Blas Infante, historia de un andaluz

última parte

Enrique Iniesta  

4ªparte

       Con el tesoro que suponían las experiencias de los refugiados mongoles del mundo islámico oriental, la artesanía del ataujiado experimentó en el siglo XVI un auge en Djazira y en Siria. El armenio Badr al-Din Lulu (1218-1259), ascendido a príncipe independiente por el visir de los zangíes, promovió la artesanía de su ciudad, Mosul, con cuantiosos pedidos, entre ellos una bandeja de 62 centímetros de diámetro, y le concedió las mejores condiciones para la exportación a los principados vecinos. En la ciudad comercial, rica en tradición, trabajaban bajo la dirección de Shudja ibn Mana y Ahmad al-Dhaki numerosos artistas en el perfeccionamiento de la ornamentación, que se dedicaban a complicadas escenas figurativas.

        Los maestros de Mosul complementaban sus firmas con la denominación de origen "al-Mausili'; que fue empleada y aplicada durante todo un siglo como sello de calidad, aun cuando en la segunda y tercera generación los artistas tenían sus talleres desde hacía tiempo en ciudades como Damasco y El Cairo. Bajo el dominio de los mamelucos y de los mongoles, la representación figurativa fue desbancada paulatinamente por una caligrafía majestuosa, que consiguió la debida atención con la aplicación de capas de oro y de plata.

        Los artículos con ataujiado ya no estaban entretanto solamente reservados a la clase alta. Como relataba el historiador al-Maqrizi a principios del siglo xv, seguían siendo la vajilla de lujo de los ricos. Estos artículos cubrieron un vacío en el ajuar de las hijas de los emires, visires, secretarios y comerciantes al por mayor, entre las vasijas de bronce no decoradas y las vasijas de plata, especialmente costosas. Las exquisitas mercancías del bazar impresionaban a los viajeros europeos; finalmente, en el curso del descenso económico, fueron producidas sólo para la exportación más allá del Mediterráneo.

         Desde el siglo xv las mercancías de cobre y de latón muestran diseños de piezas pequeñas de virtuosismo hasta entonces incomparable. En las obras de la época mameluca tardía, de los timúridas y safávidas, espirales foliados y arabescos de hojas estaban agrupados en redes que cubrían una gran parte de la superficie en simetrías ordenadas. Un candelabro de una altura de 34 cm, surgido en Irán alrededor del año 1600, muestra así arabescos de hojas entrelazados que son aplicados a los cantos del asta y se ordenan en una red, la cual cumple las leyes de la repetición infinita de los motivos. Los versos místicos de Bustan de Saadi, que son citados en el pie del candelabro son tan típicos como el modelo virtuoso.

        En India, bajo los mogoles, se puso de moda la mercancía bidrí, que debe su nombre a la ciudad de Bidr, ciudad de Deccán, con un conteni­do de cinc de más del 80%. Las piezas de fundición son la mayoría de las veces recipientes de agua acampanados y esféricos para los narguiles (huqqa), que se reflejan en las miniaturas de la época de los mogoles como requisitos de un estilo de vida lujoso. Tienen modelos de flores grabados profundamente, que con suntuosas chapas de plata, oro o latón producían un espléndido efecto centelleante. La decoración fue realizada por artesanos musulmanes, mientras que la fundición del metal fue un trabajo de los talleres hindúes.

 

Por el Estatuto: primera movilización, 1931

        La última gran operación de Infante y los suyos será la acción hacia el Estatuto de Autonomía Andaluz. La Confederación del 31 inventa la pala­bra mágica «integral» para desechar la Federación y mantener un Estado Centralista en el que, «los Estatutos quedarían supeditados a las específicas y bastante estrechas normas, que fijaba el Título I, art. 8-22» (Lacomba). «El debate del Estatuto Catalán, puso de manifiesto la dura oposición al hecho autonómico por parte de todos los grupos a excepción de los parti­dos regionalistas» (Lacomba).

