EL ORIGINAL DE LA CARTA A HERACLIO

 

 

                Acabamos de ver, en artículos anteriores de este conjunto de estudios sobre Sira que está ofreciendo Musulmanes Andaluces, en qué circunstancias el Profeta se dirigió a Heraclio a final del año 6 H. Entre los orientalistas, Goldziher no encuentra ninguna disparidad con el relato islámico.

 

              Buhl lo encuentra legendario, porque ya que dice que según los informes islámicos, los enviados de Muhammad habían adquirido milagrosamente el don de hablar la lengua de los países donde decían dirigirse, como los apóstoles de Jesús. Pero es que el biógrafo tuvo la mala suerte de examinar un pasaje mutilado, quizás el de la casa de Ibn Sa’ad; el relato completo que un día el Profeta había propuesto enviar unos embajadores a los soberanos extranjeros; les contó primeramente la historia de los apóstoles de Jesús, sus indecisiones y la forma milagrosa de cómo habían aprendido las lenguas extranjeras. Luego eligió a sus enviados, y para cada país eligió a uno que ya lo conocía. El kalbita Dihya tuvo como misión llevar la carta al gobernador de Busra (Palestina); fue por casualidad que Heraclio que iba camino de Jerusalén recibiera al embajador personalmente.

 

              Las objeciones de Caetani tienen una apariencia más racional; veámosla:

              a) “Las fuentes señalan el envío del delegado hacia el fin del año 6 H.; y son ellos los que mencionan que hacia la mitad del mismo año, esta delegación había sido saqueada por las tribus árabes en el camino de regreso; de lo que resulta un evidente anacronismo”. Efectivamente todo el mundo está de acuerdo que el envío de embajadores tuvo lugar al retorno de Hudaibiyah (Dhu’l-Hiyyah 6 H. o Muharram 7 H.). El incidente del saqueo de los equipajes de Dihyah y de las represalias data del 6º mes del año 6. Se comprende cómo se produjo este error. No se tuvo en cuenta la intercalación, practicada en el calendario mequí, causante de una diferencia de dos meses en el año 6 H.; se han datado algunas veces los acontecimientos sobre la Hégira, y otras veces sobre la emigración del Profeta difiriendo esto de tres a cuatro meses: un cálculo a posteriori y una pequeña falta de atención al distinguir la Hégira y la emigración, explican este anacronismo, ya revelado por Zaini, Dahlan, y otros. El relato es conocido por otras fuentes, y el error de fechas de una sola entre ellas, no debe constituir una razón para rechazar el relato completo. En cuanto a la expresión “camino de vuelta”, Ibn Is’haq la señala según “ciertos hombres de Yudham” sin más precisiones. Puede ser que el narrador no supiera si el embajador estaba en el camino de ida o de vuelta; puede ser igualmente que la grafía “yurîd qaisar” (yendo hacia el emperador) haya sido mal leído “min ‘ind qaisar” (viniendo del emperador), las dos difieren apenas en un manuscrito. Nosotros preferimos esta última hipótesis: min ‘ind qaisar sâhib ar-rûm hîn ba’atha rasul’ullâh, sim, ilaihi, (viniendo del emperador, amo de los romanos, cuando el enviado de Allah lo envió ante él); “yendo hacia el emperador...” concuerda mejor en el contexto. La expresión mind ‘ind (viniendo de...) se encuentra igualmente en el texto justo una línea más alta, lo que puede explicar el error del copista. Relatemos una historia graciosa: según ibn Is’haq, fueron las mercancías de Dihyah las que fueron saqueadas mientras que Waqidi las cambia como “regalos del emperador”. Sea lo que sea, todo el mundo dice que las tribus islamizadas de la región corrieron en socorro de Dihyah, y que el Profeta envió una expedición de castigo bajo el mando de Zaid ibn Harithah. Según Waqidi, Dihyah acompañó a esta expedición, probablemente para identificar sus mercancías. Hisma, lugar del saqueo, se encuentra a ocho jornadas de Medina, pero una delegación formada por las gentes de este lugar llegaron a quejarse ante el Profeta de las represalias sin distinción de Zaid, no tardó más que tres noches en recorrer la distancia. El Profeta envió entonces a su yerno ‘Ali para arreglar el asunto. El Profeta partió para Jaibar, hacia el fin de Muharram (1er mes) del año 7 H., según Ibn Is’haq, en Yumada’ l-ula (5º mes) según Waqidi. En los dos casos hacía bastante tiempo que Zaid y ‘Ali volvieron de Isma a Medina antes de la partida del Profeta para su gran expedición a Jaibar, en la cual ‘Ali y Dihyah volvieran a salir de Jaibar a Siria para cumplir su misión de embajador.

