Al principio y al final está el
jardín. Tanto para musulmanes como para cristianos y judíos, el jardín del Edén
y el paraíso abarcan el destino de la humanidad . El Corán da descripciones
detalladas del jardín eterno, que es "tan amplio como el cielo y la tierra
y en cuyas tierras bajas fluyen riachuelos"; en donde hay "árboles
sin pinchos que dan sombra" con "frutas que cuelgan a ras de suelo",
y en el que "creyentes vestidos ricamente yacen sobre lechos que parecen de
oro". Es un jardín con muchas fuentes y ríos que llevan agua, leche, miel
o vino "que no emborracha" Algunas fuentes están aromatizadas con
alcanfor y jengibre, y sus aguas, mezcladas con vino, son ofrecidas a los
creyentes por "los adolescentes eternamente jóvenes" y por "huris
de grandes ojos virginales; las vírgenes del paraíso "con pechos
henchidos, comparables a perlas bien guardadas"
Parece
tratarse de parques paisajísticos, que -como las puertas y los porteros son
nombrados- están cercados por murallas. La Sura 55 del Corán habla de dos
jardines iguales, junto a los cuales hay aún otros dos jardines; estos cuatro
jardines poseen fuentes efervescentes, árboles que dan sombra, frutas exquisitas
y bellas huries. En el jardín celestial también hay tiendas y edificios:
viviendas, casas, castillos y aposentos, además de "salas, en las que
fluyen riachuelos". Pero todos estos edificios están repartidos por el
jardín y de ningún modo recuerdan a una ciudad. El término de "Jerusalém
celestial" (o aquí más bien Meca), es ajeno al Islam.
Entre los términos
que el Corán utiliza para el paraíso, el más frecuente es
ÿanna (pl.
ÿannat; en castellano, jardín). "Edén"
se llama
adn
o
ÿannat
adn; y
a
menudo se habla de
ÿannat
naim
("jardín
de las delicias"),
ÿannat
al-mawa
("jardín
del refugio"),
y
ÿannatal-juld
("jardín
de la inmortalidad"). La palabra
rauda
aparece para el jardín celestial, pero también, ya
un poco más tarde, en relación con la tumba de Muhammad (s.a.s.). La
denominación
firdaus,
del que se deriva nuestro "paraíso';
pasando por el griego "paradaison;' procede del persa.
Las
relaciones entre jardín y paraíso en el Corán son unívocas y están
expresadas claramente. Sin embargo, estaríamos equivocados si quisiéramos
ver -como a menudo sucede- el
efectivo arte de jardín del Islam sólo bajo
estos aspectos religiosos y literarios. Bajo el cielo protector, hay una gran
variedad de bellos jardines ciertamente enraizados en la tierra.
El Corán no da ninguna directriz precisa para el arte de jardín. Del texto sagrado se puede extraer la importancia de las sombras de los árboles y del agua corriente, pero también la protección mediante muros circundantes, el embellecimiento por los edificios ricamente decorados y esparcidos en el verdor, y la falta de flores, grutas y estanques. En conjunto, el mosaico barada en la Gran Mezquita de Damasco se acerca mucho a tales conceptos.
Estos términos de paraíso y
jardín están marcados por los sueños de los habitantes del desierto de
Arabia, que conocían las instalaciones de Paradaison, al menos por los relatos.
En el Magreb y en la península Ibérica predominaban las tradiciones romanas;
en el Punyab, las antiguas tradiciones indias. Surge la pregunta de si se pueden
crear, partiendo de estas diferentes tradiciones locales, las distintas formas
de jardín del mundo islámico, o si la base coránica da a todos los jardines
un denominador común.
Como
la mayoría de los países islámicos estaban situados en cálidas y secas
regiones con cultura de oasis, uno de los problemas principales del arte de jardín
era siempre el del riego. Tanto el mundo islámico occidental como el oriental
habían heredado de Persia el sistema de los qanawat, y lo habían ampliado.
Canales subterráneos, es decir, protegidos de la evaporación solar, eran
conducidos desde regiones altas donde abundaba el agua hasta regiones lejanas.
Se construyeron accesos abiertos a estos canales para facilitar las labores de
mantenimiento. Ya a lo lejos se reconocen las instalaciones de los qanawat, que
se extienden en el panorama desértico como una larga cadena de perlas. Si el
clima lo hubiese permitido, se habrían construido en su lugar canales abiertos.
