DIFAMACIÓN DE LOS DIRIGENTES DEL RENACIMIENTO ISLÁMICO POR LOS AGENTES MUSULMANES AL SERVICIO DE LOS ORIENTALISTAS
El Corán ha explicado
plenamente cómo “esos cuyos corazones están enfermos” traman y divagan,
olvidando que sus planes y pensamientos más íntimos no pueden ocultarse a
Dios. Explica también el Corán cómo esa gente urde planes y ajusta o
concierta sus propósitos con los propósitos de los enemigos del Islam. Y cómo,
mientras van perdiendo el juicio y la razón, se imaginan que esos planes son
meritorios y que tienen la capacidad para concretarlos. Se ven invadidos, un
poco primero y totalmente luego, por una ciega avidez por lo que resulta odioso
a Dios, lo cual los aleja de lo que a El le agrada.
Por medio de lo que declara el propio Corán, podemos decir con certeza que sus obras se probarán vanas y no la de esos a quienes difaman con el objeto de ganarse el amparo de los kuffar: “Quienes han vuelto sobre sus pasos, después de haberse manifestado a ellos la Dirección claramente, han sido seducidos por el Demonio, pero les ha concedido una tregua. Esto es así porque dicen a quienes les repugna lo que Dios ha revelado: ‘En algunas cosas os obedeceremos’. Dios, empero, sabe lo que ocultan. ¿Qué pasará cuando los ángeles les llamen, golpeándoles en el rostro y en la espalda?. Esto es así porque van en pos de algo que irrita a Dios y, en cambio, les repugna lo que Le satisface. Por eso, hace vanas sus obras. ¿Es que creen los enfermos de corazón que Dios no va a descubrir su odio?” (47:25-29).
El tipo anteriormente descrito de musulmanes hipócritas quiere hacer creer que
ellos obedecen a los incrédulos sólo en ciertas cuestiones, no en todas. De
esta manera, se esfuerzan por auto-engañarse para que les resulten aceptables
esas traiciones que son inaceptables. Una parte de este inútil autoengaño es
su voluntarismo, bajo la guía de los incrédulos, para ofender y denigrar
a esos eruditos musulmanes que han dado su vida para una presentación
clarividente y franca de la dirección y guía coránica sin temer las
oposiciones o el poder de las fuerzas de la incredulidad. Pero los amigos y
sostenedores de los incrédulos, indiferentes a la cólera de Dios, han
preferido llamar ciegos a esos que ven claramente. A modo de ilustración, en
este breve capítulo refutaré los intentos de Jaafar Sheikh Idris -consejero
editor del Journal of Islamic Studies- por deformar lo dicho y hecho por Shahid
(mártir) Saied Qutb.
No aseguro, ni nadie
de Ahl as-Sunnah lo haría, ningún tipo de infalibilidad para ningún erudito
musulmán, por más grande que sea. Ningún erudito está más allá o por
encima de la crítica. Este principio lo aplicaré a Saied Qutb y, por supuesto,
sería apoyado y avalado por él. La expresión conclusiva de este principio,
atribuido normalmente al gran Alim de Medina, el Imam Malik, es que los
musulmanes pueden aceptar o rechazar algo que proceda del juicio de cualquier
erudito musulmán. La única excepción es para los juicios que provienen del
Profeta (BP), quien es infalible. Aunque esto se comprenda claramente, deseo
enfatizar de todos modos la alta consideración en que todos los musulmanes
tienen a Shahid Saied Qutb debido a lo que hizo por el Islam y por la umma. Lo
llamamos Shahid (mártir) porque dio su vida por el Islam, y Dios ha dicho en Su
Libro cómo son estimados los grandes creyentes con esas cualidades: “... No
dejará que se pierdan las obras de los que hayan caído por Dios. El les
dirigirá, mejorará su condición y les introducirá en el Jardín, que El les
habrá dado ya a conocer” (47:4-6). El sacrificio de Saied Qutb no fue en vano
ni su estatura será disminuida ante los ojos de los verdaderos creyentes, por más
esfuerzos que hagan los enemigos del Islam (o esos musulmanes que se unen a los
enemigos del Islam) para intentar denigrar su nombre o su causa. El mismo Qutb
hizo el siguiente comentario sobre el versículo que recién citamos:
Sus acciones no serán inútiles porque
están guiados por la Verdad y conectados con ella, de la cual descienden y para
cuya protección fueron iniciados. Sus trabajos (en el camino de Dios) serán
eternos porque la Verdad es Eterna y no puede ser en vano (18).