 

              b) “Didyah encontró al emperador en Jerusalén, o éste se presentó cuando su vuelta triunfal de la Santa Cruz; este acontecimiento sobrevino al comienzo del año 629 (hacia el fin 7 H.) y no al comienzo del año 7 H., como las crónicas musulmanas pretenden”. Pero esta  objeción carece de valor, porque los historiadores árabes no precisan la fecha del encuentro, sino la de la salida de la delegación. Como acabamos de ver, la expedición de Jaibar en la cual Dihyah participó personalmente, tuvo lugar aproximadamente el fin del primer mes del año 7 H. (y según Waqidi en Yumada l-ûla); Dihyah debió ir enseguida a Busra para darle al gobernador de la región la carta del Profeta. Es el gobernador quien la transmitió al emperador, que entonces en Emese, se encaminaba piadosamente caminando hacia Jerusalén. Según Theophane (750-817) que según LA GRAN ENCICLOPEDIA “no tuvo siempre la exactitud, el sentido crítico y la imparcialidad necesaria” –el emperador se trasladó a Jerusalén (Aelia Capitolina) en la primavera del 628 (fin 7 H.); pero según Nicephore –(758-829), secretario particular de la emperatriz Irene- se trasladó en la segunda parte de septiembre del 628 o sea el famoso Yumada’l ula 7 H.). Los cronistas eclesiásticos afirman que el emperador participó en la fiesta de la Exaltación de la Cruz que se celebró el 14 de septiembre. Que fuera en septiembre de 628 o en la primavera de 629, no hay ningún inconveniente para la embajada islámica, porque los caravaneros de entonces no viajaban de un día para  otro; el embajador debió pedir audiencia por el gobernador de Busra en vista de la inminente llegada del emperador a Jerusalén (cf. infra 607-8).

 

              “La historia es una invención de Ibn Hicham, porque no cita el nombre de Ibn Is’haq en el relato del envío de embajadores”. Pero una lectura más atenta del texto de Ibn Hicham muestra que aunque no haya nombrado a Ibn Is’haq al comienzo del párrafo, lo nombraría después dos veces, en el mismo párrafo. Además, dice que fue sólo gracias a su búsqueda personal que tuvo conocimiento de las embajadas enviadas a Bahreim y ante los dos reyes correinantes de Yamamah, lo que viene a decir que las otras embajadas habían sido mencionadas por Ibn Is’haq (luego Ibn Hicham hizo un resumen y un reajuste). Otras fuentes como Tabari, Behaqi, Qalqachandi, citan el texto de las cartas en cuestión según el mismo Ibn Is’haq.

              “El relato no está mencionando más que por Ibn ‘Abbas”. Esta objeción de Caetani, a pesar de la poca importancia de sus consecuencias, es debida a unas búsquedas incompletas de los colaboradores de este príncipe italiano, porque el mismo relato nos es traído también por Anas ibn Malik (servidor personal del Profeta), por Jalid ibn Sa’id (secretario personal del Profeta), por Dihyah (delegado en cuestión y héroe del incidente), y por los “yudhamitas” (habitantes del lugar donde tuvo tuvo lugar el saqueo), etc.

 

              Después de haber respondido a las objeciones posibles, podemos mostrar que hay también razones positivas en favor de la veracidad de los cronistas árabes.

 

              a) Contrariamente a lo que pasa entre los árabes, las crónicas bizantinas contemporáneas silencian por un siglo aproximadamente la época que coincide con la vida del Profeta. Si los historiadores griegos posteriores no hacen mención de la carta del Profeta, no hay motivo para asombrarse,  esperar que una carta de exhortación en favor de la nueva fe, el Islam, a la que llegarían a detestar como consecuencia de los acontecimientos políticos (carta llegada además por mediación de un gobernador bizantino, cuando el viaje del emperador, y no directamente por una embajada ante Heraclio), no podía ser mirado por los griegos  cristianos como algo digno de ser tenido en cuenta. Por el contrario, la derrota del ejército musulmán en Mu’tah, por los bizantinos es citado con alegría por Theofhanes. Pero este silencio no es absoluto: Zonaras que extrae de unas fuentes hoy perdidas, menciona relaciones entre el Profeta y Heraclio. Dice: “Cuando el rey volvió triunfalmente de Persia, Muhammad, príncipe de los árabes, lo encontró... al salir de Yathrib, encontró al rey y recibió la región que había pedido para poblarla”. Vemos perfectamente los motivos de repulsa que han hecho alterar los hechos dados por Zonaras o sus fuentes, pero en el fondo algo debió haber en el origen de los hechos históricos que relata.

