2003-2013:
Resistencia iraquí, guerra sucia estadounidense y la remodelación de Oriente
Próximo.
Primera Parte
Dirk Adriaensens*
IraqSolidaridad, 2 de abril de 2013
Tribunal BRussells (www.brussellstribunal.org),
18 de marzo de 2013
Traducido por Beatriz Morales Bastos
Revisión y edición Paloma Valverde
“A diferencia de Arabia Saudí, Iraq se negó rotundamente a enviar sus beneficios del petróleo a Estados Unidos a cambio de la protección de este país […]. En vez de ello, invirtió sus ingresos por petróleo en su propio desarrollo y, lo que es de crucial importancia, defendió que otros países árabes productores de petróleo hicieran lo mismo”
La catastrófica devastación que actualmente padece Iraq se superpone a todo lo demás. Teniendo en cuenta los hechos sobre el terreno resulta difícil recuperar la visión imperialista de convertir Iraq en un ejemplo de la democracia patrocinada por Estados Unidos y en un modelo de la remodelación de Oriente Próximo. A fin de cuentas, Iraq iba a ser un caso que sentara jurisprudencia en la demostración de poder preeminente de Estados Unidos. Aquella visión imperialista está en ruinas y el nacionalismo iraquí se ha reafirmado.
La historia de
Iraq se ha convertido en el relato del fracaso total de los objetivos
estadounidenses originales y la consecuencia involuntaria del ascenso de
un movimiento nacional de resistencia iraquí persistente que, al mismo
tiempo que decae el poder estadounidense, ha demostrado mucha más capacidad
de resistencia de la que casi nadie podía imaginar.
La decadencia del Imperio Estadounidense
El 18 de marzo de
2003 el grupo ECAAR, Economists Allied for Arms Reduction
[Economistas Unidos para la Reducción de Armamento] preparó una declaración
en contra de las iniciativas unilaterales a favor de la guerra en Iraq,
suscrita por más de 200 economistas estadounidenses, entre ellos siete
premios Nobel y dos ex presidentes del Consejo de Asesores Económicos. El
texto de la declaración fue la base de un anuncio que se publicó en The Wall
Street Journal.
Presentamos algunos extractos de la declaración:
“[…] Como economistas estadounidenses nos oponemos a las iniciativas
unilaterales de guerra contra Iraq, que consideramos innecesaria y
perjudicial para la seguridad y la economía de Estados Unidos y de toda la
comunidad mundial.
[…] Nos preguntamos si la guerra beneficiaría a la seguridad y no
aumentará el riesgo de futura inestabilidad y de terrorismo. Vemos
claramente una tragedia humana inmediata y la devastación producto de la
guerra, y también vemos un potencial daño económico grave, tanto para
nuestra nación como para el mundo.
[…] La posibilidad de la guerra amenaza los mercados financieros y
energéticos estadounidenses, así como otros mercados. Además, el compromiso
más amplio del gobierno con el ejército impedirá la recuperación del sector
tecnológico en vez de hacer que avance, al suprimir recursos de los
programas civiles.
[…] La posibilidad de la guerra amenaza los mercados financieros y
energéticos estadounidenses, así como otros mercados. Además, el compromiso
más amplio del gobierno con el ejército impedirá la recuperación del sector
tecnológico en vez de hacer que avance, al suprimir recursos de los
programas civiles.
[…] Nos tememos que la guerra pueda aumentar de manera
significativa las tasas de los intereses y el precio del petróleo. De ser
así o si continúa el actual declive del dólar el efecto podría ser
desencadenar una importante reducción del consumo en Estados Unidos, que
supere el gasto militar extraordinario.
[…] Los presupuestos familiares se verán gravemente afectados. La
fiebre de guerra en Washington bloquea los esfuerzos por compartir los
ingresos con los Estados, la principal manera que tiene el gobierno federal
de evitar una calamidad estatal y local, y también bloquea el apoyo al
trabajo necesario de apoyo la seguridad nacional. En este clima tampoco
podemos esperar afrontar nuestros problemas más graves y continuados de
atención sanitaria, educación, desempleo y pobreza, todos los cuales
continúan siendo urgentes preocupaciones en nuestro país.
[…] No creemos que esta guerra sea necesaria para la seguridad
nacional de Estados Unidos. Para la seguridad de Estados Unidos y para un
desarrollo económico mundial pacífico es necesaria una economía sana..
La declaración esboza un cuadro minuciosamente preciso de lo que iba a
ocurrir: esta guerra ha sumido a Estados Unidos y al resto del mundo en una
crisis económica y ha demostrado claramente las limitaciones del poder
estadounidense. La resistencia iraquí contra la ocupación es, en parte,
responsable de la decadencia de Estados Unidos, tal como predijeron en 2004:
“[…] Los inmovilizaremos aquí, en Iraq, para agotar sus recursos, su
personal y sus ganas de luchar. Les haremos gastar tanto como han robado, si
no más. Interrumpiremos el flujo del petróleo robado y luego lo detendremos,
con lo que haremos que sus planes sean inútiles.” [1]
Joseph E. Stiglitz, premio Nobel y uno de los firmantes de esta declaración,
calculó el coste de la guerra de Iraq, incluyendo muchos costes ocultos, en
su libro de 2008 The Three Trillion Dollar War [2] . Esta
es la conclusión a la que llega:
“[…] No existe ni una comida gratis ni tampoco una guerra sin coste. La
aventura de Iraq ha debilitado gravemente la economía estadounidense, cuyas
tribulaciones van mucho más allá de los préstamos hipotecarios basura. No se
pueden gastar tres billones de dólares (sí, tres billones de dólares) en una
guerra fallida en el extranjero y no sentir el dolor en casa”.[3]:
Stiglitz enumera lo que hubiera podido pagar uno solo de estos tres
billones: ocho millones de viviendas o 15 millones de profesores de la
escuela pública o atención sanitaria para 530 millones de niños durante un
año o becas universitarias para 43 millones de alumnos. Tres billones de
dólares hubieran podido solucionar el problema de la seguridad social de
Estados Unidos durante medio siglo. Stiglitz afirma que Estados Unidos gasta
actualmente 5.000 millones de dólares al año en África, con la preocupación
de que China le aventaja en este continente: “[…] Cinco mil millones de
dólares equivalen aproximadamente a diez días de combate, así que uno tiene
una nueva medida para pensarlo todo”. [4]
Y la situación empeora. “[…] Mientras Estados Unidos pone fin al combate en
Iraq, resulta que nuestro cálculo de tres billones (en los que se incluyen
tanto los gastos del gobierno como el mayor impacto de la guerra en la
economía estadounidense) era, en todo caso, demasiado bajo. Por ejemplo, el
coste del diagnóstico, tratamiento e indemnización de los veteranos
inválidos ha resultado ser más alto del que esperábamos”, escribía Joseph
Stiglitz el 3 de septiembre de 2010 en el Washington Post
[5].
Las consecuencias para la región de Oriente Próximo son aún más dramáticas.