        Pero «son los que se lanzan con todo entusiasmo a la campaña pro Estatuto» (Lacomba). Infante escribe: «Nosotros aspirábamos a un Estado Libre en Andalucía» (Tablada, 60). Está refiriéndose a lejanos anteceden­tes, había afirmado en 1919: «La Asamblea Regionalista de Ronda (1918) proclamó a Andalucía como una realidad nacional, como una patria», «declarémonos separatistas de este Estado que nos descalifica» y «los verdaderos separatistas son ellos», «los Poderes Centralistas, depredadores, caciquistas, que deberán ser abolidos» (Manif. Córd., ed. 79, pp. 56-59 passim). «Sí, nosotros aspirábamos y aspiramos y seguiremos aspirando a un Estado Libre en Andalucía» (Tablada, p. 60). «¿No proclamó su Repú­blica Cataluña? Pues, ¿cómo va a ser delito en el Sur, un hecho lícito en el Norte, acatado por el poder público?» (Tablada, p. 607), dice agudamente.

        Planteado diáfanamente el tema, las Juntas Liberalistas, al mes de proclamada la República, piden a la Diputación de Sevilla una asamblea de las Diputaciones andaluzas para que elaboren un proyecto de Estatuto. El 6 de Julio de 1931, se celebra con urgencia para adelantarse a la acción constitucional restrictiva de las Constituyentes (Crisol, M., 18-VII-31). Las Bases para el Estatuto se acuerdan por fin en nueva reunión de las Diputaciones de Sevilla el 26 de Febrero de 1932. Del 29 al 31 de Enero de 1933, se celebra en Córdoba por iniciativa de los liberalistas La Asamblea de las ocho Diputaciones, diputados andaluces en Cortes, 507 Ayuntamientos y 78 entidades obreras y culturales de toda Andalucía. Comenzada ya, la controversia sobre su propia oportunidad está a punto de su disolución y aplazamiento. Infante reacciona hábilmente llevando el tema a otro plano: propone la inmediata erección de una Junta Regional para modificar la Ley Agraria y crear centros culturales en todo el País Andaluz. Sorpresa de los asambleístas. Unidad final: acuerdan el Anteproyecto de Bases para el Estatuto.

        El 12 de Enero, una aldea andaluza -Casas Viejas- proclama el co­munismo libertario. La represión es durísima. El 2 de Febrero, Eduardo Ortega y Gasset plantea en las Cortes el tema Casas Viejas. En Septiembre, cae el Gobierno Azaña. Las elecciones de Noviembre traen el triunfo de las derechas con Lerroux, que detiene todo el proceso autonómico.

        ¿Cómo era el documento aprobado en Córdoba? Lacomba lo llama «difuso, poco elaborado, falto de precisión, más próximo a un proyecto de Mancomunidad que a un Estatuto». El texto arrastraba un mal de origen (la ponencia de la Diputación de Sevilla en 1931) y se agravaba «por una falta de auténtica voluntad estatuaria por parte de los partidos que controlaban los organismos oficiales» y por «ser fruto de muchas transacciones» (Lacomba).

        A propósito de la redacción originaria del año 31 había escrito Infante entonces «Los amigos, liberalistas han venido a escribirme protestando del Estatuto redactado para Andalucía. Ruego a estos amigos que no se apa­sionen, que consideren que el Proyecto de Estatuto es eso, únicamente un Proyecto, obra de una ponencia nombrada por la Diputación de Sevilla» (Tablada, p. 94). Y también: «Como dice la nota a nuestro delegado en Granada, nosotros, los liberalistas, no hemos tenido arte ni parte en la redacción de esa ponencia... La Junta no fue citada, no obstante que el que esto escribe había sido nombrado delegado por la Diputación de Jaén» (Tablada, pp. 94-95 passim).

        Casés-Carbó escribiría «a Blas Infante i als seus deixebles abnegats: L'Estatu d'Autonomía de 1`Andalusía está en marxa. Aquest Estatut no pot ser similar a 1`Estatu Catalá. A Catalunya, totes les ciutats, viles i comarques senten como capital propia, Barcelona. A Andalusía, el cas és ben diferent, car dins la unitat geográfica, histórica i actual del país andalús, hi ha modalitats distintes» (cita de O. Lanzagorta, p. 352, passim). No podía ser igual al Estatuto Catalán, «salvo en una soberanía igual en intensidad», (Manif. Córd., p. 60).

        Resultó «muy alejado a las Bases de las Diputaciones y del esquema de Blas Infante y bastante próximo a la línea del de Cataluña de 1932» (Lacomba). Las prolijas determinaciones de Infante para el Estatuto aparecen en Tablada, pp. 94-98.

