquier cosa menos que eso, no es Islam. Por lo tanto Saied Qutb ha provocado que la juventud musulmana se ligue a una forma ideal que no puede alcanzar. También le ha presentado un cuadro de la comunidad musulmana o de su orden político (hukm), el cual ha influenciado a mucha gente, (diciendo asimismo) que cualquier cosa menos que eso no es islámica (p. 564).

 

    Idris se refiere al hecho que Saied Qutb fue influido en este punto por al-Mawdudi, el principal erudito musulmán  activo en la India y Pakistán, pero que mientras al-Mawdudi (debido a lo que le enseñó la experiencia) modificó esa posición idealista, Saied Qutb no lo hizo. En éste influyó particularmente el ensayo de al-Mawdudi El Proceso de la Revolución Islámica (20). Idris argumenta que debido a que al-Mawdudi condujo realmente un movimiento islámico y tuvo un contacto “real” con la gente “real”, cambió su forma de pensar. Pero respecto a Saied Qutb opina que no tuvo una experiencia real con la gente, en su vida común, cotidiana. Para ilustrar sobre ese supuesto idealismo e irrealidad en la posición de Saied Qutb, Idris cita parte de La Piedra Miliaria :

    La sociedad musulmana no puede constituirse más que con la formación de un grupo de gente que decide consagrarse solamente a la sumisión total a Allah Único, tanto en la fe y conceptos, en el culto y ritos como en la organización de la vida.


    Toda la vida de esta sociedad desea apoyarse en esta leal y fiel sumisión, depurando su conciencia de la creencia en una divinidad fuera de la Allah, depurando sus cultos de dirigirse más que a Allah y depurando sus legislaciones de recibir algo que no sea de parte de Allah.

 

    Entonces, en este caso solamente, este grupo sería realmente musulmán, y la sociedad que habría constituido sería musulmana también. Sin este proceso cronológico ningún miembro de dicho grupo sería realmente musulmán y su sociedad no podría ser considerada como musulmana, es decir, la creencia en que no hay más divinidad que Dios y que Muhammad es Su Enviado y Mensajero, no estaría garantizada en sus dos partes (el grupo y la sociedad) (21).

 

Como vemos, de acuerdo a Saied Qutb la comunidad musulmana se define por su fe en Dios, expresándose su índole en la unidad de fe, la adoración y la saricah. Y la saricah incluye, para Saied Qutb, no solamente las leyes sino también los valores, la cultura y la civilización:

En el concepto islámico, la soberanía de Dios no significa simplemente que uno debería derivar todos los mandatos legales de Dios y juzgar de acuerdo a los mismos. En el Islam el sentido de saricah (la Sharia, ley) no está limitado a meros mandatos legales, sino que incluye los principios de la administración, su sistema y sus modalidades. Ese sentido estrecho (es decir, que la saricah se limita a mandatos legales) no se aplica a la saricah ni corresponde a un concepto islámico. Por ‘Saricah de Dios’ se entiende todo lo legislado por Dios para ordenar la vida del ser humano. Incluye los principios de creencia, principios de administración y justicia, principios de moralidad y relaciones humanas y principios de conocimiento.


    La saricah incluye las creencias y conceptos islámicos así como sus inferencias respecto a los atributos de Dios, la naturaleza del universo, lo que es visible y lo que es invisible, qué es manifiesto y qué está oculto y las interrelaciones entre estas cosas. De la misma manera, incluye asuntos políticos, sociales y económicos y sus principios, con la intención que reflejen la completa sumisión a Dios Único. También incluye cuestiones legales (que es lo que hoy día se toma como saricah, en tanto el verdadero sentido de saricah islámica es totalmente distinto). Trata de los valores éticos, las costumbres, los criterios y normas sociales de acuerdo a los cuales son medidas las personas, las acciones y los sucesos. También trata o se ocupa de todos los aspectos del conocimiento y los principios del arte y la ciencia. En todo esto se necesita la dirección de Dios, de la misma manera que se la necesita en las cuestiones legales (22).

