PALESTINA

 TIERRA DE LOS

MENSAJES DIVINOS

 

ROGER GARAUDY

ÍNDICE

 

SEGUNDA PARTE: Historia de un mito

 

             III.   LAS RAZONES DEL ÉXITO DEL SIONISMO POLÍTICO

2.  El sionismo y el antisemitismo

b)  La responsabilidad de los dirigentes sionistas ante el antisemitismo hitleriano

            3)  La cooperación de los dirigentes sionistas con los nazis

El ejemplo más revelador de la colaboración entre los diri­gentes sionistas y los nazis es el de Rudolf Kastner, vicepresi­dente de la Organización sionista: «Fue con él con quien negoció Eichmann, en el momento de las deportaciones de los judíos en Hungría. Estos dos hombres llegaron a un acuerdo en virtud del cual Eichmann dejaría salir "ilegalmente" a algunos miles de judíos con destino a Palestina (de hecho, sus trenes estaban vigilados por la policía alemana); a cambio de ello, "el orden y la tranquilidad" reinarían en los campos de donde fueron expulsados, en dirección a Auschwitz, centenares de miles de judíos. Los millares rescatados mencionados en este acuerdo eran judíos eminentes y miembros de organizaciones juveniles sionistas, "el mejor elemento biológico", según la ter­minología utilizada por el propio Eichmann[1]. De creerle, el doctor Kastner habría sacrificado a sus correligionarios por una "idea", y ello, así, estaba bien. El juez Benjamín Halevi, uno de los tres magistrados presentes en el proceso de Eichmann, había presidido el juicio contra Kastner. A Kastner se le había acusado de cooperar con Eichmann y otros nazis bien situados en la escala del poder. Halevi creía que Kastner había "vendido su alma al diablo"»188.

Cuando el periodista israelí Malchiel Greenwald denunció los crímenes de Kastner, el gobierno de Israel intentó abrirle un proceso por difamación. Pero la Corte reconoció la realidad de los hechos y le exculpó, condenando incluso al gobierno de Israel a pagar a Greenwald los gastos del proceso.

He aquí algunos extractos del veredicto del juez Benjamín Halevi:

«Los nazis habían aprendido la lección del ghetto de Varsovia... Sabían que los judíos sabían vender muy caras sus vidas si a su cabeza había hombres de honor».

Eichmann no quería un nuevo Varsovia. Por ello, los nazis se esforzaron por desviar y por sobornar a los dirigentes judíos... Los dirigentes nazis sabían que los sionistas eran el elemento determinante...[2].

Para conseguir el derecho a hacer marchar a Palestina a 1.685 personas «útiles» para lograr los objetivos sionistas, garantizó a Eichmann que los 470.000 judíos saldrían sin oponer resistencia, porque él, Kastner, no les diría que eran enviados al exterminio, y les haría creer que se trataba de un simple traslado. El juez Halevi prosiguió: «Las masas de los judíos de los ghettos de Hungría embarcaron dócilmente en los trenes de la deportación, ignorando su suerte. Tenían confian­za ciega en la falsa información, según la cual eran trasladados sencillamente a Kenyermeze... El sacrificio de la vida de la mayoría de los judíos, para salvar a una "élite", constituía la base del acuerdo entre Kastner y los nazis. Mientras que miles de judíos de Kluj, Nodvarod o de otras comunidades habrían podido huir por la frontera (Rumania) si los dirigentes del "Co­mité de Socorro" hubieran cumplido con su deber».

El juez Halevi recuerda que Kastner intervino para salvar a uno de sus interlocutores nazis: uno de los ejecutores de Him-mler, el Standerten fuhrer Kurt Becher, a quien el testimonio de Kastner en el proceso de Nuremberg le hizo escapar del casti­go. El juez es formal: «No hubo ni verdad ni buena fe en el tes­timonio de Kastner... Kastner perjuró a conciencia, en su testi­monio ante esta Corte, cuando negó que había intervenido en favor de Becher. Además, escondió este hecho importante: su intervención en favor de Becher la hizo en nombre de la Agencia judía y del Congreso mundial judío... Está claro que la recomendación de Kastner no fue hecha en su nombre personal, sino también en nombre de la Agencia judía y del Congreso mundial judío... y, por ello, Becher fue liberado por los Aliados».

Después del juicio, la opinión israelí se vio sacudida. En el periódico Haaretz, el Dr. Moshe Keren, el día 14 de julio de 1955, escribía lo siguiente: «Kastner tiene que ser inculpado de colaboración con los nazis...». Pero el vespertino «Yediot Aharonot», del 23 de junio de 1955, explicaba muy bien por qué no podía ser: «Si Kastner es juzgado, es todo el gobierno el que corre el riesgo de hundirse ante la nación, como conse­cuencia de lo que este proceso va a revelar».