        El documento era lo opuesto a la constante postura de Infante municipalista, social, descentralizadora en la misma Andalucía, etc. Porque «Andalucía no puede hacer un Estatuto al modo catalán» (declaraciones de In­fante, El Liberal, 21-I-33, p. 6). «Andalucía no ha copiado ni copiará jamás a ningún otro pueblo. Sabe crear originalmente» (Tablada, p. 62). «Cataluña es más Europa que Andalucía» (Id., p. 63). «A Andalucía corresponde un Estatuto verdaderamente federalista, es decir, de abajo a arriba y no de arriba a abajo, como el Catalán» (Tablada, p. 97).

        «Pese a ello, Blas Infante y las Juntas Liberalistas, lo apoyarían decididamente» (Lacomba). La llamada Revolución de Octubre en Asturias y la declaración por Campanys de la independencia catalana provocan nueva congelación del proceso estatuario.

 

El nuevo intento, 1933

        En Junio de 1933, «patrocinado por la Junta Liberalista» se crea «el organismo Acción Pro-Estatuto. Está formado por uno de los Consejos de la Junta Liberalista con la colaboración de elementos pertenecientes a sindicales obreras, partidos políticos de ideologías diferentes y entidades eco­nómicas y culturales». Observa Alvarez Ossorio: «Toda la persecución difamatoria sobre el andalucismo se derivaba del firme propósito de la Junta Liberalista, de llevar a cabo la difusión del anteproyecto de Estatuto por sus propios medios» (cita Lanzagorta).

I        nfante, por mandato de Acción Pro Estatuto Andaluz, firma su Manifiesto a todos los andaluces. Lo fecha el 15 de Junio de 1936. «Es el último y dramático documento escrito por él» (O. Lanzagorta). Merece un detenido estudio.

        Se trata de una llamada a «los andaluces de todas las ideologías». Insiste en la movilización unitaria del Manifiesto cordobés de 1919. En aquél, de su unitarismo, vimos que sólo excluía a la «seudo intelectualidad» mientras apelaba «principalmente a las clases obreras». En este de Junio del 36, el carácter unitario aparece mucho más matizado:

1.° «Por la conveniencia común de la empresa autonomista», no excluye «programa religioso, político o societario alguno», pero la acción unitaria queda limitada a «unos días», «sin perjuicio de que, una vez conseguida la autarquía de nuestro pueblo, cada uno de los andaluces o cada grupo político u obrerista mantengan sus particulares puntos de vista». Con ello, quedan excluidos los amigos de una ingenua unidad permanente.

2.º Se dirige también a «los nacidos en cualquier país y que viváis en Andalucía» porque «en Andalucía no hay extranjeros». Así, quedan fuera de la convocatoria los chovinistas.

3.° «Este llamamiento es españolista» porque «Andalucía es esencia de España» y «tanto necesita España como Andalucía, el que esta última llegue a autarquía». Por eso, no cuenta con separatistas si los hubiere.

4.° Pero no se invoca un españolismo irreal, que es en verdad «común esclavitud de todas las Regiones de España vencidas por la influencia extranjera, uniformante y centralista». «Caben en la Acción Pro-Estatuto» «los movimientos autonomistas más o menos vehementes». Y afirma audazmente: «Españolista fue el gesto, acaso violento, de Cataluña en 1931 cuando llegó a arrogarse o decretarse a sí misma un régimen autonómico». A1 momento, califica de españolista «la aspiración aquel mismo año a establecer el Estado Libre de Andalucía», «como españolista ha sido también el plebiscito vasco», «la preparación del gallego», «las inquietudes de Valencia», «la preocupación de castellanos y leoneses».

5.° Acción unitaria, sí, pero limitada a los que «acaten ineludiblemente la Constitución de 1931». De entrada, quedan así fuera, todos los anti­rrepublicanos.

6.0 La interpretación de la Constitución cuyo texto es ambiguo sostenida por el Manifiesto es la de «España, República federable», «Estado Federativo por esa angustiosa necesidad de un Estado Federalista». «Es im­posible restaurar el Estado centralista», «causa principal del fracaso de todos los gobiernos españoles en lo que va de siglo». Republicanos unitarios, centralistas de todo color, regionalistas falsos (que sólo pretenden descen­tralización administrativa), no entran en el unitarismo a que convoca.

