Los Mitos Fundacionales
del Estado de Israel

Roger Garaudy

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III.- LA UTILIZACIÓN POLÍTICA DEL MITO

        2. El Lobby en Francia

Existe en Francia un poderoso lobby pro-israelí que ejerce
su influencia notable en los medios de información.
General de Gaulle

En Francia, el General de Gaulle ha sido el único que se ha atrevido a declarar que existía en Francia un poderoso lobby pro-israelí que ejerce su notable influencia en los medios de información. Esta afirmación causó escándalo en aquel momento. Contiene sin embargo una parte de verdad que es de actualidad permanente (348).

Desde entonces no ha habido ningún candidato a la Presidencia de la República Francesa, sea cual fuere el partido al que pertenezca, desde Michel Rocard a Jacques Chirac, pasando por Mitterrand, que no haya ido a Israel para obtener la investidura mediática.

La potencia mediática del lobby, cuyo centro dirigente, hoy está constituido por la L. I. C.R.A. (Liga Internacional Contra el Racismo y el Antisemitismo) es tal que puede manipular a la opinión pública a su antojo: mientras que la población judía de Francia constituye alrededor de un 2 % del pueblo francés, el sionismo reina sobre la mayoría de los dirigentes políticos de los medias, en la televisión y en la radio, en la prensa escrita, tanto si se trata de diarios o semanarios, el cine, sobre todo con la invasión de Hollywood, e incluso las editoriales (a través de los comités de lectura donde pueden imponer el veto) están en sus manos, igual que la publicidad, que mantiene la financiación de los medias.

La prueba está en el alineamiento casi general de los medias, cuando se trata de invertir, a favor de Israel, el sentido de los acontecimientos: se llama terrorismo la violencia de los débiles y lucha contra el terrorismo la violencia de los fuertes.

Un judío inválido es arrojado por la borda del Achille Lauro por un renegado de la O.L.P. Esto es incuestionablemente un acto de terrorismo. Pero cuando, por represalia, un bombardeo israelí sobre Túnez causa 50 muertos, entre los cuales se encuentran muchos niños, esto se denomina: lucha contra el terrorismo y defensa de la ley y el orden.

Como bajo la batuta de un director de orquesta clandestino se escucha la misma música en todos los medias, tanto si se trata de atentados contra la Sinagoga de la calle Copérnico, o de las profanaciones del cementerio de Carpentras; de la invasión del Líbano o de la destrucción del Irak.

Puedo aportar mi testimonio personal: hasta 1982, tenía yo libre acceso a las mayores casas editoriales, a la televisión, a la radio, y la gran prensa.

Durante la invasión y las matanzas del Líbano, en el periódico Le Monde del 17 de junio de 1982, conseguí del Director Jacques Fauvet la publicación de una página entera, pagada, donde, con el Padre Michel Lelong y el Pastor Matthiot, poníamos en evidencia tras las matanzas del Líbano, el sentido de la agresión israelí.

Demostrábamos que no se trataba de una bravuconada, sino de la lógica interna del sionismo político, sobre el cual se ha fundado el Estado de Israel.

Recibí, mediante cartas anónimas y por teléfono, nueve amenazas de muerte.

La L.I.C.R.A. procedió a incoar contra nosotros un proceso por antisemitismo y provocación a la discriminación racial

El abogado de Jacques Fauvet recuerda que no se puede confundir a la comunidad judía, y mucho menos aún su fe, con el Estado de Israel, cuyas violencias han sido denunciadas incluso por altas personalidades judías tales como Mendes France y Nahum Goldman.

Nuestra defensa, la del Padre Lelong, del Pastor Matthiot y la mía, se basaba en el propio texto publicado: recordamos que nuestras vidas se deben a la fe de los profetas judíos.

Pero el sionismo político ha reemplazado al Dios de Israel por el Estado de Israel.