 

    Si una comunidad carece de cualquiera de estas cosas, no se puede considerar una comunidad musulmana. De acuerdo con Idris esto es demasiado idealista para ser ejecutado. Pero si esta definición de Saied Qutb está realmente tomada del Corán y la Sunnah, debe ser válida por sus fundamentos. ¿Denominaría Idris a una comunidad como “musulmana” si la misma no se comprometiera con cada uno de los tres elementos mencionados, es decir, la fe, la adoración y la saricah?. ¿O será que Idris desea una comunidad “realista”, comprometida con menos que eso, lo que lleva hacia lo que el pueblo es y hace actualmente y no hacia lo que debería ser y hacer?.

 

    El “realismo” que Idris espera encontrar en Saied Qutb es el que se halla en abundancia en las “flexibilidades” de las sociedades modeladas y formadas sobre las mitologías e ideologías del Renacimiento Europeo. Es precisamente “flexibilidad” lo que los llamados “secularistas” y “progresistas” exigen que exhiban los musulmanes, de modo que el Islam pueda ser adaptado al “ethos del siglo XX”. Y es precisamente a eso lo que Saied Qutb llama Jahiliyyah, es decir, la adaptación de las actuales comunidades musulmanas al ethos de los mitos y valores de occidente:

    Si observamos las fuentes y los fundamentos de los modos de vida modernos, queda claro que todo el mundo está encaminado en la Jahiliyyah (ignorancia de la guía Divina), y todo el maravilloso régimen de comodidades  e inventos de calidad no disminuyen esta ignorancia. Esta Jahiliyyah se basa en la rebelión contra la soberanía de Dios sobre la tierra. Transfiere al ser humano uno de los más grandes atributos de Dios, es decir, el de la soberanía, y convierte a unos seres humanos en señores sobre otros. Pero ahora eso no se produce en la manera simple y primitiva que adoptaba en la antigua Jahiliyyah, sino que adopta la forma que consiste en reclamar el derecho a crear (distintos) valores, a legislar normas de comportamiento colectivo y a elegir cualquier manera de vida para los seres humanos, sin tener en cuenta lo que Dios ha establecido. El resultado de esta rebelión contra la autoridad de Dios es la opresión de Sus criaturas. Así la humillación del ser humano común bajo los sistemas comunistas y la explotación de los pueblos y de los individuos fomentada por la codicia de riqueza  y de mando imperial bajo los sistemas capitalistas, no son, sino, un corolario de la rebelión contra la autoridad de Dios y la negación de la dignidad concedida por Dios al ser humano (23).


La forma de vida islámica es tanto ideal como realista en distintos sentidos: puede ser implementada históricamente; se adapta a la mentalidad humana, porque, como nos dice el Corán, “¿No va a saber Quién ha creado, El, ...?” (67:14); tiene la necesaria adaptabilidad y estabilidad idóneas para cualquier tiempo y lugar, dado que está destinada a criaturas que viven en esta tierra, de manera tanto transitoria como condicionada y perecedera.

 