7.° «Todas las Regiones deben ser autónomas», «por evitar el privilegio» y defender la «igualdad de todos los pueblos», sin que ninguno «siga vergonzosamente como colonia». El llamamiento se limita a los defensores de generalización del proceso de federación. Tan dialectizado Manifiesto incluye una última urgencia: « Desdeñasteis el grito de la Asamblea Andalucista de Ronda el año 18. No desatendáis ahora nuestra voz», «vosotros, acostumbrados a servir de espectáculo "como aquel hijo robado a sus padres nobles" por los titiriteros al que, mutilándole los labios con una cuchilla, condenaron a reír en el Circo eternamente, forzada, trágicamente, en grotesca caricatura. Concluyó el Circo».

 

Continua el circo: fracaso del Estatuto

        Una labor tan entusiasta por el Estatuto, fracasó. ¿Cuál fue la causa?. Infante (Manus. C-17) escribe que «es algo difícil de expresar lo que es causa en Historia». «Causa, en Filosofía, es un principio motor; en Física, una ley; en Historia, un organismo». «Del mismo modo que la Música se constituye por sonidos de mutua evocación, que giran alrededor de un sonido principal, la tónica», causa histórica es la fuerza de un complejo de hechos progenitores -condicionamientos- que se organizan articulados en torno al núcleo de un suceso principal. "Tal suceso, integrando todos esos hechos condicionantes y condensando su energía, tiende a perpetuarse.

        ¿Cuál fue ese suceso principal que nucleó cada uno de los hechos de 1931-36, hasta perpetuar la falta de un Estatuto Andaluz? Los conocemos. ¿Cuál destaca entre ellos con fuerza de tónica dominante? Sin pretender un orden valorativo, aparecen los siguientes: 1.°, Ausencia de, al menos, un fuerte partido autonomista; 2.°, Desinterés, más bien, oposición de los partidos de derecha e izquierda; 3.°, Absentismo de los partidos políticos andaluces; 4.°, Debilidad de la conciencia andalucista; 5.°, Levantamiento militar del 18 de Julio.

1°. Faltaron organizaciones nacionalistas. El intento de Infante por «agrupar en el Partido Republicano Federal» a los andalucistas históricos no tuvo éxito. «Empeñada la Junta Liberalista desde hace mucho tiempo, en una paciente y oscura labor integral andalucista» (A todos los andaluces, 15-VI-36), este unitarismo dio resultados contrarios al propuesto.

Los especialistas de más variadas tendencias coinciden en afirmar la ausencia de grupos andalucistas: «Juan Antonio Lacomba, en las III Jor­nadas de Estudios Andaluces en Granada, suscitó una gran polémica cuan­do afirmó, en el caso autonómico andaluz, que el retraso que sufrió Anda­lucía en la II República fue debido a falta de un partido de exclusiva obe­diencia andaluza. Algo que no sucede hoy» (Cambio 16, 28-X-1979). Faltó «un partido político regionalista que fuera soporte y vehículo del problema andalucista» (Lacomba, Cuatro textos políticos andaluces (1883-1933), Granada, 79, p. 124), «que asumiese el Estatuto como bandera» (Lacom­ba, Aproximación a la Historia de Andalucía, Laia 79, pp. 325-326). «En Cataluña, en el País Vasco, incluso en Galicia, fue un partido el que aglutinó en torno al Estatuto las demás fuerzas sociales» (Lacomba, La lucha por la autonomía andaluza, Jaén, 78, p. 21). «En el fondo, el problema del Estatuto durante la Segunda República, fue la ausencia de una organización política auténticamente andaluza» (A. Burgos, rev. Triunfo, 17-I-76). Porque «no bastan los programas, los manifiestos, las soluciones por perfectas que sean, si no se cuenta con la fuerza social y política imprescindible para llevarlos a la práctica (J. Aumente, Comentario al Manifiesto An­dalucista de Córdoba de 1919, Sev. 79. p. 51).

    El mismo Infante había profetizado inconscientemente esta situación cuando comentaba el caso de Joaquín Costa en 1916: «Ningún grupo organizado de hombres hay que, continuando la obra de Costa, renueve las siempre vivas en su tumba» (La obra de Costa, Sevilla, 1916, p. 8).