Su comportamiento, en el Líbano y en Palestina, creando odiosas amalgamas, deshonra al judaísmo ante los ojos del mundo. Nuestra lucha contra el sionismo político es, pues, inseparable de nuestra lucha contra el antisemitismo.

Por mi parte, aporté, ante el Tribunal, los análisis de mi estudio La Palestine, terre des messages divins: el sionismo político, fundado por Théodor Herzl (y que fue condenado entonces por todos los rabinos del mundo como traición de la fe judía). Surge, no de la fe judía, sino del nacionalismo y del colonialismo europeo del siglo XIX.

Los últimos vestigios del colonialismo de población, tanto en Palestina como en Sudáfrica, tropiezan, por su racismo (oficialmente denunciado por la O.N.U.) con la resistencla de los nativos a la ocupación colonial.

Como en todo colonialismo y todo régimen de ocupación (nosotros lo vivimos en Francia bajo Hitler), la represión se llama mantenimiento del orden, y la resistencia terrorismo.

Al escuchar al abogado de la L. I. C.R.A. que intentaba describirme como un antisemita, me imaginaba, en Jerusalén, acompañado, en el Muro de las Lamentaciones, por el Ministro israelí Barzilaï, en 1967, y después en la casa de Nahum Goldman, en aquel entonces Presidente del Congreso Judío Mundial.

Yo me volvía a ver, en el campo de concentración, con mi amigo Bernard Lecache, fundador de la L. I. C. A. (que se transformaría posteriormente en L.I.C.R.A.), quien me ayudaba a preparar mis cursos para nuestros camaradas deportados como nosotros, sobre Los Profetas de Israel.

Veía de nuevo a aquel viejo militante comunista y ateo del Tarn, diciéndonos, después de una lectura de Amós por Bernard y mía: ¡Esto refuerza el valor!

El dominio casi pleno de los medias de América y de Francia por el sionismo israelí impone al mundo esta subversión del sentido: un diplomático israelí es agredido en Londres (la Sra. Thatcher en persona prueba en la Cámara de los Comunes que el autor del atentado no pertenece a la O.L.P.) es un acto de terrorismo. El Ejército israelí invade el Líbano y causa allí millares de muertos: la operación se llama ¡Paz en Galilea!

El primer día del año de 1989, escuchaba por la Televisión el balance de la revuelta de las piedras: 327 muertos entre los palestinos (la mayor parte de éllos niños lanzando guijarros) y 8 del lado israelita (la mayor parte soldados disparando sus balas). Ese mismo día un Ministro israelí declaró: la negociación sólo será posible cuando los palestinos renuncien a la violencia. ¿Estoy soñando? o más bien ¿esta anestesia del espíritu crítico es una pesadilla colectiva? ¡el triunfo de la sinrazón!

Ya, en 1969, el General de Gaulle denunciaba la excesiva influencia del lobby sionista en todos los medias: de la prensa a la televisión, del cine a las editoriales. Hoy esta excesiva influencia ha conseguido efectuar una inversión total del sentido común, llamando terrorismo a la resistencia artesanal de los débiles y lucha contra el terrorismo a la violencia infinitamente más mortífera de los fuertes.

Nosotros estábamos equivocados, el Padre Lelong, el pastor Matthiot y yo mismo, al denunciar la mentira de esta subversión del sentido común. El Tribunal Superior de Justicia de París por Sentencia del 24 de marzo de 1983 fallaba que considerando que se trata de la crítica lícita de la política de un Estado y de la ideología que le inspira y no de provocación racial desestima todas las demandas de la L.I.CR.A. y la condena en costas.

La L.I.C.R.A. se obstina y apela. El día 11 de enero de 1984, el Tribunal Superior de la Audiencia de París pronuncia su veredicto.

El Tribunal cita un párrafo de nuestro artículo donde acusábamos al Estado de Israel de racismo.

El Tribunal, considerando que la opinión emitida por los firmantes no concierne más que a la definición restrictiva de la judaicidad sostenida por la legislación israelí confirma el juicio atribuido en lo que concierne a la desestimación de las peticiones de la L.I.CR.A. e imponiendo a esta última expresa condena en costas.

