CIENCIAS DEL ISLAM

 

 

CIENCIAS DEL HADIZ

 

índice

 

 

         La Sunna (o Hadiz) es la segunda fuente del Islam tras el Corán. Mientras que el Corán es lo que nos viene directamente de Allah, la Sunna es la enseñanza que recibimos del Profeta, y el Islam es el resumen de ambos, explícito en la doble fórmula de iniciación lâ ilâha illâ llâh muhámmadun rasûlullâh, no hay más verdad que Allah y Muhammad es el Mensajero de Allah. El estudio de la Sunna ha dado origen a extensos saberes a los que se denomina ‘Ulûm al-Hadîz, las Ciencias del Hadiz, en el que ocupa un lugar destacado una compleja terminología técnica (istilâh) que ayuda a valorar la autenticidad y alcance de los hadices (breves relatos en los que se relatan palabras, actos o decisiones del Profeta).

 

 

PARTE I

HISTORIA DEL HADIZ

 

LECCIÓN I

HADIZ, SUNNA Y OTROS TÉRMINOS

 

 

         Hadiz y Sunna:

 

         En opinión de los muháddizîn (los expertos en ciencias del hadiz), especialmente entre los tardíos, hadiz y sunna son términos prácticamente sinónimos e intercambiables. En cada caso, se trata de la atribución (idâfa) de un dicho (qául), una acción (fi‘l), una decisión (taqrîr) o una cualidad (sifa) al Profeta. Pero si estudiamos la evolución histórica de estas palabras, observaremos diferencias sutiles en su empleo, tanto a nivel general en la lengua árabe como en su uso como tecnicismos (istilâhât, mustalahât) en la ciencia del hadiz.

         Hadîz (en plural ahâdîz), que deriva de un verbo que significa hablar, conversar, contar, significa ‘acto de informar’ (ijbâr), acabando por designar esta palabra un breve relato en el que se informa de un dicho (qául), un acto (fi‘l) o una decisión (taqrîr) atribuidos al Nabí (s.a.s.). Es sinónimo de uhdûza, suceso, acontecimiento digno de ser relatado, y ya en la época preislámica (la Yâhilía) hadiz se empleaba en esos sentidos, llegando a designar las ‘crónicas’ que los árabes hacían de sus gestas e, incluso, a los refranes. También en el Corán hadiz aparece con el sentido de noticia, información, relato de un hecho memorable.

         Algunos ‘ulamâ (designación general para los expertos en ciencias islámicas, sea cual sea su especialidad) han destacado el significado de ‘nuevo’ que tiene hadiz como adjetivo. Se dice ‘nuevo’ de algo reciente, de algo que acontece en el tiempo, y en este sentido diferencian entre el Qadîm, el Antiguo o Eterno, Atemporal, para referirse a las Palabras de Allah (Kalâm), mientras que las enseñanzas del Profeta (s.a.s.) son Hadiz, son ‘palabras nuevas’, advenidas en el tiempo: “Se usa el término hadiz en el Shar‘ (la Sharî‘a, la Ley Revelada) para las enseñanzas atribuidas al Profeta, a diferencia del Corán, que es Qadîm”. Esto nos explica la prevención de muchos de los ‘ulamâ, quienes evitan el término hadiz a la hora de describir el Corán, optando en su lugar por la fórmula Kalâmullâh, Discurso de Allah.

         El mismo Nabí (s.a.s.) utilizaba el término hadiz para referirse a sus palabras, distinguiéndolas de  este modo del Corán, y de las enseñanzas de cualquier otro. Por ejemplo, dijo de su Compañero Abû Huráira que era una persona empeñada en reunir el Hadiz, es decir, su enseñanza oral.

         Originalmente, la palabra sunna no equivale exactamente a hadiz. De acuerdo con el significado principal de la palabra sunna (que significa ‘modo’ -tarîqa-), esta palabra designaba el ‘modo’ seguido por el Profeta en su carácter de modelo para los musulmanes, su ‘costumbre’. Por tanto, el término hadiz tiene un sentido genérico que abarca las palabras y acciones del Profeta, mientras que sunna se refiere exclusivamente a sus actos (a‘mâl). De ahí las matizaciones que podemos encontrar en textos antiguos en los que se dice, por ejemplo, de un hadiz que ‘es contrario a la analogía, la sunna y el consenso’, o de algún personaje que sería ‘experto en la sunna’, de otro que sería ‘experto en el hadiz’, o de otro que sería ‘experto en ambos’. Para esos autores antiguos, sunna y hadiz se complementan pero son distintos.

