EL
VIERNES
JUTBA
El Islam es un Dîn.
No es una religión, no es algo personal, no es una relación con Dios. El Islam
es la claudicación entera de la existencia ante su Señor, el Rey que gobierna
la existencia, el Uno que todo lo unifica. Es algo mucho más que una vocación
espiritual. El Islam es Dîn, es un Camino
en la Realidad, es una Senda trazada
en la existencia en toda su grandeza, en toda su integridad, es una Sensibilidad
reintegradora, es Conciencia de lo que
supone vivir, y es Acción en
conformidad con ese sentir. Esto es lo que significa la palabra Dîn, y debe ser
objeto de una atenta meditación.
No debemos ser
ingenuos. Los profetas, todos los profetas, vinieron a enseñarnos el Dîn, y no
los sucedáneos de espiritualidad que se venden en los grandes supermercados.
Los profetas vinieron con una gran exigencia, propusieron a la humanidad un gran
reto. Y ese desafío recibe el nombre de Islam,
de rendición a la Verdad. Dice el Corán: “Ante
Allah, el Dîn es el Islam (ínna d-dîna
‘índa llâhi l-islâm)”, no hay otro Dîn. ¿Quiere decir esto que los
musulmanes somos exclusivistas, que el Islam es mejor que las demás religiones?
No; queremos decir que el Islam es el único Dîn. No es una religión, no es un
hecho personal, no es una convicción íntima, no es una vocación espiritual,
no es algo dado a la fe, no es una institución. Buscar la religión verdadera
es perder el tiempo. El Islam es la raíz del ser humano, la raíz de la
existencia, es la Realidad. El Corán nos invita a sumergirnos en esa fecunda
fuente de nuestro ser. Tenemos que salir de la discusión tramposa entre
religiones si queremos conocer sinceramente el Islam, si queremos saborear lo
que hay de más profundo en el ser humano y a lo que lo asoma.
El Corán enseña que
Noé dijo: “Se me ha ordenado ser de los musulmanes”. Abraham e Ismael
dijeron: “Señor, haznos ser musulmanes”, Jacob dijo a sus hijos: “Allah
ha escogido para vosotros vuestro Dîn, morid siendo musulmanes”. Y Jesús
dijo a sus discípulos: “Apoyáos en Allah, si ciertamente sois musulmanes”.
Las palabras de Jesús en el Corán resumen magistralmente lo que es el Islam:
apoyarse en Allah sin miedo y dejar atrás a los dioses, rendirse a Allah para
librarse de los ídolos.
El Islam es recuperar
la frescura de la sensibilidad espiritual del ser humano, una sensibilidad con
la que crear un mundo. Para hacerlo es necesario matar primero lo que nos
agobia, que son nuestros dioses: sólo así saldremos hacia los horizontes
infinitos de Allah. Para matar a los dioses, debemos conocer a Allah, debemos
saber que Él es nuestro Único Señor, nuestro rey, del que dependemos en la raíz
de nuestro ser, que Él nos hace ser, y ninguna otra cosa lo sustituye. Debemos
conocer las dimensiones eternas que hay en la palabra Allah,
intuir su Majestad y también su Belleza. Es así cómo nacerá nosotros la
confianza, el Tawákkul, la actitud
de depositar todo nuestro ser en Manos de quien realmente lo gobierna. Ése es
el Dîn, la Senda sobre esa certeza.
No busquéis el crecimiento personal, no os agotéis vuestra vida en perfeccionaros. Buscad a Allah: salid de vuestras estrecheces, olvidáos por un momento de vosotros mismos, y entonces veréis lo que nadie ve y oiréis lo que nadie oye. Cumplid con el Islam para acercaros a Allah, no para ser mejores. Sed mejores para Allah, no para vosotros. Ahí está la clave. Dejad de adoraros, dejad de prestar atención a vuestro dios para encontrar al Verdadero, a la razón de vuestro ser, a vuestro Señor. No busquéis la paz, que en el fondo es atontamiento, sino más bien sumergíos en la Paz, en as-Salâm, en Allah. No os encerréis en la verdad: dejaos poseer por la Verdad, por al-Haqq, por Allah, al que nadie posee. Los musulmanes conquistaron el mundo diciendo: “Se nos ha ordenado eliminar las tinieblas de la estrechez para abrir los horizontes”. Y vosotros queréis encerraros en vosotros mismos, en vuestros egos, perdidos en laberintos infecundos. La verdadera espiritualidad es crecer en la inmensidad. Por todo esto, el Yúmu‘a, el Viernes, es muy importante.