    Idris interpreta mal deliberadamente las implicancias de los argumentos de Saied Qutb que dicen que una sociedad que no satisface los criterios ideales es por lo tanto una comunidad de kuffar, de incrédulos. Idris sostiene que esta es la posición tomada por algunos de los seguidores de Saied Qutb (pp. 542-43). Ese hilo de razonamiento lleva, por inferencia, a acusar a Saied Qutb de tildar de Takfir, es decir, de "creyentes incrédulos" a los musulmanes extraviados. Esta acusación es una falsedad y una calumnia. Describir el ethos y los valores bajo los cuales los musulmanes están obligados a llevar los asuntos de su vida como Jahiliyyah  no es llamar a todo musulmán kafir. De la misma manera, describir cualquier forma de gobierno o cualquier política gubernamental particular como Jahiliyyah no es llamar a todo musulmán kafir. Si fuese así, ningún musulmán -pasado o presente- podría criticar nunca las acciones y políticas de otros musulmanes  como de anti islámicas. Esto significaría que todo erudito musulmán debe practicar un silencio de monje de clausura, conociendo pero no proclamando lo correcto y conociendo pero no condenando lo erróneo. Tal postura, al ser en último término una figura o disposición moral, un sentimiento moral, nunca pasará al primer plano de los asuntos humanos, no será nunca una fuerza activa moral. Por lo tanto esa postura pertenece al ethos cristiano protestante y no tiene absolutamente nada de islámica. Los musulmanes, hombres y mujeres, reciben del Corán el mandamiento explícito de ordenar el bien y prohibir el mal, lo cual significa la directa participación en los asuntos políticos, sociales, económicos y morales que conciernen a la comunidad musulmana. En realidad, la imputación que hace Idris a Saied Qutb  respecto a que éste acusa a todos los musulmanes de Takfir, no es válida. En todo caso, Idris le reprocha el “crimen” de tener una consciencia musulmana en vez de una consciencia protestante, occidental y moderna. Saied Qutb era muy consciente de la posibilidad de caer en ese error (de llamar Takfir a todos los musulmanes), por lo cual fue siempre muy cuidadoso en su estudio para evitarlo. Esto me lo confirmó en una charla su hermano, Muhammad Qutb.

 

    En cuanto a lo que dice Idris sobre la influencia de al-Mawdudi es cierto. Pero es totalmente falso que: a) al-Mawdudi cambió alguna vez su parecer respecto a lo que es una comunidad islámica; y b) que Saied Qutb no pudo cambiar su criterio debido a que carecía de experiencia participativa en los asuntos humanos diarios. No hay ninguna evidencia que señale que al-Mawdudi cambió su opinión. Idris hace simplemente una afirmación sin evidenciar nada que sirva de prueba o que exponga de qué manera operó al-Mawdudi la modificación de sus puntos de vista.


    De la misma manera, es falsa la afirmación  de que Saied Qutb era un soñador, un literato solitario que vivía por y para los libros. Saied Qutb vivía con la gente. Activa y fuertemente comprometido con el movimiento de renacimiento islámico, se convirtió en el conductor de ese movimiento. Si su trabajo hubiese sido tan teórico y abstractamente idealista, las autoridades egipcias difícilmente habrían necesitado encarcelarlo y luego, finalmente, sin tener ninguna justificación valedera, asesinarlo, martirizándolo.

 

    El segundo argumento en importancia de Idris contra Saied Qutb es incluso más débil. Es una variación del anterior, afirmando que, debido a sus antecedentes como hombre de letras, en realidad no se propone (hacer) lo que dice, o en todo caso, lo que dice no está destinado a ser aplicado (en la vida diaria). Escribe Idris:
    Pienso que el problema de Saied Qutb es que sus primeros estudios fueron críticas literarias, un campo en el cual a uno se le permite expresarse de manera imprecisa, decir lo que quiera, porque no encierra nada que pueda ser aplicado en la práctica. Qutb está solamente interesado en saborear el texto que tiene entre las manos, porque no es ni jurista (fiqh), ni filósofo, ni lógico, ni legislador (qanuni). Esos fueron sus primeros estudios. Por lo tanto, les advierto para que no tomen sus palabras al pie de la letra (p. 565).

