La ruta hacia la paz

 

 

        “Lo que cuenta para nosotros es la puesta en marcha de las resoluciones del Consejo de Seguridad y el reconocimiento de nuestros derechos”. Este es el mensaje enviado por Siria al mundo, mensaje claro a la comunidad internacional, sobre todo a los Estados Unidos de América. Para el cual, el presidente Bachar el Assad, habla en su totalidad de las rutas hacia la paz en el mundo, en una entrevista concedida al Washington Post y a la revista News Week. Un mensaje de dialogo que expresa una visión realista y representa las exigencias de un estado y el recurso a la lógica de la justicia y la equidad, tras el derrumbamiento que sufre la región provocado por la invasión anglo-americana de Irak y las graves repercusiones de la política criminal de el gobierno del Likoud, que rechaza constantemente todos los esfuerzos internacionales y árabes encaminados a lograr la paz en la región.

 

        A la luz de estas circunstancias, de estos hechos y de los pésimos resultados de las entrevistas de C.Powell en Tel Aviv, es innegable que las esperanzas que podían ofrecer los planes de paz se esfuman. Y los ambiguos planes que se nos venden no son más que un proyecto americano y una farsa israelí con la intención de lograr una reestructuración del panorama político, geográfico y de seguridad de la región para conseguir la consolidación del sionismo con planes de invasión, que se convierten en hechos consumados, como una realidad absoluta que aprovechan para complacer al lobby sionista cuya influencia en la administración americana es más que evidente.

 

        Washington se sirve de la política agresiva del Likoud para ejercer presión sobre los árabes, para “quemar” la paz sobre el fuego “sharoniano”. La paz americana-israelí abarca conceptos especiales y elásticos, abiertos acerca de diversos parámetros implicando riesgos y situaciones contrarias a la legalidad internacional, especialmente en lo que se refiere a las resoluciones del Consejo de Seguridad. Entre tanto Israel continúa destruyendo pueblos y ciudades palestinas e implantando colonias en los territorios árabes invadidos, expulsando ciudadanos de sus ciudades y casas, imponiendo su política de hechos consumados en torno a la cual giran todos los esfuerzos internacionales para proveer de un futuro a la región.

 

        Así pues no hay de momento ninguna oportunidad real de que el plan propuesto por los americanos y rechazado por los israelíes llegue a lograr una paz entre árabes y judíos. Es un plan de paz sometido a las contradicciones interiores tanto de Israel como de la administración norteamericana que está hipnotizada por su propia hegemonía. Y si las iniciativas de Washington aparentan activar las discusiones, no podemos olvidar que éstas, están determinadas por un trasfondo que no podemos obviar, es por ello que nada indica que los Estados Unidos puedan jugar un papel de intermediario imparcial y desinteresado entre la partes interesadas en un proceso de paz. Los planes de paz americanos mostrados antes de las próximas elecciones americanas no pueden alcanzar ningún objetivo bajo el gobierno de Sharon  que vive bajo la pesadilla de la muerte, la sangre, de la criminalidad y de la impiedad sobre los Santos Lugares, pues su valor esta ligado al contenido de la política que lleva a cabo.

 

        Siria a explorado la paz justa y global como una elección estratégica y a respondido a sus exigencias en base a las cuales participo en la Conferencia de Madrid , bajo el criterio de “paz por territorios”, llevando a cabo sus discusiones bajo la égida de la comunidad internacional, en la convicción de que la paz que asegura la devolución de los territorios árabes ocupados es la paz  necesaria para sobrevivir y continuar adelante, el flagrante ataque norteamericano en beneficio del enemigo sionista, la  negación por parte de los consecutivos gobiernos de los derechos de los demás  y el hacer prevalecer la opción de la guerra sobre la de la paz devuelven al conflicto palestino a sus raíces y hace entrar de nuevo a la región en un torbellino de violencia de sangre y de fuego.

 

        En el mantenimiento de su tierra y su constancia, Siria aventaja a la comunidad internacional, sobre todas las capitales occidentales, hemos dado pruebas evidentes acerca de que la paz no puede alcanzarse bajo la mesa de discusiones o bajo presiones y amenazas. Pues los términos de discusión de Siria son claros y explícitos y todas las potencias internacionales que participaron en la Conferencia de Madrid los conocen bien, sobre todo aquellos países que han tomado parte en la elaboración de la llamada “Hoja de Ruta” con las Naciones Unidas a la cabeza, Rusia y la Unión Europea que saben bien que la paz no se puede conseguir, con vida, con persistencia si no tomamos en consideración los legítimos derechos de los árabes, no solo por la seguridad y la estabilidad sino también por la tierra que constituye aún el origen del conflicto que comenzó en 1948 y que continuará durante decenas de años si la comunidad internacional no asume su responsabilidad histórica.  

 

        No es necesario señalar que las discusiones con el enemigo sionista constituyen otra cara del conflicto que dura ya más de un siglo desde el proyecto de la independencia nacional árabe y el proyecto expansionista sionista que comenzó con la fundación de la organización sionista hasta el nacimiento de Israel sobre nuestra tierra árabe, no solo como una colonización sino incluso como proyecta cuyas dimensiones y peligros traspasan las fronteras geográficas de esta entidad. Es por ello por lo que Damasco siempre ha afirmado que no esta interesada en participar en ninguna negociación que no incluya la devolución integra de la soberanía sobre el Golán, sin exceptuar la más mínima brizna de hierba. Es por ello que afirmamos que tales discusiones  no tienen por objeto la paz sino la consecución de los intereses políticos interiores y exteriores del Likoud y permitir a Washington imponer sus condiciones, planes y proyectos en la región.

 

        Con esta medida, es cierto que, para Israel y sus aliados, los Estados Unidos, y para todos los estados del mundo, no habrá paz con Siria sin una retirada total del Golán, exactamente un repliegue sobre las fronteras previas al 4 de junio de 1967.  Es esto lo que hay que verificar claramente en las conversaciones de paz tras la Conferencia de Madrid. “El Golán se ha convertido en una territorio Sirio innegociable, afirmó el fallecido presidente  Hafez al-Assad al ex-presidente Bill Clinton en los encuentros en Ginebra, negándose así a olvidar el origen del conflicto con el enemigo sionista.

 

Autor: Fahed Diab, redactor jefe del diario sirio at-Thawra

Origen: www.thawra.com