Ninguna persona imparcial negará que la tafsir (exégesis) del Shahid (su comentario sobre el Corán titulado Fi Zilal al Quran -A la Sombra del Corán-, especialmente su resumen reunido y publicado como Maalim Fi al Tariq -La Piedra Miliaria-), ha influido profundamente sobre los musulmanes de la época contemporánea. En particular, este trabajo conciso ha sido muy apreciado por los jóvenes en los movimientos de renacimiento islámico de todo el mundo. En realidad ese trabajo fue tomado como un texto modelo para el estudio y la conducta a seguir. También es bien conocido que el precio de ese libro fue la vida de Saied Qutb. Efectivamente, fue sentenciado a muerte en la época de Jamal Abd al-Nasir (el ex presidente egipcio conocido en occidente como Gamal Abdel Nasser), principalmente como resultado de la publicación de La Piedra Miliaria. Pero su muerte no disminuyó de ninguna manera la popularidad o influencia del libro, como esperaban los enemigos del movimiento islámico. Por el contrario, el libro se hizo aún más influyente y más popular. En un importante sentido, la muerte de Saied Qutb no silenció su voz.
Por lo tanto, sus
enemigos recurrieron a otro método irritante para silenciarlo. Intentaron
difamar y denigrar a él y su obra. Es profundamente lamentable, aunque no
sorprendente, que esta línea de ataque no haya provenido de judíos o
cristianos sino de musulmanes que trabajan con ellos. Ese ataque fue producido a
través de un escrito de Jaafar Sheikh Idris titulado Qadiyyatu l-manhaj inda
Sayyid Qutb fi Ma alim fi al Tariq (La Cuestión del Método en La Piedra
Miliaria de Saied Qutb). El escrito fue presentado en un coloquio en Bahrain y
todos los documentos y discusiones allí producidos bajo el título Nadwatu
ittijahat al-Fikr al-Islami al-Muasir (Tendencias en el Pensamiento
Islámico Contemporáneo), fueron publicados en Riyad en 1987. (19)
El escrito de Idris
contiene dos argumentos principales contra Saied Qutb. En primer lugar,
argumenta que el Islam que proyecta Saied Qutb como una religión ideal no puede
ser implementado prácticamente por la comunidad musulmana. Escribe Idris:
En cuanto a la comunidad musulmana,
Saied Qutb cree que el ideal es el que está mencionado en el Corán y que esa
es la única forma (del Islam). Cualquier cosa menos que eso, no es Islam. Por
lo tanto Saied Qutb ha provocado que la juventud musulmana se ligue a una forma
ideal que no puede alcanzar. También le ha presentado un cuadro de la comunidad
musulmana o de su orden político (hukm), el cual ha influenciado a mucha gente,
(diciendo asimismo) que cualquier cosa menos que eso no es islámica (p. 564).
Idris se refiere al
hecho que Saied Qutb fue influido en este punto por al-Mawdudi, el principal
erudito musulmán activo en la India y Pakistán, pero que mientras al-Mawdudi
(debido a lo que le enseñó la experiencia) modificó esa posición idealista,
Saied Qutb no lo hizo. En éste influyó particularmente el ensayo de al-Mawdudi
El Proceso de la Revolución Islámica (20). Idris argumenta que debido a que
al-Mawdudi condujo realmente un movimiento islámico y tuvo un contacto
“real” con la gente “real”, cambió su forma de pensar. Pero respecto a
Saied Qutb opina que no tuvo una experiencia real con la gente, en su vida común,
cotidiana. Para ilustrar sobre ese supuesto idealismo e irrealidad en la posición
de Saied Qutb, Idris cita parte de La Piedra Miliaria :
La sociedad musulmana no puede constituirse más que con la formación de un grupo de gente que decide consagrarse solamente a la sumisión total a Allah Único, tanto en la fe y conceptos, en el culto y ritos como en la organización de la vida.
Toda la vida de esta sociedad desea apoyarse en esta leal y
fiel sumisión, depurando su conciencia de la creencia en una divinidad fuera de
la Allah, depurando sus cultos de dirigirse más que a Allah y depurando sus
legislaciones de recibir algo que no sea de parte de Allah.
Entonces, en este caso
solamente, este grupo sería realmente musulmán, y la sociedad que habría
constituido sería musulmana también. Sin este proceso cronológico ningún
miembro de dicho grupo sería realmente musulmán y su sociedad no podría ser
considerada como musulmana, es decir, la creencia en que no hay más divinidad
que Dios y que Muhammad es Su Enviado y Mensajero, no estaría garantizada en
sus dos partes (el grupo y la sociedad) (21).
