AN-NAFAHÂT AL-AQDASÍA

Los susurros elevados

 

BISMIL-LÂHI R-RAHMÂNI R-RÂHIM

        

         Has de saber que todo el que empiece a tratar un arte, debe comenzar hablando de la Básmala según convenga al contexto del tema. Como el objeto de este libro es comentar los Salawat Ahmadía del Ghawz al-Kabir Sidi Ahmad ibn Idris, el de las Plenitudes Muhammadianas, que son Salawat que contienen Sutilezas Luminosas y Saberes Señoriales en la trascendente Lengua de la Ciencia de las Realidades que está encadenada al Dulce Manantial que no cesa de fluir, hablemos aquí de la Básmala según lo que corresponde a este grado. Aludamos a la aplicación de los Nombres Singulares a la Luz de la Identidad (s.a.s.), y es imprescindible una presentación que facilite la peregrinación por esas sendas.

 

         Has de saber -Allah te refuerce, y a nosotros, con el Ruh al-Quds y te muestre sus signos en los horizontes y en el Nafs-, que Allah tiene Nombres y Nombres de los Nombres. En cuanto a los Nombres de los Nombres, son los que conoce el común de la gente, pero no son los Nombres en sí. Los Nombres reales son las Fuentes del mundo y las Imágenes de las Realidades de los Significados espirituales, pues es sabido que el Nombre de Allah al-Mumit (el que da la muerte), por ejemplo, no son sus letras -que son el alif, la lam, las dos mim, la ya y la ta- los que influyen provocando la muerte, sino que lo que la provoca es aquello a lo que se refieren estas letras, que es la Realidad de Azrail. Pero el que produce la muerte no es Azrail sólo, pues él es uno de los espacios de manifestación del Nombre al-Mumit y una de sus imágenes. Y es sabido que las imágenes (posibles) son infinitas. Todo lo que mata es una de las formas que adopta el Nombre al-Mumit. La Imagen que toma el Nombre es perecedera, pero la esencia del Nombre y su Fuente no tienen ocaso, porque son el Aspecto Permanente (Eterno), y “todo muere, salvo su Faz”.

 

         Los Nombres de Allah, en realidad, son la Fuentes del mundo, sus esencias, mientras que las apariencias de los Nombres son las Imágenes (formales que aparecen en) el mundo. Cada Nombre Iláhico tiene infinitas imágenes. Todo lo que mata, por ejemplo, sea una víbora, una espada, plomo, piedra, bastón,... es una de las Imágenes del Nombre al-Mumit. Y el significado de al-Mumit es uno de los Asuntos de la Identidad Iláhica, y es la Identidad misma, y desde esta perspectiva se entienden las palabras de Allah: “No los matáis vosotros, sino que es Allah el que los mata”. A veces (en el Corán) Allah atribuye el acto de matar a Azrail, como cuando dice: “Di: Os mata el Ángel de la Muerte”, otras a los Malaika de modo general, como cuando dice: “Aquellos a los que matan los Malaika”, a veces se atribuye a los mismos seres humanos, como cuando ordena: “Matad a los idólatras ahí donde los encontréis”. Y en ocasiones, Allah se lo atribuye: “Allah mata las vidas”.

 

         Si has comprendido lo anterior y has entendido que las apariencias son las Imágenes del Evidente, y el Evidente es una única Realidad, que es Ser Absoluto, Unitario en su Fuente, que se refleja en múltiples Imágenes, entonces puedes elegir: si lo deseas, atribuye el acto a la imagen manifiesta, atendiendo con ello a las leyes de la causalidad, o si lo quieres, atribúyelo a la esencia de todas las imágenes que es el Ser de Allah, pues todas las imágenes están contenidas en el Ser de Allah al modo en que las olas están incluidas en el océano: las olas perecen en el océano, que es la Fuente de todas ellas. Las apariencias son el Evidente mismo, por lo que no hay más que Allah, sin mezcla, ni encarnación, ni unificación. El Pueblo es inocente de cualquier acusación de este tipo, y Allah es Testigo de lo que decimos.

 

         Si has entendido todo lo anterior, toma (analiza) todos los Nombres de Allah del mismo modo, y encontrarás que el Proveedor (ar-Raççaq), el Guardián (al-Hafiz), el Oyente (as-Sami‘) y el Vidente (al-Basir) son las apariencias sostenidas por esos Significados. Son los Nombres, y no las palabras compuestas por sus letras simples, porque las letras de ar-Raççaq no proveen ni el término ar-Raççaq, y lo mismo sucede con el vocablo as-Sami‘, no es el Oyente, y así. Esas palabras son los Nombres de los Nombres, y no los Nombres en sí, tal como afirma Sidna ash-Shayj al-Akbar en los al-Futuhat al-Makkía.

 

         Un murid preguntó a su maestro cuál era el Nombre Supremo, y el maestro le tiró una piedra. Ese golpe fue la respuesta, como si le hubiera dicho: “Tú eres el Nombre Supremo si te conocieras a ti mismo, y si retiraras el muro que pesa sobre ti (alusión a surat al-Kahf) se te mostraría tu tesoro y verías el secreto contenido en las palabras de Rasûlullâh (s.a.s.): “Quien se conoce a sí mismo, ha conocido a su Señor”.

 

          Si verificas lo dicho, si alcanzas esa certeza y tu corazón reposa en ella, y te abres definitivamente a lo que significa, volvamos entonces al tema de la Básmala, y digamos:

         El Shayj al-Akbar (q.s.) dice en su Búlgat al-Gawass: “Allah ha dicho: ‘Es de Salomón, y es (es decir, Salomón) Bismil-lahi r-rahmani r-rahim’...”. Si has entendido lo detallado más arriba en cuanto a la diferencia entre los Nombres y los Nombres de los Nombres, te será fácil entender lo que sigue, y es que el Pleno en su tiempo es la apariencia de estos tres Nombres que son Allah-Rahman-Rahim, es más, es la apariencia de los Nombres de Allah en toda su perfección, es el Erguido con la esencia de la Belleza y la Majestad. A uno de ellos se le preguntó: “¿Cómo has amanecido?” Y respondió: “Me he despertado dando vida y muerte, y mi poder abarca todas las cosas”.

 

         No hay duda en que Salomón gobernó un reino “que no tendría tras él ningún otro”, porque era el reflejo de las Esencias de los Nombres, es más, el reflejo del Nombre Supremo. Él fue la imagen del Nombre Supremo. Ello lo sabía su Visir Asaf, y por ello su ‘desenvolvimento’ era ‘con’ Salomón, que era el Reflejo de Bismil-lahi r-rahmani r-rahim. Cuando Salomón dijo: “¿Quién de vosotros me traerá su trono (el de la reina de Saba)?”, (y con su pregunta) quería exteriorizar la característica peculiar de su Visir Asaf. Asaf se desenvolvía ‘con’ Salomón, y Salomón se desenvolvía consigo mismo. Allah ha dicho: “Pusimos a su disposición el viento que soplaba, bajo su orden, suavemente allí donde él lo dirigiera”. Es sabido (que el Corán enseña) que el viento está sujeto, pero no sopla a la orden de cualquiera, como se ha dicho: “Los vientos soplan en direcciones que no convienen a los barcos”. Asaf actuó ‘con’ la orden de Salomón, y no bajo la suya,. En cuanto a Salomón, Allah nos ha informado que el viento soplaba bajo su orden, y ello se asemeja a cuando Allah dice a algo: “Sé”, y es.

