En
el Islam no puede existir la noción cristiana de “pecado”: un musulmán no
puede imaginar que el ser humano “ofenda” a Dios que en ese caso sólo
inspiraría compasión a causa de su vulnerabilidad. Si no es posible el pecado
en el Islam, tampoco encontraremos su corolario lógico: el sentido de la
culpabilidad. El drama cristiano de la pasión y la redención no es para un
musulmán otra cosa que el fruto de un extraño desequilibrio del morbo humano.
Allah está por encima de cualquiera de estas consideraciones: su Amor a lo que
ha creado, a la que ha surgido a partir de su acto, no se traduce en la puesta
en escena de una tragedia, ni el Amor que el hombre siente hacia Él nace de la
pena sino de la contemplación de su Belleza manifiesta en toda su obra.
Lo
que sí enseña el Islam es la enorme trascendencia de una constatación: que el
ser humano es capaz de dañarse a sí mismo, de ser injusto consigo mismo, de
ser un “dálim náfsah”, alguien que impide a su propia existencia la
plenitud del que se acerca a Allah,
alguien que “apaga” la luz de su naturaleza primordial. El Islam enseña que
la obra más insignificante de cada hombre tiene una dimensión y un alcance que
se le escapa: sus actos, sus movimientos, el más breve de sus latidos, en
cierta manera, lo marcan porque no sólo se realizan en el ámbito de lo que
controla sino que tienen su propia justicia. En cada gesto del ser humano hay
algo que es eterno y espera en la eternidad del Uno su fruto, la realización de
su verdad en Allah, y que es fruto dulce para el que ha ejecutado esa obra (el
Yanna) o bien puede ser amargo (el Nar). Los actos del hombre construyen su
destino en el Jardín o en el Fuego. Esa naturaleza de la acción humana ha sido
también creada por Allah y es el secreto de la soberanía de cada hombre.
Existe
una amplia terminología coránica para designar los matices de esos actos
transcendentes que implican autodestrucción de las facultades del hombre: genéricamente
son traducidos por los arabistas cristianizantes por “pecados” traicionando
así su verdadera y última significación: má´sía, izm, sáia, dzanb,
...etc. No nos detendremos aquí a analizarlos pero sí retendremos uno “dzanb”,
cuyo plural es “dzunúb”. Su contrario es la “hasana” o acto que
embellece al ser humano y lo hace progresar hacia Allah-Uno. Los “dunub” son
todas las acciones o movimientos con los que el hombre falta a la Verdad de las
cosas, con los que traiciona la autenticidad del universo (como enseña el Quran,
Allah ha creado con la Verdad, es decir, con la Verdad como naturaleza de la
existencia, como esencia de todo cuanto es, y Allah es la Verdad-Una en la que
todo adquiere realidad). Los “dunub” son como añadidos, como algo ajeno que
no es propio a lo querido por Allah, como una salida fuera de lo Real. El
“danb” lo engaña, lo hechiza, lo confunde, hasta hacerle creer que
verdadero lo irreal y ese es el Fuego del tormento tras la muerte. Los ídolos
que el hombre crea lo apartan del disfrute de la Verdad existencial de Allah: el
engaño, la traición, la calumnia, el robo, la injusticia, el asesinato, el
rencor..y sus actos son considerados “dzunub” que alejan de lo verdadero
sumiendo a quien los realiza en las tinieblas del Fuego, son como falsos ídolos
que seducen al hombre hasta que éste confía en ellos en lugar de confiar en
Allah, y sus dioses lo defraudarán tras la muerte, y entonces no encontrará a
Allah y sí la más absoluta de las desolaciones que lo abrasará por siempre en
la eternidad del Uno.
El
Quran nos avisa e insiste contra los “dzunub”, nos ordena evitarlos en la
medida de lo posible con tosas las fuerzas, pues con ello “sólo nos causamos
daño a nosotros mismos”, nos destruimos, nos hacemos “injustos” olvidando
nuestros propios derechos, Al contrario, el Quran nos invita a las “hasanat”
con las que nos favorecemos en el más amplio sentido de la expresión ya que
nos invita al a sinceridad, a la lealtad, a la autoexigencia, al salat...La
Sunna en muchas ocasiones amplía nuestra idea acerca de lo que son los “dzunub”:
incluso la suciedad física es causa de dolor y sufrimiento tras la muerte, del
mismo modo que la sonrisa es una “hasana”.
El estudio del Fiqh, el conocimiento de lo Haram y lo Halal, nos ayuda a evitar muchos de los “dzunub”, pero evitarlos de modo absoluto es completamente imposible. Realizar “dunub”es inevitable al ser humano y no sólo porque su conocimiento de las realidades y sus frutos sea limitado. Allah desea seres perfectos porque quiere ser Generoso. El Hadiz enseña: “Todos los descendientes de Adán cometen errores, pero el mejor de los que cometen errores es el que se vuelve hacia Allah....” esperando de su generosidad y magnificencia. Allah “disculpa” al hombre: esto quiere decir en árabe que le evita el fruto de su acción-dzanb. En este sentido debemos interpretar el término “perdón”de Allah (mágfira o gufrán): es la Tolerancia de Allah con la que va en contra de su propia norma a favor del hombre que se vuelve hacia Él. Entonces Allah recibe un Nombre amado por Él: Gafir, Gaffar o Gafur, el que perdona, el que esconde al hombre de su Propia Justicia. A la acción de disculparse ante Allah se le llama “Istigfar” y se expresa con las palabras: “Astágfirullah”.