 

    En cuanto a que Saied Qutb es un hombre de letras, un crítico literario, siempre ha sido reconocido como tal. Además es una de las cualificaciones que se necesitan para comprender y apreciar el Corán. Pero afirmar que lo que él escribió nunca fue con el propósito de que sea llevado a la práctica, es una falsedad lisa y llana. Ni su vida ni sus palabras dan el más mínimo sustento a esa aseveración:

Las personas de la primera generación (de musulmanes) no se acercaron al Corán con el propósito de adquirir cultura e información ni con el propósito de disfrutar del mismo o por simple gusto. Ninguna de ellas se acercó al Corán para aumentar su conocimiento por el conocimiento en sí, o para resolver algún problema legal o científico o para eliminar algún defecto de su comprensión. Por el contrario, se dirigieron al Corán para encontrar lo que el Creador Todopoderoso les había prescrito a cada individuo y al grupo en que vivían: era para la vida individual y para la vida social. Se acercaron al Corán para actuar de inmediato según lo que escuchaban, de la misma manera que los soldados leen actualmente las ‘Ordenes del Día’ para saber lo que tiene que ser hecho. No leían muchos versículos  coránicos en una sola ocasión porque sabían que esto les impondría una carga de obligaciones y responsabilidades insoportables sobre sus hombros. Cuanto más, leían diez versículos, los memorizaban  y procedían según los mismos. Esto lo sabemos gracias a una tradición o relato hecho por Abdullah ibn Masud.


    Esta comprensión -la comprensión que las instrucciones o mandatos eran para actuar- abrió las puertas a la realización espiritual y al conocimiento. Si hubieran leído el Corán solamente por gusto a la discusión, al aprendizaje y a la información, esas puertas no se habrían abierto. Además, la acción se hizo fácil, el peso de las responsabilidades se hizo liviano y el Corán se convirtió en una parte de sus personalidades, entremezclándose con sus vidas y conductas, de modo que se volvieron ejemplos vivos de la fe, una fe no escondida en los razonamientos o en los libros, sino expresada como movimiento dinámico que modificó las condiciones y los sucesos en el curso de la vida.

 

    En realidad el Corán no abrió sus tesoros sino a aquél que lo aceptaba con ese espíritu: el espíritu de conocer con la intención de proceder según lo conocido. El Corán no vino para ser un libro dedicado a la razón pura, o un libro de literatura, o para ser considerado como un libro de historias o narraciones, aunque las contiene. Vino para convertirse en un modo de vida, en una forma de conducta consagrada a Dios. Así, Dios Altísimo les concedió el Corán de manera gradual, para ser leído a intervalos: ‘Es un Corán que hemos dividido para que lo recites a la gente reposadamente. Y lo hemos revelado gradualmente’ (17:106) (24).

 

    Todo lo argumentado no puede ser expresado por quien lee el Corán simplemente por placer literario sino por quien ha anhelado con toda su alma la realización del Corán y puso toda su vida a disposición de ese propósito.

 

    También es falsa la afirmación de que Qutb no era un faqih. Disponemos del conjunto de su tafsir (exégesis) sobre los versículos coránicos con connotaciones legales específicas, como evidencia de lo contrario. En realidad Saied Qutb discutió su tafsir con el Sheikh Abu Zahrah, un bien conocido Alim e importante autoridad sobre fiqh en Egipto en esa época. Es importante reiterar que Saied Qutb no se contentaba con exponer simplemente las connotaciones legales del Corán, sino que quería su implementación como un todo. Ya nos referimos antes a su definición de la saricah.

 

    Por último, la afirmación de Idris respecto a que Saied Qutb no era un “filósofo” también es falsa. No fue un filósofo en el sentido occidental moderno, representado por un académico profesional que trata cuestiones específicas designadas como “filosóficas” por la propia profesión. En cambio fue un gran pensador musulmán que dirigió su energía intelectual al análisis y explicación de los conceptos islámicos que conciernen actualmente a la umma. La competencia y fuerza lógica de sus análisis, a menudo brillantes, han sido reconocidas ampliamente. Si Idris hubiese querido reconocerlas habría encontrado suficientes ejemplos, incluso en las tafsir resumidas, que aparecen en  La Piedra Miliaria. De todos modos, hay dos puntos que quiero enfatizar al respecto. Primero, que el pensamiento de Saied Qutb fue sumamente apropiado, antes que “académico” en el sentido occidental moderno. No se ocupa de estudiar para halagarse a sí mismo sino para instruirse de manera concreta y dirigir la acción de manera sensata:

Debemos volver al estudio (del Corán) con la actitud de educarnos para obedecerle y para la acción. Y debemos volver al mismo para descubrir qué tipo de personas Dios quiere que seamos, para luego ser así. Durante este proceso también descubriremos su belleza artística, los relatos maravillosos, las escenas del Día del Juicio y todas las otras utilidades que son buscadas en el Corán por los académicos y literatos. Disfrutaremos con todos esos otros aspectos, pero no son el objetivo principal de nuestro estudio (25).