 

         En cuanto a las palabras de al-Hallaÿ (r.): “El Bismil-lah del ‘Arif tiene el rango del Kun de Allah”, no tienen el significado expuesto aquí. El Shayj al-Akbar dijo: “Al-Hallaÿ, aunque no sea autoridad, dijo. ‘El Bismillah del ‘Arif tiene el rango del Kun de Allah’...”. En cuanto al Nabí (s.a.s.) dijo: “Sé Zaid”, sin pronunciar la Básmala, y fue Zaid, y tampoco pronunció la frase ‘La háwla wa la qúwwata illa billah’, porque el que hablaba en Muhammad (s.a.s.) era Allah, de igual manera que Él era el Arquero que lanzaba flechas desde Muhammmad (s.a.s.): “Era Allah el que disparaba”. Si al-Hallaÿ fuera autoridad, él mismo hubiera sido Bismil-lahi r-rahmani r-rahim, como Salomón (a.s.) : no hay duda en que a él (a Salomón) le fue concedida la Wilaya, la Nubuwwa, la Risala, el Dominio, la Sabiduría y el Califato, tanto externa como internamente, por lo que nada le resultaba dificultoso.  Si al-Hallaÿ (r.) hubiera sido Bismil-lahi r-rahmani r-rahim, no lo hubieran matado, y hubiera sido una autoridad. Por ello al-Ghawz ar-Rabbani as-Sayid al-Yilani (q.s.) dijo: “Se extravió al-Hallaÿ y no encontró quien lo llevara de la mano. Si yo hubiera vivido en su tiempo, lo hubiera ayudado”. En su libro at-Tayalliyat, el Shayj al-Akbar (q.s.) informa que se reunió con al-Hallaÿ en un Taÿalli especial, y le dijo: “¿Porqué fue destruida tu casa, Hallaÿ?”, refiriéndose con ‘casa’ a su cuerpo físico. Y le dió una respuesta por debajo del nivel del Shayj. Y el Shayj al-Akbar le dijo: “Ya tengo por lo que tu argumento es rebatido”. El resto de la historia está en los at-Tayalliat. Los dos maestros, al-Yilani y al-Hatimi (q.s.) coincidieron en la valoración de al-Hallaÿ .

 

         Pero tú tal vez pudieras decir: Allah ha dicho: “Y matan a los profetas”, con lo que los kuffar se les habrían impuesto matándoles, y ellos, los profetas, eran más perfectos que al-Hallaÿ , sin duda alguna. La respuesta es: ello pertenece al grado de la ‘Ubudía, que está por encima del desenvolvimiento. A ese grado pertenecieron las palabras de Lot: “Si yo tuviera fuerzas para oponerme a vosotros o pudiera refugiarme en un sólido pilar”. Este era el rango de Abu s-Su‘ud, discípulo del Ghawz al-Yilani, al que se dijo: “¿Allah te ha dado el desenvolvimiento en el mundo?”, y él respondió: “Sí, hace veinticinco años, pero lo he dejado por estilo”. El Shayj al-Akbar dijo: “Y nosotros los hemos dejado por cortesía y conocimiento. He confiado a Allah el desenvolverse por mí a su orden, tal como dijera a Muhammad (s.a.s.): Tómalo (a Allah) por gerente (de tus asuntos)”. Éste es el rango al que regresó el Ghawz al-Yilani antes de morir.

 

         La explicación de todo lo anterior es la que sigue: el primero de los rangos (el del desenvolvimiento) es la consecuencia del acercamiento a Allah con los Nawafil. Entonces, la Verdad se convierte en el oído y la visión del siervo, tal como enseña el hadiz que dice: “Mi esclavo no deja de acercárseme con Nawafil, etc.”. Entonces el siervo se desenvuelve utilizando a la Verdad. En cuanto al segundo de los rangos, es la consecuencia del acercamiento a Allah con los Faraid. En este rango, es la Verdad la que oye a través del esclavo, y ve a través de él, desenvolviéndose la Verdad a través del esclavo. A ello alude el hadiz en el que Allah dice: “He tenido hambre y no me has alimentado, he enfermado y no me has visitado, he tenido sed y no me has dado de beber”: en este caso, el hambre del siervo, su enfermedad y su sed son atribuidos a la Verdad, a semejanza del primer caso en que era el esclavo el que oía, veía y tocaba a través de la Verdad. El segundo de estos dos grados es el más perfecto de los Descensos de Allah, porque entonces se atribuye a Allah la humillación, la necesidad y la debilidad del esclavo, que pasan a calificar a su Señor. De aquí que Allah se revista con las cualidades que le permiten recibir un daño y ser llamado entonces as-Sabur, el Paciente.

 

         El Shayj al-Akbar dijo: “Este es un podio por debajo del cual estuvo Abu Yazid, que dijo: “Señor, ¿con qué he de acercarme a ti?” Y Allah le dijo: “Acércate a mí con lo que no tengo”. Preguntó: “¿Qué es lo que no tienes?”. Le respondió: “Humillación y necesidad”. Las palabras: “que Yo no tenga” se refieren desde Abu Yazid, no desde otros de los Perfectos. Por ello, nuestro Nabí (s.a.s.) prohibió el desenvolvimiento, aunque sea por la causa de Allah, que le dijo: “Ya Muhammad, no te he enviado como insultador o maldecidor, sino que te he enviado como Rahma para los mundos (es decir, no insultes a nadie ni lo maldigas porque me insulte a mí o me maldiga)”. Y Rasûlullâh (s.a.s.) dijo: “Me ha educado mi Señor y ha hecho magnífica mi cortesía”. El Shayj al-Akbar dijo que él había logrado tan sólo un pelo de la herencia espiritual de la esclavitud de Muhammad (s.a.s.). Y después añadió: “Y eso es mucho para quien sepa”.

  

         Y dijo la verdad (r.) pues la ‘Ubudía del Escogido (s.a.s.) reúne en sí la ‘Ubudía del resto de las criaturas. Él es el Uno-Síntesis que junta en sí lo disperso por el resto del mundo. Él (s.a.s.) dijo: “Yo soy los primeros y los últimos”. Creo por mi parte que Abu Yazid se alzó finalmente sobre ese podio, y las palabras del Shayj al-Akbar se refieren a una época de su vida (en la que fue extremadamente arrogante), del mismo modo en que antes de su muerte se elevó sobre ella el Ghawz al-Yilani.

