MI VIAJE A FEZ (EL ESPEJO)

 

 ANTERIOR

 

Esta es mi última carta sobre mi viaje a Fez y sobre la Zawiya de Mulay Bashir. Algunos me han preguntado el por qué este tema resulta tan importante como para dedicarle tres artículos. Para mí personalmente es de suma importancia por el conocimiento que Mulay Bashir me ha entregado antes de regresar y que cito al final de este artículo. Mi esperanza es que todos y cada uno de los que lean estas palabras se sirvan de ella para descubrir lo que yo, por la Generosidad de Allah, he descubierto.

 

 

EL ESPEJO DE MULAY BASHIR

 

    Uno de los antiguos discípulos sevillanos del maestro me ha contado cómo presenció el comentario de uno de los maestros ancianos de Fez diciendo que Mulay Bashir tenía un espejo delante de sí, un espejo invisible salvo para él, en el que Allah le permitía ver todo lo que él quisiera.

 

    No he citado este “prodigio” del maestro en mi artículo anterior porque se basa en lo que una persona dice a otra de Mulay Bashir, y no es algo que yo haya visto y comprobado. Posiblemente por mi formación académica como médico o por mi crianza en un ambiente donde el método experimental era y es parte vital de mi pensamiento y de mi ser, posiblemente por todo ello suelo ser muy incrédulo ante este tipo de comentarios. Además que tal prodigio no haría de Mulay Bashir ni mejor ni peor Wali; pues ya expliqué que estos prodigios menores no indican la autenticidad de la proximidad a Allah.

 

    Sin embargo lo cito aquí por otra cosa. Mulay Bashir es prácticamente ciego, aunque a veces parece ver mucho más que todos nosotros. Otro discípulo y compañero médico me ha comentado que padece unas cataratas muy avanzadas en ambos ojos y que prácticamente no puede ver. Sin embargo lo que más caracteriza a Mulay Bashir, según todos los que lo conocen, es su mirada de Hierro; él no te enseña con sus palabras ni con sus gestos, sino exponiéndote a su mirada de hierro: ¡te penetra, te funde como al hierro en el fuego y te vuelve a moldear!

 

    Hay otro hecho curioso. En la Zawiya de Fez no hay espejos, por lo menos durante mi estancia allí no los había. Para peinarme el pelo tenía que intuir mi aspecto porque no había espejos.

 

    Hay una pregunta que algunas gentes se hace: ¿por qué Allah necesita a los profetas para comunicarnos su mensaje? ¿por qué no se comunica directamente con cada persona por separado trasmitiéndonos a cada uno individualmente Su mensaje de Unidad?

 

    La respuesta es bien sencilla: Allah no necesita a profetas y mensajeros para trasmitirnos su mensaje; Allah no necesita a nadie y a nada. Somos nosotros los que necesitamos a los profetas; somos nosotros los que necesitamos a personas que no sólo sirvan de trasmisores del mensaje, sino que sean expresión misma del mensaje. La mujer de Sidna Muhammad (s.a.s.) decía de él que “su forma de ser era el Corán” El mensaje y el mensajero se convierten en lo mismo. Los profetas son esenciales para nosotros porque ellos son el espejo en el que nos vemos a nosotros mismos. Son el espejo en el que descubrimos nuestro secreto: que el mensaje de Allah ya se te ha sido trasmitido a ti de forma individual, en la esencia de tu ser, en cada sentir o latido de tu corazón y en cada segundo de tu existir; y así lo expresa el Corán cuando nos dice que Allah ha tomado el testimonio de toda la descendencia humana de Su Señorío sobre ellos, y todos lo han confirmado (7/172) y por eso es que el Corán determina la función de los profetas repitiendo una y otra vez que ellos sólo están para hacernos recordar. Los profetas nos enseñan nuestro propio rostro, nos hacen redescubrir nuestra propia Verdad; hacen que discernamos entre lo verdadero y lo falso de cada una de nuestras cualidades, percepciones, gestos y actitudes. Un Wali, un maestro espiritual, es el espejo que se pule con el brillo del más pulido de los espejos: Sidna Muhammad (s.a.s.). Por eso todos los grandes maestros del Islam no son sino una gota en el gran océano del profeta Muhammad (s.a.s.), y así lo manifiestan una y otra vez todos los maestros. ¡¿Cómo puede haber espiritualidad sin espíritu o cómo puede haber reflejo sin espejo?! El que quiere conocer al sufismo o a la espiritualidad dentro del Islam debe conocer a Sidna Muhammad (s.a.s.), y si no puede, entonces un maestro, un Wali, le ayudará a conocerlo. Y la finalidad de todo ello es simplemente hacernos recordar ese mensaje que Allah nos ha entregado a cada uno en el instante mismo de nuestra existencia y del que, remotamente, todos hemos dado testimonio: Su única y Absoluta Unidad y Señorío.

 

    Durante toda mi estancia en Fez y el trato con Mulay Bashir no le miré ni una sola vez a los ojos. El último día cuando me despedí de él me miró fijamente a los ojos con esa mirada de hierro. Su mirada fue tan penetrante que llegó en mí a sitios que ni yo mismo conocía y en menos de la centésima parte de un segundo me fundí, me derretí para volver a ser moldeado. El fuego hace que el oro se funda para deshacerlo de las impurezas de otros metales menos preciosos. Cuando el oro sale del fuego, sale puro, nítido, sin impurezas. Ese que queda es lo auténtico. Ese que queda eres tú: oro, plata, hierro o plomo. Ante una mirada penetrante descubres tu esencia verdadera, sea cual sea.

 

Si vas a Fez procura exponerte a la mirada de Mulay Bashir y quizás descubras quién eres. Con ese conocimiento que te entrega la mirada de Mulay Bashir podrás vivir...