La
transmisión oral de la revelación estaba basada en el hifz
(memorización) y el Profeta (s.a.s.) fue el primero en hacerlo:
No
muevas tu lengua con esta revelación para que te apresures a preservarla.
En
verdad, a nosotros corresponde su colección y recitación.
Así
pues, cuando te lo recitemos, sigue tú su recitación.
A
Nosotros corresponde su explicación.
(al-Qiyama,
75:17-20).
Muhammad
instruyó a los Sahâba para la memorización del Corán. El caso de Ibn
Mas`ud, el primer musulmán que recitó el Corán en voz alta en Meca, nos
–muestra que ya en los albores de la Umma, la recitación de memoria fue
practicada por los Sahaba:
El
primero que recitó el Corán en voz alta en Meca, después de Rasûlullâh
(s.a.s.) fue ‘Abdullâh Ibn Mas‘ûd. Los Sahaba se reunieron y
mencionaron que los quraish jamás habían escuchado abiertamente el Corán...Cuando
(Ibn Mas‘ûd) llegó al maqâm, comenzó a recitar Suratu-l-Rahmân.
Ellos se levantaron y comenzaron a golpearle en el rostro; pero el continuó
recitando hasta que Allâh quiso. (Ibn Hishâm. Sira n-Nabî)
También está atestiguado que Abû Bakr solía recitar el Corán públicamente
sentado frente a su casa en Meca.
Existen numerosos hadices que nos muestran los esfuerzos y las medidas
tomadas por el Profeta (s.a.s) para asegurarse de que la Revelación era
preservada en la memoria de los Sahâba. El siguiente quizás sea el más
claro:
Narrado
por ‘Uzmân bin ‘Affân: Rasûlullâh dijo: “los mejores de entre vosotros
son aquellos que aprenden el Corán y lo enseñan” (Bujârî).
Además, la recitación repetida en el Salât, fijaba en la memoria de
los Sahâba distintos pasajes del Corán. Rasûlullâh (s.a.s.) también
escuchaba recitar el Corán a los Sahâba:
Narrado
por ‘Abullâh (bin Mas`ûd): Rasûlullâh me dijo: “recita por mí”. Yo le
pregunté: “¿Debo recitar lo que te ha sido revelado a Ti?”. Y me respondió:
“Me gusta escuchar la recitación de otros”. Entonces recité suratu-n-Nisâ’
hasta el aya que dice “Y ¿qué suerte correrán cuando traigamos a un testigo
de cada pueblo, y te presentemos a Ti como testigo contra ellos?”. Entonces me
ordenó detenerme y ví que sus ojos estaban llenos de lágrimas.
(Bujârî).
Rasûlullâh envió maestros a otras comunidades para instruirles en el
Islam y en el Corán. El caso de Musa‘ab bin ‘Umair ilustra este
hecho que comenzó antes de la Hiÿra:
Cuando
esos hombres (en la primera promesa de ‘Aqaba) partieron (hacia Medina), Rasûlullâh
envió con ellos a Musa‘âb bin ‘Umair...y le instruyó para que les
recitase el Corán y les enseñase el Dîn. En Medina, Ibn ‘Umair era conocido
como “el recitador”.(Ibn
Hishâm).
Otro caso bien conocido es el de Mu‘âd bin ÿabal,
que fue enviado al Yemen para enseñar a sus gentes.
Suÿûtî menciona más de 20 personas que habían memorizado el Corán,
entre ellos: Abû Bakr, ‘Umar, ‘Uzmân, ‘Alî, Ibn Mas‘ûd, Abû Huraira,
‘Abdullâh bin Abbâs, ‘Abdullâh bin ‘Amr bin al-‘Âs,
‘A’isha, Hafsa y Umm Salama. De entre ellos, Rasulullâh
recomendaba especialmente los siguientes:
Narrado
por Masrûq: ‘Abdullâh bin ‘Amr mencionaba a Ibn Mas‘ûd y decía que
escuchó a Rasûlullâh decir: “aprende el Corán de estos cuatro: ‘Abdullâh
bin Mas‘ûd, Sâlim, Mu‘âdz y Ubai bin Ka‘ab ” (Bujârî).
Contaba
Qatada: Pregunté a Anas bin Mâlik: “¿Quién reunió el Corán en tiempos de
Rasûlullâh?. Y me contestó que cuatro: Mu‘âd bin ÿabal
Çaid bin Zâbit y Abû Çaid.(Bujârî).