La ciencia en al Andalus I:

Harrán Gundishapur Bagdad Córdoba

 

 

    Hay una especie de consigna muy generalizada y que en su última forma escrita la he encontrado en un libro publicado en 2012:”El mundo Islámico no ha desempeñado papel alguno en el desarrollo de la ciencia moderna ...”

 

    Esta frase es el inicio del Capitulo décimo intitulado La ciencia en el mundo islámico, del libro “El Islam” de Jesús Mosterin, publicado por Alianza en 2012. Para mi es solo una muestra mas del talante con que se trata el tema, no solo se desconoce, sino que se menosprecia y se considera algo que no interesa.

 

    Por contra se acepta como valida la idea de que la ciencia griega se oculta como el Guadiana y reaparece en el llamado Renacimiento por obra y gracia de una serie de señores que en Italia recuperan el saber antiguo. Claro que no se explica muy bien de donde lo sacan y tampoco se tiene en cuenta que Italia es un estado que surge en el siglo XIX, ni cual es la razón de que la Edad Media sea conocida como la Edad Oscura.

 

    Existe un pequeño grupo de investigadores, filólogos arabistas, que han desarrollado un notable trabajo sobre la ciencia en al Andalus que son la escuela de Juan Vernet y su discípulo Julio Samsó, cuyo trabajo ha sido muy empleado por la Caixa para sus exposiciones, y que desde luego es un trabajo muy loable, pese a una serie de problemas intrínsecos debido a su planteamiento metodológico, básicamente filológico, que se desarrolla en Cataluña mirándose en algunos casos demasiado a si mismos, pero que en todo caso se ha difundido bien y sin cicatería, era necesario y es de agradecer.

 

    La elaboración del conocimiento científico en el mundo antiguo sufrió, lógicamente, los avatares de la sociedad en la que se desarrollaba.

 

    En la actualidad todos tenemos claro lo que es una Biblioteca, pero en los tiempos antiguos el significado era algo diferente, ya que no existía la red de almacenamiento y acceso difuso de información, no solo se almacenaban los escritos o dibujos en cantidad proporcional al poder del patrón, sino que este obtenía los beneficios del progreso cognitivo, se trataba mas bien de un centro de investigación y difusión del conocimiento. Casi lo que hoy podríamos llamar una Universidad, o lo que debieran ser.

 

    Pero estas Bibliotecas – Academias tuvieron problemas a causa de las ideologías en el poder, no todos los gobernantes han sentido el mismo respeto por la Ciencia en su búsqueda del análisis de los fenómenos que nos afectan a los grupos humanos.

 

    Así pues la Academia de Atenas con ser la primera conocida como tal no se libró de todo lo antedicho. Esta Academia se inicia con Platón, Sócrates y Aristóteles y acabó siendo clausurada y dispersa en el año 529 por el emperador Justiniano como consecuencia de la problemática interna del cristianismo y las diversas herejías surgidas en su seno, principalmente el nestorianismo.

 

    Con anterioridad a esta desaparición aparece Harrán justo al sur de la actual Turquía, fue declarada colonia romana por Cómodo en 214 y Justiniano I la embelleció y la amuralló creándose un importante centro de cultura helenística socialmente pagana en el sentido religioso y que pronto adquirió una enorme potencialidad científica albergando una Biblioteca que acogió a muchos de los que salieron de Alejandría y también de Atenas. La clausura de Atenas ya ha sido mencionada y la de Alejandría desaparece como consecuencia de hechos muy controvertidos.

 

    La Gran Biblioteca de Alejandría, llamada así para distinguirla de la pequeña o hermana biblioteca en el Serapeo, fue fundada por los primeros Ptolomeos con el propósito de ayudar al mantenimiento de la civilización griega en el seno de la muy conservadora civilización egipcia que rodeaba a la ciudad alejandrina. Si bien es cierto que el traslado de Demetrio de Falero a Alejandría (en el año 296-295 a. C.) está relacionado con la organización de la biblioteca, también es seguro que al menos el plan de esta institución fue elaborado bajo Ptolomeo Sóter (muerto alrededor de 284 a. C.), y que la finalización de la obra y su conexión con el Museo fue la obra máxima de su sucesor, Ptolomeo II Filadelfo.

 

    La destrucción de la Biblioteca de Alejandría es uno de los temas polémicos de la civilización occidental, asignándose a romanos, egipcios cristianos o musulmanes, dependiendo de la fuente consultada. Hay una cita muy curiosa: Cuando el califa Umar hacía referencia a la Biblioteca de Alejandría, manifestaba: «Si no contiene más que lo que hay en el Qurán, es inútil, y es preciso quemarla; si algo más contiene, es mala, y también es preciso quemarla», cita totalmente imposible, pues cuando nació Umar la Biblioteca llevaba casi tres siglos desaparecida.