 

         Esta ‘Ubudía ha sido explicada del siguiente modo: se trata de un reflejo iláhico que hace que el esclavo esté en cada respiración bajo una orden iláhica específica. Dijo el Océano de la Transmisión, Sidi Muhammad ad-Dandrawi relatándolo de Sidi Ahmad (r.): “Desde esta visión, la Verdad dijo bajo la forma de la abubilla en la presencia salomónica: “Yo abarco lo que no abarcas”, y esta es la Lengua de la Identidad Iláhica bajo la apariencia de una abubilla. Salomón (a.s.), en esta visión de la Identidad en la abubilla, encontró algo que le impedía el desenvolvimiento con la abubilla. Y Salomón la confirmó en sus palabras: “Abarco lo que no abarcas”. La abubilla fue para Salomón como la zarza para Moisés. (a.s.). Desde este rango, Allah dijo a Muhammad (s.a.s.): “Nada de la cuestión te pertenece”. La cuestión de Muhammad (s.a.s.) en todos sus desenvolvimientos es la cuestión de Allah. Muhammad (s.a.s.) no tiene de Muhammad (s.a.s.) nada, y por ello fue la Luz de la Identidad a partir de la Fuente de la Identidad de Allah, tal como ha dicho Allah: “Os ha llegado de Allah -es decir, desde su Ipseidad- una Luz -es decir, Muhammad (s.a.s.)-, y un Libro -es decir, el Corán-”.

 

         Al ser Muhammad (s.a.s.) la Luz de Allah, de él dijo en el Corán: “Los que te juran lealtad, se la juran a Allah”, no siendo aplicado este Nombre con toda claridad más que en razón de Muhammad (s.a.s.). Y por ello mismo le fue dicho: “Di: ¡oh siervos míos que se han extralimitado contra ellos mismos!, no desesperéis de la Rahma de Allah”. No se le dijo: “Di: ¡oh siervos de Allah...!”, porque las palabras son palabras de Allah en el origen de su emisión. Y Allah ha dicho de los derechos del idólatra que buscaba protección entre los musulmanes: “Dale protección para que oiga la Palabra de Allah”, pero el idólatra no podía oir más que a Muhammad (s.a.s.).

 

         Salomón (a.s.), su Risala, su Califato, su reino que no correspondería a ninguno tras él, era uno de los reflejos de la Luz de Muhammad (s.a.s.), una de sus imágenes. No hay en la existencia más que Muhammad (s.a.s.), y haya sido recompensado por Allah quien ha dicho: “Tú eras Luz y no había más que tinieblas, fuiste profeta cuando aún no existía la tierra ni el agua. Si a partir de tu altura es la altura, ¿cómo habrían de alcanzar tu cielo los profetas? Tú eres el cielo sobre el que no hay cielo”.

        

          Él (s.a.s.) es el Sello de los Profetas, el que reúne en sí las ciencias de los primeros y los últimos, el Rahman-Rahim para el resto del mundo, sea él bendecido así como el resto de las apariencias de su Luz Absoluta, en cada una de sus determinaciones.

 

         Cuando el reflejo de esta visión preciada se mostró al ojo interior de Sidi Ahmad ibn Idris (r.), comenzó sus Salawat diciendo:

         Allahumma sálli ‘ala tâmmati l-haqâiqi l-kubrà

         Allahumma bendice a la suprema explosión de las realidades.

 

         Su expresión: “Allahumma”, quiere decir: “¡Oh, Allah!”.

         “Sálli”, bendice... el Salat de Allah se explica de diversas maneras, entre ellas significa ‘elogio’, ‘inclinación’, ‘Rahma’, pero es una interpretación lejana ya que Allah ha diferenciado entre los Salawat y la Rahma cuando dijo: “Sobre ésos son los Salawat de su Señor y la Rahma”, por lo que es preciso que la palabra Salat tenga un sentido específico a parte del más general contenido en el término Rahma. En caso contrario, su mención en la aya sería una repetición inútil cuando el Corán Inmenso trasciende esa frivolidad.

 

         Lo que me parece es que el Salat (que parte) de Allah expresa un Reflejo (Taÿalli) Iláhico a partir de su Nombre an-Nur (la Luz), porque Él ha dicho: “Él es el que os bendice, junto a sus Malaika, para haceros salir de las tinieblas a la Luz”. Y Rasûlullâh (s.a.s.) dijo, enseñándonos a nosotros (cómo debemos hacerlo) en su du‘a: “Hazme ser luz”. Y nosotros participamos de este Reflejo según lo que conviene (a nuestras naturalezas) mientras que la Antorcha Luminosa (s.a.s.) participa de ella según conviene (a su naturaleza), pues aunque él (s.a.s.) sea Luz, esto no quiere decir que no acepte aumento e intensificación. El Reflejo de las Luces de la Identidad es infinita. Por ello, él (s.a.s.) rogaba a Allah que lo hiciera ser Luz a pesar de que él fuera Luz, porque la luz que se pide no es la que ya se tiene, de modo que su ascenso por Allah sea permanente. El Salat de Allah sobre nosotros es para sacarnos a la Luz, mientras que su Salat sobre la Luz es Luz sobre Luz.

 

         En cuanto al Salat de los Malaika sobre él es una glorificación y una magnificación especial que lo hace heredero de los que se les muestra a ellos en cuanto a la grandeza de su propia esencia y el resplandor de su ascendente. Por ello, Yibril le dijo: “De ti hacia ti, Ya Rasûlullâh”. El autor de los Tashrifat relató, haciendo remontar el hadiz hasta Abu Huraira (r.) que el Nabí (s.a.s.) preguntó en cierta ocasión a Yibril: “¿Cuántos años hace que vives?”. Y él (a.s.) le respondió: “No lo sé, pero conozco una estrella que aparece en el Cuarto Velo una vez cada setenta y dos mil años, y la he visto setenta y dos mil veces”. Y el Nabí (s.a.s.) le dijo: “Ya Yibril, ¡Por el Poder de mi Señor! Yo era esa estrella”. El rango (Maqam) de Yibril (a.s.) respecto a Rasûlullâh (s.a.s.) está en el Cuarto velo, y el Velo representa un espacio para la manifestación, ya sea esta de inmensidad, arrogancia, poder o majestad, pues en caso contrario no hay Velo. El Velo es el Velado mismo. Por lo que Yibril no conoce para la esencia de Rasûlullâh (s.a.s.) término alguno ni final, sino que él (s.a.s.) pertenece al Gayb hacia el que se nos ha ordenado abrirnos; Allah ha dicho: “Aquellos que se abren hacia el Ghayb”. Allah haya recompensado al quien dijo: “¿Cómo podría el mundo conocer su esencia cuando la gente está dormida y entretenida en sueños?”.

 

          En cuanto a nuestro Salat sobre él, que nos ha sido ordenado en las palabras de Allah: “Oh, vosotros, los creyentes, bendecidlo y saludadlo con frecuencia”, es una invocación y ruego en su favor para que Allah continúe sus Reflejos Identitarios y sus Desbordamientos Luminosos sobre él, de modo que ello redunde en nosotros, porque la invocación por el ausente es respondida. Y él (s.a.s.), aun siendo nuestro padre espiritual, es nuestro hermano en el Imán; Allah ha dicho: “Los múminun son hermanos”. Cuando decimos: “Allahumma sálli ‘ala Muhammad”, el Málak dice al que haya pronunciado esas palabras: “Y para tí sea su semejante”, y en otro hadiz, el Málak dice: “Para ti sea el doble”. El du‘a del Málak siempre encuentra respuesta, en especial cuando sabemos que Allah ha prometido al que bendiga a Rasûlullâh (s.a.s.) que sería bendecido a su vez. Por ello, nos lo ha ordenado Rasûlullâh diciéndonos (s.a.s.): “Decid: Allahumma bendice a Muhammad como él quiera para sí”. Lo mismo hay que decir de sus palabras (s.a.s.): “Pedid a Allah para mí la Wasila (Intercesión, la Mediación en vuestro favor)”, pues aunque la Intercesión sea algo que le corresponde únicamente a él, al que la invoca en su favor corresponde algo semejante, aunque no la Wasila en sí misma, tal como señaló el Shayj al-Akbar, pero Allah sabe más.