Como vemos, de acuerdo a Saied Qutb la
comunidad musulmana se define por su fe en Dios, expresándose su índole en la
unidad de fe, la adoración y la saricah. Y la saricah incluye, para Saied Qutb,
no solamente las leyes sino también los valores, la cultura y la civilización:
En el concepto islámico, la soberanía de Dios no significa simplemente que uno debería derivar todos los mandatos legales de Dios y juzgar de acuerdo a los mismos. En el Islam el sentido de saricah (la Sharia, ley) no está limitado a meros mandatos legales, sino que incluye los principios de la administración, su sistema y sus modalidades. Ese sentido estrecho (es decir, que la saricah se limita a mandatos legales) no se aplica a la saricah ni corresponde a un concepto islámico. Por ‘Saricah de Dios’ se entiende todo lo legislado por Dios para ordenar la vida del ser humano. Incluye los principios de creencia, principios de administración y justicia, principios de moralidad y relaciones humanas y principios de conocimiento.
La saricah incluye las creencias y conceptos islámicos así
como sus inferencias respecto a los atributos de Dios, la naturaleza del
universo, lo que es visible y lo que es invisible, qué es manifiesto y qué está
oculto y las interrelaciones entre estas cosas. De la misma manera, incluye
asuntos políticos, sociales y económicos y sus principios, con la intención
que reflejen la completa sumisión a Dios Único. También incluye cuestiones
legales (que es lo que hoy día se toma como saricah, en tanto el verdadero
sentido de saricah islámica es totalmente distinto). Trata de los valores éticos,
las costumbres, los criterios y normas sociales de acuerdo a los cuales son
medidas las personas, las acciones y los sucesos. También trata o se ocupa de
todos los aspectos del conocimiento y los principios del arte y la ciencia. En
todo esto se necesita la dirección de Dios, de la misma manera que se la
necesita en las cuestiones legales (22).
Si una comunidad
carece de cualquiera de estas cosas, no se puede considerar una comunidad
musulmana. De acuerdo con Idris esto es demasiado idealista para ser ejecutado.
Pero si esta definición de Saied Qutb está realmente tomada del Corán y la
Sunnah, debe ser válida por sus fundamentos. ¿Denominaría Idris a una
comunidad como “musulmana” si la misma no se comprometiera con cada uno de
los tres elementos mencionados, es decir, la fe, la adoración y la saricah?. ¿O
será que Idris desea una comunidad “realista”, comprometida con menos que
eso, lo que lleva hacia lo que el pueblo es y hace actualmente y no hacia lo que
debería ser y hacer?.
El “realismo” que
Idris espera encontrar en Saied Qutb es el que se halla en abundancia en las
“flexibilidades” de las sociedades modeladas y formadas sobre las mitologías
e ideologías del Renacimiento Europeo. Es precisamente “flexibilidad” lo
que los llamados “secularistas” y “progresistas” exigen que exhiban los
musulmanes, de modo que el Islam pueda ser adaptado al “ethos del siglo XX”.
Y es precisamente a eso lo que Saied Qutb llama Jahiliyyah, es decir, la
adaptación de las actuales comunidades musulmanas al ethos de los mitos y
valores de occidente:
Si observamos las fuentes y los fundamentos de los modos de vida modernos, queda claro que todo el mundo está encaminado en la Jahiliyyah (ignorancia de la guía Divina), y todo el maravilloso régimen de comodidades e inventos de calidad no disminuyen esta ignorancia. Esta Jahiliyyah se basa en la rebelión contra la soberanía de Dios sobre la tierra. Transfiere al ser humano uno de los más grandes atributos de Dios, es decir, el de la soberanía, y convierte a unos seres humanos en señores sobre otros. Pero ahora eso no se produce en la manera simple y primitiva que adoptaba en la antigua Jahiliyyah, sino que adopta la forma que consiste en reclamar el derecho a crear (distintos) valores, a legislar normas de comportamiento colectivo y a elegir cualquier manera de vida para los seres humanos, sin tener en cuenta lo que Dios ha establecido. El resultado de esta rebelión contra la autoridad de Dios es la opresión de Sus criaturas. Así la humillación del ser humano común bajo los sistemas comunistas y la explotación de los pueblos y de los individuos fomentada por la codicia de riqueza y de mando imperial bajo los sistemas capitalistas, no son, sino, un corolario de la rebelión contra la autoridad de Dios y la negación de la dignidad concedida por Dios al ser humano (23).