Un informe publicado por Strategic Foresight Group en India en un
libro titulado The Cost of Conflict in the Middle East [El coste
del conflicto en Oriente Próximo] calcula que el conflicto en la zona
durante los últimos 20 años ha costado a las naciones y a los pueblos de la
región 12 billones de dólares. Este informe indio añade que Oriente Próximo
ha registrado “[…] Un elevado índice de gastos militares en los últimos 20
años y se considera que es la región con más armas del mundo”.[6]
Imaginen si esa cantidad se hubiera gastado en infraestructuras rurales y
urbanas, diques y reservas de agua, desalinización e irrigación, industria
forestal y pesquera, industria y agricultura, medicina y salud pública,
vivienda y tecnología de la información, empleos, integración equitativa de
ciudades y pueblos, y en reparar los estragos de las guerras en vez de en
armas que solo pueden crear destrucción.
La guerra de Iraq fue ilegal según el derecho
internacional
En el periodo previo a la invasión de Iraq en 2003 se ofrecieron varias
razones para justificar la invasión, sin embargo:
A) No había armas de destrucción masiva, ya fueran
nucleares, químicas o biológicas, a diferencia de las vacías afirmaciones de
Colin Powell, secretario de Estado estadounidense ante el Consejo de
Seguridad de Naciones Unidas en febrero de 2003 [7],
acusaciones que después calificó como “[…] El momento más bajo de mi vida”
[8].
B) No existía ninguna relación con los terroristas de
al-Qaeda.
C) Por último, se afirmó que la guerra traería la
‘democracia’ a Iraq, un ejemplo para todo Oriente Próximo. Había que
derrocar al ‘dictador’ Saddam. Tony Blair todavía esgrimió esta
justificación en la Comisión Chilcot como la principal razón para invadir
Iraq. [9]
Así que no había ninguna ‘prueba conclusiva del crimen’, no había
casus belli. Fue una guerra ilegal de agresión que no contaba con
la aprobación del Consejo de Seguridad [de Naciones Unidas]. La invasión no
se podía justificar bajo el Capítulo 7 de la Carta de Naciones Unidas y
calificarse de autodefensa porque Iraq no había atacado a Estados Unidos ni
suponía una amenaza inminente. No había justificación para esta llamada
‘guerra preventiva’. Destacadas personalidades internacionales, altos cargos
y juristas lo han afirmado muy claramente. Kofi Annan, ex secretario general
de Naciones Unidas [10] y Hans Blix, director de la
Comisión de Inspección de Armas de la Naciones Unidas [11],
han declarado abiertamente que la invasión de Iraq fue ilegal según el
derecho internacional. Más recientemente, el informe de la Comisión
Holandesa Davids [12] concluía que no hubo “[…] Un mandato
legal internacional adecuado para la invasión de Iraq”.
Mohamed ElBaradei, ex director de la IAEA (siglas en inglés de Agencia
Internacional de la Energía Atómica) afirmó: “[…] Por supuesto, existen
dictadores, pero ¿estás dispuesto a sacrificar a un millón de civiles
inocentes cada vez que quieres librarte de un dictador? Todos los indicios
procedentes de la Comisión Chilcot señalan que de lo que se trataba en Iraq
no era realmente de las armas de destrucción masiva sino de un cambio de
régimen, y me sigo haciendo la misma pregunta: ¿Dónde contempla este cambio
de régimen el derecho internacional? Y si se trata de una violación del
derecho internacional, ¿quién es responsable de ello?”. ElBaradei añadía:
“[…] Desde mi punto de vista, la política occidental con relación a esta
parte del mundo ha sido un fracaso total. No se ha basado en el diálogo, la
comprensión, el apoyo a la sociedad civil y en dar poder a la gente, sino
que se ha basado en apoyar regímenes autoritarios mientras el petróleo
siguiera bombeando”. [13]
Benjamin Ferencz, reconocido fiscal en el Proceso de Nuremberg, afirma: “[…]
Existen indicios razonables de que Estados Unidos es culpable del supremo
crimen contra la humanidad, ya que se trató de una guerra ilegal de agresión
contra una nación soberana”. Entrevistado en su casa de Nueva York, Ferencz
expuso un sencillo resumen del caso: “[…] La Carta de Naciones Unidas cuenta
con una clausula que, de hecho, Estados Unidos aceptó tras la Segunda Guerra
Mundial. Esta estipula que en adelante ninguna nación puede utilizar la
fuerza armada sin permiso del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas. Se
puede usar la fuerza en caso de autodefensa, pero un país no puede utilizar
la fuerza como anticipación de autodefensa. Por lo que se refiere a
Iraq, la última resolución del Consejo de Seguridad básicamente afirmaba,
“[…] Enviad a los inspectores de armas a Iraq y cuando vuelvan que nos digan
qué han encontrado; entonces pensaremos qué vamos a hacer. Estados Unidos
estaba impaciente y decidió invadir Iraq lo que, por supuesto, se había
preparado de antemano. Así que Estados Unidos emprendió la guerra en
violación de la Carta”. [14]
Tras la Segunda Guerra Mundial, el Tribunal Militar Internacional de
Nuremberg calificó el hecho de emprender una guerra de agresión como “[…]
Algo nefasto en esencia […]; emprender una guerra de agresión […] no solo es
un crimen internacional, sino que es el supremo crimen internacional que
únicamente difiere de otros crímenes de guerra en que contiene en sí mismo
el mal acumulado del conjunto”. El Artículo 39 de la Carta de Naciones
Unidas estipula que el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas determinará
la existencia de cualquier acto de agresión y “[…] Hará recomendaciones o
decidirá qué medidas se tienen que adoptar de acuerdo con los Artículos 41 y
42 para mantener o restaurar la paz y seguridad internacionales”.
El Estatuto de Roma de la Corte Penal Internacional (CPI) se refiere al
crimen de agresión como uno de “[…] Los crímenes más graves que afectan a la
comunidad internacional”, y estipula que este crimen entra dentro de la
jurisdicción de la CPI. [15]. La agresión a Iraq no fue
simplemente inmoral sino que fue propiamente ilegal.
Desde la firma del Tratado de Westfalia en 1648 [16] hasta
1945, año en que se creó Naciones Unidas, los Estados soberanos en Occidente
tenían derecho a declarar la guerra. Existían ciertos límites establecidos
por ellos mismos acerca de cómo se debía llevar a cabo la guerra, pero nunca
se puso en entredicho el derecho en sí. Precisamente porque este principio
llevó finalmente a la Segunda Guerra Mundial y a todos los dramas asociados
a ella, el organismo mundial decidió prohibir la guerra, es decir, que no se
permite a un Estado atacar a otro: únicamente se le permite para defenderse
a sí mismo.
Iraq no había atacado aún a Estados Unidos cuando éste le invadió. E incluso
si lo hubiera hecho, el único organismo autorizado a responder a tal acto de
agresión, según el derecho internacional, es Naciones Unidas. Además,
Naciones Unidas no puede emprender una guerra en sí, sino que está
autorizada a intervenir pero solo utilizando los medios que sean
proporcionales al fin y de forma provisional. [17]
Este principio es el principio fundamental de policentrismo: un sistema
global en el que se pueden respetar los derechos fundamentales de las
naciones y de los pueblos. Y es precisamente este principio el que se ha
rechazado tajantemente en el Proyecto para un Nuevo Siglo Estadounidense (Project
for the New American Century, PNAC) [18]. Por
desgracia, tal rechazo da lugar a comparaciones desafortunadas, nos gusten o
no, ya que la última persona que rechazó tajantemente la idea de que las
relaciones internacionales se deben regular por medio de la ley fue un
hombre llamado Adolf Hitler. Como el PNAC, [Hitler] empezó dejando clara su
postura por escrito en Mi lucha [Mein Kampf] antes de
llevarla a la práctica. Así que, a lo que hoy asistimos es a una repetición
de este modelo: primero se niega teóricamente el derecho internacional y a
continuación se lleva a la práctica esta teoría. Es una secuencia de
acontecimientos extremadamente peligrosa.