La L.I.C.R.A. presenta recurso de casación. La Sentencia del Tribunal Supremo de 4 de noviembre de 1987 quita toda esperanza a los sionistas de deshonrarnos legalmente: el Tribunal rechaza el recurso y condena en costas a la parte recurrente.

La operación de asfixia continúa más allá de lo jurídico. El lobby sionista tiene recursos para ello. Si hubiéramos sido condenados hubiéramos aparecido en las primeras páginas de todos los periódicos para ponernos en la picota como antisemitas. Por el contrario, la condena de la L.I.C.R.A. por los Tribunales ha sido sistemáticamente silenciada: incluso por Le Monde, cuyo antiguo Director, Fauvet, estaba implicado con nosotros en éste combate, se ha contentado con un breve artículo descafeinado.

En cambio el bloqueo de mi esperanza se ha realizado magistralmente.

Cuando apareció inserta la página de Le Monde sobre la lógica del colonialismo sionista había añadido dos líneas haciendo un llamamiento a los lectores a una suscripción popular para hacer frente a los gastos de la inserción. El anuncio costó cinco millones de centimos. Recibí siete, en centenares de pequeños cheques. Entre los donantes, casi un tercio eran de judíos, entre los cuales había dos rabinos.

Pero, a partir de entonces, comenzó la asfixia mediática: cortándome el acceso a la televisión y rehusando mis artículos. Hasta entonces había publicado cuarenta libros en todas las grandes casas editoriales, desde Gallimard a Seuil desde Plon a Grasset y Laffont. Habían sido traducidos a veintisiete idiomas. A partir de ese momento se me cerraron todas las puertas: a uno de mis mayores editores le dijeron en su Consejo de Administración: Si publicais un libro de Garaudy no volvereis a tener los derechos de traducción de obras americanas. Aceptarme hubiera supuesto hacer reventar su casa editorial. Otro de los grandes, para una obra diferente, dijo a su directora literaria que, apasionada por el libro, había trabajado durante tres meses para ponerlo a punto: No quiero a Garaudy en esta casa.

Esta es la historia del emparedamiento de un hombre.

Nuestras redes de resistencia a la sinrazón condenadas a la clandestinidad. Y yo mismo a la muerte literaria. Por el delito de la esperanza.

Este no es más que un ejemplo que puedo testimoniar personalmente sobre la inversión del sentido común por los sionistas.

Podríamos multiplicar los ejemplos, pero todos somos testigos cada día de ello: es el sentido mismo del crimen hitleriano contra la humanidad entera el que ha sido pervertido por la propaganda sionista, que reduce este crimen contra la humanidad a un vasto progrom en el que los judíos son sus únicas víctimas.

* * *

El delito de opinión está en lo sucesivo legalizado por la Ley Fabius llamada Ley Gayssot, por el nombre del diputado comunista que aceptó la paternidad de esta perversa ley de mayo de 1990.

Consiste en intercalar en la Ley de Libertad de Prensa de 1881, un artículo 24 bis que dice:

Serán castigados con las penas previstas en el párrafo 6· del artículo 24, los que hubieran puesto en duda Ia existencia de uno o varios crimenes contra la humanidad tal como fueron definidos por el artículo 6 del Estatuto del Tribunal Militar Internacional incorporado al acuerdo de Londres del 8 de agosto de 1945 (349).

El informe del Sr. Asensi (diputado) precisaba (350): se os solicita crear una nueva incriminación referente al revisionismo.

Además, preconizaba ampliar las posibilidades dadas a las Asociaciones para ser parte civil en caso de infracción (351).

Desde su introducción, el relator definía el fin perseguido para: completar el arsenal represivo existente, tender a que la Ley penal desempeñe plenamente su papel de intimidación y represión (352).

El Tribunal de Nuremberg, ya lo hemos demostrado, merece, menos que ningún otro, poder sentar jurisprudencia.