Los sistemas
de distribución, por otra parte, estaban muy bien ideados y controlados, tanto
en los qanawat como en los canales. En los jardines principescos el agua fluía
por canales adornados con azulejos hasta los aposentos, manaba de las pilas de mármol,
corría por las escaleras de agua y por las barandillas, y pasaba por los muros
embaldosados con azulejos de colores. Los leones eran un motivo muy apreciado
para fuentes (no sólo en La Alhambra).
Desde el apenas desarrollado
parque paisajístico hasta el "hortus condusus" existen las clases más
diferentes de jardines. El amplio parque paisajístico amurallado, la idea
fundamental del paraíso coránico, se encuentra -o se encontraba, ya que
precisamente estos cinturones verdes que rodean las ciudades han sucumbido la
mayoría de las veces al urbanismo moderno- desde la India hasta Marruecos y
Andalucía. En el Magreb, aparece frecuentemente la palabra bereber
agdal,
que significa "el pasto de
secano"
buhaira
(del árabe bahr; en castellano, "mar")
denomina en cambio un parque regado artificialmente.
Agdal
se utiliza la mayoría de las veces para zonas
verdes no regadas; no obstante, los palmares del agdal de Marrakech son regados.
En tales parques se realizaban juegos de jinetes y cazas, como documenta un
cuadro de Qasr al-Hair al-Gharbi.
En la
otra parte hay un cercado y protegido jardín de ocio, en el que galerías de
pilares y columnas rodean florecientes y aromáticos arbustos y árboles. En
amplias zonas del mundo islámico, esta clase de jardín tiene su forma más
modesta en la burguesa casa municipal, que ofrece en el centro una pila cercada
por tiestos de flores para disfrute del propietario y de los invitados. Estos
jardines -la mayoría de las veces llamados
riyad
(sing., rauda)- estaban siempre dispuestos de forma
ortogonal, ya fueran cuadrados o rectangulares, ya para príncipes o para
ciudadanos. En las instalaciones reales, las suntuosas salas se abren en el
centro de los lados hacia los jardines y están unidas las unas a las otras
mediante avenidas peraltadas. El "jardín partido en cuatro" de este
tipo está muy propagado en el mundo islámico occidental. Aquí, los caminos
cubiertos con mármol o azulejos transcurren en lo alto sobre los parterres,
colocados como pilas cuyas paredes (que pueden ser de hasta dos metros de
altura) están adornadas con pinturas o azulejos. El visitante del jardín no
pisaba ni la tierra ni la hierba, y tampoco recogía flores, sino que respiraba
el aroma de los árboles ornamentales -las plantas cítricas eran especialmente
apreciadas- y admiraba las flores. El centro del cruce de ejes está configurado
como
terraza con una pila o un
pabellón, Este modelo de jardín fue ya adoptado para la ciudad soberana
andaluza del siglo X, Medina Azahara; también está documentado en la Sevilla
de los siglos XI y XII, y fue instalado todavía en el Marruecos del siglo XIX.
En el Próximo Oriente existen jardines interiores similares, pero el principio
de la marcada elevación de los caminos parece característico del Islam
occidental. Mientras que la configuración del cruce de ejes se remonta con toda
seguridad al arte de jardín romano, el origen de los caminos elevados no está
claro.
El muy propagado término chahar
bagh ("cuatro jardines" o "el jardín dividido en
cuatro") es persa y no tiene en realidad un equivalente árabe. La
literatura sobre jardines islámicos suele derivar el término del "jardín
dividido en cuatro" coránico (donde en ningún caso aparece etimológicamente),
porque en la Sura 55 se mencionan dos jardines en dos ocasiones. No se puede
suponer que esta mención tan imprecisa de cuatro jardines sea por sí sola la
raíz del jardín con cruce de ejes; los modelos
eran, junto a las consideraciones prácticas, igualmente decisivos. Los famosos
jardines reales persas -conocidos como chahar bagh y construidos
hasta en la India de los mogoles-, si bien están siempre dispuestos de forma
estrictamente geométrica, a menudo están divididos en más de cuatro partes
por caminos y canales, de tal manera que al final el dato de "cuatro"
debía tan sólo expresar el estricto esquema geométrico. Algunos de estos
jardines están colocados sobre terrazas situadas las unas sobre las otras, con
lo que la pendiente podía ser luego utilizada para juegos acuáticos; pisos de
azulejo, canales y parterres de flores eran típicos de estos jardines, que servían
de modelo a "las alfombras de jardín" persas. Entre los principescos
parques paisajísticos suburbanos para cabalgar y cazar, y el también
principesco jardín de ocio ricamente decorado, que invita exclusivamente al
placer pasivo, había una serie de jardines que combinaban funciones utilitarias
y de lujo; los
munya,
ricas propiedades rurales en las que el propietario había hecho
plantar huertos, vides y árboles frutales junto a salas suntuosas y pasillos de
columnas. Esta clase de paisaje configurado se basaba en tradiciones romanas.