Este es un crimen que no se puede aceptar. Recordemos el debate sobre la
guerra de Iraq que tuvo lugar en el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas
cuando Dominique de Villepin, ministro de Asuntos Exteriores francés,
[19] insistió en que se debía respetar la ley y en que, por
consiguiente, dado que no había habido ningún acto de agresión, no se podía
emprender una guerra contra Iraq en las circunstancias que existían
entonces. La respuesta de Colin Powell fue decirle a Villepin: “[…] Usted
pertenece al pasado”. Pero Powell se equivocaba: Villepin pertenece al
presente y al futuro, y es Colin Powell quien pertenece al pasado, al mundo
anterior a 1945, al mundo que generó a Hitler. La postura de Estados Unidos
es lo que está haciendo retroceder a la historia. Así que ahora nos
encontramos ante una pregunta política fundamental: ¿Queremos que el mundo
se rija por la ausencia de normas, como ocurrió en el pasado, o queremos que
el mundo se rija por normas? [20]
Por supuesto, estas normas se pueden cambiar y adaptar, y puede que haya que
reformar las instituciones encargadas de hacer que se cumplan, pero el punto
central que se debate hoy es el principio fundamental de si tenemos reglas.
¿Queremos que exista el derecho internacional o queremos que la pax
americana se convierta en la lex americana, esto es, un mundo en el
que no hay leyes excepto aquellas que Estados Unidos acepta como tales? De
ser así, esto implicará el desprecio total por los derechos de todos los
pueblos del planeta. Y todos nosotros, incluidos los y las europeas, nos
encontraremos con que nos hemos convertido en pieles rojas. Tendremos
derecho a sobrevivir solo en el caso de que no entremos en conflicto con los
llamados ‘intereses estadounidenses’, los cuales, en mi opinión, no son los
intereses del pueblo estadounidense sino los de una minoría de corporaciones
económicas dominantes. Esta es la elección política fundamental a la que nos
enfrentamos hoy en día. [21]
Las verdaderas razones del gobierno de Bush
para invadir Iraq y ocupar el país
Christopher Doran hace un pertinente análisis en su excelente libro
Making the World Safe for Capitalism. How Iraq Threatened the US Economic
Empire and had to be Destroyed [Convertir el mundo en un lugar seguro para
el capitalismo. Cómo amenazaba Iraq al imperio económico estadounidense y
tenía que ser destruido], (Pluto Books, 8 de mayo de 2012).
La motivación de la invasión encabezada por Estados Unidos y de la
subsiguiente ocupación de Iraq en marzo de 2003 era eliminar las amenazas
que suponía para la hegemonía económica estadounidense el Iraq posterior a
las sanciones impuestas por Naciones Unidas. Esta hegemonía, enraizada en la
deuda del Tercer Mundo y en el acceso del mercado corporativo, ha visto
fluir billones de dólares desde el Tercer Mundo al Primero vía el Banco
Mundial, el Fondo Monetario Internacional (FMI), la Organización Mundial de
Comercio (OMC) y los acuerdos de libre comercio. Un Iraq independiente,
libre para desarrollar sus propios recursos petroleros sin obstáculo alguno,
habría tenido la capacidad de desafiar la financiación de la economía
estadounidense con pretrodólares de Arabia Saudí y de desafiar directamente
la capacidad del Estado saudí para servir a los intereses estadounidenses a
través de su estatus dominante de productor de petróleo.
¿Qué ha dado Estados Unidos a los iraquíes?: El neoliberalismo de Milton
Friedman. En Capitalismo y libertad (1962) Friedman ponía de
relieve las tres piedras angulares de la política neoliberal:
1. Los gobiernos deben eliminar todas aquellas leyes y regulaciones que se
interpongan en el camino de la acumulación de beneficios.
2. Los gobiernos deben vender todos los activos que posean y que las
corporaciones puedan gestionarlos en su propio beneficio.
3. Los gobiernos deben reducir drásticamente la financiación de los
programas sociales.
Estos tres puntos se pueden resumir como desregulación, privatización de
entidades públicas y recortes de los servicios estatales: Capitalismo en
vena. Este modelo se ha impuesto en Iraq de una manera muy extrema y brutal.
El auge del neoliberalismo estadounidense e internacional ha coincidido con
el auge de Estados Unidos como potencia militar dominante mundial. Ambas
cosas están relacionadas directamente. Thomas Friedman, columnista del
New York Times y defensor de la globalización del libre mercado, lo
resume perfectamente:
“[…] La mano oculta del mercado nunca funcionará sin el puño oculto.
McDonalds no puede prosperar sin McDonnel Douglas [el constructor de los
F-15]. Y la mano negra que hace que el mundo sea un lugar seguro para que
prosperen las tecnologías de Silicon Valley se llama ejército
estadounidense, fuerzas aéreas, fuerza naval y cuerpo de marines”.
Estados Unidos es responsable de que los países más pobres del mundo se vean
atrapados en un círculo de pobreza sin fin, con muy poco dinero para
invertir en educación, sanidad, suministro de agua potable y de alimentos
esenciales, y la protección de los recursos nacionales y medioambientales
cruciales. Los servicios públicos deben estar sujetos ahora a la ley
neoliberal del beneficio, no a la necesidad. Si una corporación no puede
proporcionar el servicio para su propio beneficio, este, en consecuencia, no
es realmente necesario.
La esencia es preservar el sistema y garantizar que, con independencia de si
el país es una democracia representativa o una dictadura, la toma de
decisiones se quite de las manos del gobierno y así el gobierno está en
deuda con el Banco Mundial, el FMI, la OMC y los acuerdos de libre comercio.
Estados Unidos ha creado un imperio global en el que da dos opciones a los
países: o aceptan o se les destruye. A los países que ya son ricos se les
permite recoger las recompensas, como es el caso de Europa, Japón,
Australia, Canadá y las dictaduras árabes productoras de petróleo en Oriente
Próximo. Los países que se resisten serán potencialmente destruidos, como
Iraq, Chile, Libia y otros muchos más. Para la mayoría de los países del
planeta no hay recompensas, solo penalidades. Estados Unidos no posee el
ejército mayor y más poderoso del mundo para exhibirlo sino que existe para
mantener el sistema, para hacer a los ricos más ricos y a los pobres más
pobres, y para estar disponible cuando un país no solo resiste sino que
potencialmente puede obstaculizar los mismos cimientos sobre los que depende
el sistema.
