NABÍ Y RASÛL

 

         Un nabí, un Profeta, aquél que trae la buena nueva, es un siervo de Allah enviado por Allahu Ta’ala a la gente con leyes para su guía. Todos los anbiyâ (plural de nabí) son hombres. Los ÿunún y las mujeres no pueden ser considerados anbiyâ. El wahy, la revelación de Allahu Ta’ala es transmitida a un nabí a veces directamente o a veces mediante un málak, ángel, ser de luz. Incluso el sueño de un nabí es revelación. Los anbiyâ son libres de cometer ma’siat, de revelarse contra la obediencia de Allah, de hacer lícito aquello que Él ha declarado lícito e ilícito aquello que Él ha declarado lícito. Los anbiyâ son siempre los mejores y más exaltados en aquello que hacen. Allahu Ta’ala bendice a los Sus Anbiyâ escogidos con el conocimiento del gháyb, lo oculto, como hechos del futuro, la condición interior de los hombres, etc. Excepto los mala-ika (plural de málak) y los anbiyâ, ninguna otra creación de Allahu Ta’ala es ma’sum, que no cometen ma’siat.

 

        Respetar, amar, honrar y obedecer a los anbiyâ es obligatorio para el musulmán. El amor de un nabí es la concreción del îmân. La menor falta de respeto hacia un nabí es Kufr, ceguera espiritual, velamiento del corazón hacia Allah, es decir, que conduce a que uno salga del Islam.

 

         Rasûl, mensajero, es un siervo de Allahu Ta’ala que ha sido enviado a los hombres con una Shari’a, con un camino que conduce a Allah. Los rúsul (plural de rasûl) no son necesariamente humanos, también los hay entre los mala-ika. Todo nabí es rasûl pero no todo rasûl es nabí. En la nubûwwa, la función de nabí, todos los anbiyâ son iguales, pero son diferentes en un rango espiritual. Nadie puede convertirse en nabí por su ‘ibâda o taqwà. Es por la Gracia de Allah que la nubûwwa es conferida a una persona. Ya no habrá más anbiyâ después de Sidnâ Muhammad (). Es imposible que aparezca ningún otro nabí, puesto que las Puertas de la Nubûwwa han sido selladas después de la misión del Profeta Muhammad (), el Sello de los Anbiyâ. Aquél que se proclame nabí, o que diga que otro nabí puede ser enviado, o que Rasûlullah () no es el Sello de los Anbiyâ, es un káfir, no es musulmán.

 

         Los anbiyâ viven en sus tumbas. Sólo experimentan la muerte por unos instantes, ya que Allah promete que “cada alma probará la muerte”. Después de ésta, vuelven a la vida. Allah les ha dado el riçq, el sustento para que sigan viviendo en sus tumbas. Incluso hacen ‘ibâda. Allahu Ta’ala ha impedido que la tierra consuma los cuerpos de los anbiyâ. Esta forma de vida en las tumbas no es convencional, como la de los humanos en la tierra. Pero es vida. Allah dice en el Corán que sus siervos justos, los shuhadâ, los mártires-testigos y sus seres escogidos, en definitiva, siguen viviendo en sus tumbas.

 

         El número exacto de Anbiyâ sólo es conocido por Allahu Ta’ala, que mandó enviados a todos y cada uno de los pueblos y tribus. Por este motivo, es mejor no fijar un número de ellos. Aceptarlos y amarlos a todos es parte de la ‘aqîda de los musulmanes. Este amor es la base de nuestro îmân. En el Corán aparecen solamente unos cuantos anbiyâ: Sidnâ Adam, Sidnâ Nuh, Sidnâ Da’ud, Sidnâ Sulaimân, Sidnâ Yahia, Sidnâ Hud, Sidnâ Ayyûb, Sidnâ Idrís, Sidnâ Çakariya, Sidnâ Shu’aib, Sidnâ Ya’qub, Sidnâ Yunus, Sidnâ Ilyâs, Sidnâ Îbrâhîm, Sidnâ Is-haq, Sidnâ Alyas’a, Sidnâ Dhu-l-Kifl, Sidnâ Sâleh, Sidnâ Mûsà, Sidnâ Harûn, Sidnâ ‘Isa y Sidnâ Muhammad al-Mûstafâ (aleihimu s-salam).

 

         Allahu Ta’ala creó a nuestro amado Nabí () de su propia Nûr, Luz, y de esta Luz creó el universo entero. En realidad, sólo Allahu Ta’ala conoce el verdadero rango de Sidnâ Muhammad (). Los ÿunún, los humanos y los malaika, incluido Sidnâ Yibril (a.s.) no podemos comprender cuán elevado es su rango.

 

         El Profeta () ha sido bendito por Allahu Ta’ala con un sinfín de mu’aÿiçat, prodigios. Partió la luna en dos, levantó de nuevo el sol que se ponía, hizo que las piedras pronunciaran la kalima at-tâyyiba, el enunciado fundamental del Islam, no hay más Verdad que Allah y Muhammad es su Mensajero. Los animales, los árboles y las plantas mostraron respeto hacia él (). Pero la mu’aÿiça más grande que le fue regalada por Allahu Ta’ala es el Corán, que es un Camino para la Guía para el universo entero.