 

    Independientemente de las culpas de cristianos y musulmanes, el fin de la biblioteca debe situarse en un momento indeterminado del siglo III o del siglo IV, muy probablemente dañada como consecuencia de varios importantes terremotos ocurridos, o quizá en 273, cuando el emperador Aureliano tomó y saqueó la ciudad, o cuando Diocleciano hizo lo propio en 297. La biblioteca-hija del Serapeo, sucesora de la Gran Biblioteca, fue expoliada, o al menos vaciada, en 391, cuando el emperador Teodosio el Grande ordenó la destrucción de los templos paganos de la ciudad de los Ptolomeos.

 

    Teodosio el Grande en respuesta a una petición del patriarca de Alejandría, envió un decreto de prohibición contra el paganismo en Egipto: en el año 391, el patriarca Teófilo de Alejandría promovió una revuelta durante la cual el templo de Serapis resultó asaltado pues en él Diocleciano, tras el saqueo de la ciudad, había mandado erigir en su honor una columna conmemorativa en su calidad de dios viviente, y este emperador resultaba la personificación de las persecuciones contra los cristianos, por lo que en el lugar se consagró como iglesia dedicada a San Juan Bautista la cual subsistió hasta la conquista árabe.

 

    Muy cerca de Harrán se encuentra Edesa capital de Jorasán en el norte de Irak que se transformó también en un centro de conocimiento acogiendo principalmente a los nestorianos, centro que fue clausurado y disperso por el emperador Zenón como consecuencia de la anatemización declarada por el concilio de Efeso.

 

    La consecuencia de la clausura de Harrán y Edesa es el traslado del centro científico a una nueva ciudad, Gundishapur, en el noroeste de Persia, fundada el año 271 por el persa sasánida Shapur I, prácticamente al mismo tiempo que la ciudad se crea una Academia en la que se estudiaban medicina, filosofía, teología y ciencias.

 

    En el año 630 el imperio sasánida fue conquistado por los musulmanes, que no solo respetaron la ciudad y su Academia sino que la engrandecieron haciendo venir a sabios de la India, conquistada en el año 711, el año 790 el Jalifa Harun al Rashid trasladó esta Academia al complejo Bayt al Hikma y esta Academia alcanzará su máximo esplendor con su sucesor el Jalifa al Mamún (813/833), dentro del complejo Bayt al Hikma se encontraban varios estudios dedicados a la traducción de textos tanto del Latín y griego como del persa y el indú, así como al Dar al Hikma que subsistiría hasta que fue destruida en el 1258 por los mongoles.

 

    Precisamente en Córdoba durante el reinado de Al Haken II se funda una Biblioteca de la que se dice que contenía 400.000 volúmenes, aunque la realidad es que sabemos que esta era una cifra indicativa de enormidad, en realidad por los índices y descripciones que nos han llegado sabemos que eran entre los 40.000 y los 50.000 volúmenes. Esto es algo en común con otras Bibliotecas de la antigüedad de las que se ha afirmado tener 400.000 volúmenes cuando en realidad contenían la décima parte.

 

    Tenía anejo un taller de escribanía con copistas, miniaturistas y encuadernadores, y se conocen los nombres de las dos copistas más importantes: Lubna, secretaria de Al Haken II, y Fátima. Según cronistas, en un solo arrabal de la ciudad podía haber unas ciento setenta mujeres dedicadas a la copia de libros, lo que da una idea de la cultura a la que llegó la mujer cordobesa en aquellas fechas. También tenía agentes para ojear y comprar libros en El Cairo, Bagdad, Damasco y Alejandría. Desde la biblioteca subvencionaba no sólo a los escritores y estudiosos de Al-Ándalus, sino de todo el mundo: cuando supo que Abu'l-Faraj al-Isfahani había comenzado su célebre antología de poesía y canciones árabes (el Libro de cantos), le envió mil monedas de oro para tener una copia. Isfahani le envió una especial, con la genealogía de los Omeyas, porque Al Hakén, que leyó y anotó muchos de los miles de libros de su biblioteca, era un genealogista consumado, el más importante que haya tenido esta disciplina; todavía hoy es la máxima autoridad.

 