La forma de vida islámica es tanto ideal como realista en distintos sentidos:
puede ser implementada históricamente; se adapta a la mentalidad humana,
porque, como nos dice el Corán, “¿No va a saber Quién ha creado, El,
...?” (67:14); tiene la necesaria adaptabilidad y estabilidad idóneas para
cualquier tiempo y lugar, dado que está destinada a criaturas que viven en esta
tierra, de manera tanto transitoria como condicionada y perecedera.
Idris interpreta mal
deliberadamente las implicancias de los argumentos de Saied Qutb que dicen que
una sociedad que no satisface los criterios ideales es por lo tanto una
comunidad de kuffar, de incrédulos. Idris sostiene que esta es la posición
tomada por algunos de los seguidores de Saied Qutb (pp. 542-43). Ese hilo de
razonamiento lleva, por inferencia, a acusar a Saied Qutb de tildar de Takfir,
es decir, de "creyentes incrédulos" a los musulmanes extraviados.
Esta acusación es una falsedad y una calumnia. Describir el ethos y los valores
bajo los cuales los musulmanes están obligados a llevar los asuntos de su vida
como Jahiliyyah no es llamar a todo musulmán kafir. De la misma manera,
describir cualquier forma de gobierno o cualquier política gubernamental
particular como Jahiliyyah no es llamar a todo musulmán kafir. Si fuese así,
ningún musulmán -pasado o presente- podría criticar nunca las acciones y políticas
de otros musulmanes como de anti islámicas. Esto significaría que todo
erudito musulmán debe practicar un silencio de monje de clausura, conociendo
pero no proclamando lo correcto y conociendo pero no condenando lo erróneo. Tal
postura, al ser en último término una figura o disposición moral, un
sentimiento moral, nunca pasará al primer plano de los asuntos humanos, no será
nunca una fuerza activa moral. Por lo tanto esa postura pertenece al ethos
cristiano protestante y no tiene absolutamente nada de islámica. Los
musulmanes, hombres y mujeres, reciben del Corán el mandamiento explícito de
ordenar el bien y prohibir el mal, lo cual significa la directa participación
en los asuntos políticos, sociales, económicos y morales que conciernen a la
comunidad musulmana. En realidad, la imputación que hace Idris a Saied Qutb
respecto a que éste acusa a todos los musulmanes de Takfir, no es válida. En
todo caso, Idris le reprocha el “crimen” de tener una consciencia musulmana
en vez de una consciencia protestante, occidental y moderna. Saied Qutb era muy
consciente de la posibilidad de caer en ese error (de llamar Takfir a todos los
musulmanes), por lo cual fue siempre muy cuidadoso en su estudio para evitarlo.
Esto me lo confirmó en una charla su hermano, Muhammad Qutb.
En cuanto a lo que dice Idris sobre la influencia de al-Mawdudi es cierto. Pero es totalmente falso que: a) al-Mawdudi cambió alguna vez su parecer respecto a lo que es una comunidad islámica; y b) que Saied Qutb no pudo cambiar su criterio debido a que carecía de experiencia participativa en los asuntos humanos diarios. No hay ninguna evidencia que señale que al-Mawdudi cambió su opinión. Idris hace simplemente una afirmación sin evidenciar nada que sirva de prueba o que exponga de qué manera operó al-Mawdudi la modificación de sus puntos de vista.
De la misma manera, es falsa la afirmación de que
Saied Qutb era un soñador, un literato solitario que vivía por y para los
libros. Saied Qutb vivía con la gente. Activa y fuertemente comprometido con el
movimiento de renacimiento islámico, se convirtió en el conductor de ese
movimiento. Si su trabajo hubiese sido tan teórico y abstractamente idealista,
las autoridades egipcias difícilmente habrían necesitado encarcelarlo y luego,
finalmente, sin tener ninguna justificación valedera, asesinarlo, martirizándolo.
El segundo argumento
en importancia de Idris contra Saied Qutb es incluso más débil. Es una variación
del anterior, afirmando que, debido a sus antecedentes como hombre de letras, en
realidad no se propone (hacer) lo que dice, o en todo caso, lo que dice no está
destinado a ser aplicado (en la vida diaria). Escribe Idris:
Pienso que el problema de Saied Qutb es que sus primeros
estudios fueron críticas literarias, un campo en el cual a uno se le permite
expresarse de manera imprecisa, decir lo que quiera, porque no encierra nada que
pueda ser aplicado en la práctica. Qutb está solamente interesado en saborear
el texto que tiene entre las manos, porque no es ni jurista (fiqh), ni filósofo,
ni lógico, ni legislador (qanuni). Esos fueron sus primeros estudios. Por lo
tanto, les advierto para que no tomen sus palabras al pie de la letra (p. 565).