Un año después, fue propuesta una enmienda, en vano, a la Ley, por el Sr. Toubon:

Se deroga el artículo 24 bis de la Ley de 29 de julio de 1881, sobre la Libertad de Prensa. Lo que anularía la represión propuesta por el Sr. Gayssot contra los historiadores revisionistas, y rehusaba poner la crítica histórica al mismo nivel que el racismo o la apología de Hitler.

He aquí cual era su argumento:

Cuando discutimos en 1990, sobre la base de una proposición de ley del grupo comunista, cuyo primer firmante era el Sr. Gayssot, rechacé y no era yo sólo el principio de aquel texto que consiste en fijar la verdad histórica por Ley en lugar de dejar que sea por la Historia.

Algunos objetan que si es la Historia la que hace la verdad no puede imponérsela la Ley. Algunas propuestas van demasiado lejos y no se puede permitir expresarlas. Pero esto es deslizarse insensiblemente hacia el delito político y hacia el delito de opinión.

El artículo 24 bis representa, desde mi punto de vista, un error muy grave político y jurídico. Constituye en realidad una Ley de circunstancias, y lo lamento mucho. Ha pasado un año. No hace ni un mes de los acontecimientos de Carpentras. No vamos a examinar un texto que la Conferencia de Presidentes había, lo recuerdo, inscrito en el orden del día, a toda prisa, cuarenta y ocho horas después de su entrada en la Cámara, y que fue discutido inmediatamente porque el Presidente de la Asamblea el Sr. Fabius había decidido personalmente su inclusión. Un año después, en frío, podemos, como lo acabo de hacer, examinar la validez de esta Ley, la validez de este delito de revisionismo previsto por el artículo 24 bis y concluir, con Simone Veil, que este delito es inoportuno (353).

Estará ciertamente, en adelante, prohibido a cualquier historiador poner en tela de juicio las conclusiones del Tribunal de Nuremberg cuyo Presidente americano había reconocido lealmente que se trataba del último acto de la Guerra y que no se atenía a las reglas jurídicas de los Tribunales ordinarios en materia de prueba ni de condena.

* * *

Siguiendo el curso de esta ley la declaración de Jacques Chirac, el domingo 16 de julio de 1995, marca un momento importante de nuestra Historia: el de la ruptura con la unidad de la Nación, en beneficio de la colusión de la renuncia: Cuando el Presidente de la República proclamó que la locura criminal del ocupante fue secundada por los franceses y por el Estado francés, comete un doble crimen contra Francia:

* En primer lugar al referirse a Vichy como a un Estado francés, reconociéndole de esta forma una legitimidad.

* a continuación envileciendo al pueblo francés confundiéndole con los dirigentes claudicantes que servían al ocupante.

De esta manera se oficializaba la concepción sionista defendida por BernardHenri Lévy, en su libro: L'Idéologie française, donde escribe: Es toda la cultura francesa son nuestras más queridas tradiciones francesas las que, una por una, testimonian nuestra ancianidad en la abyección (354).

El corolario del asunto es que la ceremonia estaba presidida por el Gran Rabino de Francia, Sitruk, quien el día 8 de julio de 1990 declaraba en Israel, a Itzac Shamir: cada judío francés es un representante de Israel Estad seguro de que cada judío, en Francia es un defensor de lo que Vd. defiende (355).

Con tales propósitos, respecto a Shamir, que proponía su alianza con Hitler, tendría asignada mejor su plaza entre los penitentes que entre los presidentes.

Fue evidente que este envilecimiento del pueblo francés fuera saludado con entusiasmo por los dirigentes del C.R.I.F. (Consejo Representativo de las Instituciones judías en Francia) expresando su profunda satisfacción al ver reconocido finalmente, por la más alta Autoridad francesa, la continuidad del Estado francés entre 1940 y 1944.

La verguenza es que los dirigentes de todos los partidos franceses, en los órganos públicos, desde Le Figaro hasta L'Humanité hayan aprobado esta negación de Chirac. Es la negación de la tradición de unidad francesa y de la resistencia de todo un pueblo.

