Los Mitos Fundacionales
del Estado de Israel

Roger Garaudy

índice

 

II. LOS MITOS DEL SIGLO XX

    2. El mito de la justicia de Nuremberg

          D) El arma homicida

Si uno pretende captar el punto de vista objetivo en un proceso criminal, es de la máxima importancia escuchar a los expertos pronunciarse sobre un gran número de cuestiones aunque no sea más que para hacerse una idea de la credibilidad tanto de los testigos como de la de algunos documentos. Es esto lo que nos permite formular aquí algunas preguntas.

¿Cuánto tiempo era preciso para que actuara el Zyklon B y como se manifestaban sus efectos?

¿Durante cuánto tiempo el gas permanecía activo en un local cerrado (es decir sin aeración, o con una ventilación inmediatamente consecutiva a su utilización)?

¿Era posible, como se ha afirmado, penetrar sin máscara de gas, en los locales inundados del Zyklon B, sólo media hora después de la utilización de este gas?

¿Era posible incinerar completamente los cadáveres en 20 minutos en el horno crematorio?.

¿Los hornos crematorios podían funcionar día y noche sin interrupción?

¿Es posible quemar cadáveres humanos en fosas profundas de varios metros de profundidad y en caso afirmativo, en cuánto tiempo?

Pues bien, hasta ahora no se ha presentado ningún cuerpo del delito.

No daremos más que dos ejemplos:

-- de las cámaras de gas itinerantes mediante camiones;

-- el del jabón hecho con la grasa humana (patraña utilizada ya durante la guerra de 1914-18). De igual modo que el gaseamiento es una versión reciclada de los gaseamientos de los Servios por los Búlgaros en 1916 (219).

La historia de los exterminios por verdaderas cámaras de gas móviles compuestas por camiones en los cuales habrían sido exterminados millares de personas al dar una orientación del tubo de escape del Diesel hacia el interior, fue divulgada por primera vez a la opinión occidental en el New York Times del 16 de julio de 1943, página7 (hasta entonces el tema no había sido desarrollado más que en la prensa soviética).

Incluso aquí, el arma del crimen (los cientos o los miles de camiones acondicionados para estos asesinatos) ha desaparecido. Ni uno sólo de ellos ha podido ser aportado, en ningún juicio, como prueba de convicción.

Se puede tener en cuenta también que si el plan de exterminio debía mantenerse en el secreto más absoluto del que nos habla Höss, parece extraño que fuera notificado a miles de conductores de camiones y a los macabros asistentes que se hacían cargo de las víctimas (sin orden para tal misión) y luego hacían desaparecer mágicamente a estos miles de cadáveres, siendo depositarios del terrible secreto.

Wiesenthal ha asegurado la propagación de la leyenda del jabón humano en los artículos publicados en 1946 en el periódico de la comunidad judía austríaca, Der Neue Weg (La nueva vía). En un artículo titulado RJF, escribía:

Las terribles palabras Transporte para jabón fueron escuchadas por vez primera a finales de 1942. Fue en el Gobierno General (de Polonia) y la fábrica se encontraba en Galicia, en Belzec. De abril de 1942 a mayo de 1943, 900.000 judíos fueron utilizados como materia prima de esta fábrica.

Después de la transformación de los cadáveres en diversas materias primas, escribe Wiesenthal, el resto, los desechos grasos residuales, era empleado para la producción de jabón. Continúa:

Después de 1942, las personas del Gobierno General sabían muy bien lo que significaba el jabón RJF. El mundo civilizado no puede imaginar la alegría que este jabón proporcionaba a los nazis del Gobierno General y a sus mujeres. En cada pastilla de jabón, veían a un judío que había sido mágicamente puesto allí e impedido así que llegara a ser un segundo Freud, Ehrlich o Einstein.

El Memorial de Yad Vashem contesta de forma oficial que los nazis no fabricaron jabón con los cadáveres de los judíos. Durante la guerra, Alemania sufrió una escasez de materia grasa y la producción de jabón estaba bajo la supervisión del Gobierno. Las pastillas de jabón fueron marcadas con las iniciales RIF, siglas alemanas que indicaban Oficina del Reich para el aprovisionamiento de materias grasas. Algunos leyeron por error RJF, e interpretaron pura grasa judía. El rumor se extendió rápidamente.

* * *

Existen tres documentos que permitirían, si fueran discutidos seria y públicamente, poner fin a la polémica sobre las cámaras de gas: estos son el Informe Leuchter (de 5 de abril de 1988), la peritación-contradictoria de Cracovia del 24 de septiembre de 1990, y la de Germar Rudolf (1994), pues son los únicos que manifiestan una aproximación científica y objetiva al tema, y que aportan el análisis de las muestras efectuados in situ, que permiten un análisis químico.

