Huellas de la música andalusí

 

Con la capitulación del último reino nazarí de Granada, todo el rico caudal de la música clásica andalusí, se vio desplazado en la memoria de los andalusíes a tierras del Magreb, quienes en su diáspora se asentaron en la otra orilla mediterránea, buscando en las nuevas tierras aquellos lugares que les recordasen su "Paraíso perdido de al-Andalus". La presencia de la huella andalusí hoy en las diferentes escuelas, indica que en su diáspora siguieron practicando su música clásica. Las escasas noticias que se conservan acerca de las comunidades de moriscos que se refugiaron sobre todo en las zonas montañosas, impiden hacer un seguimiento de esta parte del repertorio clásico en la Península.

 

No cabe duda que, con el paso del tiempo, la adaptación lingüística en tierras magrebíes debió suponer la pérdida parcial de los repertorios. Sin embargo, esta laguna de tres siglos (XV al XVIII) de la que hasta hace unas décadas venían lamentándose los especialistas, lentamente va salvándose con la aparición de nuevas fuentes y la posterior edición de una parte de los textos. Las fuentes orales y escritas han contribuido a que podamos hoy escuchar al menos esa huella de la música de al-Andalus, a través de las diferentes escuelas extendidas por todo el Magreb.

 

Históricamente está comprobado que las migraciones de los andalusíes hacia el Magreb se habían iniciado con anterioridad a la caída del Califato de Córdoba , y con motivo de la revuelta del Arrabal con al-Hakam I. Estos asentamientos podemos localizarlos en el norte de Marruecos, es decir, Tetuán, Chauen y Tánger, pasando a tierras de Fez, Salé y Rabat, ciudades estas últimas, de importantes focos moriscos entre los siglos XVI y XVIII. En su exilio, los andalusíes llegaron también a tierras argelinas estableciéndose en Tremecén, Orán y Argel, y llegando hasta Túnez donde hasta hoy quedan importantes familias de origen andalusí en ciudades como Testur, Zaguan, Sîdi Bû Sa'id y la zona de Kelybia entre otras. Libia fue otro de los focos de los musulmanes andalusíes en los que aún hoy podemos encontrar su huella en el canto de la muwashshaha inserto en el mâlûf, considerada la música clásica de origen andalusí.

 

El marcado carácter oral que caracteriza a esta música en al-Andalus entre los siglos X al XV, unido a la escasez de fuentes históricas en lo que respecta a la música comprendida entre los siglos XV al XVIII en el Magreb, dificulta un estudio comparativo de estas escuelas en su evolución magrebí. Todo apunta hacia unas variantes de estilo, interpretación y repertorio en sus orígenes andalusíes y que debieron pasar a la otra orilla. Asimismo, en el contenido melódico y en la técnica de cada una de ellas debían incurrir una serie de elementos diferenciadores y afines. Estas diferencias y similitudes podemos constatarlas aún hoy en el contexto de las nawba-s clásicas de las distintas escuelas.

 

Sin embargo, también es cierto que apenas queda nada de la huella de aquellas viejas escuelas en la rica gama de variantes que debían presentar en cada uno de estos países, ya que el paso del tiempo ha contribuido a la unificación de estilos y repertorios. Sirva como ejemplo el caso de Marruecos, que hasta principios de siglo presentaba evidentes diferencias en lo que se refería al repertorio y estilo en la escuela de Tetuán, Fez y Rabat, y que hoy apenas son perceptibles. Con el paso del tiempo estas variantes se han ido amalgamando, hasta presentar hoy una evidente uniformidad. En este proceso ha contribuido en buena medida la escuela de Fez, que poco a poco se ha ido imponiendo al resto de las escuelas magrebíes con el repertorio contenido en el Kunnâsh de al-Yâmi'î. Por otro lado, los músicos, aunque de forma involuntaria, han contribuido a la implantación de un repertorio único. Al no estar generalmente integrados a una sola orquesta, en su actuaciones a través de fiestas de bodas y celebraciones se ven obligados a adaptarse a las distintas orquestas en las que de forma periódica actúan.

 

Actualmente podemos hablar de la existencia de cuatro escuelas principales en el Magreb: a) la marroquí, cuya música clásica la conocemos como andalusí-magrebí; b) la argelina, conocida como garnatî; c) la tunecina, conocida como el màlûf, y que presenta gran similitud con: d) la libia, en la que también se registra bajo esta denominación.

 

 

Escuelas magrebíes

La escuela marroquí

El repertorio de la escuela marroquí se ha conservado con mayor pureza un lo que respecta a las influencias externas. En esta conservación ha contribuido por una parte el apoyo prestado por algunos sultanes a la música profana conocida como âla, y por otra la protección presentada por las táriqas sufíes respecto a lo que podíamos considerar como música espiritual, más conocida como samà'a.