         El empleo de sunna en el sentido de ‘modo’, ‘costumbre’, ‘ley’, no debió resultar sorprendente a los árabes, y también debía resultarles familiar su contrario, bid‘a, con el que se designa a algo desacostumbrado, algo sin antecedentes, algo que no sigue una ley, una especie de falsificación. Cuando los árabes escucharon al Profeta (s.a.s.) decir: “Aferráos a mi Sunna”, comprendieron perfectamente que era una invitación a seguir su ejemplo, su ‘modo’, su estilo, tanto en su vida privada como en su vida pública, no aceptando bid‘as.

         La ciudad de al-Madîna al-Munáwwara (Medina) fue el lugar en el que mejor se preservó la Tradición del Profeta (s.a.s.), como veremos más adelante, hasta el punto de ser llamada Dâr as-Sunna, la Casa de la Sunna. En el periodo medinés de la historia del primer Islam fue cuando el concepto de sunna fue adquiriendo su importancia. El mismo Profeta (s.a.s.) dijo en una ocasión que la maldición de Allah, de los ángeles y de toda la gente recaería sobre cualquiera que introdujera en Medina una ‘novedad’ (hádaz) en la Tradición, queriendo esto decir que Allah se declaraba ajeno a todo el que se apartara de la comunidad de los musulmanes, establecida en el respeto a las enseñanzas del Profeta. Hádaz y bid‘a quedarían así homologadas, designando ambos términos lo contrario a la sunna: novedades sin antecedentes en las enseñanzas del Profeta (s.a.s.), corrupciones y arbitrariedades que disgregan lo que la sunna había cohesionado. El Profeta (s.a.s.) dijo: “Hijo mío, cuídate del hádaz”. Los musulmanes pronto entendieron que esta repulsa hacia el hádaz (o bid‘a) en Medina era extensivo a toda la geografía del Islam, siendo un principio general y universal, en consonancia con otros dichos del profeta (s.a.s.): “Lo peor de todas las cosas son las muhdazât (sinónimo en plural de hádaz)”, “Quien invente una tradición (o costumbre) que no me pertenezca, séale devuelta”.

         Resultado de esta postura clara del Profeta (s.a.s.) fue, junto al temor a innovar algo en el Islam (ihdâz al-hádaz), el deseo generalizado de preservar la Sunna del Mensajero de Allah. Se considera que todo musulmán cuyo corazón no tenga en el Profeta el modelo supremo, carece de sinceridad y no es de los que se acercan a Allah. Hubo desde los comienzos del Islam personas que se consagraron a recopilar y trasmitir las súnan (plural de sunna), y se convertían en ejemplo de su práctica, asumiendo la ‘forma de ser’ (júluq) del Profeta (s.a.s.), imitándolo en todos sus gestos.

         Con el paso del tiempo, el seguimiento del ejemplo de esos primeros musulmanes empeñados en mantener viva la tradición del Profeta (generación que recibió el nombre de Sálaf), se convirtió en el modo de ser fiel al legado de Sidnâ Muhammad (s.a.s.). El constante esfuerzo por revivificar la Sunna y trasmitirla, por un lado, y combatir la bid‘a disgregadora, por otro, era un título de gloria entre los musulmanes, y los ‘ulamâ que más empeño pusieron en esa empresa han pasado a la historia del Islam acompañados de respeto y consideración, si bien muchos de ellos tuvieron que pasar duras pruebas durante sus vidas.

         En resumen, la sunna es práctica mientras que el hadiz es el relato de palabras dichas por el Profeta, pero la mayoría de los críticos consideran que ambos términos son sinónimos, pues la trasmisión de la Costumbre del Profeta, su práctica del Islam, tiene la forma de hadiz.

 

Jábar y Ázar:

         Jábar significa noticia, y es un término más apropiado que el de sunna para servir de sinónimo de hadiz, pues, como ya hemos dicho, el verdadero sentido de hadiz es el de ‘acto de informar’. Un hadiz es una noticia ‘alzada al Profeta’ (jábar marfû‘), es decir, una información que se le atribuye. Ahora bien, puesto que jábar tiene un sentido demasiado genérico, los expertos prefieren llamar hadiz a las noticias sobre el  Profeta, siendo un término que no se presta a equívocos: cuando se dice hadiz, nos referimos al relato de palabras, hechos o decisiones del Profeta, mientras que jábar es cualquier noticia o crónica, siendo su uso más propio de historiadores que de expertos en las enseñanzas de Sidnâ Muhammad (s.a.s.).