A menudo, los jardines servían también de lugar de
reposo de los muertos. Aquí se podía tratar de paisajes casi sin forma, de
cuidados parques dispuestos de un modo bien resuelto, de jardines
"divididos en cuatro" o de riyads.
En Rabat (Marruecos),el amplio cementerio junto al mares un paisaje
verde apenas sin estructurar con lápidas anónimas sin adicionales intentos de
embellecimiento. Los complejos funerarios reales de los otomanos se encuentran
en parques paisajísticos, como por ejemplo en Bursa, donde son parques románticos
en los que la simetría cede a la naturaleza. Cabe la tentación de pensaren la
diferencia entre jardín "inglés" y "francés" . Por el
contrario, las tumbas de los soberanos indios-la más famosa de las cuales es
el Taÿ Mahal- son ricas instalaciones de cruce de ejes con canales, juegos de
agua y suntuosos monumentos.
La belleza del edificio debía ser
aumentada adicionalmente con la vista hacia el paisaje exterior. En Andalucía y
Marruecos, algunas tumbas dinásticas están dispuestas como edificios con
jardines interiores; en Marrakech, sin embargo,
los pabellones funerarios de los sadíes están situados en un jardín, y las
tumbas de los mariníes en Fez y en Rabat se hallan en jardines paradisíacos.
Como típica arquitectura de jardín se pueden considerar las galerías y salas,
que comprenden los jardines interiores, y los pabellones al aire libre en los
jardines, que podían adoptar proporciones del todo considerables. Las salas
estaban a veces empotradas en torres macizas -como la torre de Comares en La
Alhambra-, pero también podían ser sencillas salas abiertas, como por ejemplo
las edificaciones en la parte angosta del Patio de la Acequia en el Generalife.
Los pabellones al aire libre podían ser extremadamente rudos, como el Manzah en
los jardines reales de Meknés, o gráciles y refinados, como los quioscos en
los jardines de Topkapi Sarai en Estambul.
Estas arquitecturas se amoldaban
siempre a las tradiciones de construcción de la correspondiente zona y tan sólo
son comprensibles partiendo de éstas. Reciben un denominador común mediante su
función como arquitectura de jardín: siempre son edificios abiertos y con
vistas a los jardines situados enfrente de ellos o a su alrededor. En La
Alhambra, como en el Taÿ Mahal, esta exigencia incluye incluso las vistas al
paisaje de fuera del complejo. Las magníficas salas en las alas circundantes
parecen haber sido la mayoría de las veces salas de recepción, en las que la
belleza y la armonía eran un símbolo de la categoría del propietario. Por el
contrario, los pabellones parecen haber estado destinados al descanso, tanto
para reuniones sociales como para dormir plácidamente.
Es seguro que el tema literario
del paraíso como jardín y del jardín como paraíso es intemporal en el
Islam, a pesar de que, tomado al pie de la letra, los jardines reales del Islam
tienen que ver relativamente poco con el paraíso coránico. En éstos se puede
determinar mucho más la supervivencia de las tradiciones de arte de jardín
preislámicas, que acabaron en parques paisajísticos en los otomanos y en
grandes y artísticos jardines repetidamente divididos en Persia. Todos estos
jardines, que en la India islámica fueron dispuestos con todavía más ostentación
y con juegos acuáticos. tienen en común el esquema básico geométrico.
La simetría de ejes parece ser la ley básica,
incluso cuando los diferentes ejes a veces están sutilmente desplazados (por
ejemplo, en el Patio de los Leones de La Alhambra).Todos estos jardines se
asemejan en cuanto a la abstracción de motivos procedentes de la naturaleza,
tan determinante en el arte islámico. La naturaleza se convirtió en arte,
tanto en el arabesco como en los jardines.