 

La escuela marroquí presenta además un mayor número de tratados musicales comprendidos entre los siglos XVI al XVIII, en lo que respecta a los ritmos, modos y recopilaciones. El título genérico que hoy conocemos como escuela marroquí albergaba tres escuelas básicas: la tetuaní (Tetuán), la fasí (Fez) y la rabatî (Rabat), que a lo largo de su historia se han disputado sus orígenes y antigüedad andalusí. Sin embargo, el estudio de las fuentes no son lo suficientemente convincentes como para establecer prioridades, de ahí que todo sean hipótesis carentes de la base histórica.

 

El primer conservatorio de música de Marruecos surgió bajo el patrocinio del sultán alauita Muley al-Hasan (1873-94), y fue puesto en marcha por al-Yâmi'î. Los grandes pioneros de los posteriores conservatorios, así como los grandes maestros y músicos del repertorio conocido como al-'alâ es decir, la música andalusí instrumental, fueron: Ahmad ash-Sharkaui, Muhammad Yàbri, Larbì Jadar, Muhammad Barudi y Muhammad al-Brihi entre otros, y cantores como az-Zûîtun de Fez. Dos de los discípulos de al­Brihi son los actuales directores de los conservatorios más importantes en Marruecos, al mismo tiempo que los últimos testigos de las variantes de estilo que caracterizaban a estas escuelas. Así, el Conservatorio de Tetuán está dirigido por el tangerino Larbî Timsamâni. El Conservatorio de Fez por 'Abd al-Karîm Râ'is, y el tercero de ellos fue el Director de la Orquesta de la Radio y Televisión Marroquí hasta su muerte, el admirado profesor Ahmad Lukîli. Con el fallecimiento del maestro Lukîli, la Orquesta de la Radio y Televisión Marroquí ha pasado a estar presidida por el Maestro Tâwûd. El hecho concreto es que de estas viejas escuelas salieron conservadores y difusores de un arte que se ha mantenido.

Las once nawba-s que conforman el actual patrimonio clásico en Marruecos se articulan en torno a sus veinticuatro modos y los cinco ciclos rítmicos: La mashâlyya. el inshâd, la bugya, la tûshiyya, el basît.

 

Cada una de estas cinco fases rítmicas poseen una unidad autónoma dentro del contexto de la nawba, y están formadas por un número determinado de piezas o sana'ât que se articulan sobre los cinco ritmos y los diferentes modos que componen la nawba a interpretar. Las sana'ât están así mismo formadas por una serie de cantos corales como: la muwashshaha y el zéjel, y los fragmentos de casidas, precedidos de una serie de cantos acelerados llamados al-qantara o puente, y que sirven de comodines para pasar de unas piezas a otras, y de un ritmo al siguiente. Estos puentes (al-qantara) llevan al ejercicio del inshirâf en el que se acelera el ritmo, y de ahí al qafl o cierre en un movimiento más rápido.

 

La escuela marroquí lleva a cabo anualmente distintos certámenes y festivales de música en los que se dan cita y debaten maestros, escuelas e investigadores de todo el Magreb. Los más importantes se realizan en ciudades marroquíes de gran tradición musical como Fez, Rabat, Salé, Chauen, Asila y Uÿda; en esta última tiene también lugar uno de los festivales anuales más importantes respecto al-garnatî.

 

La escuela argelina

La historia de esta escuela cuyo repertorio está condensado en sus catorce nawba-s y que conocemos como música garnatî o de tradición granadina, está marcada por una serie de acontecimientos políticos. El mandato turco-otomana y el proceso de colonización francés supuso una paralización en sus tradiciones, de ahí que los trabajos de recopilación, edición y notación musical sean muy recientes. Sin embargo, tras este período de paralización, el garnatî se ha asimilado de tal forma a la vida y tradiciones del país que hoy está considerado como la música nacional argelina, y ocupa un lugar privilegiado dentro de su patrimonio artístico.

 

La nawba argelina presenta tres variedades a destacar, y su origen reside también en tres de sus escuelas clásicas centradas en Tremecén, Argel y Constantina. Ante su proximidad geográfica, el estilo y el repertorio de Tremecén recuerda el que presenta la escuela de Fez y Uÿda, esta última fronteriza. Constantina, en cambio, dada su proximidad con Túnez, presenta ciertas similitudes con esta escuela en lo que respecta a los modos, de ahí que se le conozca como mâlûf, mientras en los ritmos se encuentre más cercana a la escuela de Tremecén y Argel. Este hecho no impide el que esta escuela presente unas particularidades propias que la han hecho acreedora de gran prestigio.

 

La importancia de Argel como capital durante el mandato turco en el país, se dejó sentir en su música, de ahí que las huellas del maqâm oriental sean evidentes. En ciudades como Tremecén, Orán, Argel y Constantina, entre otras, encontramos conservatorios y asociaciones musicales donde se imparte su enseñanza. E1 gobierno argelino a través de su Ministerio de Cultura trabaja intensamente en el fomento del garnatî.