Pero, Kastner murió «oportunamente», y el gobierno israelí introdujo un recurso ante la Corte Suprema. Los jueces de la Corte Suprema, por mayoría, no se contentaron con «rehabili­tar» a Kastner. Se solidarizaron con él. El argumento esencial del juez Shlomo Chessin, que, en nombre de la mayoría de la Corte, leyó el juicio, fue que «los judíos húngaros eran una rama muerta del árbol desde hacía ya mucho tiempo... No eran capaces, ni física ni mentalmente, de oponer resistencia...»[3].

Este desprecio hacia las masas judías justificaba el que 470.000 judíos fueran engañados para que, sin resistencia alguna, fueran amontonados en los trenes de la muerte en dirección hacia Auschwitz, al tiempo que centenares de personajes «eminentes» se embarcaban rumbo a Palestina.

Este «darwinismo social», de «selección de los más aptos», se correspondía totalmente con la ideología de los dirigentes sionistas, al igual que con la de Hitler.

De este modo, de la cuestión Kastner, lo que se deduce es que no se trató de ningún error o del crimen de un individuo. Esto no hubiese sido más que el problema de la debilidad de un hombre. Lo realmente trágico es que una Corte Suprema, por interpelación de un gobierno, se solidarizase con él. Por tanto, se trata de un crimen de Estado, legitimado por una ideología fascista.

El ejemplo más sobrecogedor es el de la colaboración entre dirigentes sionistas, y más en particular, del grupo Stern, del señor Itzhac Shamir, con el gobierno hitleriano.

Este grupo, denominado «Lehi» (iniciales de «Combatien­tes por la Libertad de Israel»), ya fue denunciado por Gurion como autor de un «crimen moralmente imperdonable: promulgar una alianza con Hitler, con la Alemania nazi, contra Inglaterra»[4].

El día 7 de julio de 1933, en el periódico sionista Davar, David Ben Gurión había denunciado las prácticas de Vladimir Jabotinsky (el maestro de Menahem Begin) en la Alemania nazi: «Justo después de que Hitler accediera al poder en Ale­mania, cuando las persecuciones contra los judíos y marxistas estaban en su apogeo, Vladimir Jabotinsky llegó a Berlín, y, en su discurso público, excitó el odio contra los marxistas y comu­nistas del movimiento sionista y de Palestina»[5].

El grupo Stern había sido creado y dirigido por Stern, cuyo asistente era Itzac Shamir que, en aquel entonces, se llama­ba I. Yezernitsky. Tras la muerte de Stern, abatido por los ingleses en 1941, el grupo pasó a ser dirigido por un «triunvira­to»: Israel Eldad Snisb, Natán Yellin-Mor, e Itzac Shamir, jefe de operaciones[6].

Los primeros contactos con los Estados fascistas «se ini­ciaron con el cónsul general de Italia en Jerusalén, el conde Quinto Mazzilino, pero sin resultado alguno» [7].

El grupo Stern se dirigió directamente a la Alemania nazi. Un primer emisario, Loubentchik, fue enviado por Itzac Shamir para entrevistarse con Von Hantig, jefe de los servicios secretos de los nazis en Damasco. Un segundo encuentro, esta vez dirigido por Natán Yellin-Mor, tuvo lugar.

Uno de los jefes históricos del grupo Stern, Israel Eldad Snaib, en un artículo del cotidiano de Tel Aviv, Yediot Aha-ronot, del 4 de febrero de 1983, confirma la autenticidad de las consultas entre su movimiento y los representantes oficiales de la Alemania nazi, diciendo que sus colegas habían explicado a los nazis «que era probable una identidad de intereses entre un nuevo orden en Europa, según la concepción alemana, y las aspiraciones del pueblo judío en Palestina, representadas por los "Combatientes por la Libertad de Israel" (Lehi)».