En vez de tratar de impedir el embargo de petróleo en 1973 y el subsiguiente
impacto del precio del petróleo o controlar Israel en la guerra de Yom
Kippur, Nixon y Kissinger manipularon la crisis para fortalecer el dominio
estadounidense. Kissinger fue quien negoció los acuerdos secretos para
garantizar que el aumento de los ingresos saudíes por el petróleo resultante
de ello llegara a los bancos estadounidenses y británicos. Al gobierno
estadounidense no le preocupaba que la población estadounidense y del resto
del mundo sufriera enormemente debido a este incremento. Lo que era
importante era que todos los países del mundo tuvieran que cuadruplicar sus
reservas de dólares para comprar petróleo, lo que tuvo un efecto
particularmente benéfico sobre el valor del dólar. De hecho, el dólar se
encontraba sometido a una fuerte presión debido a la guerra de Vietnam, que
costó una enorme cantidad de dinero y que en realidad se volvió impagable.
Esa es la razón por la cual en 1971 Estados Unidos decidió abandonar el
patrón oro para vincular el valor del dólar al del petróleo. Dado que Arabia
Saudí es el único país productor de petróleo capaz de influir en los precios
del petróleo, la alianza entre Estados Unidos y Arabia Saudí es de vital
importancia para Estados Unidos.
Esta es la razón por la que Iraq no solo tuvo que ser invadido militarmente
sino también destruido completamente, porque se alzaba de forma
completamente contraria a este modelo neoliberal del Banco Mundial y el FMI.
Como uno de los principales países productores de petróleo, se benefició de
la manipulación estadounidense de la crisis de 1973 de la Organización de
Países Exportadores de Petróleo (OPEP) y de la subsiguiente cuadruplicación
del precio del petróleo. Pero a diferencia de Arabia Saudí, Iraq se negó
rotundamente a enviar sus beneficios del petróleo a Estados Unidos a cambio
de la protección de este país y del estatus de Estado cliente. En vez de
ello, invirtió sus ingresos por el petróleo en su propio desarrollo y, lo
que es de crucial importancia, defendió que otros países árabes productores
de petróleo hicieran lo mismo. La cuestión del desarrollo y el nacionalismo
árabe fueron cruciales. Empezando por la revolución de Iraq de 1958 y el
derrocamiento de la monarquía títere instalada por los británicos, y después
con los baacistas, la sociedad iraquí asistió a espectaculares mejoras en la
alfabetización y la creación de una educación gratuita para todos y todas.
Se introdujo la reforma agraria para reducir la influencia de las grandes
elites propietarias de tierras creadas bajo el dominio británico. Se
estableció el control y la reducción de los alquileres y de los precios de
la comida; se empezó un programa de viviendas a gran escala y se
reconocieron formalmente los sindicatos y asociaciones de agricultores.
También se estableció un sistema de sanidad nacional gratuito. A finales de
la década de 1970 se consideraba que la educación en Iraq era la mejor del
mundo árabe. Los baacistas también establecieron el derecho de la mujer a
hacer una carrera y a participar en la vida pública; en 1980, en vísperas de
la guerra irano-iraquí las mujeres tenían una amplia representación en gran
parte de las profesiones.
Pero ya fuera durante el primer gobierno Bush (1989-92), durante la
presidencia de Clinton (1993-2000) o durante el gobierno de Bush-Cheney
(2001-2008), el objetivo de las sanciones era despojar a Saddam Huseín del
poder porque un renaciente Iraq posterior a las sanciones amenazaba la
propia viabilidad de la hegemonía estadounidense y su crucial relación con
Arabia Saudí y, con ello, la capacidad de Estados Unidos para ejercer su
influencia en otros Estados árabes de la región. Para 2002 las sanciones no
habían logrado su objetivo de eliminar a Saddam Huseín. También estaban
cerca de agotar su eficacia como estrategia en vigor para contener a Iraq
debido a la creciente protesta internacional por el devastador efecto que
tenían sobre el pueblo iraquí y, en especial, sobre los niños. Este fracasó
llevó a Estados Unidos a dar el siguiente paso: una invasión militar y un
cambio de régimen.
La víspera de la invasión se calculaba que Iraq tenía las mayores reservas
demostradas de petróleo, aparte de Arabia Saudí: más de 112.000 millones de
barriles o el 11% del total mundial. Además, el Departamento de Energía de
Estados Unidos calculaba que Iraq tenía hasta 220.000 millones de barriles
en reservas no descubiertas, lo que hacía que el potencial total de Iraq
equivaliera a 98 años de importaciones estadounidenses anuales. Ambas cifras
serían equivalentes a los 260.000 millones de barriles de Arabia Saudí de
reservas totales y también lo situaba en una posición similar ya que se
consideraba que los saudíes tenían suministro suficiente para influenciar de
manera decisiva en el precio mundial del petróleo. [22] El
petróleo de Iraq también es el de acceso más barato del mundo: un dólar por
barril para sacarlo de la tierra, en comparación con los cuatro dólares en
el Mar del Norte y Rusia o los tres del resto de Oriente Próximo.
[23]
En la década de 1990 Francia y Rusia habían firmado acuerdos con Iraq en
relación con su petróleo para el momento posterior a las sanciones. De
haberse podido cumplir estos acuerdos, Total, Fina y Elf habrían tenido los
derechos exclusivos para explotar las regiones de Machnún y Bin Umar,
valoradas en 7.000 millones de dólares. Un consorcio ruso dirigido por
LukOil tenía los derechos exclusivos para explotar los campos de petróleo de
Qurna oeste en el sur de Iraq, que se calculaba que producían 70 millones de
barriles, aproximadamente la mitad de las reservas iraquíes. La compañía
australiana BHP también había estado negociando con el gobierno de Saddam
Huseín para explotar el campo de Halfayeh después de las sanciones. El valor
de la suma total de esos contratos a largo plazo se calculaba en 1,1
billones de dólares.
Así pues, Estados Unidos quedó al margen de cualquier futuro acceso a
explotar las segundas reservas de petróleo más grandes del mundo. Esto
explica por qué Estados Unidos mantuvo las sanciones, con independencia de
lo que Iraq hiciera en términos de su cumplimiento real. Poner fin a las
sanciones hubiera significado que Estados Unidos habría perdido el acceso al
petróleo iraquí así que mientras tanto se aseguró de que nadie tuviera
acceso a él tampoco. A medida que se acercaba la invasión, esto fue una de
las principales bazas en las negociaciones ya que Estados Unidos presionó
(sin éxito) a Rusia y Francia, miembros del Consejo de Seguridad de Naciones
Unidas, para que apoyaran la acción militar en Iraq. Además de esto hubo
otras consideraciones de mercado aparte del petróleo. Antes de la Primera
Guerra del Golfo, Iraq había demostrado ser un lucrativo mercado de
exportación para otros productos estadounidenses, particularmente productos
agrícolas. Por ejemplo, en la década de 1980 Estados Unidos exportaba a Iraq
el 20% de su cosecha de arroz.
Iraq también era problemático por su gestión económica de corte socialista.
A pesar de las sanciones, Iraq era un acérrimo Estado antiliberal: se negaba
rotundamente a ser un Estado cliente de Estados Unidos y había cerrado a los
inversores corporativos, estadounidenses o de otros lugares, su
participación en cualquiera de sus mercados tras las sanciones: agricultura,
sanidad, educación, industria, etc. Esto excluía al capital estadounidense u
occidental de poseer directamente o de invertir en las industrias iraquíes.