 

    En segundo lugar, Saied Qutb hizo la distinción importante y necesaria entre erudición islámica y erudición no islámica. Todo aprendizaje debe volver de nuevo por medio de los musulmanes al origen de su religión -el Corán y la Sunnah- de modo que estas fuentes, en su calidad de instructoras, tengan la primera y la última palabra en lo que es enseñado y en lo que es aprendido. En cualquier caso, los musulmanes no deben tomar su religión de fuentes no islámicas:
    Es necesario para los musulmanes retornar a la guía de Dios con el objeto de aprender el concepto islámico de la vida, por sí mismos si es posible, o sino buscando el conocimiento de un musulmán temeroso de Dios cuya piedad y fe sean confiables....

 

    Sin duda, el Islam permite a un musulmán aprender física, química, astronomía, medicina, distintas actividades técnicas, manejos agrícolas, administración y otras tecnologías y ciencias de un no musulmán, o de un musulmán que no es piadoso, bajo la condición de que no existan disponibles, para enseñar esas ciencias, musulmanes capacitados temerosos de Dios (la itálica es de Ghorab). Esta es la situación actual, porque los musulmanes han roto con su religión y su modo de vida, han olvidado que el Islam los designó vicarios de Dios y los hizo responsables de aprender todas las ciencias y desarrollar distintas capacidades para cumplir con la elevada posición que Dios les ha concedido. Pero el Islam no permite a los musulmanes aprender los principios de su fe, las deducciones de sus conceptos, las interpretaciones del Corán, el hadiz, el comportamiento del Profeta (BP), la filosofía de la historia, las tradiciones de su sociedad, la constitución de su gobierno, el estilo de sus políticas, y otras ramas similares del conocimiento, de fuentes no islámicas ni de ninguna otra que no provenga de un musulmán piadoso cuya fe y conocimiento religioso se saben que son confiables.

 

    La persona que está escribiendo estas líneas ha pasado 40 años de su vida leyendo libros e investigando en casi todos los aspectos del conocimiento humano. Se especializó en algunas ramas del mismo y estudió otras debido a su interés personal. Luego volvió al origen de su fe. Llegó a sentir que todo lo que había leído hasta entonces era como nada en comparación con lo que encontró allí. (Pero) no deploró pasar 40 años ocupándose de esas ciencias porque por ese medio conoció la naturaleza de Jahiliyyah, sus desviaciones, sus errores y su ignorancia, como así también su pompa y su algarabía, sus aseveraciones arrogantes y jactanciosas. Por último, se convenció que un musulmán no puede combinar estas dos fuentes -la fuente de la guía Divina y la fuente de la Jahiliyyah- para su educación (26).

 

En cuanto al ataque irracional o infundado de Idris sobre uno de los más grandes dirigentes del renacimiento islámico contemporáneo, es parte del programa bien establecido y de amplio alcance de los orientalistas de occidente para sofocar y ahogar ese renacimiento y extinguir su luz. Pero el revivir islámico continúa a pesar de todos los recursos a disposición de los incrédulos y sus colaboradores, a pesar de sus ardides, a pesar de todas las malicias y envidias de sus almas perversas. Y el fracaso de los incrédulos y sus colaboradores está prometido por Allah en Su Libro: “Quisieron apagar de un soplo la Luz de Dios, pero Dios hará que resplandezca, a despecho de los infieles” (61:8).

 

 

CONTINUACIÓN