 

         En cuanto a las palabras: ‘alà támmati l-haqáiqi l-kubrà (la suprema explosión de las esencias), se refiere a la esencia que reúne todas las esencias (o la realidad que junta en sí todas las realidades), que es la Esencia de Muhammad (s.a.s.), que es el diámetro que parte en dos el círculo: el semicírculo del Ser Verdadero y el del Ser Creado. El diámetro es la linea que separa entre las dos mitades formando los dos arcos del círculo. El diámetro es el Barzaj Separador. Es más, la Esencia Muhammadiana es lo más próximo al círculo, es decir, el punto donde comienza y termina, y es el círculo mismo. Por ello, Allah ha dicho: “Y después se acercó y se envolvió, y fue la línea de los dos semicírculos, o algo más cercano” (se refiere a la visión de sí mismo de Rasûlullâh durante el Viaje Nocturno, el Isrá). En su acercamiento, él (s.a.s.) no vió más que su Esencia que reúne las demás esencias, ya sean las esencias primeras, a las que se llama las Letras Supremas, de las que el Shayj al-Akbar (q.s.) dijo: “Eramos Letras Supremas independientes, suspendidas sobre las más altas cumbres”. O bien ya sea las esencias creadas y compuestas que caen bajo el dominio de la palabra de Allah ‘Kun’.

 

         En cuanto a las Letras Supremas, éstas no dependen, es decir, no están bajo el dominio de la Palabra ‘Kun’, porque son el significado mismo de los Nombres Iláhicos.

         En la Esencia Muhammadiana está incluida la realidad de toda verdad, pues la verdad es la cosa firme, y su realidad es su raíz y su esencia por la que es. Las realidades de las cosas son sus raíces, y la Realidad Muhammadiana es la raíz de todas las raíces, a la vez que es las ramificaciones mismas. Por ello, el Shayj la describe como al-Kubrà, la Mayor o Suprema, pues nada hay mayor que ella. Ella reúne las Esencias Primeras Atemporales y las Esencias Contingentes. Por ello, uno de ellos (de los ‘Arif) dijo: “La Síntesis Muhammadiana es más general que la Síntesis Iláhica”, y es porque la Síntesis Muhammadiana reúne lo Contingente y lo Eterno, y la verificación demuestra que él es él. Allah ha dicho: “Él es el Primero y el Último, el Evidente y el Oculto”. Su Ipseidad no deja fuera cosa grande o pequeña sin incluirla.

 

         El Qawm tiene muchas expresiones que hablan de la Realidad Muhammadiana, la más bella de ellas son las palabras del ‘Arif Afzal ad-Din, discípulo de Sidi ‘Ali al-Jawass (r.): “La Realidad Muhammadiana es el secreto de la Necesidad del Ser de la Identidad que alimenta a las realidades de los seres virtuales, es decir, sus realidades en tanto que Nombres y Atributos, haciéndolos emerger de la Ocultación al mundo de la Exteriorización, gradualmente. Es la Realidad que admite la pluralidad de las apariencias formales así como su pluralidad humana”.

 

         No te quede oculto que la Realidad Muhammadiana es el primero de los Descensos del Tams (el Desvanecimiento, Desconcierto) de la Identidad que no es expresable de ningún modo ni ninguna alusión asciende a desentrañarlo, ni tiene nombre ni hay pistas que conduzcan a su comprensión. A ese Descenso se refirió Rasûlullâh (s.a.s.) cuando dijo: “Lo primero que creó tu Señor es la Luz de tu Profeta, Ya Yabir”.

 

         Y Rasulullah (s.a.s.) informó acerca de su Señor diciendo que su Velo era la Luz. Y Allah ha dicho en el Corán acerca de sí mismo que Él es la Luz de los cielos y de la tierra, por lo que su Velo es Él mismo, y es la Luz Muhammadiana. Más adelante dirá el autor de los Salawat: “Allahumma te ruego por la Luz de las Luces que es tu Ojo y no otro que Tú”.

        

          Al ser su humanidad (s.a.s.) Luz Pura, sus excrementos eran puros y su sudor era perfume que se regalaba a las novias. Su cuerpo (s.a.s.) no tenía sombra como sucede con los cuerpos densos. Y él (s.a.s.) dijo: “Yo os veo cuando estáis detrás de mí”. Esta Luz Muhammadiana es de lo que se habla cuando se menciona el Soplo de Allah en Adán (a.s.). A ello alude Sidi ‘Ali Wafa (q.s.) cuando dijo: “Si Shaytán hubiera visto el ascendente de su Luz en el rostro de Adán hubiera sido el primero en postrarse ante él. O si el (tirano) Namrud hubiera visto su resplandeciente belleza hubiera adorado al Majestuoso (Yalil) en Abraham (Jalil), y no se hubiera resistido tercamente”.

 

         En cuanto a la descripción que hace el autor al calificar de Mayor (Kubrà) a la explosión de las esencias (o realidades), hace con ello alusión a las palabras de Allah: “Su mirada no se desvió ni se excedió, y vio los mayores signos de su Señor” (vuelve a referirse a la experiencia de Rasûlullàh durante la Noche del Isrá). Quiere decir que vio su propia realidad que es la explosión de las realidades, y ése es el mayor signo de su Señor, pues no hay nada más grande que esa explosión, ni nada que abarque más cosas ni nada que las junte en sí. Su mirada no se desvió de sí mismo pues ahí no hay nada más que él (s.a.s.), nada hay hacia lo que desviar la mirada. Y no se excedió, es decir, su mirada no se alzó sobre su propia esencia, pues nada había sobre ella, pues él es el de los Grados Alzados, el señor del Trono del Nivelamiento. Su ascenso era de él hacia él (s.a.s.).

        

          Por ello, el autor (r.) dice a continuación:

           Sírri l-jálwati l-ilahíati láilata l-isrá

          El secreto de la Reunión Solitaria  Iláhico la Noche del Isra

        

         ...Que integra lo testimoniable y lo ocultable, por lo que es aplicable al Mi‘ray.

         Has de saber -que Allah sea amable contigo- que el Imam al-Hayrasi (r.) explicó esta sabiduría pero no retiró el velo que cubre su cara, sino que sigue estando guardada en su jaima. Tal vez fuera porque hablaba a la gente en la medida de la comprensión de su auditorio. Es necesario que quien hable de la Reunión Solitaria la Noche del Viaje Nocturno (Jalwa) explique de qué se trata, aclarando su secreto.

         Has de saber -que Allah te de fuerzas- que la Reunión Solitaria la Noche del Viaje Nocturno fue el descubrimiento que hizo Muhammad (s.a.s.) de sí mismo, tal como dice Allah en el Corán: “Quien se guía se conduce hacia sí mismo”.