2.° Oposición de los partidos de derecha y izquierda. «La pequeña burguesía no colaboró y los partidos de la derecha la rechazaron» (la autonomía) (Lacomba, El Correo de Andalucía, 30-X-1979). En Tablada... (p.71), había reseñado el mentor del andalucismo: «Aquí, los plutócratas, y los tradicionalistas, no lograron amparar con el nombre regionalista ni con los estímulos patrióticos regionales que ese nombre despierta, sus eternas vindicaciones proteccionistas y de resurrección de valores históricos, pasados, etc.».

    «Los partidos de izquierda dieron su espalda al movimiento de Infante, preocupados por otros problemas más acuciantes como fue el paro» (Lacomba, El Correo de Andalucía, 30-X-79). «El profesor Linz analizó en las III Jornadas de Estudios Andaluces, el comportamiento de la izquierda en relación con las autonomías, en un principio hostil y que ahora -1979- es de complacencia» (Id., p. 5). «Faltaba auténtica voluntad estatutaria por parte de los partidos que controlaban los organismos oficiales» y «los partidos obreros centralistas (fundamentalmente los socialistas; luego también, comunistas) eran nada proclives en el primer tercio del siglo XX a las reivindicaciones autonómicas... » (Lacombá, Cuatro textos políti­cos andaluces, Granada, ed. 79, p. 124).

    Según recoge Ideal (29-I-33), reunidas en la Diputación granadina «las fuerzas vivas de la ciudad», «el señor Carreño dice que la Agrupación Socialista de Granada acordó por unanimidad manifestarse contra el Estatuto». ABC de Sevilla (1-II-33, p. 21) refiriéndose a la Asamblea colaborado­ra del Proyecto de Estatuto, titula «Vivo incidente en Córdoba entre el diputado señor García Hidalgo y don Blas Infante» y recoge: «Escuchamos el singular diálogo (entre ambos): -El Sr. García Hidalgo: Protesto por ese viva a Andalucía Libre». -El Sr. Infante: ¿Qué quiere Ud. que dijera, viva Andalucía esclavizada?, -El Sr. García Hidalgo: «Bastaba con haber dicho viva Andalucía, o viva Andalucía española; porque con este viva An­dalucía libre, no veo posibilidad de Estatuto Andaluz».

    De entre los Diputados del PSOE, emerge Hermenegildo Casas, Presidente de la Agrupación Socialista de Sevilla, que presidió la Asamblea a título de Presidente de la Diputación de Sevilla porque «él tenía que hacer constar que su partido estaba ausente y su intervención sólo la hacía como presidente de la Diputación de Sevilla» (La Voz, Córdoba, 31-I-33). En el Noticiario Sevillano (2-II-33) dicen de él: «Ese regionalismo de laboratorio que andan predicando por ahí Blas Infante y sus amigos, ha sido ahora to­mado en serio por Hermenegildo Casas, que se imagina ser el Maciá Andaluz». Casas batalló como gran andalucista. En la Asamblea de Córdoba dijo: «No tienen derecho algunos a hablar de broma del movimiento andalucista y no es bien nacido el que así lo interprete. Es una obra metódica, ra­zonada y serena. Estamos a tiempo de la reorganización de Andalucía (ABC Sevilla, I-II-33, p. 21). «El Señor Casas, concejal y diputado a Cortes en las Constituyentes y en las actuales, hoy separado del partido Socia­lista y afiliado al Radical Demócrata... », se lee en la revista Reforma So­cial, n° 4, Julio 1934. En la escribanía de Infante, en su villa de Coria, se conservan dos cartas de Casas desde el exilio mejicano interesándose por libros del mentor del andalucismo. «Las reservas del PSOE. -dice Lacomba- ( Revista de Estudios Regionales. Extra, Vol. II, 1980, pág. 82. nota, 28). Se comprueban leyendo El Socialista de los meses que duró el debate o en el libro de L. Jiménez de Asua, La Constitución de la democracia española y el problema regional, B. Aires, Losada, 1946». Véanse también los números de La Voz, Córdoba, correspondiente a los días 7, 16, 18 y 26 de Noviembre de 1932 y 27 de Enero de 1933.

3ª. La desunión entre las provincias. Este dato puede afirmarse, al menos, a nivel de buen número de los representantes en la Asamblea Estatutaria del 33. Allí se insistió por delegados pertenecientes a partidos y Ad­ministración en que sus prudencias autonomistas se debían a la falta de conciencia andalucista en parte de las provincias. Los demás asambleístas respondían dando la vuelta al argumento: en los casos en que tal conciencia no se manifestaba, se debía a la ausencia de «auténtica voluntad estatutaria» (Lacomba).

