CAPÍTULO 87: EL MÁS ELEVADO

SÛRAT AL-A‘LÀ

revelada en Meca, 19  versículos

 

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bísmil-lâhi r-rahmâni r-rahîmi

Con el Nombre de Allah, el Rahmân, el Rahîm

1. sábbih ísma rábbika l-a‘là

¡Glorifica el Nombre de tu Señor, el Más elevado!,

2. l-ladzî jálaqa fa-sawwà

que ha creado y ha igualado,

3. wa l-ladzî qáddara fa-hadà

el que ha determinado y guía,

4. wa l-ladzî: ájraÿa l-mar‘à

el que ha hecho brotar el pasto

5. fa-ÿá‘alahû guzâ:an ahwà*

y después lo convierte en heno oscuro...

  

            Según el Imâm ‘Ali, en cierta ocasión el Mensajero de Allah (s.a.s.) dijo que amaba esta sûra, la de El Más Elevado (al-A‘là), que le fue revelada en Meca y tiene diecinueve versículos. A su vez, Múslim -en su Sahîh- recogió informaciones en las que nos asegura que Muhammad (s.a.s.) tenía la costumbre de recitar ésta y el capítulo siguiente (al-Gâshia) en el Salât del mediodía de los viernes (al-ÿúmu‘a) y en el de las dos fiestas (‘îd al-adhà y ‘îd al-fitr).

            El amor que el Enviado (s.a.s.) profesaba a esta sûra está justificado. Primero, en ella se presiente cómo el universo entero es una mezquita en la que resuenan ecos que coinciden con las emociones del musulmán cuando evoca a su Señor. Segundo, esta sûra anuncia una bondad especial de Allah hacia su Profeta: le certifica que es Él mismo el que le enseña lo que ve en su corazón y le facilitará el camino de su cumplimiento. Tercero, la sûra sugiere que Allah se hace cargo del Corán y garantiza que jamás será falseado por los hombres. Cuarto, en ella se recuerda a los musulmanes los tres grandes fundamentos del Islam: la Unidad de Allah (el Tawhîd), el significado y alcance de la Revelación (el Wahy), y la afirmación de la Retribución (el Yaçâ) de los actos en al-Âjira ante Allah tras la muerte. Y quinto, la sûra confirma al Islam como heredero de la historia espiritual de la humanidad.

            En este primer apartado estudiaremos únicamente los primeros cinco versículos del capítulo. En ellos se sintetiza gran parte de la cosmovisión del Islam, y conforman un encabezamiento de una extraordinaria hermosura.

            La sûra comienza con un imperativo: sábbih ísma rábbika l-a‘là, ¡glorifica el Nombre de tu Señor, el Más elevado!... Se ordena al Mensajero -y con él a todos los musulmanes- glorificar (sábbaha-yusábbih) a Allah, que es el Nombre (Ism) Más Elevado (A‘là) de tu Señor (Rabb). Y en estas pocas palabras hay muchos significados.

            Se nos manda glorificar, y esta es una traducción muy pobre para lo que quiere decir en árabe sábbaha-yusábbih. Este verbo sugiere la idea de sumergirse por completo en las connotaciones de algo inmenso, de ahí que su raíz sábaha-yásbah signifique nadar, abandonarse en un espacio en el que no puedes aferrarte a nada.

            El tasbîh, la glorificación de Allah, consiste en evocar la Grandeza de Allah, hacer presente las significaciones radicales de su Unicidad, Voluntad, Poder, Ciencia,... de sus Cualidades cimentadoras de la realidad pero que en sí escapan a toda definición. El tasbîh es rememorar todo eso sabiendo que no se puede abarcar la magnitud última de esas realidades, y fluir con ellas, y saborear las posibilidades que el entendimiento humano tiene de representarse lo infinito y embriagarse en ese Océano conformador de cada uno de nuestros instantes. Con el tasbîh se olvidan y se dejan atrás los dioses con los que sustituimos lo irrepresentable y abandonamos nuestros fantasmas cotidianos y nuestras medianías. El tasbîh es vivir bajo la influencia de esa intuición de algo desproporcionado y envolvente. No se trata de repetir simplemente la fórmula subhâna Allah con la que expresamos nuestra admiración ante lo desmesurado de Allah, sino que el tasbîh es expresar con nuestras vidas su significación. Eso es a lo que nos invita el imperativo que está al principio de esta sûra.

            Ese imperativo nos obliga a glorificar -de ese modo- el Nombre (Ism) de nuestro Señor (Rabb). La palabra Rabb -Señor-, que aparece siempre en el Corán en referencia a algo -con un pronombre posesivo o a la cabeza de un genitivo (el Señor de...)-, nos habla de la Presencia inmediata -que todo ser intuye en su corazón- de algo eterno en lo que ve a su Dueño, pero para lo que no tiene palabras y entonces el Corán le da nombres, siendo el Más Elevado (A‘là) de esos nombres el de Allah. Tu Rabb es Allah, lo que te determina y gobierna tiene como Nombre Supremo Allah, lo que intuyes como un gran secreto inexpresable -pero de un Poder hacedor de todas las cosas y determinante de todos los acontecimientos- se llama Allah. Glorificar su Nombre es glorificarlo a Él, pues al nombrarlo acercas a ti a quien está más cerca de ti que tú de ti mismo.