 

Tremecén es asimismo el lugar en el que reposan los restos de uno de los sufíes más conocidos en al-Andalus, Abû Madyân Shu'ayb ibn al-Husayn al-Andalusî. A este sufí sevillano que vivió en Fez y murió en al-'Ubbâd a las afueras de Tremecén en el año 1198, y de cuya ciudad es patrón, se le conoce como qutb, es decir, el grado más alto dentro de la jerarquía mística. A1-Hâ'ik en la introducción de su Kunnàsh refiriéndose a él lo llama "Jefe Universal Abû Madyan". Gran maestro y creador de una escuela sufí, sus poemas se escuchan en las zawiyyas argelinas formando parte del canto de las tariqas. A su tumba acuden anualmente peregrinos de todo el mundo árabo-musulmán, y cuenta la leyenda que las puertas que cierra el morabito en el que reposan sus restos, fueron traídas desde Sevilla por mar. 

 

Entre los grandes maestros del garnatî argelino se encuentra el shayj Omar Bajshi (n. 1884), y el shayj Larbi ibn Sarî reconocido concertista de kuitra, quien junto a Muhammad ibn Daly Yahya fueron los fundadores de la escuela de Tremecén en 1935. El café de Ibnn Isma'îl y La Coupole de esta ciudad eran conocidos por las tertulias y conciertos que acogían a músicos y cantores como el shayj 'Abd l-Karim Daly y Bashîr Zarrûki. En el seno de estos maestros surgieron nuevos grupos y orquestas con nombres tan evocadores como al-Qurtûbiyya, de origen cordobés, al-Garnâtiyya (de Granada), al-Mûsûliyya (de Mosul, al norte de Irak), fundada en 1927, o al-Faÿardia. Todas ellas se han mantenido como fieles embajadoras de la Edad de Oro de ambas civilizaciones.

 

La nawba argelina está formada por diferentes partes vocales e instrumentales, y se interpretan siguiendo generalmente este orden:

1. La dâ'ira o preludio vocal.

2. La mashaliyya o preludio instrumental.  

3. La tûshiyya u obertura instrumental.

4. El masaddâr.

5. El baytaynî

6. El darÿ.

7. La tûshiyya al-insirâf.

8. El insirâf.

9. El jalâs. 

 

Ciudades como Tremeeén, Orán, Blida, Bugia, Argel, Constantina y Annaba, son los focos más importantes esparcidos por todo el país en los que se lleva a cabo la celebración de festivales, congresos y reuniones anuales sobre su música clásica de origen andalusí. Los conservatorios y asociaciones protectoras de esta música atesoran una serie de variantes de estilo e interpretación que han llevado a enriquecer el género.

 

La escuela tunecina

En su transcurrir histórico, la escuela tunecina presenta aportaciones de la música andalusí, beréber, otomana y de la música espiritual de las zawiyyas, así como la influencia en cuanto a la forma de la escuela marroquí.

 

La sociedad al-Rashîdiyya fue creada en el año 1934 en memoria de Muhammad al-Rashîd, con el objetivo de proteger el mâlûf. . En el año 1935 la Orquesta Nacional de la Radio y Televisión tunecina recopiló los textos poéticos y musicales de las doce nawhas tunecinas, registrándolas más tarde esta orquesta conocida como al-Rashîdiyya, dirigida por Kamayyis Tarnân. en el desarrollo de la nawba tunecina se suceden una serie de piezas instrumentales y vocales, siguiendo este orden:

        1. Empieza con al-istiftâh o preludio instrumental.

        2. Luego al-masaddar u overtura instrumental.

        3. A continuación a al-abyât, o preludio instrumental corto.

        4. Tras una introducción corta le sigue al-bitâyhì.

        5. La tûshiyya o intermedio instrumental.

        6. El canto vocal del berwâlah o género popular magrebí.  

        7. El darÿ precede a un preludio instrumental corto.

        8. El canto del jafîf.

        9. El jatm es la última parte vocal de la nawba.

 

Conservatorios, agrupaciones musicales y amantes del mâlûf, reúnen a sus seguidores en festivales anuales tan conocidos como el de Testur, ciudad impregnada de huellas andalusíes, y habitada en su mayoría por viejas familias procedentes de al-Andalus. En esta ciudad se celebra anualmente un festival de música que lleva el nombre del poeta cordobés Ibn Zaydûn, Sîdî abu Sa'îd, Bizerta o Kairauán, son asimismo ciudades de gran importancia en la tradición del mâlûf.