    El Presidente de la Asamblea, Casas, afirmó: «A pesar de que se diga que en Andalucía no existe ambiente andalucista, el archivo de la Comisión organizadora, registra pruebas fehacientes de un hondo anhelo descentralizador» (La Voz, Córdoba, 31-I-33). «El Secretario, Andrés Vázquez, dio cuenta de las representaciones que asisten: Diputaciones, 68 de entidades y sociedades, 507 Ayuntamientos, 16 diputados en Cortes». Casas hace ver a la Prensa que, con el número de adhesiones, se llega a las 729 representaciones.

    En el transcurso de la Asamblea hubo un total de 19 oradores; de ellos 10 decididos partidarios de una autonomía inmediata y 9 retardatarios «hasta que aumente la conciencia regionalista del pueblo». Esta lucha, uni­da «al difícil trance del llamado "bienio negro", preponderantemente derechista, generó el desencanto político en muchos que habían seguido al andalucismo» (Ruiz Lagos). Infante acusó también el golpe. Su tan citada Carta Andalucista de Septiembre de 1935 es un texto dolorido, hasta despechado: Ortiz de Lanzagorta parece acertar mejor cuando escribe que este documento «no era más que un gesto de rabia producido por su crisis de reflexión y soledad», que al calificarlo «testimonio postrero de un pensamiento desengañado», «epílogo ideológico de su vida». No hay tal cuando asistiremos aún, y a pesar de todo, a la frenética actuación de Infante en los once meses que le quedan de vida, cuando leeremos el Manifiesto a todos los andaluces y escucharemos su gallardo grito muriendo.

    Sí es un texto «dolorido», hasta despechado («Ese pueblo tiene ahora lo que se merece. Es quien elige ahora, pues bien: que sepa elegir». «Nada debo a ese pueblo. Ningún liberalista, tampoco. Nada nos dio él; nosotros todo se lo dimos. Allá ese pueblo con sus representantes»). E129 de Agosto de 1931 había deseado decir lo que ahora ha dicho: « ¡Quién pudiera decir a la muchedumbre: allá tú con tus politicastros! Pero, dentro de, ella y cercándola, está el caos» (Tablada, p. 119). Hay un formidable alegato sólo posible desde la ética política que sabe nadie capaz de negarle: «Esto es soberbia ¡ya lo creo!, pero soberbia de humildad sin destaque de cargos políticos, los cuales no ocupó jamás (...) en esta desventurada República de trabajadores parados».

4.° Absentismo de los políticos andaluces. «Cuantos más andaluces llegan al poder en Madrid, menos poder tiene Andalucía» (Acosta). «Entre 1833 y 1855, hubo nada menos que 66 ministros andaluces, frente a los veintiocho castellanos, dieciséis gallegos, catorce vascos, doce extremeños, once asturianos, y diez catalanes. En aquellos períodos durante los cuales se fue consumando el hundimiento andaluz, siempre hubo hombres fuertes nuestros en los poderes centrales» (Aumente).,

    La ocasión estatutaria del 33-36, con Alcalá Zamora, Fernando de los Ríos, etc. en la Administración Central, fue otra comprobación histórica con datos hasta pintorescos: en la reunión preparatoria para la Asamblea de Córdoba (en Granada, e128 de Enero de 1933, v. Ideal, 29-I-33), «el señor Leyva lee un acuerdo de la Cámara de Comercio: afirma que Andalucía no siente el impulso del regionalismo sino el de una España grande y única». «El Señor Carreño creo que debe llamarse por teléfono al Ministerio de Instrucción Pública que indique el criterio a seguir». (Ideal, 29-I-33).

    Infante había dicho: «He visto esta tierra entregada a los aventureros de la política, advenedizos que vinieron de fuera que han convertido sus pueblos en granjas explotables por Madrid (ver Andalucía n° 3, Agosto, 1916). Y en Septiembre del 35: «A un político de los más destacados de esta desventurada política, humilde siervo de Robespierre y Saint Just, contesté que estaba impedido a colaborar con quienes han producido la perdición de mi país». (Cartas Andalucistas). «Parece ser que, cesado Pascual Carrión el 6 de Junio de 1932, como Secretario de la Junta Central Agraria, ofrecieron a Infante la cartera de Agricultura» (Lacomba) ¿Se estaría refiriendo nuestro biógrafo en este texto a su negativa a tal cargo en Madrid?.

