PALESTINA

 TIERRA DE LOS

MENSAJES DIVINOS

 

ROGER GARAUDY

ÍNDICE

 

SEGUNDA PARTE: Historia de un mito

        INTRODUCCIÓN:

PALESTINA EN LA IMAGINACIÓN DE OCCIDENTE

Desde la conquista de Constantinopla, por los turcos, en 1453, hasta la invasión de Bonaparte de Egipto, y el fracaso final de su expedición a Palestina en San Juan de Acre, la tierra de Palestina vivió siglos en la oscuridad, como provincia del Imperio Otomano.

Mas su futuro destino se fraguaba lejos de ella: desde el si­glo xvi, otra Palestina se alzó de la tierra de los sueños y cobró una nueva vida en la imaginación de los pueblos de Occidente.

También hay que escribir la historia de estos sueños.

Porque cuando estos mitos se convertirían en el instrumento de una política, de 1897 a 1985, Palestina, una vez más, será apartada durante un siglo de su vocación de tierra de los men­sajes divinos. Se convertirá en la presa de un colonialismo nuevo y en teatro de guerras incesantes. Entonces quedará interrumpido el diálogo de las civilizaciones que se había enta­blado sobre su suelo, desde hacía milenios, entre las culturas más antiguas y más hermosas del mundo: entre ellas las de Mesopotamia y Egipto; entre la Biblia de Canaán y la de los hebreos; entre los mensajes de los profetas de Israel, de Jesucristo, del Islam; entre Oriente y Occidente, como entre Asia, África y Europa en Damasco y en Bagdad, en Antioquia, en Alejandría, en Córdoba, en los centros de los grandes flore­cimientos espirituales, donde se mezclaron tanto las ciencias y las visiones de la India y de Persia, como de Grecia y de Bizancio.

Todo esto iba a ser ignorado o destruido por las ambicio­nes de los imperialistas europeos, en el siglo XIX, desde Bonaparte a Balfour, y, en el siglo XX, desde Herzl a Sharon, por un sionismo político convertido, en Palestina, en el representante de un colonialismo colectivo.

Las profundas causas de esta forma de desviar a Palestina de su historia, se remontan al siglo xvi, al gran cambio religioso de la Reforma, que marca la transición del antisemitismo espe­cíficamente cristiano, a un sionismo cristiano, y al movimiento del Renacimiento, que iniciando un retroceso de la fe en todas las religiones, un laicismo de la vida, planteó el siguiente pro­blema: ¿cómo definir a un judío aparte de por su religión?

Sin un estudio de este doble camino, la historia contempo­ránea de Palestina es ininteligible.