El Zyklon B, a base de ácido cianhídrico, se señala como el producto que habría gaseado a las masas de detenidos. Normalmente este producto se utiliza para la desinfección de ropa interior o de instrumentos que conllevan el riesgo de propagar epidemias, en concreto el tifus, desde antes de la Primera Guerra Mundial. Sin embargo el ácido cianhídrico fue utilizado por vez primera, para la ejecución de un condenado, en Arizona, en 1920. Otros Estados norteamericanos lo han utilizado para la ejecución de sus condenados, y en concreto California, Colorado, Maryland, Mississipi, Missouri, Nevada, Nuevo Méjico y Carolina del Norte (220).

El ingeniero Leuchter ha sido asesor para los Estados de Missouri, California y Carolina del Norte. Hoy varios de estos Estados han renunciado a esta modalidad de ejecución por razones de su excesivo coste, no sólo del gas HCN, sino del material de fabricación y mantenimiento que, por razón de las medidas de seguridad que exige su uso, lo sitúan como la forma más costosa de ejecución.

Además, la ventilación necesaria tras la fumigación con Zyklon B exige un mínimum de 10 horas dependiendo de las dimensiones del edificio (221). La hermeticidad de la sala exige un revestimiento de epoxia o de acero inoxidable y las puertas deben estar dotadas de juntas de amianto, de neopreno o de teflón (222).

Tras haber visitado y peritado las muestras, las pretendidas cámaras de gas de Auschwitz-Birkenau y de otros campos del Este, Leuchter llega a las siguientes conclusiones: (12.001 a propósito de los crematorios 1 y 2 de Auschwitz): La inspección sobre el terreno de estas construcciones indica que la concepción de tales instalaciones fue de muy mala calidad y peligrosa si hubieran servido como cámaras de ejecución. Nada se había previsto en las mismas

El KremaI está junto al hospital de las SS de Auschwitz y está dotado de tuberías de desagüe con canalizaciones que vertían en la principal alcantarilla del campo, lo que habría permitido al gas infiltrarse en todos los edificios del campo (223). En relación a Majdanek: el edificio no pudo ser utilizado para el fin que se le atribuye y no responde tampoco a las necesidades mínimas de la construcción de una cámara de gas.

Leuchter ha llegado a la conclusión de que no se cumplieron ninguna de las condiciones que serían necesarias para el establecimiento de cámaras de gas homicidas. Cualquiera que trabajara allí hubiera puesto en peligro su propia vida y la de quienes se encontraran a su alrededor (224). No había ningún medio de ventilación ni de distribución del aire, ningún medio de verificar el material exigido para el Zyklon B (225).

Después de haber pasado revista a todo el material documentado e inspeccionado todos los emplazamientos de Auschwitz, Birkenau y Majdanek, el autor encuentra que las pruebas son concluyentes: en ninguno de estos lugares hubo cámaras de gas para ejecuciones (226).

En el juicio de Toronto el abogado Christie demostró cómo los testimonios estaban en contradicción con la realidad de las posibilidades químicas y técnicas. He aquí tres ejemplos:

A) Rudolf Höss, en Commandant d'Auschwitz página 198, escribe:

La puerta se abría una media hora después de la aducción del gas una vez que la ventilación se había renovado. El trabajo de la retirada de los cadáveres comenzaba pronto.

Se realizaba esta tarea con indiferencia como si formara parte de un trabajo cotidiano. Cuando enterraban los cadáveres estaban comiendo o fumando.

¿No llevaban ni siquiera máscaras?, pregunta el abogado Christie (227).

No es posible manipular cadáveres que acaban de estar en contacto con el Zyklon B en la media hora siguiente y mucho menos comer, beber o fumar Son necesarias al menos 10 horas de ventilación para que no exista peligro.

B) El abogado Christie aportó el documento PS 1553 de Nuremberg, con su anexo de varias facturas. Hilberg debió admitir que la cantidad de Zyklon B que se envió a Oranienbourg fue la misma que a Auschwitz, y en el mismo día.

Ahora bien Hilberg indicó que Oranienbourg era un campo de concentración y un centro administrativo donde nadie, según su conocimiento, fue gaseado.

Las pruebas y la peritación de Leuchter evidenciaron incluso que los restos de ácido cianhídrico del Zyklon B son mucho más importantes en las salas donde se sabe con seguridad que estaban destinadas a la desinfección, que en las presuntas cámaras de gas.