5.° El levantamiento militar del 18 de Julio de 1936. El tiempo juega contra Andalucía. La actividad de Infante en los días 5, 12, 13 y 14 de ese mes, es tal que parece emplazado por lo que acabaría ocurriendo el 18 E1 5, en la Diputación de Sevilla se celebra una gran Asamblea en la que es ele­gido «Presidente de honor de la Junta Regional Pro Estatuto, acordándose entre grandes aplausos» (El Liberal, lo recoge así, en primera página, a todo ancho de plana, en cabecera y con fotografía a cuatro columnas, al día siguiente). El 12, Infante está en Cádiz dando una conferencia en su Conservatorio. El 13, reunión en la Diputación de allí con los alcaldes de aquella provincia. En los pueblos del itinerario, banderas andaluzas y vecinos que le vitorean. «Creía que los vítores eran para otra persona» y comentaba: «Yo, libertador de Andalucía, que vengo con poco tabaco y menos di­nero...». J. Alvarez-Osorio testifica todos estos últimos acontecimientos. Se iza la bandera en todos los municipios gaditanos. Mientras flamea en el de Cádiz, Infante grita: «Tengamos cuidado no vaya a venir un huracán y se lleve, no sólo la bandera, sino a nosotros». Aquel mismo 13 de Julio, tras un mitin en el Círculo Radical en Jerez, su emisora transmite un, llamamiento a Infante. El 14 en Sevilla, izan nuestra bandera en el Ayuntamiento y celebran su confianza en la ratificación del Estatuto con un viaje por el Guadalquivir en el remolcador Pastor y Landero.

    A las setenta y dos horas, el general Franco se alza en África. No fue Infante el único de las Juntas Liberalistas que murió de un tiro. En Jaén mataron a Pedro Pino. En Málaga, a Fernando Estrada. En Granada, a Enríquez de Salamanca. En Jerez, a Chacón Ferrant y a Adolfo Santibá­ñez. En Utrera, a Antonio Rufino y a Julio Tirado. En Algeciras a Enrique Suárez. En Ecija, a Manuel Lucero. En Sevilla, a Ariza, a Puelles y a Pérez Gironés. E1 resto de los andalucistas se escondieron o se exiliaron. Juan Alvarez-Osorio, Emilio Lemos Ortega y José Rodríguez Escobar han llegado a nuestros días como testimonios de aquellas Juntas liberalistas, desde el 21 de Mayo de 1978, integradas en el PSA.

    J. Muñoz S. Román veía a Infante como: «recto, generoso, efusivo, hombre de corazón, inteligencia y cultura (Mundo Nuevo 10-VI-31). Era inquietamente teólogo, con intuiciones teilhardianas a partir de un panteís­mo de base franciscanista. Hacia 1920, publicó su Reelección Fundamen­tal. Primer volumen. La Religión y la Moral.     Existen trece cuadernos de apretadas notas teológicas (Manuscrito ABAÑ) no estudiados aún. Parece material para continuar aquel volumen primero. ¿Era cristiano? Enten­diendo cristiano como una vivencia libre de Cristo, su biografía y escritos están ahí y lo refrendan.

    Reflejando el trasfondo de aquel «todo lo tenían en común» del Libro de los Hechos de los Apóstoles (2, 42-45; 4,32-35). Escribe Infante: «El comunismo económico tiene un antecedente de comunismo de amor» (Dict. Ped., p. 123). Por ello, dirá en Ronda: «La obra social de Jesús necesita ser completada por la obra de Henry George» (rev. El Impuesto Único, Mayo 1913). Esta frase, a primera vista oratoria, es comentada por su compañero Emilio Lemos diciendo: «Infante era en verdad un cristiano puro, de aquellos de las catacumbas».

    Era anticlerical, inteligentemente, serenamente, sin fobias, como lo es el andaluz medio. En una época en que el término católico era empleado en sentido restrictivo, escribe: «Los cristianos que quieren ser universales o católicos...» (El Libro Nuevo. Manusc. AB-45).