En cuanto a que Saied
Qutb es un hombre de letras, un crítico literario, siempre ha sido reconocido
como tal. Además es una de las cualificaciones que se necesitan para comprender
y apreciar el Corán. Pero afirmar que lo que él escribió nunca fue con el
propósito de que sea llevado a la práctica, es una falsedad lisa y llana. Ni
su vida ni sus palabras dan el más mínimo sustento a esa aseveración:
Las personas de la primera generación (de musulmanes) no se acercaron al Corán con el propósito de adquirir cultura e información ni con el propósito de disfrutar del mismo o por simple gusto. Ninguna de ellas se acercó al Corán para aumentar su conocimiento por el conocimiento en sí, o para resolver algún problema legal o científico o para eliminar algún defecto de su comprensión. Por el contrario, se dirigieron al Corán para encontrar lo que el Creador Todopoderoso les había prescrito a cada individuo y al grupo en que vivían: era para la vida individual y para la vida social. Se acercaron al Corán para actuar de inmediato según lo que escuchaban, de la misma manera que los soldados leen actualmente las ‘Ordenes del Día’ para saber lo que tiene que ser hecho. No leían muchos versículos coránicos en una sola ocasión porque sabían que esto les impondría una carga de obligaciones y responsabilidades insoportables sobre sus hombros. Cuanto más, leían diez versículos, los memorizaban y procedían según los mismos. Esto lo sabemos gracias a una tradición o relato hecho por Abdullah ibn Masud.
Esta comprensión -la comprensión que las instrucciones o
mandatos eran para actuar- abrió las puertas a la realización espiritual y al
conocimiento. Si hubieran leído el Corán solamente por gusto a la discusión,
al aprendizaje y a la información, esas puertas no se habrían abierto. Además,
la acción se hizo fácil, el peso de las responsabilidades se hizo liviano y el
Corán se convirtió en una parte de sus personalidades, entremezclándose con
sus vidas y conductas, de modo que se volvieron ejemplos vivos de la fe, una fe
no escondida en los razonamientos o en los libros, sino expresada como
movimiento dinámico que modificó las condiciones y los sucesos en el curso de
la vida.
En realidad el Corán
no abrió sus tesoros sino a aquél que lo aceptaba con ese espíritu: el espíritu
de conocer con la intención de proceder según lo conocido. El Corán no vino
para ser un libro dedicado a la razón pura, o un libro de literatura, o para
ser considerado como un libro de historias o narraciones, aunque las contiene.
Vino para convertirse en un modo de vida, en una forma de conducta consagrada a
Dios. Así, Dios Altísimo les concedió el Corán de manera gradual, para ser
leído a intervalos: ‘Es un Corán que hemos dividido para que lo recites a la
gente reposadamente. Y lo hemos revelado gradualmente’ (17:106) (24).
Todo lo argumentado no
puede ser expresado por quien lee el Corán simplemente por placer literario
sino por quien ha anhelado con toda su alma la realización del Corán y puso
toda su vida a disposición de ese propósito.
También es falsa la
afirmación de que Qutb no era un faqih. Disponemos del conjunto de su tafsir
(exégesis) sobre los versículos coránicos con connotaciones legales específicas,
como evidencia de lo contrario. En realidad Saied Qutb discutió su tafsir con
el Sheikh Abu Zahrah, un bien conocido Alim e importante autoridad sobre fiqh en
Egipto en esa época. Es importante reiterar que Saied Qutb no se contentaba con
exponer simplemente las connotaciones legales del Corán, sino que quería su
implementación como un todo. Ya nos referimos antes a su definición de la
saricah.