            Y calificar a Allah de al-A‘là, el Más Elevado, también quiere decir que su Verdad está más allá de todo lo que puedas imaginar, y por tanto tu glorificación de Él siempre se quedará corta. Allah es absolutamente Remoto: no es conquistado por ninguna reflexión, no es abarcado por ningún pensamiento, y ninguna glorificación le hace plena justicia. Por eso Él es al-A‘là, el que está por encima de todas las cosas; es el Más Elevado, el Inalcanzable. El Profeta (s.a.s.) hacía tasbîh cuando se hallaba en suÿûd, cuando llevaba la frente al suelo, totalmente abatido por Allah, y decía: subhâna rábbi al-a‘là, ¡glorificado sea mi Señor, el Más Elevado! En ese momento íntimo de Muhammad (s.a.s.) está expresada toda la contundencia del tema que estamos tratando. Ante al-A‘là, si realmente intuye su alcance, el ser humano se rinde; y ése es el verdadero tasbîh, el más auténtico, el más consecuente; es el tasbîh en la raíz de tu realidad...

            Pero lejos de hacer de Allah algo simplemente remoto e inaccesible, el Corán nos habla de su Presencia Inmediata, en nosotros y en cuanto nos rodea, subrayando -como lo que que debe ser tenido en cuenta antes de nada- el Señorío (Rubûbía) o dominio absoluto con el que Allah -el Más Elevado- estructura todas las cosas en cada momento. Allah es indescifrable, pero fundamentalmente es tu Señor (Rabb), impera en ti. Si en su Verdad es impensable, en su realidad es contemplable. Si miras en ti y en lo que te rodea verás la Voluntad, el Poder y la Ciencia de Allah: al-ladzî jálaqa fa-sawwà, que ha creado y ha igualado,... Él -esa Verdad (Haqq) infinita- lo ha creado todo (jálaqa-yájluq) y ha hecho que su obra sea completa y perfecta, la ha nivelado (sawwà-yusawwî), es decir, la ha equilibrado, de modo que cada criatura es lo que debe ser, y las partes y el todo de la creación se conjugan como han de hacerlo de acuerdo a la sabiduría inefable que los ha hecho, wa l-ladzî qáddara fa-hadà, el que ha determinado y guía,... Allah ha determinado (qáddara-yuqáddir) la función y la meta de cada criatura, y la guía (hadà-yahdî) en el cumplimiento de su presente y la conduce a su destino último, sosteniendo cada uno de sus pasos, dando hechura a cada uno de sus instantes, orientando cada uno de sus movimientos hacia lo que Él quiere. Quien reflexiona sobre el alcance de estas palabras encontrará la paz.

            El universo entero, desde el átomo hasta los sistemas estelares, todo ha sido creado, nivelado, determinado y es guiado por Allah. La Presencia del Inaccesible es inmediata y constante, y su dominio, absoluto: nada está al margen de su Acto que da realidad. Nada es real si no es obra de Allah, el Señor de los Mundos. Él es el infinitamente Remoto, impenetrable, y a la vez es el íntimamente Próximo: no está lejos de nada, al contrario, está más cerca de cada cosa que esa cosa lo está de sí misma: Él es su Realizador Inmediato, su Creador y Recreador en cada instante, es el que está realmente en cada acontecimiento

            Tras estos primeros esbozos de contenido general viene una imagen clarificadora: wa l-ladzî: ájraÿa l-mar‘à, el que ha hecho brotar el pasto... Allah es quien ha sacado (ájraÿa-yújriÿ) algo vivo de algo aparentemente inerte; hace salir pasto (mar‘à) de la tierra, al igual que ha hecho surgir seres vivos de la nada. Finalmente, fa-ÿá‘alahû guzâ:an ah, después lo convierte en heno oscuro... eso que era verde y jugoso, Allah mismo lo convierte (ÿá‘ala-yáÿ‘al) por último en heno (guzâ) muerto y quebradizo, oscuro (ah) porque ha perdido su vitalidad. Primero, Allah manifiesta su Poder Vivificante (su Rahma) y después su Poder Quebrador (su Qahr), y todo está sometido a sus órdenes, nada se resiste a su mandato, y por siempre Él es el Uno-Único al que todo obedece sin resistencia alguna y Él es al que todo vuelve. Todo fluye con su Voluntad y responde a su Poder, toda la existencia es tasbîh, glorificación de Allah en el sentido que hemos definido, en el de rendición absoluta e Islâm pleno. El universo entero es una mezquita en la que resuena la expresión subhâna Allah, y el hombre aprende a hacerse eco de ese vibrar de la existencia...

 

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