 

              b) Todos los autores clásicos de los árabes incluido al juicioso Bujari, hablan del envío de la carta a Heraclio.

              En el propio relato no hay nada inconcebible: Heraclio era bastante conocido por Muhammad, que había seguido atentamente sus guerras con los iraníes, como lo testimonia el capítulo 30 del Corán. El contenido de la carta cuadra bien con el momento histórico. Muhammad conocía la historia del envío de los apóstoles de Jesús: ¿por qué no imitar la conducta del profeta antecesor suyo?.

 

              d) La existencia del original no es conocida por testigos oculares: Suhaili (m. 1185) la vio en la corte de Alfonso VII de Castilla; un siglo más tarde ‘Aini habla de ella en el testimonio que da un embajador enviado por el rey Mameluco de Egipto en España. En 1211, el rey almohade Nasir ibn Ya’qûb y los miembros de su entorno vieron ellos también el precioso documento, traído por el rey de Castilla para enseñarlo al rey almohade como forma de congraciarse. Ibn Tadlallah al-Umari (1347), secretario de la cancillería egipcia, nos dice a su vez que el embajador de España le había asegurado que la carta en cuestión, había estado siempre en posesión de su amo, y que este soberano era descendiente de Heraclio.

 

              No hay duda de que tal documento existió en la España cristiana; si era auténtico o manipulado como tantos otros en el Oriente cristiano, lo ignoramos. Los historiadores marroquíes (Abd al Hay al-Kattani entre otros), están convencidos que el documento existe aún, y que quizás se encuentre incluso en París. Se podría explicar el viaje de este documento desde la cancillería de Constantinopla a España por la caída de la dinastía de Heraclio; y de España a Francia por la ocupación de España por Napoleón. Actualmente las más altas autoridades españolas y francesas afirman ignorar la existencia de tal carta en los archivos de sus respectivos gobiernos.

 bis             

 

        Después de la primera edición de esta obra, el original de la carta en cuestión ha aparecido, y según los expertos del Museo Británico de Londres, su pergamino es de la época del Profeta. El diario al-‘Amal de Turnis (nº 5807), de fecha 5 de mayo 1974/Rabi ath-thani 1394), lo publicó a cuatro columnas así como el facsímil del original. He visto en ella que la famosa grafía de la letra hâ mediana como (cf supra 521, y infra 623 b, 650 c) se encuentra aquí también: línea 2 y línea 7. El gobierno de Abu-Dhabi, Estado de Arabia del Sud-Este ha adquirido este precioso documento indemnizando a la propietaria que habiendo dejado Jordania residía en Suiza. El consejero de cultura del jefe del Estado de Abu-Dhabi, el sabio Dr. ‘Izzuddin Ibrahim ha hablado de ello en muchos medios; y su charla en la corte de su soberano ha sido “resumida” en el diario al-Ittihad, de Abu-Dhabi de fecha 8 de mayo de 1974. Veamos la traducción del antepenúltimo párrafo de su charla:

“ Examen con la técnica moderna

“a) El examen microscópico ha probado que el curtido (de la piel sobre la que fue escrita la carta del Profeta a Heraclio) es primitivo, y menos perfeccionado que la del siglo II de la hégira como se encuentra en el MSS del Corán y otros documentos antiguos en el British Museum. Este examen ha mostrado que sobre el documento hay restos de hilo verde; probablemente porque el rey Alfonso (de España) así como el propietario moderno lo guardaban envuelto en una pieza de seda verde.

 

“b) El examen por rayos ultravioletas ha probado la penetración de la tinta y su antigüedad, y que la piel es virgen: (no ha servido para otros escritos anteriores).

 

“c) El examen químico de la tinta. No hemos podido analizar la tinta (sobre el documento) pero se han detectado propiedades de una tinta que es conocida por sus fuertes sedimentos: Es tinta de tanato de hierro, lo que explica el hecho que la tinta de este documento esté siempre fresca. Se sabe que la tinta del siglo II era a base de carbón.

 

d) Examinado en el laboratorio de la Universidad de Leeds por el Dr. Reed, que piensa que la edad del documento no es menor de un millar de años y añade textualmente: el examen de la escritura en le piel es en general correcto (digno de confianza).- Con nuestro agradecimiento a M. Izzuddin Ibrahim que desea –y nosotros también- que los otros originales de las cartas del Profeta que tenemos noticia sean objeto de igual peritaje con modernos medios.

 

 

P.S.: Parece ser que cuando el rey Hussein de Jordania tuvo conocimiento del asunto, intervino, y según la embajada de Jordania en París, el precioso documento se encuentra ahora (1977) en Amman y que cuando termine la construcción de la gran mezquita de Hachimiya será transferido a ella.