Este artículo fue publicado después del que publicara el pe­riódico Haaretz, el día 31 de enero de 1983. En el citado artícu­lo se citaba una carta con el membrete de «secreta», que había sido dirigida, en enero de 1941, por Franz Von Papen, embajador de Hitler en Ankara a su ministro, y en la cual con­taba sus contactos con los dirigentes del grupo Stern. A la carta se le añadió un memorándum de Verner Otto Von Hentig, uno de los agentes de los servicios secretos nazis en Damasco, acerca de las conversaciones con los emisarios de Stern y de Shamir, y en el cual se dice que «la cooperación entre el movi­miento de liberación de Israel y el nuevo orden en Europa será conforme a uno de los discursos del canciller del III Reich, en el que subrayaba la necesidad de utilizar todo tipo de combina­ciones y coaliciones para aislar y vencer a Inglaterra». En el mismo memorándum se dice que el grupo Stern «está estrecha­mente vinculado a los movimientos totalitarios de Europa, a su ideología y a sus estructuras». Estos documentos se encuentran en el Memorial del Holocausto (Yad Vachem) de Jerusalén, clasificados bajo el número E-234151-8.

El 19 de agosto de 1983, en el semanario Hotam de Tel Aviv, el señor Eliezer Halevi, sindicalista laborista y miembro del Kibbutz Gueva, revela la existencia del documento firmado por Itzhak Shamir (entonces llamado Yezernitsky) y Abraham Stern, el cual fue remitido a la embajada de Alemania en Ankara, en el momento en que la guerra hacía sus estragos en Europa, que las tropas del mariscal Rommel estaban ya en territorio egipcio y que el exterminio de los judíos por los nazis se estaba intensificando. En el documento se dice: «En materia de conceptos, estamos identificados con ustedes. ¿Por qué no colaborar conjuntamente?»

El texto fundamental de las propuestas presentadas a los nazis por el Grupo Stern (del que Itzhak Shamir era el segundo hombre, antes de pertenecer al «triunvirato» que dirigió el grupo a la muerte de Stern) es éste:

«Principios de base de la Organización Militar Nacional (N.M.O.) en Palestina (Irgun Zevai Leumi), concernientes a la solución de la cuestión judía en Europa y a la participación activa del N.M.O. en la guerra al lado de Alemania» [8](195).

De los discursos de los dirigentes del Estado nacional-so­cialista alemán se deduce que una solución radical a la cuestión judía implica una evacuación de las masas judías de Europa. (Judenreines Europa.)

Esta evacuación de las masas judías de Europa es la pri­mera condición a la solución del problema judío, pero ello sólo es posible gracias a la instalación de dichas masas en Palestina, dentro de un Estado judío, con sus fronteras históricas.

Resolver definitivamente el problema judío, y liberar al pueblo judío, es el objetivo de la actividad política y de los largos años de lucha del «Movimiento para la Libertad de Is­rael» (Lehi) y de su Organización Militar Nacional en Pales­tina (Irgun Zeváí Leumi).

La N.M.O., conociendo la buena predisposición del gobier­no del Reich hacia la actividad sionista dentro de Alemania, y los planes de emigración sionista, estima que:

1)  Podrían existir intereses comunes entre la instauración, en Europa, de un orden nuevo, según la concepción ale­mana, y las verdaderas aspiraciones del pueblo judío, tales como las encarna Lehi.

2)  La cooperación entre la nueva Alemania y una nación hebrea renovada (Volkish Nationalen Hebraertum) se­ría posible.

3)  El establecimiento del Estado judío histórico sobre una base nacional y totalitaria, y, además, vinculado al Reich alemán por un tratado, podría contribuir a man­tener y reforzar, en el futuro, la posición de Alemania en Oriente Próximo.

La oferta de la N.M.O., válida a nivel militar y político, así como al de información, tanto dentro como fuera de Palestina, con la organización necesaria que ello conlleva, iría vinculada con la preparación militar y la organización de la mano de obra judía en Europa, bajo la dirección de la propia N.M.O. Estas unidades militares participarían en los combates para la con­quista de Palestina, en el caso en que dicho frente fuese creado.

La participación indirecta, en su fase preparatoria, del Movimiento de Liberación de Israel en la instauración del Orden Nuevo en Europa, estaría vinculada a una solución verdaderamente radical del problema judío en Europa, confor­me a las aspiraciones nacionales del pueblo judío. Lo cual potenciaría considerablemente el fundamento del Orden Nuevo a los ojos del mundo entero.

La cooperación del movimiento de liberación de Israel iría en el sentido de los recientes discursos del Canciller del Reich alemán, en los que el señor Hitler subrayaba que toda negocia­ción y toda alianza debería contribuir a aislar y a derrotar a Inglaterra.

La N.M.O. proviene, en parte, de los franco-tiradores judíos en Palestina del Movimiento Revisionista (Nueva Orga­nización Sionista) con el cual la N.M.O. se vio ligada de manera personal a través de la persona de Jabolinsky, hasta su muerte.