 

         Y es así porque el Reflejo de la Identidad desde Allah sólo es en función de la Imagen de la Predisposición: otra cosa no sucede, tal como lo ha expresado Allah en el Corán: “Quien ve se ve a sí mismo”, y también ha dicho: “En vosotros mismos, ¿no miráis?”. Y no es algo oculto a nadie que la Predisposición de Muhammad (s.a.s.) reúne todos los Nombres Iláhicos y todos los Nombres Formales de modo completo, siendo él el que siente todas las sensaciones del mundo, como cuando él mismo dijo: “Cuando una espina se clava en alguno de vosotros, yo siento su dolor”.

 

         Él (s.a.s.) conoce todo lo conocible a partir de sí mismo en su conocimiento de sí mismo. La Reunión solitaria Iláhica es el Reflejo de los Más Bellos Nombres, que son incensables, sobre la estructura de Muhammad (s.a.s.) y su cuerpo material hasta que se produce la adecuación entre lo Presente y lo Ausente, el sentido físico y el significado espiritual, entre el Espíritu y la Forma, siendo con ello el Espejo de Allah, en primera y última instancia, en lo exterior y en lo interior, siendo sabio de todas las cosas. (Según un hadiz) el múmin es espejo de su hermano, y uno de los Nombres de Allah es al-Múmin.

 

         El Ser Iláhico, en su carácter absoluto, es Tams Puro (Desconcierto y Ambigüedad), por lo que no emergen los Nombres y los Atributos más que con una apariencia normativa y en una predisposición sujeta. Y nada es más completo para la exteriorización de Allah con las normas de su Uluhía y todos sus Nombres que Muhammad (s.a.s.). La Identidad de Allah se reflejó en la norma de Muhammad, y Allah se vió a sí mismo cuando Muhammad se veía a sí mismo. La Reunión Solitaria no tiene secreto, es decir, no se yergue ni se manifiesta más que con este Sáyyid Integrador.

 

         Como las palabras de Allah: “Le mostraremos nuestros signos” exigen de alguien que ve y algo visto, y ello contradice el Asunto de la Unicidad y la Reunión Solitaria, Allah encabeza el Versículo del Isra con una fórmula de Tanzih (Abstracción), diciendo: “Subhana es quien ha hecho viajar de noche a su siervo”, es decir,  desveló al espacio de reflejo de su Ipseidad -llamado siervo- la realidad de sí mismo de noche, es decir, en el Gayb, siendo ese Gayb el llamado siervo, pues el Interior es el mismo Exterior. Allah no se manifiesta a partir de una ocultación previa, porque ¿ante qué se ocultaría? Hay no hay más que Él. Ni se oculta tras una exteriorización previa, porque ¿a quién se mostraría? Hay no hay más que Él.

         El Shayj al-Akbar dijo, usando la Lengua de esta Presencia: “Si nos mostráramos a algo, ese algo sería algo distinto a Mí, y no hay nada distinto a Mí. ¿Dónde está la Exteriorización?”. La Reunión Solitaria la Noche del Isra es la caída total de la Alteridad y la inclusión de todas las realidades en la Realidad Unitaria. Es el retiro Solitario de Muhammad (s.a.s.) consigo mismo, pues él, en tanto su ausencia como su presencia, es el secreto de esa Reunión Solitaria.

 

         El Isra y el Mi‘raÿ son con el espíritu y con el cuerpo, si no no habría lugar para ser espacio del Reflejo de las Palabras: “Él es el Primero y el Último, el Evidente y el Oculto, y de todas las cosas es Conocedor”. Si no fuera espacio para el Reflejo de estas realidades no sería completo, mientras que no hay dudas en que él es el Perfecto de modo absoluto. De él extrae todo perfecto su perfección desde que Allah quiso conocerse a sí mismo.

 

         Él es el secreto de la Reunión Solitaria, y por ello Allah le dijo: “Le mostraremos nuestros signos”, es decir, lo haremos testigo de las esencias de nuestros Nombres reflejadas desde su Ausencia y manifestadas sobre su cuerpo testimonial, evidente y material. No ve esos signos sino en sí mismo, y por ello dice que él, es decir, el que ve, que es Muhammad (s.a.s.) es el oyente que se oye a sí mismo y el vidente que ve su realidad. Las Palabras de Allah: “Le mostraremos” son idénticas a esas otras en las que dice: “Te hemos dado una victoria evidente”.

 

         La victoria, entre el Qawm, es que te muestre a ti mismo y veas en ti todas las cosas, y sepas todas las cosas a partir de tu conocimiento de ti mismo. Tú mismo apareces en el espejo de tu conocimiento, tal como eres, y lo reconoce el conocimiento a partir de él, pues el espejo no ofrece más que la imagen que se proyecta sobre él. Esto es lo que significa la subordinación de la ciencia al dato, tal como lo afirma el Imam Muhyi d-Din, porque Allah se conoce a sí mismo.

 

         La ciencia del sabio viene de su conocimiento de sí mismo. Toda la caza está en el estómago de la piel. Su ciencia se subordina a su dato que es él mismo tal como es. El resto de la verificación de este asunto está en nuestra obra Fath ar-Rahman ar-Rahim, con las palabras del Shayj al-Akbar y el Ghawz ‘Abd al-Karim.

 

         En resumen, lo que quiere decir (la expresión) ‘el secreto de la Reunión Solitaria la Noche del Isra’ es la inclusión de las Plenitudes de Allah con todos sus Nombres Trascendentes y Asuntos Identitarios con su verificación concreta e identitaria en la estructura de Muhammad (s.a.s.) y su cuerpo humano y material, y esto es el lema de su carácter sintético entre la exteriorización y la interiorización, la principalidad y la finalidad, lo absoluto y lo condicionado, el señorío y la esclavitud, y a ello se refirió cuando dijo: “Me han sido dadas las Palabras Sintéticas”, reuniendo lo que hay entre los dos semicírculos de la Verdad y la Creación en el punto de su identidad que es a la vez principio y final, y cuya exteriorización es su misma interiorización, y su cuerpo terrenal es su mismo espíritu qudsí.

        

          Si el Ascenso no hubiera sido con su cuerpo formado con polvo, tierra y elementos no hubiera sido espacio para el Reflejo de las Plenitudes de Allah de forma completa, pues entre el número de las Plenitudes de Allah están el Ojo, el Rostro, la Mano, la Pierna, y el Pie, como aparece en el hadiz que dice: “Soy su mano con la que golpea”, y (el hombre) no golpea sino con la mano de su cuerpo hecho de tierra. Del mismo modo, la expresión (en el mismo hadiz): “y soy su pie con el que camina”, previniéndose con la apostilla “con el que camina” de toda interpretación que evite la literalidad del enunciado, porque (el hombre) no camina más que con el pie que conocemos como tal. Este hadiz parte la espalda de quienes abstraen intelectualmente a Allah y buscan hacer confuso lo que está claro en el Mensaje, expresiones (que les resultan dificultosas) tales como la del Nivelamiento (de Allah sobre el trono), la Mano, el Pie y el Rostro, y con sus interpretaciones no buscan más que sembrar la discordia, es decir, buscan aquello con lo que Allah prueba a sus siervos.