Como se sabe por experiencias pasadas, restringir (y ya no digamos excluir)
de sus mercados a las corporaciones estadounidenses hubiera sido una razón
suficiente para que Estados Unidos emprendiera acciones decisivas.
Pero todavía hay más. Richard Benson, analista de Citibank y Chase
Manhattan, resume de forma muy clara lo que estaba en juego: “[…] En el
mundo real […] un factor que apuntala la prosperidad estadounidense es
mantener el dólar como moneda de reserva mundial. Esto solo se puede hacer
si los países productores de petróleo mantienen los precios del petróleo en
dólares y toda su reserva de moneda en dólares. Si hubo algo que cavara la
fosa de Saddam Huseín fue el paso que dio para empezar a vender el petróleo
en euros”. Esta decisión obligó a Estados Unidos a dar al siguiente paso:
una invasión militar y un cambio de régimen.
También a Israel estaba interesado en la decisión de invadir y destruir Iraq.
Basta con mencionar parte de la conferencia que pronunció Avi Dichter, ex
ministro israelí de Seguridad, acerca del papel israelí en Iraq: “[…] En
Iraq hemos logrado más de lo que esperábamos o planeábamos”. La conferencia
se pronunció el 4 de septiembre de 2008 en el Instituto de Investigación
sobre Seguridad Nacional Israelí. Dichter incluyó los siguientes puntos en
su conferencia:
* Neutralizar Iraq es de una importancia estratégica extrema para la
seguridad sionista,
* Iraq fue aplastado como potencia militar y nación unificada, y nuestra
opción estratégica es ahora mantenerla fragmentada,
* Nuestro objetivo estratégico sigue siendo impedir que Iraq vuelva a
desempeñar su papel árabe y regional,
* Los objetivos israelíes incluyen apoyar a los kurdos con armas,
entrenamiento y un acuerdo de seguridad para fundar un Estado kurdo
independiente en el norte de Iraq que controlará el petróleo en Kirkuk y en
Kurdistán. [24]
Jacques R. Pauwels, historiador y politólogo, autor de El mito de la
guerra buena: Estados Unidos en la Segunda Guerra Mundial*,
ofrece otra razón para invadir Iraq:
“[…] El Estados Unidos de la riqueza y el privilegio está enganchado a la
guerra; sin dosis de guerra regulares y en aumento ya no puede funcionar
adecuadamente, esto es, producir los beneficios deseados. Actualmente esta
adicción, este ansia, se satisface gracias a un conflicto contra Iraq que,
además, da la casualidad de que resulta muy grato a los barones del
petróleo. Sin embargo, ¿acaso alguien cree que el belicismo se detendrá una
vez que el cuero cabelludo de Saddam se una a los turbantes de los talibán
en la vitrina de los trofeos de George W. Bush? El presidente ya ha señalado
con el dedo a aquellos cuyo turno llegará en seguida, a saber, los países
del ‘eje del mal’: Irán, Siria, Libia, Somalia, Corea del Norte y, por
supuesto, la vieja espina en América: Cuba. ¡Bienvenidos al siglo XXI,
bienvenidos a la magnífica nueva era de la guerra permanente!
Para terminar, algunos expertos afirman que en realidad las guerras son
perjudiciales para la economía estadounidense. Esto es correcto en parte,
pero también falso en parte. Todo depende de qué economía estemos hablando,
de la economía de quién. Para la economía del estadounidense medio la guerra
de Iraq es definitivamente una catástrofe, porque él es quien, con su
dinero, pagará su descomunal factura y también con su sangre ya que es
también el estadounidense de a pie (y preferentemente negro o hispano) quien
suministrará la carne de cañón y quien está expuesto al ‘fuego amigo’, al
cancerígeno uranio empobrecido y a otros riesgos asociados con el manejo de
algunas de las armas más exóticas del arsenal del Pentágono, como ya fue el
caso durante la Guerra del Golfo. Los hijos de los ricos y poderosos se
quedan a salvo en casa: ¿Acaso no es esto lo que hizo el joven George W.
Bush en la época de la guerra de Vietnam? Para el complejo de la industria
militar, para la economía de los Bush, Cheney, Rice, Rumsfeld, etc., para la
economía de las sociedades del petróleo y de los fabricantes de armas, para
la economía de los estadounidenses ricos que poseen acciones en estos
emporios y corporaciones esta guerra, como las guerras en general, no es
sino algo verdaderamente maravilloso porque se embolsarán los beneficios que
tan profusamente generan las guerras: la muerte y la destrucción la
padecerán otros. Con lo que mejor funciona su economía es con la guerra, su
‘economía de guerra’ no puede funcionar sin la guerra. Por eso Bush debe
seguir encontrando nuevos enemigos para Estados Unidos, debe seguir
invocando nuevas amenazas y seguir emprendiendo la guerra. Si alguna vez
estallara la paz en el mundo esto no sería sino una catástrofe para el
Estados Unidos de Bush”. [25]
Las dramáticas consecuencias de la ‘democracia
floreciente’ para la nación y el pueblo de Iraq
La guerra del contribuyente estadounidense no solo ha arruinado la economía
estadounidense y ha sumido al mundo en una crisis económica, sino que
también ha arruinado a una nación soberana que no quería formar parte del
‘Nuevo orden mundial’. La dramática situación que se vive en Iraq contrasta
enormemente con los ecos positivos acerca de los ‘progresos en Iraq’ que
publican los medios dominantes. Con el fin de imponer las ideas
estadounidense de la guerra en Iraq, el departamento de Defensa pagó entre
2009 y 2011 hasta 300 millones de dólares a empresas estadounidenses en Iraq
para que elaboraran noticias, programas de entretenimiento y anuncios de
servicios públicos en los medios iraquíes en un esfuerzo por ‘comprometer e
inspirar’ a la población iraquí para que apoyara los objetivos
estadounidenses y al gobierno iraquí [26]. “[…] Los
periodistas tienen que analizar dónde está la línea divisoria entre las
relaciones públicas y la propaganda o si existe una línea. El coste de este
año del Presupuesto de Relaciones Públicas del Pentágono para ‘ganar los
corazones y las mentes’ en casa y en el extranjero se espera que sea de, al
menos, 4.700 millones de dólares”, informó en 2009 la Fundación Nieman para
el Periodismo de la Universidad de Harvard [27]. Se supone
que el público no debe conocer las horribles historias de Iraq y solo se le
proporciona información sesgada procedente de la maquinaria de guerra
estadounidense y de su aparato mediático. “[…] Es esencial para el éxito del
nuevo gobierno iraquí y de la misión de las fuerzas estadounidenses en Iraq
que ambos se comuniquen de manera efectiva con nuestras audiencias
estratégicas (esto es, las audiencias iraquíes, panárabes, internacionales,
y las audiencias de las fuerzas estadounidenses y de las fuerzas
estadounidenses en Iraq) para lograr una aceptación generalizada de los
temas y mensajes fundamentales”, según el anuncio de la pre-convocatoria de
un equipo de 12 civiles para proporcionar “Servicios estratégicos de gestión
de comunicación” en Iraq. [28]
António Guterres, Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados,
ha señalado que Iraq es el conflicto mejor conocido del mundo, pero la
crisis humanitaria peor conocida [29]. Examinemos, pues,
más de cerca algunos de los devastadores resultados de la guerra y ocupación
de Iraq, lo que la elite estadounidense califica de ‘democracia
floreciente’:
-Más de 1,45 millones de muertos. La cifra es impactante y da que pensar
porque es, al menos, diez veces mayor que la mayoría de los cálculos citados
por los medios estadounidenses, pero sin embargo se basa en un estudio
científico sobre las muertes violentas causadas por la invasión encabezada
por Estados Unidos de marzo de 2003 [30].
