EL ISLAM
SALAT
El Salat representa ponerse ante Allah, y es consumirse en
la inmensidad. Una vez nos hemos simplificado con las ablusiones, nos
encontramos con el vacío y estamos dispuestos a lanzamos a él, sin arrastrar
nada que perturbe nuestra contemplación y rendición ante Allah.
En esta introducción a las ‘Ibadas hablaremos
exclusivamente de lo imprescindible del Salat, que es un tema relativamente
complejo. Sólo queremos ofrecer un manual de urgencia para quien quiera
empezar ya, aunque más adelante deberá profundizar si desea alcanzar la
perfección en este arte.
Antes de empezar el Salat, deberemos tener en cuenta lo siguiente:
l - Que sea el momento. El Salat no se realiza en
soledad, sino con el universo entero porque lo que buscamos es la Unidad más
absoluta. Debemos esperar la confluencia del todo, y ello es simbolizado por
instantes especiales, que son cinco.
a) El amanecer (Subh).
b) El mediodía solar (Zuhr).
c) La tarde (‘Asr).
d) El ocaso (Maghrib).
e) El principio de la noche (‘Ishâ).
Estos son los cinco momentos
en que debe hacerse necesariamente el Salat. Debe hacerse justo en ese momento
o poco después, pero nunca antes. Hacerlo antes es como entrar sin permiso.
2- El momento es anunciado con una llamada a la que se
llama Adzân. Si se escucha el Adzân debe ser repetido en voz
baja cada vez que el que lo da acabe una frase, que son:
Allâhu ákbar, Allah es más grande, cuatro
veces.
Ash-hadu an lâ ilâha illâ llâh, Doy fe de que
no hay más verdad que Allah, dos veces.
Ash-hadu ánna Muhámmadan rasûlu llâh.
Doy fe de que Muhammad es el mensajero
de Allah, dos veces.
Háyya ‘ala s-salâh, Acudid al Salat,
dos veces. En lugar de esta frase, el que la escucha
dice en silencio: lâ háula wa lâ qúwwata illâ billâh. No hay
fuerza ni poder más que en
Allah.
Háyya ‘ala l-falâh, acudid a la
felicidad, dos veces. Al oírlo decir lo mismo que en el
caso
anterior.
Allâhu ákbar, dos veces.
Lâ ilâha illâ llâh, una vez.
El Adzân se hace en las mezquitas, o en
cualquier lugar si se quiere, pero sólo lo pronuncia en alto una persona,
limitándose el resto a repetirlo en silencio. El que da el Adzân está
reproduciendo lo que hizo el Profeta, es decir, convocar a la humanidad, por
ello debe responderse a su llamada.
3- Una vez ha llegado el momento, puede empezarse el Salat.
Pero el Salat debe hacerse en dirección a la Ka‘ba, es decir,
mirando hacia Meca. Desde Andalucía, ésta se encuentra hacia el este con una
inclinación hacia el sur. Si fuera absolutamente imposible determinar esa
dirección, el Salat se realizará hacia allí donde nos indique nuestra
intuición más sincera.
Es importante que nuestro Salat confluya con el de todos
los musulmanes porque en todos coincide la búsqueda de lo mismo.
A esta dirección se la llama Qibla, y en las
mezquitas está marcada por un nicho (Mihrâb) situado en el muro que
esté en esa orientación.
4- El Adzân fue la llamada para convocar a los
musulmanes al Salat, una vez que se esté dispuesto a hacerlo, habrá que
hacer una nueva llamada para el establecimiento concreto del Salat, para
empezarlo. Esta segunda llamada se llama Iqâma, que significa establecimiento,
y quiere decir que se va a empezar inmediatamente el Salat. Si se está en
grupo, lo hace uno cualquiera, sin que se tenga que repetir sus frases como se
había hecho anteriormente. Si se está solo, hay que hacerlo
obligatoriamente, al contrario de lo que sucedía con el Adzân.
Las frases de la Iqâma son:
Allâhu ákbar, dos veces.
Ash-hadu an lâ ilâha illâ llâh, una vez.
Ash-hadu ánna Muhámmadan rasûlu llâh, una vez.
Háyya ‘ala s-salâh, una
vez.
Háyya ‘ala l-falâh, una vez.
Qad qâmati s-salâh, dos veces, y
significa: Ha sido establecido el Salat.
Allâhu ákbar, dos veces.
Lâ ilâha illâ llâh, una vez.
5- Una vez llegado el momento, establecida la orientación
y el Salat y en perfecto estado de Tara, se puede comenzar el
Salat, pero conviene tener en cuenta lo siguiente:
a) Una vez empezado el Salat no puede interrumpirse.
b) Se evitarán gestos ajenos al Salat, como volver la
cabeza hacia los lados, saludar a alguien, o cualquier otro movimiento brusco
que no sean los que pertenecen estrictamente al Salat.
Es necesario ser consciente de que, una vez empezado
el Salat se está en otra parte y ya no en este mundo. Si no se sabe esto, no
se está haciendo nada. De pie, sobre tu alfombrilla, con el cuerpo dirigido
hacia Allah, lo dejas todo atrás y concentras tu corazón en Allah, y una vez
lo has concentrado de forma radical, comienzas el Salat sin que nada pueda
perturbarte. Si es necesario para una mejor concentración, cierra los ojos,
pero mirando hacia el suelo, hacia el lugar en el que vas a depositar la
frente.