De Gaulle no consideró jamás a Vichy como un Estado. Hitler, decía, ha creado Vichy (356) y hablaba de los figurantes de Vichy (357).

He proclamado la ilegitimidad de un régimen que estaba a la entera discreción del enemigo (358). No existió un Gobierno propiamente francés (359).

Refiriéndose al acuerdo del 28 de marzo de 1940 con Inglaterra, por el que se excluía toda suspensión de Ejércitos separados (360), decía claramente: el organismo sito en Vichy, y que pretende llevar este nombre (Estado), es inconstitucional y sometido al invasor Este organismo no puede ser y no es en efecto más que un instrumento utilizado por los enemigos de Francia (361)

De Gaulle mantuvo esta actitud durante toda la Guerra. El 23 de septiembre de 1941, mediante el Decreto por el que creaba el Comité Nacional francés, proclamaba:

Vistos nuestros Decretos de 27 de octubre y 12 de noviembre de 1940, junto con nuestra Declaración Orgánica del 16 de noviembre de 1940;

Considerando que la situación resultante del estado de guerra continúa impidiendo toda reunión y cualquier expresión libre de la representación nacional;

Considerando que la Constitución y las Leyes de la República Francesa han sido y continúan siendo violadas sobre todo el territorio metropolitano y en el Imperio, tanto por la acción del enemigo como por la usurpación de las autoridades que colaboran con él;

Considerando que múltiples pruebas demuestran que la inmensa mayoría de la Nación francesa, lejos de aceptar un régimen impuesto por la violencia y la traición, ve en la Autoridad de la Francia Libre la expresión de sus sentimientos y su voluntad (362).

Desolidarizaba de esta forma al pueblo francés de la servidumbre de sus dirigentes.

La condena de Vichy, en la condena de sus dirigentes, desolidariza a Francia de una política que era de la renuncia nacional (363).

Al evocar el levantamiento del pueblo de París, escribe:

Nadie ignora, ni nuestros enemigos, ni nuestros amigos, que cuatro años de opresión no pudieron reducir el alma de la capital. Que la traición no era más que una escoria innoble en la superficie de un cuerpo que había permanecido sano, que las calles, las casas, las fábricas, los talleres, las oficinas, los obreros de París habían visto realizarse, al precio de fusilamientos, de torturas, de encarcelaciones los actos heroicos de la Resistencia (364).

Ni siquiera en los peores momentos, nuestro pueblo renunció jamás a sí mismo (365).

He aquí lo que Chirac, con unas pocas palabras, renegó para no perder el poder mediático de los dirigentes sionistas, y por ello mismo, el vasallaje con respecto a los Estados Unidos, presa del lobby sionista, que le hizo ya abandonar su oposición a Maastricht, ruina de Francia, y confirmar su sumisión a los dictados americanos del G.A.T.T. (rebautizado como Acuerdos lnternacionales sobre el Comercio) que destruirán las posibilidades de independencia y de renovación de Francia para el cambio radical de sus relaciones con el Tercer Mundo.

* * *

El sionismo ha agitado también el fantasma antisemita para hacer creer que existe una amenaza permanente contra Israel y la necesidad de acudir en su auxilio. Recientes provocaciones, destinadas a ocultar las exacciones de Israel, no faltan. El método es siempre el mismo. En el momento de las matanzas de Sabra y Chatila, el escritor Tahar Ben Jelloun escribía:

Hay coincidencias que, a fuerza de repetirse, acaban por llegar a tener un realce mayor. Ahora se sabe para que sirve un atentado antisemita en Europa y a quién beneficia el crimen: sirve para encubrir una masacre deliberada de poblaciones civiles palestinas o libanesas. Se puede constatar que estos atentados han precedido, seguido o coincidido con un baño de sangre en Beirut. Estas operaciones terroristas son montadas de tal manera y ejecutadas con tal perfección que han alcanzado directa o indirectamente el objetivo político perseguido: desviar la atención cada vez que la cuestión palestina adquiere un poco más de comprensión, incluso de simpatía. ¿No se trata de invertir sistemáticamente la situación para hacer de las víctimas verdugos y terroristas? Considerando a los palestinos como terroristas, se les expulsa de la Historia, y en consecuencia del derecho.