 

         Lo que debieran hacer es no polemizar sobre sus signos sin que Él se los explique, en lugar de interpretarlos sacándolos de su literalidad, no aceptando más que lo que deducen. Son del número de quienes alteran el significado y cambian las cosas de sitio con sus reflexiones mentales, y juzgan con ello a Allah. Dicen: “Allah es ajeno (o trasciende) tal cosa” cuando Allah no se ha despojado a sí mismo de algo con esa abstracción fría, ni tampoco lo ha desnudado de ella su Rasûl (s.a.s.). Es más, Rasûlullâh (s.a.s.) ha informado acerca de Allah diciendo que se sorprende, ríe, miente, insulta, sufre daño y es paciente ante el daño que se le hace. Y Allah ha enviado a su mensajero para ‘completar las buenas costumbres” que es el modo de ser de Allah, y por ello él (s.a.s.) ha insultado, ha recibido daño, ha pasado hambre y sed, ha enfermado y pedido prestado, todo lo cual ha sido citado acerca de Allah, por lo que se adecua el Nombre Allah a él de forma perfecta: “Tiene Báraka el Nombre de tu Señor, poseedor de la Majestad y la Generosidad”.

 

         Cuando sopló esta Brisa Muhammadiana y resplandeció el Sol de esta reunión Solitaria Iláhica en el Cielo del Corazón de la Presencia de Sidi ‘Abd al-Qadir al-Yilani, dijo, aludiendo a su verificación de la Norma de la Unicidad: “Mio es el Dominio en las dos Moradas. En ellas no veo a otro más que a mí. Y espero su favor o su jactancia”.

 

         Y cuando se retiró el Velo de la Identidad de sobre el ojo del autor de estos Salawat y su pie se afianzó en estos Reflejos, informó de la noble altura de este rango con frase franca y clara, y dijo (r.): “Y refléjate para mí, Ya Ilahi, con el Nombre de la Identidad, el Nombre Allah, lugar de retorno de las Cualidades y los Nombres Ocultos, con una Unidad Pura y un Reflejo que destroce con la violencia de su Inmensidad y Arrogancia las montañas de las ilusiones creadas en mi mirada, arrasándolos hasta dejarlos como si fueran un páramo desértico, y desaparezca el velo débil que turba la vista con la alteridad de sobre mis ojos y mi ojo interno. Es más, hasta que desaparezca ese velo de sobre mi identidad toda, y toda mi identidad sea un Ojo de la Identidad Iláhica desde todos los aspectos, y sea yo todo un sólo Rostro Iláhico, y no sepa por todos mis lados y no atestigüe ni vea en mí y en toda cosa y en toda no-cosa más que a ti”.

 

            Y tras aludir el autor de los Salawat a la Visión de la Síntesis llamándola Secreto de la Reunión Solitaria Iláhica, continúa con la Escena de la Separación, diciendo:

          Taÿi l-mámlakati l-ílahía

         Corona del Reino Ilahico

        

         Alude con ello a que Rasûlullâh (s.a.s.), después de haberse singularizado en el secreto de la Reunión Solitaria Iláhica, se mostró como Corona del Reino Iláhico, para que sepa el buscador con qué salió beneficiado de ese Rango Elevado en cuanto a Presencias de los Nombres bajando de la Fuente Unitaria a los Manantiales de la Discriminación, suspendidos entre el Poseído y el Poseedor, variados en la diversidad de caminos y veredas.

 

         Y yo digo esclareciendo -con mi apoyo puesto en Allah-:

         Has de saber -Allah se apiade de ti- que el Reino Iláhico es la Copia Humana, porque Allah creó el mundo para el ser humano, y creó el ser humano para Él, tal como se dice en la noticia transmitida: “¡Oh, siervo mío! te he creado por Mí y he creado las cosas por ti. No dejes lo que he creado para Mí a causa de lo que he creado para ti”. Lo que quiere decir que él (s.a.s.) es la cabeza de las gentes de la ‘Ubudía, su Imam, su Antorcha y su Portaestandarte. El objetivo fijado por Allah para ese Reino es su ‘Ibada, tal como Él ha dicho: “No he creado a los genios y a los hombres más que para que me reconozcan”. Él es la Corona de los adoradores. Es decir, a su cabeza está el Sáyyid Inmenso (s.a.s.), que tiene la precedencia en los rangos de la ‘Ubudía, tal como se alude en las Palabras: “Di: Si el Rahmán tiene un hijo..., y yo soy el primero de los adoradores”.

 

         Este versículo testimonia a favor del hadiz en el que Rasûlullâh (s.a.s.) dice: “Yo era Profeta mientras Adán estaba entre el barro y el agua”, pues él no reconoció a Allah en la patria de la principalidad más que a partir del carácter atemporal de su misión profética, y no por imitación, pues él (s.a.s.) es el Venero de la Nubuwwa, que le corresponde originalmente, mientras que a los otros les corresponde por delegación, tal como ha sido dicho: “Todos los profetas y mensajeros han venido delegados por él para la comunicación de su Llamada. Él es el Rasûl a todas las criaturas en todas las épocas, aunque otras bocas lo sustituyeran”.

 

         Al ser la Corona lo que adorna al rey en su reino, el Sayyid Inmenso es el Adorno de Allah en su reino Iláhico. El Adorno de Allah es sus Nombres Más Hermosos, en cuyas manos están los Tesoros del Reino. Esos Nombres son los que ejecutan las órdenes en ese reino, y cada Nombre Iláhico en ese reino tiene un grado específico y en sus manos hay una orden especial: se encarga de la aplicación de esa orden en el Reino Iláhico, que incluye cuatro provincias abarcadoras: la provincia del Primero, la provincia del Último, la provincia del Evidente y la provincia del Oculto. Y la Corona Iláhica, que es el Nombre Supremo, que es el Nombre Allah, está sobre todo el reino de todos los Nombres, que son el adorno del Reino Iláhico. Él (s.a.s.) es el espacio en el que se refleja el Nombre Supremo que es Allah, y es lo expresado con Corona.

         Dijo el Ghawz al-Yilani refiriéndose a las Palabras de Allah “Di: Allah es Uno-Único” que el que informa acerca de que Allah es Uno-Único -hasta el final de la Sura- es el pronombre elidido en el imperativo, que es ‘Di’, pronombre que es ‘tú’, por lo tanto es: tú eres Allah Uno-Único. Y esta Sura fue revelada cuando le dijeron a Rasûlullâh (s.a.s.) que estableciera la genealogía de su Señor. Con ello decía que su genealogía es la Genealogía Total en la que están incluidas todas las genealogías parciales.

 

         Allah ha dicho: “Muhammad no es el padre de ninguno de vosotros” arrebatándole la genealogía parcial, y después continúa: “...sino que es Rasûlullâh”, y la Idafa es explicativa de aquello a lo que se refería Allah a través de la Imagen Muhammadiana cuando ésta dijo: “Hoy hundo vuestras genealogías y elevo la mía”. Y, así, todas las genealogías están reunidas en el océano de esta Genealogía Suprema que es la Fuente de Todos, tanto como cuerpos, como espíritus y como realidad de cada hijo y padre, no siéndole igual nadie, porque él es el Uno a partir del cual se forman los demás grados de los números.

