Sidna
Abu Bakr era independiente del mundo, y por ello el mundo lo detestaba. Las
desgracias no dejaron en ningún momento de cebarse en él y acosarlo, y así
era puesta a prueba su sinceridad. Siguió un camino recto, buscando la Verdad
singular: a pesar de que la vida quería desviar su atención, él nunca dejó
de mirar hacia delante sobre su senda segura. Dijo: “Allah es Uno”, y no
desistió hasta encontrarse con Él. “El Tasawwuf es aferrarse a lo esencial
cuando todo pretende confundirte”. Y también ha sido dicho:”El Tasawwuf
consiste en estados interiores irreductibles, comportamientos puros y esencias
manifiestas”.
Rasulullah,
sallallahu ´alayhi wa sallam, lo llamaba ´Atiq an-Nar, el que se ha liberado
del Fuego que consume a los hombres, Su rostro era hermoso y sus orígenes eran
puros. Su madre tenía partos difíciles y ninguno de sus hijos sobrevivía;
cuando él nació sano, lo llevó ante la Kaaba y dijo: “Allah, éste es un
liberado de la muerte, guárdamelo”.
Abandonó
cuanto poseía para seguir al Mensajero (s.a.s.) y ofrecía su vida por él. Su
entendimiento era ágil, su respuesta rápida y su firmeza ejemplar. Cuando
todos enmudecían ante una calamidad, él encontraba algo sabio que devolvía a
todos la calma y la certeza. Murió Rasulullah y la comunidad sufrió un duro
golpe y los ánimos se alteraron. ´Umar arrebatado por la pasión, subió al-mimbar
y amenazó de muerte a quien osara decir que el Mensajero había muerto. Pero a
Abu Bakr nunca lo abandonó la serenidad; hizo callar ´Umar y dijo: “Quienes
adoraban a Muhammad que sepan que ha muerto, y quienes buscaban a Allah que
sepan que Allah está vivo y no muere”. Y por ello se ha dicho que fue el más
valeroso de los Sahaba en sus palabras y en sus actos.
Hizo
de la sinceridad su primer paso hasta que desembocó en el océano de la pureza.
Ascendió por los grados de la plenitud hasta deshacerse de todo residuo de
falsedad. Nada podía confundirlo, y ante él se mostró la Verdad en toda su
grandeza. Se ha dicho: ”El Tasawwuf es la soledad del hombre ante su Señor
Uno”. Sabía que nada habría de llevarse a la tumba, y por ello se volcó
hacia lo que complace a Allah. Se ha dicho: “El Tasawwuf es divorciarse del
mundo y abandonar aquello en lo que se entretiene el negligente”.
Era
severo consigo mismo. El recuerdo de Allah le hacía llorar, y su llanto
contagiaba a los que le rodeaban. Tal era la fuerza de su amor que de su boca
salía el olor de las brasas que consumían sus entrañas. Se ha dicho: “El
Tasawwuf es sentir las llamas del anhelo por el Amado”. Su aspiración era
elevada; su deseo no era otro que Allah. Y se ha dicho: ”El Tasawwuf es rigor
en el caminar hacia el Rey de los Reyes”, y también: “El Tasawwuf es alzar
la ambición hasta el Dueño de todos los favores”.
Su
virtud era la moderación. Evitaba todos los excesos y frivolidades. En el comer
y en el beber era austero, y jamás probaba bocado o sorbo de algo cuyo origen
desconociera. Una vez bebió leche que le ofrecía un hombre; cuando le preguntó
cómo la había conseguido le respondió que se dedicaba a hacer sortilegios y
que le habían pagado con esa bebida. Abu Bakr introdujo sus dedos en la boca
hasta que la vomitó todo, y dijo: “Allahumma, te pido disculpas por lo que ya
se ha mezclado en mi sangre”.
Su
silencio era admirable. Se señalaba la lengua y decía a la gente: “Ésta es
la culpable de los males que aquejan a los hombres”. Se ha dicho: “Nada hay
de bueno en las palabras que no se refieran a Allah ni nada hay de bueno en la
riqueza que no se gaste por Él. Ni nada hay de bueno en aquél al que la
ignorancia hace grosero ni en aquél que no diga la verdad por temor a ser
censurado”.
Cuando
se levantaba para hacer el Salat quedaba petrificado de espanto pues era
consciente de ante Quien se había puesto en pié. Poco antes de morir, durante
su enfermedad, le preguntaron: “¿Traemos a un médico?”. Y él respondió
que el médico ya lo había visto y que le había dicho: “En mis Manos está
hacer lo que Yo quiera”. Cuando era lavado para su entierro, una voz dijo a ´Ali:
“Traed el amado al Amado. El Amado desea reunirse con su amado”. Radiyallahu
ta´ala ´anhu wa ardáh.