La matanza de la calle Rosiers, el 9 de agosto, ¿no precedió en algunas horas al diluvio de bombas que de todas clases se arrojaron sobre Beirut?

El asesinato de Bechir Gemayel ¿no fue seguido, dos horas más tarde, por la entrada en Beirut-oeste del Ejército israelí (lo que, al mismo tiempo, eclipsó la histórica visita de Yasser Arafat al Papa)?

La explosión del vehículo-bomba de la calle Cardinet, y el ametrallamiento, al día siguiente, delante de la sinagoga de Bruselas ¿no coincidieron con la matanza sin precedentes de los campos palestinos de Sabra y Chatila? (366).

Son precedentes históricos de los que deberíamos sacar lecciones: un esfuerzo sistemático para modelar a la opinión saturándola con una información de inspiración etnocéntrica, alimenta el antisemitismo.

En Berlín, el teatro, el periodismo, etc. era un asunto judío. El Berliner Tageblatt era el diario alemán más importante, y, tras él, el Vosiche Zeitung. El primero pertenecía a Mossé, el segundo a Ulstein, ambos judíos. El Director del Vorwartz, principal per1ódico social-demócrata, era judío. Cuando los alemanes acusaban a la prensa de ser judía, Judenpresse, era la pura verdad (367).

El más reciente ejemplo de este tipo de maniobras y su explotación mediática es el de Carpentras.

En mayo de 1990, en el cementerio judío de Carpentras, algunas tumbas fueron profanadas. El cadáver de uno de los muertos había sido empalado y llevado a otra tumba.

El Ministro del Interior, Pierre Joxe, declaraba de inmediato: No hay necesidad de investigación policial para saber quienes son los criminales, culpables de esta abominac1ón racista. Ahora bien, cinco años después, y a pesar del envío de decenas de investigadores, magistrados o policías, nadie puede hoy decir con certidumbre quienes son los culpables de esta infamia.

Todo lo que se sabe es que hubo una profanación del cementerio judío, que tuvo lugar un montaje, pues el cadáver del Sr. Germon, no había sido empalado como reconocieron los investigadores algunos días más tarde. Puede preguntarse ¿por qué?, ¿por quiénes?, ¿quién podía tener interés en este montaje para incrementar el horror del suceso y excitar con ello el odio de la opinión pública?

El método fue utilizado en Timisoara donde se sacaron de la morgue cadáveres para que las fotografías divulgadas por el mundo entero desencadenaran más indignación y odio contra las pretendidas matanzas masivas.

Jean Marie Domenach (antiguo Director de la revista Esprit) escribe en LeMonde el miércoles 31 de octubre de 1990 con el título Silencio sobre Carpentras: Hace ya casi seis meses que tuvo lugar la profanación del cementerio judío de Carpentras Seis meses más tarde no se sabe nada acerca de quienes son los criminales. Algo aún más inquietante: los medias escritos y visuales, que habían hecho de este abominable suceso un escándalo que lanzó a las calles a cientos de miles de manifestantes y empañó en el extranjero la reputación de Francia, no han intentado retomar el relevo de la investigación y se han callado. Ningún Parlamentario, ninguna autoridad moral o intelectual se atreve a interpelar al Gobierno. Carpentras parece haber entrado definitivamente en la leyenda negra de la Nación sin que se conozca a los culpables y sin que se sepa exactamente lo que ha pasado. Nadie puede, o no se atreve, decir todavía la verdad sobre Carpentras.