-La tasa de mortalidad infantil de Iraq ha aumentado un 150 % desde 1990,
cuando Naciones Unidas impuso las sanciones.
-En 2008, solo el 50 % de los niños de educación primaria iban a la escuela,
lo que supone un descenso de un 80 % respecto a 2005.
-Según estadísticas oficiales del gobierno iraquí, en 2007 había cinco
millones de huérfanos en Iraq. [31]
Actualmente, según cifras del Alto Comisionado para los Refugiados de
Naciones Unidas [ACNUR] en Iraq hay:
- 2,7 millones de iraquíes desplazados internos y 2,2 millones de
refugiados, la mayoría de ellos en los Estados vecinos, es decir, uno de
cada seis iraquíes está desplazado.-
- La Sociedad del Creciente Rojo Iraquí calcula que más del 83 % de esos
desplazados dentro de Iraq son mujeres y niños, y la mayoría de esos niños
son menores de 12 años [32]. - Más de ocho millones de
iraquíes necesitan ayuda humanitaria. [33]
- El 70 % de los iraquíes no disponen de agua potable.
- La cifra oficial de desempleo es del 50 % y la no oficial del 70 %.
- El 43 % de los iraquíes vive en la mayor de las miserias.
- El 80 % de los iraquíes carece de condiciones higiénicas [34].
- Cuatro millones de personas carecen de alimentos y necesitan
imperiosamente ayuda humanitaria directa, pero solo el 60% de los cuatro
millones de personas que depende de la ayuda alimenticia tiene acceso a las
raciones del Sistema de Distribución Pública, una cifra inferior al 96% en
2004 [35].
Iraq, que recaudó cerca de 180.000 dólares en nueve meses, y es una de las
naciones más ricas en petróleo del mundo, no tiene dinero para pagar las
subvenciones a las viudas, a las cosechas y otros programas para los pobres,
según señaló el presidente del Parlamento a los legisladores el 21 de
noviembre de 2010 [36].
De acuerdo con un informe de Minority Rights Group International
[37] varias de las minorías de Iraq (caldeos, siriacos ortodoxos,
asirios, cristianos armenios, comunidades yazidíes y mandeos) están en
peligro de desaparecer ya que se enfrentan a unos niveles de violencia sin
precedentes.
Según un informe elaborado por Oxfam, el 33 % de las mujeres no había
recibido ayuda humanitaria desde 2003; el 76 % de las viudas no cobraba la
pensión; el 52 % estaba en paro; el 55% están desplazadas desde 2003, y un
55 % de las mujeres habían padecido violencia. [38]
Según la Organización Internacional para las Migraciones (IOM, en sus siglas
en inglés) años de guerra e inestabilidad han provocado entre uno y dos
millones de hogares cuyo cabeza de familia es una mujer en Iraq: mujeres
viudas, divorciadas, separadas o que cuidan a sus maridos enfermos. Solo un
2% de estas mujeres cabezas de familia trabaja de forma habitual, y un 98%
está desempleada, jubilada, hace trabajos marginales o no puede o no desea
trabajar, [39].
El asesinato de personas inocentes se ha vuelto parte de la vida cotidiana.
En 2010 el Informe Mercer sobre Calidad de Vida [40]
publicó sus resultados respecto la ciudad más habitable. Bagdad ocupaba el
último lugar: la ciudad menos habitable del planeta debido a la destrucción
total, a manos del ejército estadounidense, del sistema de plantas de
tratamiento de aguas residuales, de fábricas, escuelas, hospitales, museos y
centrales eléctricas. [41]
La agencia de Naciones Unidas UN-HABITAT publicó un informe de 218
páginas titulado Estado de las ciudades del mundo, 2010-2011.
[42] En las últimas décadas, antes de la invasión
estadounidense en 2003, el porcentaje de población urbana que vivía en
barrios de chabolas era inferior al 20 %. Hoy este porcentaje ha ascendido
al 53 %: 11 millones del total de 19 millones de habitantes urbanos. En la
última década la mayoría de los países han hecho progresos para reducir el
número de chabolistas, pero Iraq ha ido rápida y peligrosamente en la
dirección contraria. [43]
El Índice de Paz Global (GPI, en sus siglas en inglés) publicado en 2007
clasifica anualmente los países según la paz en la que viven, identificando
los elementos clave que generen paz o violencia. Desde 2007 Iraq es
considerado el país más peligro del mundo. En su informe de 2011, de 153
países, Iraq era el penúltimo por delante de Somalia. [44]
El informe de 2011de la lista de ciudades en el mundo según su reputación,
realizado por el Instituto de la Reputación [Reputation Institute’s 2011
Country RepTrak], un estudio anual que mide la percepción pública de 50
países de todo el mundo, situaba a Iraq en el último lugar. [45]
Según el estudio, la ocupación del país ha provocado una corrupción y un
nepotismo galopantes en las instituciones del gobierno, unos suministros de
agua y electricidad insuficientes, mucho peores que bajo el régimen del ex
presidente Saddam Huseín. El estudio confirmó que el fraude financiero
generalizado en las instituciones del gobierno ha dañado gravemente el nivel
de vida del pueblo iraquí, la mitad del cual vive por debajo del umbral de
pobreza, según estadísticas de Naciones Unidas. [46]
Las autoridades iraquíes han empezado la construcción de un muro de
seguridad en torno a la capital, Bagdad, según informa el canal de
televisión del país Al-Iraqiya TV que cita al portavoz de seguridad de
Bagdad. El muro de hormigón, con ocho controles militares, se debía haber
terminado a mediados de 2011. [47] Por consiguiente, no
solo los habitantes de Bagdad se ven obligados a vivir en comunidades
cerradas (con barreras de ‘seguridad’ de hormigón entre los distintos
barrios), sino que toda la ciudad estará cercada, cerrada al mundo exterior,
como una fortaleza medieval.