Más tarde, la actitud pro inglesa de la Organización revi­sionista en Palestina hizo imposible la renovación de esta vin­culación personal. En el otoño del mismo año, desembocó en una afortunada ruptura con la N.M.O. y en una agitada activi­dad como consecuencia de esta escisión.

El objetivo de la N.M.O. es el establecimiento del Estado judío en sus fronteras históricas.

Contrariamente a todas las corrientes sionistas, la N.M.O. rechaza la idea de que una infiltración colonialista sería el único medio de penetración y de posesión gradual de la patria. Su lema es: el combatiente y el sacrificio, como único medio para la liberación y conquista de Palestina.

Por su carácter militante y su actitud anti-inglesa, la N.M.O., dado que siempre estuvo en el punto de mira represivo de la administración inglesa, se vio obligada a ejercer clandes­tinamente su actividad política y a formar militarmente a sus miembros destacados en Palestina.

La N.M.O., cuya actividad armada había comenzado en el otoño de 1936, se hizo notar a partir del verano de 1939, tras la publicación del Libro Blanco inglés, gracias sobre todo a la intensificación de su actividad de hostigamiento y sabotaje contra el ocupante inglés. Esta actividad, así como las emisio­nes clandestinas diarias de radio, fueron citadas y comentadas por casi toda la prensa de la época.

Hasta los comienzos de la guerra, la N.M.O. mantuvo ofici­nas políticas independientes en Varsovia, París, Londres y Nueva York. La de Varsovia se ocupaba fundamentalmente de la organización militar y de la formación de la juventud sionis­ta nacional. Esta oficina mantuvo estrechas relaciones con las masas judías que, de modo particular en Polonia, seguían entusiásticamente la lucha de la N.M.O. en Palestina, a la cual ayudaban con todos los medios a su alcance.

Dos diarios (Die Tai y Jerozolima wyzwaiona) aparecieron en Varsovia. Ambos pertenecían a la N.M.O.

La oficina de Varsovia mantuvo igualmente estrechas rela­ciones con el gobierno polaco de aquel entonces, y los círculos militares, los cuales no dejaban de seguir con el mayor interés y comprensión los esfuerzos de la N.M.O.

Fue así como, durante la guerra de 1939, fueron enviados a Palestina destacamentos clandestinos de miembros de la N.M.O.

La formación militar de dichos elementos se efectuaba en centros de entrenamiento a cargo de oficiales polacos converti­dos en instructores.

Las negociaciones entre la N.M.O. y el gobierno polaco, realizadas en Varsovia con vistas a concretar y ampliar su ayuda (y que figuran en los archivos del gobierno polaco de aquella época), concluyeron a comienzos de la guerra.

Siguiendo su estructura y su concepción del mundo, la N.M.O. está estrechamente vinculada con los movimientos totalitarios europeos.

En ningún momento la capacidad de combate de la N.M.O. se vio paralizada o seriamente dificultada, debido a las radica­les medidas de defensa en todo lo referente a la administración inglesa, a los árabes y a los socialistas judíos.

Las conversaciones fueron interrumpidas cuando las tropas aliadas detuvieron, en junio de 1941, al emisario de Abraham Stern e Itzhak Shamir, el señor Naftali Loubentchik, en el mismo despacho de los servicios secretos nazis en Damasco. Otros miembros del grupo prosiguieron los contactos hasta que, en diciembre de 1941, Itzhak Shamir fue detenido por las autoridades británicas acusado de «terrorismo y colaboración con el enemigo nazi».

Recordemos que el señor Itzhak Shamir es actualmente el ministro de Asuntos Exteriores del Estado sionista de Israel, del cual fue primer ministro, esperando volver a serlo en virtud del acuerdo de alternancia establecido entre él y Shimon Peres.


 

[1] Hannah Arendt: Eichmann a Jérusalem, op. cit., p. 54.

 

[2] Judgment of Juge Benjamín Halevi. Criminal Case 124/53. Attorney General versus Malchiel Greenwald. District Court, Jerusalem, 22 de junio de 1955

[3] Citado en Ben Hecht: Perfidy. pp. 270-272

[4] Bar Zohar: Ben Gurión. le prophete armé. Ed. Fayard, París, 1966, página 99

[5] Joseph B. Schechtman: Fighler and prophel. The Vladimir Jabotinsky Story. New York, London, 1961, p. 185 y pp. 202-203

[6] Sobre el papel y funciones desempeñados por Itzhac Shamir dentro del Grupo Stern, ver el artículo de Israel Sanders, en Davar. Tel Aviv, 22 de junio de 1975

[7] Fred Goldstein: L'lrgoun, Editions France-Empire. Prefacio de Menahem Begin

[8] Ver anexo