El extraño silencio sobre Carpentras, denunciado por Jean Marie Domenach, contrasta con el estrépito mediático de los primeros días. Durante la manifestación organizada el 24 de mayo de 1990, 80.000 personas según la policía, 200.000 según los organizadores, desfilaron por París. Las campanas de Notre Dame tañeron en su honor. En realidad, nadie sabía quienes eran los autores de la infamia de Carpentras. Entonces ¿Contra quién se manifestaban? Sólo la investigación habría podido decirlo y no lo había dicho.

Pero ¿a quién benefició?

La cosa era evidente: la bandera de Israel se desplegaba en la cabeza de la manifestación.

Esta extraña Unión Nacional, en el curso de esta manifestación en la que Georges Marchais estrechaba ostensiblemente la mano de François Léotard, permitió lanzar un ataque global contra cualquiera que pusiera en duda los dogmas que colocan a Israel por encima de cualquier Ley Internacional. El gran rabino Sitruk, que pronunció la alocución definiendo el sentido de la manifestación, pudo gritar: No les dejaremos decir lo que quieran. Ni a los profesores "revisionistas" ni a los políticos irresponsables. Les daremos una lección (368).

La verdad sobre la profanación de Carpentras no ha sido aún establecida porque de todas las pistas sugeridas a los investigadores, una sola ha sido excluida, que no obstante parece la más verosímil.

¿Por qué guardaron silencio los que habrían podido ser los testigos más imprescindibles?

El portero de la sinagoga de Carpentras y tenedor de las llaves del cementerio, el Sr. Kouhana, que fue uno de los primeros en descubrir el cuerpo de Felix Germon, rehusó hablarnos: Incluso si Vd. hubiera sido el Comisario, he recibido la consigna de no decir nada. El Presidente del Consistorio le había prohibido manifestarse pues hubiera dicho cualquier cosa en la televisión justifica el doctor Freddy Haddad, también muy reticente a evocar la profanación, igual que el rabino Amar (369).

¿Por qué el rabino de Carpentras, a quien se le preguntaba si no se santificaría el lugar contestaba: ¡Esto, no es de mi incumbencia!, el Presidente del Consistorio: ¡Esto no tiene ninguna razón de ser! y el Alcalde: No me han preguntado nada (370).

¿Por qué ningún periódico francés ha recordado el precedente exactamente igual de una similar profanación que se había producido en el cementerio israelíta de Rishon Letzion, cerca de Tel-Aviv, durante la noche del 2 de marzo de 1984? El cuerpo de una mujer había sido desenterrado y arrojado fuera del cementerio judío.

Acto bárbaro de antisemitismo proclamaron también las comunidades judías del mundo entero. Algunos días más tarde la policía israelí, tras las investigaciones, revelaba el verdadero sentido de esta abyección: el cadáver tan vergonzosamente tratado era el de la Sra. Teresa Engelowicz, esposa de un judío, pero de origen cristiano. Los integristas judíos consideraban su presencia en el cementerio judío como que mancillaba la pureza del lugar y el rabino de Rishon Letzion había reclamado ya su exhumación.

¿Por qué ningún periódico francés ha evocado este paralelismo? El Sr. Germon, cuyo cadáver fue también exhumado durante la noche y fue objeto del siniestro montaje del empalamiento, era, el también, culpable de haber contraído matrimonio con una cristiana y su cadáver fue llevado a una sepultura contigua, la de la Sra. Emma Ullma, culpable, a su vez, de haberse casado con un católico.

¿Por qué nadie ha recordado que Israel, para convencer que antes de Israel, Palestina era un desierto, cientos de aldeas han sido arrasadas con las máquinas bulldozer con sus casas, sus cercados, sus cementerios y sus tumbas? (371)

Al día siguiente de la Jornada de la democracia en la Universidad Hebrea de Jerusalén algunos estudiantes judíos formularon la verdadera cuestión:

¿Por qué no protestar cuando vosotros sabéis que la calle Agron de Jerusalén y el Hotel Hilton de Tel-Aviv fueron construidos sobre cementerios musulmanes destruidos? (372)