Amnistía Internacional calcula que en Iraq hay 30.000 personas presas sin
haber sido juzgadas. De ellas, diez mil que estaban bajo custodia
estadounidense fueron transferidas cuando sus tropas de combate finalizaron
algunas operaciones en Iraq. Se sabe que varias personas presas han muerto
en prisión, al parecer como consecuencia de la tortura u otro tipo de
maltrato perpetrado por los interrogadores y guardias iraquíes, que
regularmente se niegan a confirmar la detención o el paradero de las
personas a sus familiares. [48] Muchos presos permanecen en
cárceles secretas. Human Rights Watch recopiló información acerca de tres
cárceles secretas dirigidas por la Brigada Bagdad y el Servicio
Antiterrorista. Las tres estaban en Bagdad: la cárcel Muzana del aeropuerto,
Campo Justicia en Kadimiya y Campo Honor en la Zona Verde. [49]
El gobierno ha tratado de negar que estas tres cárceles estuvieran bajo
control de Maliki. “[…] Ocho años después de la invasión estadounidense, la
vida en Iraq en realidad está empeorando para las mujeres y las minorías,
mientras que los periodistas y las personas detenidas se enfrentan a
importantes violaciones de sus derechos”, afirmó Joe Stork, vice director
para Oriente Próximo de Human Rights Watch el 21 de febrero de 2011. [50]
El 28 de mayo de 2011Amnistía Internacional publicó su informe anual y estas
son sus conclusiones: “[…] Las fuerzas de seguridad iraquíes y los soldados
estadounidenses cometieron graves violaciones de los derechos humanos:
detuvieron a miles de personas sin acusación o juicio, lo que incluye a
algunas personas que permanecieron en prisión durante años. […] La tortura y
otros malos tratos contra los detenidos por parte de las fuerzas de
seguridad iraquíes fueron endémicos. […] Los tribunales dictaron sentencias
de muerte después de juicios injustos y se ha informado de que al menos
1.300 presos estaban en el corredor de la muerte”. [51]
Según las cifras publicadas el 22 de enero de 2008 por la Agencia para los
Refugiados de Naciones Unidas (ACNUR), los refugiados iraquíes en Siria
padecían unos niveles extremos de trauma, mucho mayores que los refugiados
de otros conflictos recientes en cualquier otra parte del mundo. Las cifras
revelaban que el 89,5 % padecía depresión, el 81,6 % ansiedad y el 67,6 %
síndrome de estrés postraumático (PTSD, en sus siglas en inglés).
[52] Una de cada cinco personas registradas en ACNUR desde enero de
2007 (más de 19.000 personas) estaba inscritas como “víctima de la tortura
y/o la violencia” en Iraq. El 77% de los iraquíes refugiados afirmó haber
sido víctima de bombardeos o de ataques de artillería o misiles. El 80%
había sido testigo de un tiroteo; el 68% había sufrido interrogatorios o
acoso por parte de las milicias u otros grupos, incluido el haber recibido
amenazas de muerte, mientras que el 16% había sido torturado; el 72% fue
testigo de la explosión de un coche bomba, y el 75% conocía a alguna persona
que había sido asesinada. El informe ponía de relieve las muchas formas de
tortura que han padecido los refugiados iraquíes, incluidos golpes,
electrochoque, colocación de objetos bajo las uñas, quemaduras y violación. [53]
En 2009, los informes de ACNUR señalaban que el 20% de los desplazados
internos y el 5% de los refugiados retornados informaban de niños
desaparecidos [54], lo que se podría atribuir a la
violencia generalizada, en la que se incluyen los secuestros, el
reclutamiento forzado, etc. [55] En noviembre de 2009 se
calculaba la población total de personas desplazadas internas en 2,76
millones o 467.517 familias. [56] Si el 20% de estas
familias informaba de niños desaparecidos, un simple cálculo indica que han
desaparecido más de 93.500 niños de familias desplazadas internas. Además,
muchas comunidades dieron cuenta de la desaparición de algún miembro de la
familia (el 30% de las familias desplazadas internas, el 30% de las
retornadas y el 27% de los refugiados retornados), lo que indica que habrían
desaparecido por haber sido secuestradas o detenidas, y que no sabían qué
había pasado con sus familiares desaparecidos. [57] Paul
Henri Arni, miembro del Comité Internacional de la Cruz Roja, afirmó que
después de tres conflictos en Iraq (una guerra con Irán en la década de
1980, la primera Guerra del Golfo en 1991 y la operación dirigida por
Estados Unidos en 2003), el país probablemente se enfrenta al mayor número
de personas desaparecidas del mundo [58]: más de un millón,
según datos de Naciones Unidas [59]. Desde la guerra de
2003 en Iraq, decenas de miles de personas buscan a sus familiares. Se cree
que la mayoría de las personas desaparecidas está muerta. Pero incluso
aquellas personas cuyos cuerpos se han encontrado, no siempre se identifican
rápidamente: el 25 de mayo de 2009, el Dr. Munjid Salah al-Din, director de
la morgue central de Bagdad, declaró al New York Times que solo
entre 2006 y 2008 su personal había trabajando para identificar 28.000
cuerpos [60].
Cuando Paul Bremer III, administrador de la antigua Autoridad Provisional de
la Coalición (CPA, en sus siglas en inglés) abandonó Bagdad tras la llamada
‘transferencia de soberanía’ en junio de 2004, dejó tras de sí las 100
órdenes que había promulgado como jefe de la Autoridad de la Ocupación en
Iraq. Estas 100 órdenes convirtieron a Iraq en un paraíso gigante del libre
mercado, pero en una pesadilla infernal para los iraquíes. Colonizaron el
país para el capital: un saqueo a la mayor de las escalas, un laboratorio
del capitalismo salvaje y armas de destrucción masiva. Los iraquíes no
tenían papel alguno en la planificación ni obtuvieron subcontratos para
compartir los beneficios. Las nuevas leyes económicas instituyeron unos
impuestos bajos, los inversores extranjeros poseían el 100% de los activos
iraquíes, el derecho a expropiar todos los beneficios, ninguna restricción a
las importaciones, y contratos y arrendamientos a largo plazo de 30 a 40
años, con lo que se desposeyó a los iraquíes de sus propios recursos, de
manera que ningún gobierno futuro lo pudiera cambiar, escribe Stephen
Lendman [61]. Entre estas órdenes estaba la Orden 81 sobre
“Patentes, diseño industrial, información no revelada, circuitos integrados
y variedad de plantas”. Durante generaciones los pequeños agricultores en
Iraq habían trabajado con un sistema de suministro de semillas informal y no
regulado. Durante mucho tiempo la base de la práctica agrícola había sido el
guardar las semillas y la libre innovación con el intercambio de materiales
de cultivo entre las comunidades agrícolas. Esto pertenece ahora a la
historia. La CPA declaró ilegal que los agricultores iraquíes reutilicen las
semillas cosechadas de nuevas variedades registradas según la ley.
[62]
La destrucción de la infraestructura militar e industrial generada por la
guerra ha liberado metales pesados y otras sustancias peligrosas en el aire,
en el suelo y en el agua subterránea. Debido al daño provocado a las
infraestructuras, los lugares donde se acumulan residuos médicos y
municipales pueden provocar el riesgo de epidemias. Existe la fuerte
sospecha de que la contaminación por uranio empobrecido y otras
contaminaciones relacionadas con el armamento son la causa del gran
incremento de las malformaciones congénitas y de los casos de cáncer en Iraq,
[63] así como de haber convertido en inhabitable el país.