    El desarrollo de las ciencias y de las letras se debió a las facilidades que los califas dieron a los sabios orientales inmigrados, ya que los Abasidas persiguieron sin tregua a quienes cultivaron el saber más allá de los rudimentos necesarios para la solución de los problemas jurídico-religiosos. Esto produjo que en Córdoba y en general en el mundo andalusí hubiese un florecimiento de las ciencias y las artes como pocas veces se ha conocido en la historia de la humanidad y se puede asegurar documentalmente que la cultura occidental en su totalidad es una consecuencia de la expansión de estos conocimientos. La difusión de la cultura andalusí por Europa quedó asegurada gracias a los continuos viajes de los monjes mozárabes a la España cristiana, a la Marca Hispánica hasta Lorena. Aunque no solo venían a al Andalus los monjes, muchos estudiosos europeos hacían sus “doctorados” en al Andalus, sabemos por ejemplo que Gerberto de Aurillac, posteriormente Silvestre II, durante los años 967 a 969 se dedicó a recopilar los conocimientos matemáticos de al Andalus desde su residencia en el Obispado de Vich, regido en esos años por Atón, en estos años ya existía el sistema de numeración hoy en vigor en occidente, en Física y en Química nos encontramos con casos similares, hoy ya se admite que el telescopio de Galileo era en realidad de Lippeheide, holandés, pero todavía se tienen reticencias al admitir que este conocimiento procedía de al Andalus donde ya existían los telescopios en el siglo XI  fruto de los trabajos en lentes del cordobés ibn Firnás y de los estudios ópticos de ibn Haytham. Las citas de Roger Bacon sobre las gafas son simples regurgitaciones del trabajo de al Haytham (muerto en 1039), cuyas investigaciones cita Roger Bacon, muerto en 1292, con frecuencia, se cita a Robert Boyle, en el siglo XVII, como el creador de la Química, pero una  gran cantidad de químicos musulmanes, incluidos ar Razi, al Jabr, al Biruni y al Kindi, realizaron experimentos científicos de química unos 700 años antes que Boyle. Durant escribe que los musulmanes introdujeron el método experimental en esta ciencia. Humbolt contempla a los musulmanes como los fundadores de la Química. Esto es algo trascendental, pues se sigue manteniendo que la ciencia empírica nace en el siglo XVII pero la ciencia musulmana desde Jundishapur a Córdoba es totalmente moderna y empírica. La ciencia griega era totalmente especulativa, sus modelos eran filosófico ideológicos y no hipótesis de trabajo, en la época musulmana, sin embargo se plantean hipótesis y se trata de expresarlas en Teoremas matemáticos, que en muchos casos procedían de los griegos, todo progreso lo es sobre lo preexistente, pero la imprescindible Algebra es un desarrollo de la época musulmana.

 

    La Medicina estuvo en manos de los mozárabes, que la habían aprendido de las escuelas islámicas, hasta mediados del siglo IX. En esta época llegaron prácticos de Oriente que desplazaron a los cristianos, y un siglo después se adapta la traducción oriental del Dioscórides a la terminología botánica de al-Andalus, gracias a la colaboración del judío Hasday ibn Saprut, del monje bizantino Nicolás, sucesor de Istifan ibn Basil y del médico musulmán Ibn Yulyul. La compilación botánica salió con un contenido de especimenes diez veces mayor y además con un enriquecimiento enorme en ilustraciones que antes no tenia.

 

    Un caso parecido es el de la Astronomía, no hay que olvidar a Tabit ibn Qurra, natural de Harrán pero que trabajó sobre todo en Jundishapur muerto en 901, y que se tiene por inventor del astrolabio, que naturalmente llega a al Andalus y se transforma mediante la labor de al Zarqaluh y de Maslama en lámina universal y azafeas, aparatos mucho mas precisos muy mejorados técnicamente, su labor continuada por Ishaq ibn Hunain, muerto en 911, hijo de Hunain ibn Ishaq, muerto en 873, el cristiano nestoriano traductor de gran parte de los libros de medicina. Las tablas alfonsíes producidas en Toledo se usaron en Europa como catalogo estelar hasta el siglo XVIII.

En educación hay que decir que Abderrahman III fundó 27 escuelas públicas en las que los eruditos enseñaban de forma gratuita a los pobres y huérfanos a cambio de atrayentes salarios, y decretó la enseñanza obligatoria para todos los niños.

 

    Podemos afirmar que los primeros “textos” universitarios europeos procedían de al Andalus, así conocemos que en filosofía se empleaban “Comentarios a la filosofía de Aristóteles” de ibn Rush, en física los escritos de ibn Haytham, por supuesto el “Dioscorides” de Córdoba era un tesoro en los estudios de Botánica y la observación  astronómica era posible mediante los instrumentos creados en al Andalus, las tablas alfonsíes y al algebra desarrollada por los musulmanes.

 

    Hasta la pasta que pasa por ser italiana es documentalmente demostrable que fue introducida desde Sicilia por los musulmanes, también sabemos hoy que es falso el viaje de Marco Polo, ya que este no pasó de Siria en sus viajes.

 

    Incluso hay un tema muy almeriense, los Juegos Olímpicos, antes que Pierre de la Coubertin los reiniciase, ya habían sido reinizados en Purchena por Aben Humeya.

 

Lo que resulta evidente hoy es que la transmisión del conocimiento científico y Técnico desde al Andalus fue enorme y no solo se realizó mediante estancias de estudio en al Andalus sino que mucha fue forzada debido a las distintas expulsiones que sufrieron judíos y moriscos, la técnica del trabajo de la lana mediante mecanismos hidráulicos, por ejemplo, produjo un enorme resurgimiento económico de Túnez durante los siglos XVII y XVIII, al igual que las técnicas agrícolas que aun hoy ambas representan una parte importante de la economía del país.

 

 

Eduardo J. Padial, Investigador colaborador del 

Centro de Estudio de las Migraciones y las Relaciones Interculturales (CEMyRI)
Telf. 950 214 421 Edf. de Servicios Técnicos, 2º planta. 

Universidad de Almería.