 

Volvieron, pero él no

    La «sentencia» del «Tribunal» que condena a muerte al patriota andaluz le impone una «sanción de 2.000 Pts.» que recae sobre «una finca con 138 Pts. con 85 céntimos de líquido imponible, donde existe una casa con valor aproximado de 30.000 Pts. Esta es la situación económica en que todo un notario deja a su viuda y cuatro hijos aún niños, después de veintiséis años de profesión.

    1936. Dar-Al-Farah, Casa de la Alegría, casa de Infante en Coria del Río. Por la ladera, los olivos; en los tapiales, blancos geranios y jazmines. Sobre la puerta, el escudo que ha perseverado valiente hasta hoy. Dando la cara y comprometiendo a los hijos. Una mujer, la suya, vive la monotonía de un día más mientras anota la compra de la casa. Abrimos hoy la agenda feme­nina: «Agosto - Domingo, 2, - Nuestra Señora de los Angeles - Gastos - Carne - P... - Empezando a tomar la cuenta de la plaza estaba, cuando llamaron a la puerta principal y se presentaron por la falsa al ir a abrirla. El sargento Crespo, de Falange y otro y la casa rodeada. Llévanse a Blas. Se lo llevaron, así como al aparato de radio y el altavoz, a las 11 y 1/2 de la mañana de hoy. Los aparatos volvieron, pero él no».

Pasamos páginas: «Agosto - Martes, 11 - Blas - Pan, 2.00 - Ani­ta, 6.00 - Carbón, 2.00 - Pan, 2.80 - No pagó la leche el de Salvador».

La muerte ha llegado. La vida sigue.

 

 

OBRAS DE BLAS INFANTE

 

Entre editadas (14) e inéditas (3, más 3.000 manuscritos de variada temática), Infante escribió 17 obras. De las publicadas, 8 están agotadas en 1980. Aparecen aquí según la cronología de su redacción. No se incluyen los artículos en revistas o periódicos.

1914  Moción al Ayuntamiento de Sevilla, Tipografía Gironés, Sevilla, 27 págs.

1915  El Ideal Andaluz, Ed. Biblioteca Avante, Sev., 1915. Reeditado por Túcar, 1976, mutilado en 13 capítulos, con introducciones de E. Tierno Galván y Juan A. Lacomba. Agotado.

1916  La Obra de Costa, Ed. Biblioteca Avante, Sev., 16. Agotado.

1917  La Sociedad de Naciones, en colaboración con J. Andrés Vázquez, Ed. Biblioteca Avante, Sev., 17. Agotado.                  

1919 Manifiesto Andalucista de Córdoba 1919 - Ideario de la Nacionalidad, Ed. Centro Andaluz, Córd., 19. Reeditado por P.S.A.-P.A., Sev., 79, con comentarios de J. Aumente, M. Ruiz Lagos y J. M a de los Santos.

1920  Motamid, último rey de Sevilla, Ed. Biblioteca Avante, Sev., 20. Agotado.  

1921  Cuentos de Animales, Ed. Biblioteca Avante, Sev., 21. Agotado. Los Mandamientos de Dios a favor de los animales, Imprenta Váz­quez, Sev., 21, Agotado.

La Dictadura pedagógica, Ed. Biblioteca Avante, Sev., 21. Agota­do.

Reelección Fundamental - Primer Volumen - La Religión y la Moral, Ed. Biblioteca Avante, Sev., 21. Agotado. Abreviatura: Ree­lecc.

1929  Fundamentos de Andalucía - 1 ° serie de Cartas Andalucistas. Inédito.

1929-31  Orígenes de lo flamenco y secreto del cante jondo, recopilado por M. Barrios. Ed. Junta de Andalucía, Sev., 80.

1931  La verdad sobre el complot de Tablada y el Estado libre de Andalucía, Ed. Juntas Liberalistas, Sev., 31. Reeditado por Aljibe, Gra­nada 79.

1935  Cartas Andalucistas de Septiembre de 1935. Ed. Juntas Liberalis­tas, Sev., 35. Agotado. Recogido por J.L.O. de Lanzagorta en B. Infante Vida y muerte de un hombre andaluz, Ed. Fernández Nar­bona, Sev., 79, pp. 237 y 245.

1936   Manifiesto a todos los andaluces, Imprenta Municipal, Sev., 36. Agotado. Recogido por O. de Lanzagorta en igual obra, pp. 251-254.

?        El Libro Nuevo, inédito.

?        Almanzor, drama inédito.