 

           Por ello dijo el Ghawz Sidi Ahmad (r.) dice:

          Yanbû‘i l-haqâiqi l-wuÿûdía

         Venero de la realidades existenciales

 

         ...Es decir, su raíz y fuente a partir de la cual se prolongan. A ello aluden las Palabras de Rasulullah (s.a.s.): “Me fueron dadas las Palabras Integradoras”, a partir de las cuales se ramifican las realidades, tanto las elevadas como las inferiores. Y no es imposible para Allah reunirlo todo en uno.

 

         Y algo que te hará entender que él es la raíz de la existencia, su apoyo, el principio del mundo y su nutridor, es que su rango es el de al-Habib, el Amado. Y se nos ha transmitido que Allah es bello y ama la belleza. Él es el Habib de Allah a causa de su belleza, porque Allah ama la belleza. Y también ha dicho Allah de sí mismo que Él es el Bello, por lo que es el Amante y el Amado. Allah no ha amado más que a sí mismo. Y el Amor Iláhico es el que ha mostrado el Ser. En un hadiz qudsi, Allah dice: “Yo era un Tesoro Escondido ignoto y ‘quise’ ser conocido, y creé la creación, y me di a conocer a las criaturas, y por mí me conocieron”. En la expresión ‘por mí’ se alude a Muhammad (s.a. s.), porque si se cuentan las letras de dicha expresión suman un total de noventa y dos, al igual que las letras de Muhammad (s.a.s.). Este hadiz enseña en su alusión ‘por mí’ al apodado con esa expresión que es Muhammad (s.a.s.) .

 

         Lo conocible de Allah es la Realidad de Muhammad (s.a.s.), que es la primera determinación de la Identidad, y lo que hay detrás de esa Realidad Total no es definible ni como Ser ni como no-Ser, ni se le aplica ningún nombre, ni tan siquiera el de Allah, Huwa o Áhad, y nadie hace pie ahí como para conocerlo, ni tan siquiera Muhammad (s.a.s.), y por ello él (s.a.s.) dijo: “No puedo censar tu elogio, Tú eres tal como te elogias a ti mismo”. Allah ha dicho: “No lo percibe la mirada y Él percibe la mirada”. Se le preguntó a Rasûlullâh (s.a.s.): “¿Has visto a tu Señor?”, y respondió: “Lo he visto como algo luminoso”, quiere decir: no veo de Él más que la Luz determinada en mi Realidad y no la Luz Absoluta de la que no se dice ni que sea ni que no sea, pues Él está detrás del Reflejo y la Visión, y detrás de los Nombres y las determinaciones, los asuntos y las relaciones.

 

         Por ello, Allah no nos ha ordenado sino realizar el Tawhîd de los Nombres, como el Tawhîd de al-Ilah, y el Tawhîd de Huwa, el Tawhîd de Allah, el Tawhîd del Yo y el Tawhîd del Tú, tal como aparece en el Corán Inmenso, y el lugar de retorno de todo esto es la Realidad de Muhammad (s.a.s.) que es el Aspecto existencial de la Identidad de Allah. La Realidad de Muhammad (s.a.s.) es el Ser de toda cosa, pues es la ipseidad de Allah de la que ha informado: “Él es el Primero y el Último, el Evidente y el Oculto, y de todas las cosas es Conocedor”. Y no es desconocido que todas las realidades de la existencia se reducen a estas cuatro Matrices. Y las realidades de estas cuatro son a partir de la Realidad de Muhammad (s.a.s.).

 

         Este es el significado de las palabras de Sidi Ahmad (q.s.): Venero de las realidades existenciales. Menciona en ellas específicamente las realidades existenciales y no lo que hay detrás del Ser ajeno a lo absoluto y a la condición, incluso ajeno a todo recuerdo, adoración y Tawhîd.

        

           Esta era la causa del temor de los Profetas y los Mensajeros. Muhammad (s.a.s.) decía: “No sé lo que hará de mí ni de vosotros”. Y el Jalil Abraham (a.s.) dijo: “No temo lo que le asociéis a menos que Allah quiera algo”. Desde este rango se dijo al Señor de los Amantes: “Si asocias algo destruiré tu acción”. Es una Presencia que está detrás de la ciencia y el dato, pues él, aunque le fue concedida la ciencia de los primeros y los últimos, y sabía que no asociaba nada, temía lo que había detrás de la ciencia. Por ello, él (s.a.s.) decía: “Yo soy el que mejor conoce de vosotros a Allah y el que más le teme”. Desde esta perspectiva es por lo que fue completamente auténtica su ‘Ubudía, en la que nadie se le adelanta, siendo con ello el primero de los adoradores tal como sentencia el Discurso de Allah.

 

         En su Realidad se encuentran el arco de la Rububía y el arco de la ‘Ubudía, por lo que él (s.a.s.) es el diámetro del círculo, es decir, el que lo separa en dos mitades. O incluso algo más cercano, es decir, el punto del círculo en el que se encuentran estos dos semicírculos. Él es el que reúne y el que separa. Por ello, le fue dado el Corán en tanto que síntesis y el Forqán en tanto que discriminación. Él es el Ser en su complitud, en tanto que total y en tanto que detalle. A él se refiere el que dijo: “Esta existencia, aunque parezca plural,... ¡por tu vida!, en ella sólo estás tú”.

 

         Y juro por Allah que cuando escribía esta última frase he sentido descender sobre mí su Mádad- su auxilio (s.a.s.)- en mi ser, y se me ha puesto el vello de punta, y mis miembros se han agitado, y mis lágrimas se han vertido, y se ha apoderado de mí la estupefacción a causa de lo que ha bajado hasta mí. Y he recordado las palabras del Shay al-Akbar (q.s.): “Lo juro: ¿quién fue rey y señor mientras Adán estaba parado entre el agua y el barro? Ése es el Rasul al-Abtahi Muhammad, que en la altura tiene gloria sin igual. Llegó en el momento de la fortuna, al final del tiempo, aunque en toda época tuvo su posición. Vino a destruir el tiempo y reparar su quiebra, por lo que las lenguas y los conocimientos lo han elogiado. Cuando algo ha de ocurrir, nada lo puede evitar; nadie en el universo puede desviarlo”.

 

          Tras haberlo descrito como Manantial de las Realidades existenciales con su Realidad Iluminadora y Unitaria, continua el autor de los Salawat diciendo:

          Básari l-wuÿûdi wa sírri basîrati sh-shuhûd

         Ojo Exterior de la Existencia y Secreto del Ojo Interior de la Contemplación.

 

         En cuanto a la expresión: Ojo Exterior de la Existencia. Ya se ha señalado que él (s.a.s.) es el Árbol de la Ipseidad de la Existencia que tiene las ramas de la Realidades, que a su vez se diversifican recubriéndose con las hojas de las Imágenes, las flores de los espíritus y los frutos de los Significados, con diferentes sabores, ya sean los que pertenecen a la Majestad o aquellos que pertenecen a la Belleza, los de la Expansión o la Contracción, lo Primero y lo Último, lo Exterior y lo Interior, hasta el infinito en cuanto a Nombres, Cualidades, Asuntos Variables y Relaciones.