         Ahora bien, hay muháddizîn (expertos en hadiz) que consideran oportuno el empleo de jábar porque han advertido que los trasmisores de hadices (los ruwât) no se limitaban a comunicar lo marfû‘ (es decir, un hadiz propiamente dicho, en tanto que noticia ‘alzada al Profeta’), sino también lo mawqûf (lo atribuido a un Compañero -Sahâbi- del Profeta) y lo maqtû‘ (lo atribuido al seguidor -tâbi‘i- de un Compañero), es decir, relataban noticias atribuidas (alzadas) al Profeta, a sus discípulos (los Sahâba) y a los discípulos de estos últimos (los tâbi‘în o seguidores, continuadores). Por ello, algunos muháddizîn han creído oportuno el empleo del término jábar para referirse al conjunto de las informaciones que nos llegan de esa primeras generaciones del Islam. Un jábar, por tanto, puede ser un hadiz propiamente dicho, o una información procedente de un sahâbi o de un tâbi‘i.

         Otro término empleado entre los especialistas en hadiz es el de ázar, que significa vestigio, huella, con el que se designa también a las noticias dejadas por esas primeras generaciones de musulmanes (el Sálaf). Pero el empleo de los término jábar y ázar se prestan a cierta confusión desde el momento en que algunos autores los emplean para designar las noticias que nos han llegado del Profeta (hadiz), de los Sahâba (jábar) o de los tâbi‘în (ázar). Lo más común es que tengan un sentido genérico y posteriormente se aclaren cualquiera de esas fuentes. Puesto que todos tienen la forma de hadiz (breve relato), lo correcto son los tecnicismos hadîz marfû‘ (o simplemente hadiz, cuando se atribuye al Profeta), hadîz mawqûf (cuando se atribuye a un Sahâbi) y hadîz maqtû‘ (cuando se atribuye a un tâbi‘).

 

Hadîz Qudsí:

         A veces, Sidnâ Muhammad (s.a.s.) comunicaba a sus discípulos (o Compñeros, los Sahâba) enseñanzas que provenían directamente de Allah (Wahy, Revelación), y su conjunto es lo que denominamos Corán, que es Palabra Increada, Discurso Eterno (Kalâm Qadîm). Otras veces, él se presentaba como maestro, y quedaba claro que entonces se atribuía a sí mismo lo que decía o hacía, y a eso se le llamó hadiz. Pero en ocasiones trasmitía enseñanzas que compartían ambos extremos: se trata de sabidurías que él ponía en boca de Allah, pero sin declararlo Corán. A esos textos se les llama hadices qudsis (ahâdîz qudsía) también se les llama hadices ilâhis -ahâdîz ilâhía- o rabbânis -ahâdîz rabbânía). Su estilo es claramente distinto al del Corán y al de los hadices normales. Ejemplo de hadiz qudsí es el recogido por Muslim en su Sahîh, trasmitido por Abû Dzarr, en el que el Profeta (s.a.s.) dice que Allah dice: “¡Oh, siervos míos! Me he prohibido la injusticia a Mí Mismo y la he declarado prohibida entre vosotros, así pues no seáis injustos...”. Como se ve claramente, la fórmula empleada en la atribución del hadiz es clara: “El Profeta ha dicho que Allah dice...” (en árabe, la expresión preferida entre los primeros musulmanes era qâla rasûlullâhi sallà llâhu ‘aláihi wa sállama fîmâ yarwî ‘an rábbihi..., posteriormente se usó la expresión qâla llâhu ta‘âla fîmâ rawâhu ‘ánhu rasûlullâhi sallà llâhu ‘aláihi wa sallama, pero el sentido es el mismo: el Profeta ha dicho entre las cosas que ha trasmitido a partir de su Señor o Allah ha dicho según ha trasmitido su Profeta...). Algunos ‘ulamâ opinan que el texto del hadiz es, palabra por palabra, atribuible a Allah, pero no debe ser considerado homólogo al Corán, mientras que la mayoría de ellos opina que la palabra pertenece al Profeta mientras que el sentido proviene de Allah por inspiración (ilhâm, diferenciándose así del Corán, que es Revelación -wahy-). En cualquier caso, el hadiz qudsi está sometido al las leyes de comprobación y consideración del hadiz, no a las del Corán.