Por último, la
afirmación de Idris respecto a que Saied Qutb no era un “filósofo” también
es falsa. No fue un filósofo en el sentido occidental moderno, representado por
un académico profesional que trata cuestiones específicas designadas como
“filosóficas” por la propia profesión. En cambio fue un gran pensador
musulmán que dirigió su energía intelectual al análisis y explicación de
los conceptos islámicos que conciernen actualmente a la umma. La competencia y
fuerza lógica de sus análisis, a menudo brillantes, han sido reconocidas
ampliamente. Si Idris hubiese querido reconocerlas habría encontrado
suficientes ejemplos, incluso en las tafsir resumidas, que aparecen en La
Piedra Miliaria. De todos modos, hay dos puntos que quiero enfatizar al
respecto. Primero, que el pensamiento de Saied Qutb fue sumamente apropiado,
antes que “académico” en el sentido occidental moderno. No se ocupa de
estudiar para halagarse a sí mismo sino para instruirse de manera concreta y
dirigir la acción de manera sensata:
Debemos volver al estudio (del Corán)
con la actitud de educarnos para obedecerle y para la acción. Y debemos volver
al mismo para descubrir qué tipo de personas Dios quiere que seamos, para luego
ser así. Durante este proceso también descubriremos su belleza artística, los
relatos maravillosos, las escenas del Día del Juicio y todas las otras
utilidades que son buscadas en el Corán por los académicos y literatos.
Disfrutaremos con todos esos otros aspectos, pero no son el objetivo principal
de nuestro estudio (25).
En segundo lugar,
Saied Qutb hizo la distinción importante y necesaria entre erudición islámica
y erudición no islámica. Todo aprendizaje debe volver de nuevo por medio de
los musulmanes al origen de su religión -el Corán y la Sunnah- de modo que
estas fuentes, en su calidad de instructoras, tengan la primera y la última
palabra en lo que es enseñado y en lo que es aprendido. En cualquier caso, los
musulmanes no deben tomar su religión de fuentes no islámicas:
Es necesario para los musulmanes retornar a la guía de Dios
con el objeto de aprender el concepto islámico de la vida, por sí mismos si es
posible, o sino buscando el conocimiento de un musulmán temeroso de Dios cuya
piedad y fe sean confiables....
Sin duda, el Islam
permite a un musulmán aprender física, química, astronomía, medicina,
distintas actividades técnicas, manejos agrícolas, administración y otras
tecnologías y ciencias de un no musulmán, o de un musulmán que no es piadoso,
bajo la condición de que no existan disponibles, para enseñar esas ciencias,
musulmanes capacitados temerosos de Dios (la itálica es de Ghorab). Esta es la
situación actual, porque los musulmanes han roto con su religión y su modo de
vida, han olvidado que el Islam los designó vicarios de Dios y los hizo
responsables de aprender todas las ciencias y desarrollar distintas capacidades
para cumplir con la elevada posición que Dios les ha concedido. Pero el Islam
no permite a los musulmanes aprender los principios de su fe, las deducciones de
sus conceptos, las interpretaciones del Corán, el hadiz, el comportamiento del
Profeta (BP), la filosofía de la historia, las tradiciones de su sociedad, la
constitución de su gobierno, el estilo de sus políticas, y otras ramas
similares del conocimiento, de fuentes no islámicas ni de ninguna otra que no
provenga de un musulmán piadoso cuya fe y conocimiento religioso se saben que
son confiables.
La persona que está
escribiendo estas líneas ha pasado 40 años de su vida leyendo libros e
investigando en casi todos los aspectos del conocimiento humano. Se especializó
en algunas ramas del mismo y estudió otras debido a su interés personal. Luego
volvió al origen de su fe. Llegó a sentir que todo lo que había leído hasta
entonces era como nada en comparación con lo que encontró allí. (Pero) no
deploró pasar 40 años ocupándose de esas ciencias porque por ese medio conoció
la naturaleza de Jahiliyyah, sus desviaciones, sus errores y su ignorancia, como
así también su pompa y su algarabía, sus aseveraciones arrogantes y
jactanciosas. Por último, se convenció que un musulmán no puede combinar
estas dos fuentes -la fuente de la guía Divina y la fuente de la Jahiliyyah-
para su educación (26).
En cuanto al ataque irracional o infundado de Idris sobre uno de los más grandes dirigentes del renacimiento islámico contemporáneo, es parte del programa bien establecido y de amplio alcance de los orientalistas de occidente para sofocar y ahogar ese renacimiento y extinguir su luz. Pero el revivir islámico continúa a pesar de todos los recursos a disposición de los incrédulos y sus colaboradores, a pesar de sus ardides, a pesar de todas las malicias y envidias de sus almas perversas. Y el fracaso de los incrédulos y sus colaboradores está prometido por Allah en Su Libro: “Quisieron apagar de un soplo la Luz de Dios, pero Dios hará que resplandezca, a despecho de los infieles” (61:8).