 

         Su Realidad Integradora es el Ojo de todo Ojo (la esencia de cada esencia), y él (s.a.s.) con su cuerpo estructural imaginal, es la pupila de todo Ojo Aniquilador con la luz resplandeciente de su Hidaÿa, el Punto de la Gayn, por lo que es el Ojo Exterior de la Existencia con el que vemos la Hidaÿa diferenciándola del Error, y la Belleza distinguiéndola de la Majestad, y gracias a él conocemos el defecto y lo diferenciamos de la plenitud.

 

         Él (s.a.s.), con todo su cuerpo imaginal y su estructura humana es un Ojo, y por ello dijo Allah de él: “No se desvió la mirada ni se excedió, sino que vio los signos mayores de su Señor”: no vio sino el carácter absoluto de su propia realidad integradora, reflejada con las plenitudes de todos los Nombres en su cuerpo humano y su estructura material y terrenal, al que se llama Ojo Externo. Al-Mustafa (s.a.s.) es, todo él, Ojo, en su cuerpo y en su espíritu, (s.a.s.), pues su cuerpo es el espíritu de la vida. Por ello, brotó agua pura de entre sus dedos, escupió en un pozo salado y se volvió dulce. No exageraba el enamorado de él cuando dijo: “Y si hubiera escupido en el salado mar, el agua del mar sería dulce como su saliva”. Sí, el enamorado es sincero y no miente ni exagera. Es más, si hubiera escupido en Yahannam, todos sus niveles se hubieran convertido en Jardín de Placer, y sus fuentes hirvientes serían bebida fresca. Éste es el secreto que hay en las Palabras de Allah: “Te obsequiará tu Señor y te complacerá”.

 

         Su condición de ‘señor de los hijos de Adán’ le obliga a socorrer a cada individuo en concreto. ¿Y cómo no habría de ser así cuando (el Corán) enseña que (Allah) lo ha enviado como Rahma para los Mundos? Allah lo ha provisto con su Rahma que abarca todas las cosas.

 

         (Y lo ha provisto con ella) porque él es el encargado del mantenimiento de Adán, y a su vez es señor de sus hijos, el que los nutre. Por eso, Allah ha dicho de Rasûlullâh (s.a.s.): “Te ha encontrado a la cabeza de una familia, y te ha enriquecido”, del mismo modo en que él (s.a.s.) es el que ha dicho: “A quien más ama Allah de entre sus criaturas es al más útil para los suyos”.

 

         Y no hay duda en que este Sáyyid único es el más provechoso de todos los que son útiles a los demás, y por ello se asienta con el Nombre Rahmán sobre el Trono del Reino Humano, y auxilia al kafir con el Nombre Rauf-Rahim; Allah ha dicho: “¿Quien socorrerá al kafir en su doloroso tormento? Di: Es el Rahmán”. Y también ha dicho Allah: “Todo lo que hay en los cielos y en la tierra acude como esclavo al Rahmán, y los abarca -es decir, con su Rahma- y les hace una promesa de la que ninguno queda al margen. Y todos acudirán al Él -es decir, al Rahmán- el Yawm al-Qiyama, de uno en uno”.

 

         Y cuando las criaturas buscan refugio en el Rahmán, éste los trata conforme a lo significado por su Nombre, haciéndolos objeto de su favor, excelencia, piedad y complacencia. Por ello, se cita el hadiz referente a la principalidad, que es cuando Rasûlullâh (s.a.s.) dijo: “A los rahimún los trata con Rahma el Rahmán. Apiadaos de quienes estén en la tierra y se apiadará de vosotros el que está en el cielo”. La expresión ‘quienes están en la tierra’ incluye al desafortunado y al afortunado, y ello no es impensable para Allah: “Tu Señor hace lo que quiere”.

 

         El caballo del cálamo nada por la corriente de este océano rebosante, y nos aparta del tema. Volvamos a la playa de las Isharat y recorramos los jardines de estos Salawat, y digamos:

         Rasûlullâh (s.a.s.) es el Ojo Externo de la Existencia que queda reflejada con la luz de su emergencia, apareciendo la realidad de todo ser existente.        

 

        Y a continuación el Gawz del Mádad y el Yud dice de él (s.a.s.) que es el Secreto del Ojo Interior de la Contemplación. Él es el Contemplador y el Contemplado, el Uno reflejado en el grado de los números y el Enumerado, tal como dice Allah en sus Palabras: “Ciertamente, tú estás en nuestros Ojos”. Él es el Ojo diferenciado con la multiplicidad de los Ojos. Esto explica el secreto que hay en las Palabras: “Nun: ¡por el Cálamo!¡y por lo que escriben!”. Y ha dicho: “Bendito es el que ha hecho descender el Furcán sobre su siervo para que avise a los mundos”. El Furcán -Discriminación- de los Nombres y los Atributos desciende sobre el esclavo de su Ipseidad ‘la Identidad’, por lo que es para los mundos -es decir, las Imágenes de estos Nombres- advertidor que emerge de ellos mismos según sus predisposiciones y según los Nombres Iláhicos de los que beban, derramando sobre ellos la Generosidad, por lo que él (s.a.s.) es la luz de sus Ojos Interiores con los que tiene lugar la percepción y la contemplación.

 

         El Secreto del Ojo Interior es la Percepción, por lo que por él (s.a.s.) tiene lugar la percepción y la contemplación. Él es la Luz de la Identidad que fluye por todos los Nombres y Cualidades, por lo que él es el Secreto de la Percepción y la Contemplación: su Luz es la que las permite realizarse. Nada hay que no sea por él mediado, y todo lo abarca su secreto fluyente.

  

         Por ello, a continuación, el autor de los Salawat, dice:

          Háqqi l-haqîqati l-‘áiniyyati wa huwiyyati l-mashâhidi l-gháibiyya

         Verdad de la realidad determinada e Ipseidad de las escenas ausentes.

 

         Dice (r.) que la Realidad determinada, que es la Identidad de Allah, a la que se llama el Ser Absoluto, bajo ese carácter absoluto es un Talismán Puro, que no tiene exteriorización ni interiorización, y su exteriorización o su interiorización no tienen realidad más que en una norma aparente en la que se muestra según su predisposición, atribuyéndose entonces la emergencia o la ocultación en función de esa apariencia, y por ello dijo el Shayj al-Akbar: “No se capta la Identidad fuera de una apariencia, aun cuanto el ser humano se deshiciese en el intento”.

 

         Y no se nos escapa que la Luz Muhammadiana es el primero de los Descensos de la Identidad desde la Interioridad de la Nebulosa al grado de la Unicidad. La Identidad, antes de esto, era un Tesoro Escondido. No se afianzó en el grado de lo testimoniable más que con este Descenso de Luz Muhammadiana. Con el Reflejo y la Manifestación se hizo Real y se afianzó. La Verdad de esta realidad determinada que se hizo Real y se afianzó es su propio derramamiento, y es la Luz a la que se llama Realidad Muhammadiana. Esto lo declara el hadiz que dice: “Yo era un Tesoro desconocido”, del que ya se ha hablado.