 

La escuela libia

        Como país de paso hacia el Oriente musulmán, el mâlûf libio es una prolongación de la escuela tunecina, y al mismo tiempo presenta gran afinidad con el wasla o suite clásica de corte andalusí en Oriente. Esta escuela reúne aportaciones andalusíes, magrebíes (sobre todo de la escuela de Kairauán), la influencia turco-otomana como consecuencia de su pasado mandato y la presencia de la escuela egipcia de wasla.

 

La importancia de la escuela libia en la interpretación del mâlûf reside en su contenido espiritual, y es precisamente en las zawiyyas donde este canto se ha ido depurando. El repertorio de mâlûf libio está formado según se detallaba anteriormente por catorce nawbas. El orden de ejecución de las mismas es como a continuación se detalla:

    1. Un preludio vocal llamado istiftâh.

    2. El barâwal o grupo de piezas cantadas.

    3. Al-masaddar formado por: el inshâd o baytayni, canto vocal.

 

        El canto coral del mâlûf tunecino y libio se basa, como en el resto de las escuelas magrebíes, en las formas estróficas andalusíes: muwashshaha y zéjel, y en el canto clásico de la casida oriental, unido al barwâlah de creación magrebí.

 

        Trípoli, Bengasi y Derma constituyen los centros más destacados en el país para escuchar el mâlûf.

 

Escuelas orientales

El canto del género muwashshaha andalusí se conserva en las escuelas orientales bajo la denominación de wasla o suite clásica oriental. Fârûqî define el wasla como variante de la nawba en Oriente. El apogeo del género estrófico muwashshaha en al-Andalus, entre los siglos IX al XIII, contribuyó a que se dejara sentir en Oriente como consecuencia del intercambio cultural con Occidente. En este intercambio cultural y de conocimientos intervinieron en gran medida los viajes de peregrinación de los andalusíes a La Meca y Medina. Así, sufíes como Shushtarî, Ibn 'Arabî e Ibn 'Abbàs al- Mursî, entre otros, conocedores y compositores de géneros estróficos como la muwashshaha y el zéjel, fueron sus mayores difusores en tierras orientales.

 

Ibn Sanà' al-Mulk fue uno de los grandes recopiladores de muwashshahas andalusíes durante el siglo XIV, a las que añadió sus propias creaciones plasmadas todas ellas en su obra Dar at-Tirâz. El gusto de los orientales por este género les llevó a integrarlo en la composición del wasla.  Como música clásica, su composición melódica se basa en el maqâm o modos orientales, equivalentes al tab' en la música andalusí.

 

El canto del wasla lo conforma la muwashshaha, cantada por la coral de sus respectivas orquestas, formadas fundamentalmente por mujeres. Los instrumentos con los que generalmente se acompañan son los de cuerda, membrana y viento. Entre los cordófonos, el laúd, el violón y las violas. El ritmo es la base fundamental de esta música, y descansa en membranófonos como la darbuka y el riqq. Entre los aerófonos se encuentra el nâi o flauta de caña y el oboe.

 

        Las escuelas clásicas de wasla oriental se extienden por todo Oriente, sin embargo la más antigua reside en Alepo (sur de ,Siria), y se la conoce como escuela alepina, ya que posee una larga tradición en la interpretación de la muwashshaha andalusí y oriental.

 

        El canto de la muwashshaha se escucha asimismo en la escuela sirio­libanesa y en la iraquí. Estas escuelas presentan junto a muwashshahât clásicas andalusíes y orientales, otras de sus compositores contemporáneos como Fuád Raÿâ'î, Mustafá al-Hulâÿîi, o Ahmad al 'Aswânî.

 

El gusto de sus gentes por este género ha llevado a sus compositores a recuperar las viejas muwashshahât de poetas clásicos andalusíes como Ibn Sahl, El Ciego de Tudela, Ibn Báÿÿa o Ibn al-Jatib, y a crear sobre ellas nuevas melodías que ponen de manifiesto toda la belleza que encierran. Asimismo, compositores contemporáneos egipcios como Zakariyya Ahmad, entre otros, así como los libaneses Tawfik al-Báshá y Naÿib al-Jatib, han compuesto la melodía a estas muwashshahât incorporándolas hoy al tejido del wasla.

 

Nos sorprende, a los andalusíes de hoy, encontrar el canto de viejas muwashshahât andalusíes en zonas tan alejadas geográficamente como El Yemen, interpretadas acompañándose del laúd. En el Instituto de las Artes de Sana'a alberga un conservatorio de música en el que especialistas como el Dr. Náyi enseñan a sus discípulos el canto de este género poético-musical. Los momentos más adecuados para escucharlas son las reuniones y tertulias entre músicos y poetas, y en momentos especiales en los que se produce ese "tarab" que en flamenco definimos como "duende", tras una sesión de "qat", o hierba que generalmente se mastica acompañando al té o al café de la tarde, y que forma parte del ritual en las tertulias entre amigos.