Bagdad

 

En el año 750 de la era cristiana Abu Abbas alcanzo el cargo de Califa en la ciudad de Kufa. Este hecho fue precedido y sucedido por la persecución y exterminio de casi todos los miembros y amigos del clan Omeya,  es el inicio de la dinastía Abbasí. Este cambio dinástico en la jefatura del Dar al-Islam tuvo un reflejo en el terreno geográfico, con el traslado de la capital de Damasco a Bagdad. La ciudad de Bagdad en su planta y propósito es una evidente heredera de las antiguas ciudades del imperio persa, como Ctesifonte o Ebtana. Ciudades que, como Bagdad, han sido edificadas  a partir de una planta circular, y con la clara intención de ser una sede permanente del poder y la administración y al mismo tiempo un símbolo de los valores e ideas de una dinastía

 

Durante el inicio del califato abbasi tenía lugar un fundamental debate en el seno del Islam, y las ciudades musulmanas eran los centros culturales más importantes del mundo. Dos corrientes los partidarios de la racionalidad mutazili y los partidarios de ibn Hanbal polemizaban acerca del libre albedrío, la predestinación divina y las afirmaciones sobre Allah y sus atributos.

 

En el terreno artístico las formas decorativas propias del arte islámico se consolidaron adquiriendo un carácter propio cada vez mas alejados de sus ejemplos iniciales basados en el arte griego o romano y en el arte persa. Fue un periodo en el que todo el mundo islámico y gran parte de occidente miraba hacia la ciudad de Bagdad en busca de la belleza, la cultura, el conocimiento, el refinamiento (no podemos olvidar la notable contribución de Ziryab a la consolidación cultural y protocolaria de la corte de los califas Omeyas  de Córdoba), la literatura…

 

La ubicación de Bagdad a las orillas del Tigris  la convertía en un puerto que servia como nudo de comunicaciones entre las ciudades del golfo Pérsico, la India y el interior hasta el Mediterráneo. Un siglo después de su fundación el crecimiento de la ciudad había superado las murallas circulares y dos siglos más tarde la planta de la ciudad ya nada tenia de circular ante el progresivo aumento de la población. Cientos de personas llegadas de todo el mundo islámico fueron paulatinamente agrandando las dimensiones de Bagdad. La muralla original de Bagdad tenía cuatro puertas la del Jorasan al noroeste, la de Basora al sureste, la de Kufa al suroeste, y la de Damasco al noroeste. El acceso por estas puertas se hacia en recodo simple para aumentar la dificultad de acceso en el caso de un asalto. Cuatro grandes avenidas conducían desde las puertas hasta el centro de la ciudad y a lo largo de estas se encontraban numerosos comercios, tiendas ambulantes, oficinas, talleres, escribientes, deambulaban las más extrañas especies animales, caravanas cargadas con productos de oriente y de occidente, soldados…marineros que contaban de sus viajes. En el centro exacto de la ciudad se situaba el poder de Bagdad, en un círculo de murallas interiores. Allí residía en  su palacio el califa y su sequito personal, la familia del gobernante y los funcionarios. La armería, el tesoro público, los cuarteles y la mezquita eran otras edificaciones construidas en el centro de la ciudad junto al palacio califal.

 

El final de la dinastía abbasi tardaría en producirse pero ya en 941 el derrumbamiento de una parte del palacio califal durante una terrible tormenta pareció presagiar la llegada de los Buyíes a Bagdad , que se establecieron como “protectores” de la dinastía abbasí pero que de hecho se limitaron a depredar la riqueza económica del Imperio, a los buyíes les siguieron los turcos seljucidas que hicieron lo propio, aterrorizando y matando a todo aquel que se les interponía. Fueron muchos los bagdadies que pensaron que el final de los tiempos había llegado cuando  las hordas mogolas dirigidas por Hulagu Kan sembraron la destrucción en toda Mesopotamia, y atacaron la ciudad de Bagdad.

 

El ataque de los mongoles marcó el final de la dinastía abbasí pero no fue el final de la ciudad de Bagdad ni de sus habitantes. Muy al contrario de lo que deseaban los agresores mongoles la ciudad sobrevivió a su ataque. Y no solo Bagdad sobrevivió al ataque mongol si no que además la ciudad fue testigo del final del imperio mongol  y de la conversión de estos al Islam.

 

Muchos imperios y guerras han pasado por la historia desde que Bagdad existe y muchos otros antes que los imperialistas angloamericanos han intentado destruir o conquistar Bagdad y todos pagaron un alto precio por su estupidez. Mientras Allah quiera, Bagdad seguirá ahí, recordándonos cuan alto grado de civilización alcanzaron los pueblos que leen el Corán y se someten a la voluntad de Allah.

 

Autor: Siray Munir