El bajo nivel de agua en los lagos y ríos anunció el desastre de los
sistemas de tratamiento de aguas residuales y el simultáneo envenenamiento
del agua que la hacía inadecuada para el consumo humano y animal. El
suministro de agua de los ríos Tigris y Éufrates ha disminuido
drásticamente, lo que afecta a las fértiles tierras agrícolas y a los
suministros de aguas subterráneas que se han reducido sin que haya indicios
de recuperación. En consecuencia, la sequía se ha convertido en un problema
nacional [64]. “[…] La pobreza generalizada, el
estancamiento económico, la falta de oportunidades, la degradación
medioambiental y la ausencia de servicios básicos constituyen violaciones
‘silenciosas’ de los derechos humanos que afectan a amplios sectores de la
población”, concluía un informe de Naciones Unidas publicado el 8 de agosto
de 2011. [65]
Un informe de Transparencia Internacional afirma que la corrupción en Iraq
probablemente se convertirá en “[…] El mayor escándalo de corrupción de la
historia” [66]. Y mientras Estados Unidos se retira de Iraq,
deja tras de sí cientos de proyectos abandonados o a medio terminar. Las
autoridades de la ocupación y sus agentes y trabajadores han robado o
derrochado cantidades descomunales de fondos iraquíes. Algunos ejemplos: la
decisión del gobierno estadounidense de apropiarse de todos los activos y
fondos iraquíes en todo el mundo por valor de 13.000 millones de dólares; la
confiscación de los fondos iraquíes en Estados Unidos (3.000 millones de
dólares); la transferencia forzada de una cuenta iraquí del banco suizo UBS
a bancos estadounidenses; las autoridades de ocupación se apropiaron de los
fondos acumulados del Programa petróleo por alimentos (hasta marzo de 2003,
unos 21.000 millones de dólares); en las primeras semanas de la ocupación,
los soldados estadounidenses se apropiaron de unos 6.000 millones de dólares
y los acumularon en edificios del gobierno en Bagdad, además de 4.000
millones del Banco Central y de otros bancos iraquíes; la apropiación de
2.000 millones de dólares de fondos iraquíes en bancos árabes y de otros
países (las reservas de emergencia nacional) ¿Adónde fueron todos estos
fondos? En vez de establecer una cuenta en el Banco Central Iraquí para
depositar tanto estos fondos como los de la exportación del petróleo, las
autoridades de ocupación establecieron la cuenta (llamada “Fondo de
Desarrollo para Iraq”) en la filial de Nueva York del Banco Central de
Estados Unidos, donde todas las operaciones financieras se llevaron a cabo
en el mayor de los secretos. [67] Según afirmó el portavoz
del Parlamento iraquí el 24 de febrero de 2012 ”[…] Se han ‘perdido’ unos
40.000 millones de dólares de un fondo posterior a la Guerra del Golfo que
mantiene Iraq para proteger el dinero de reclamaciones extranjeras, afirmó
el portavoz parlamentario iraquí el 24 de febrero de 2012” [68].
Una carta de mayo de 2011 del Comité de Integridad del Parlamento de Iraq a
Naciones Unidas afirmaba que “[…] Hay indicios de que la agencia
estadounidense robó y malversó un total 17.000 millones de dólares de los
fondos de reconstrucción del pueblo de Iraq”. El Parlamento iraquí califica
esta pérdida de fondos de ‘crimen financiero’. [69] Un
cálculo de la Comisión sobre establecimiento de contratos en época de guerra
del 24 de febrero de 2011, indica que las pérdidas solamente por fraude en
ambas zonas de guerra (Iraq y Afganistán) podrían ascender a 12.000 millones
de dólares.
El 16 de julio de 2011 Jalid al-Alwani, parlamentario de la Comisión de
Integridad de Iraq, afirmó que la corrupción financiera se calcula en unos
59.000 millones de dólares y que por el momento se han presentado demandas
por unos 38.000 casos de corrupción. Afirmó que el volumen de la corrupción
en Iraq es ‘tremendo’ y atribuyó la corrupción galopante de Iraq al “[…]
Alto volumen de ingresos, […] a la falta de responsabilidades y a la falta
de control por parte de los tribunales”. [70] El 13 de
julio de 2012, Jalid al- Alwani reveló que el volumen de la corrupción
financiera y administrativa en Iraq podría ascender a 229.000 millones de
dólares. [71]
La empresa estadounidense de auditoría PricewaterhouseCoopers (PwC), en una
presentación ofrecida en abril de 2011 en París ante un organismo de control
de los ingresos del petróleo iraquíes designado por Naciones Unidas afirmó
que Iraq carece todavía de un sistema moderno de medición necesario para
rastrear la producción, el transporte y la exportación del crudo. Tanto del
informe de la empresa, como de los informes del Comité de Expertos
Financieros de Iraq y del Consejo de Asesoría y Control Internacional, un
organismo de control de Naciones Unidas, señalaron que la laxa
implementación del sistema de medición es una amenaza para el país.
[72] “[…] Iraq es víctima del mayor robo de su producción petrolera
de la historia moderna”, puso de relieve Azzaman en marzo de 2006.
Un estudio de mayo de 2006 sobre la producción y las cifras de exportación
de petróleo realizado por Platt’s Oilgram News, una revista
industrial, demostraba que no hay explicaciones de lo ocurrido con más de
3.000 millones de dólares al año. “[…] Con miles de millones de dólares
empleados y su amplia experiencia en infraestructura petrolera y puertos
iraquíes, Halliburton y Parsons parecen incapaces de solucionar los
problemas rutinarios de contadores rotos en las terminales del sur de Iraq.
Después de la invasión de 2003 parece que los contadores se han apagado y
que desde entonces no han podido ofrecer datos fiables de cuánto crudo se ha
enviado por barco desde los campos de petróleo iraquíes del sur”, escribía
CorpWatch el 22 de marzo de 2007 [73].
*Dirk Adriaensens es coordinador de SOS Iraq y
miembro del comité ejecutivo del Tribunal BRussells.
Entre 1992 y 2003 encabezó varias delegaciones a Iraq para observar los
devastadores efectos de las sanciones impuestas por Naciones Unidas.
Fue miembro del Comité Organizador Internacional del Tribunal Mundial
sobre Iraq (2003-2005). También es co-coordinador de la Campaña
Global contra el Asesinato de Académicos Iraquíes; co-autor de
Rendez-Vous in Baghdad, EPO (1994), Cultural Cleansing in Iraq, Pluto
Press, London (2010), Beyond Educide, Academia Press, Gante (2012), y suele
colaborar con Global Research, Truthout, The International Journal of
Contemporary Iraqi Studies y otros medios.
Notas
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53. Idem.
54. Véase nota 28.
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JafariaNews, 24 de febrero de 2011.
69. “Where’s
Our Missing $17bn? Iraq Demands Return of Oil Money ‘Stolen by US
Institutions after 2003 Invasion’”, Global Policy Forum, junio de 2011.
70. “MP:
Iraq Corruption ‘Tremendous’” , Rudaw.net, 17 de julio de 2011.
71. Véase Sara Johnson “A
quarter trillion dollars the size of corruption in Iraq!”, Dinar Vets,
13 de Julio de 2011.
72.Véase Ben Lando, “Iraq
criticized for oil metering delays”, Iraq Oil Report, 11 de mayo de
2011.
73. Véase Pratap Chatterjee, “Mystery
of the Missing Meters: Accounting for Iraq’s Oil Revenue”, CorpWathc, 22
de marzo de 2007.