Taj
Mahal
El
último día del año 1627 Shah Jahan fue proclamado en Lahore emperador de los
mogoles. Cuando Shah Jahan subió al trono el imperio mogol abarcaba todo el
norte de la actual India y
parte
de Pakistán. La presencia de los mogoles en la india se remonta a 1398, cuando
Timar-i-leng, más conocido en occidente como Tamerlán, llegó hasta las
orillas del Indo con el firme propósito de seguir avanzando hacia el sur.
El
ascenso al trono de Shah Jahan esta marcado por los asesinatos de su hermano,
dos primos, y dos de sus sobrinos, posibles rivales, que aunque inicialmente
hubiesen aceptado al nuevo emperador eran, en potencia, origen de futuros
enfrentamientos y guerras civiles. Esta estrategia servia como excusa a los
miembros de la corte para llevar a cabo ajustes de cuentas y alcanzar mayores
cotas de poder y riqueza.
Shah
Jahan emperador de los mogoles fue, durante el reinado de su padre un hábil
militar que supo sofocar en más de una ocasión las rebeliones que se sucedían
en el sur de la India, en la zona del Deccan. Durante estas campañas militares
siempre era acompañado por Arjumand Banu, más conocida como Mumtaz Mahal, o la
“Excelencia del palacio” su esposa. Mumtaz Mahal le había dado trece hijos
de los que solo siete sobrevivían, durante el parto del decimocuarto, Mumtaz
Mahal fallecio. Con la muerte de su esposa Shah Jahan perdió a su principal
consejero y apoyo en el gobierno. Era bien sabido en toda la corte que cuando se
redactaba cualquier documento oficial era llevado al harem donde Muntaz Mahal
los marcaba con el sello real. Pero además existía un profundo lazo afectivo
entre los dos como lo evidencia la paulatina retirada de la vida pública del
emperador, tras la muerte de ella. Cedió el mando de las expediciones militares
a sus hijos mayores y prefirió permanecer en
Agra, Delhi o Lahore dedicándose a su actividad favorita: la
arquitectura. Tomó parte activa en el diseño y dirección de las obras del que
habría de ser el mausoleo para su esposa y que hoy puede ser considerado como
una de las más bellas y magnificas obras de arte: El Taj Mahal
El
arquitecto de esta magnifica obra del arte islámico parece que fue Ustad Isa
Afandi que provenía
de Persia o de Turquía, pero que en todo caso tuvo que colaborar con el mismo
emperador en la elaboración del proyecto e incluso es posible que tuviese que
colaborar con el arquitecto Makramat Kan que habia diseñado el “Fuerte
Rojo” de Agra.
La
planta del Taj Mahal
presenta
una estructura amurallada de forma rectangular, en cuyo centro crece un jardín
dividido en cuatro partes, en clara alusión al jardín del Paraíso. El
mausoleo se sitúa al
final
del jardín, y todo lo que abarca el recinto amurallado se orienta hacia él. Al
oeste del recinto se construyó una mezquita funeraria y al este una sala para
el recibimiento de invitados. Se accede al recinto por el sur , donde se hallan
próximas otras tumbas para esposas de Shah Jahan. Una interesante
particularidad que presenta el jardín es que los cursos de agua que dividen en
cuatro parterres el jardín confluyen en un estanque central. Los cuatro
alminares al aire libre rodeando el mausoleo son otra innovación en el formato
habitual de las tumbas mogolas.
Pero
hay dos cualidades que hacen de este monumento algo excepcional: un sentido del
equilibrio y mesura de las formas sin igual hasta entonces en toda la
arquitectura mogola y la riqueza de los materiales que se emplearon en su
construcción. Sus proporciones son la máxima expresión de la arquitectura
mogola , y se asemeja a un gigantesco joyero que descansa sobre una plataforma
cuadrada con alminares de cuatro plantas en cada esquina. En su decoración
exterior destaca la obra caligráfica de Amanat Kan. Textos coránicos se
extienden por el monumento, brillando sobre el mármol blanco, reflejando la luz
solar a lo largo del día. El interior de la tumba muestra motivos de flores con
piedras preciosas incrustadas, decoración que a pesar de su riqueza material se
desarrolla con el mismo equilibrio y mesura que definen las proporciones del
edificio.
En la entrada podemos encontrar unos versos persas que definen perfectamente la impresión que se deseaba causar en el visitante: “Salud, morada, que tu estas bendecida como el jardín del paraíso. Salud exquisito edificio, ¡más alto que el trono divino!”.