Se han podido detectar indices más elevados de cianuro en las muestras tomadas en las primeras cámaras de gas (en razón de una mayor cantidad de gas utilizado, según las fuentes en estos lugares) que en la muestra de control. Como lo contrario es lo que es cierto, nos lleva a concluir () que estas instalaciones no eran cámaras de gas para ejecuciones (228).

Esta conclusión está parcialmente confirmada por la peritación contradictoria de Cracovia realizada por el Instituto de peritos médico-forenses de Cracovia del 20 de febrero al 18 de julio de 1990, cuyos resultados fueron comunicados al Museo mediante escrito del 24 de septiembre de 1990 (229).

Es cierto, sin embargo, que se enseña a los turistas, si no el funcionamiento, si al menos la reconstrucción más o menos bien maquetada de las cámaras de gas, incluso allí donde existe la certidumbre de que nunca funcionaron como en Dachau

C) Leuchter examinó los lugares que según los mapas oficiales de Birkenau, habían sido utilizados como fosas crematorias por los nazis para deshacerse de los cadáveres. La mayor parte de los textos de la literatura del holocausto las describen como fosas de alrededor de seis pies de profundidad Lo más destacable a este respecto es que el nivel de agua estaba a un pie o a un pie y medio de la superficie. Leuchter ha subrayado que era imposible quemar cuerpos bajo el agua. No existe ninguna razón para pensar que las cosas habían cambiado después de la guerra pues la literatura del holocausto describe a Auschwitz y a Birkenau como construidas sobre un pantano (230).

Por lo que respecta a los crematorios al aire libre, en las fosas de cremación: Birkenau fue construido sobre una zona pantanosa. Todos estos emplazamientos tenían el agua alrededor de 60 centímetros de la superficie. La opinión del autor de este informe es que no hubo jamás fosas de cremación en Birkenau (231).

Un documento precioso para el estudio objetivo a partir de documentos incuestionables del complejo de Auschwitz-Birkenau, y en concreto para esas famosas incineraciones al aire libre en las que la humareda obscurecía todo el cielo después de tan numerosos testimonios, habría sido la serie de fotografías aéreas de Auschwitz y de Birkenau tomadas por la aviación americana y publicadas por los americanos Dino A. Brugioni y Robert C. Poirier (232).

A pesar del comentario, que pretende ser ortodoxo, de los analistas de la C. I. A. no se ha encontrado en estas fotografías nada que corresponda a este infierno de fuego, se nos ha llegado a decir que se quemarón hasta 25.000 cadáveres diarios, entre mayo y agosto de 1944, en razón sobre todo de la deportación de judíos húngaros. Las fotos aéreas (el 26 de junio y el 25 de agosto de 1944) no revelan la menor señal de humo. Ni tampoco concentración de masas, o de alguna actividad en especial.

L'Album d'Auschwitz, que reúne 189 fotografías tomadas en el propio campo de Birkenau durante ese mismo período, publicado con una introducción de Serge Klarsfeld y un comentario de J.C. Pressac, muestra 189 escenas de la vida concentracionaria durante la llegada de un convoy de deportados procedentes de Hungría. Allí tampoco hay nada, absolutamente nada, que confirme un exterminio masivo y sistemático.

Por el contrario, de muchas fotografías, que permiten tener una visión de conjunto del lugar, no solamente no muestran nada que confirme el exterminio, sino que excluyen además que un exterminio semejante hubiese podido tener lugar en el mismo instante en algún lugar secreto del campo. El comentarista J.C. Pressac, por las extrapolaciones manifiestas a las que se entrega, deja por el contrario visible y palpable el mecanismo de la fabricación (233).

Pero es el canadiense John C. Ball, especialista en interpretación de fotos aéreas, quien parece haber reunido la mayoría de los documentos fotográficos originales y llevado con profesionalidad un análisis riguroso. Sus conclusiones están en total contradicción con la historia oficial (234).

Un conjunto de preguntas técnicas fueron formuladas durante el juicio de Ernst Zurdel en Toronto, donde las dos partes se pudieron expresar libre y exhaustivamente. El acta de este juicio es por tanto una fuente excepcional para todo historiador honesto puesto que permite tener conocimiento de las tesis con la presencia de todos los elementos de la controversia. Las declaraciones de unos y otros son también preciosas y significativas dado que cada cual hablaba bajo el control de la réplica inmediata de la otra parte.

Un detalle que tiene una importancia decisiva: el 5 y el 6 de abril de 1988, el Director del Crematorio de Calgary (Canadá), Yvan Lagacé, cuyos crematorios son de un tipo y de una concepción análoga a los de Birkenau, por consiguiente construidos en 1943, pudo exponer el conjunto de características técnicas y de necesidades de mantenimiento de este tipo de recipientes de incineración. Habló de la necesidad de pausas de enfriamiento entre las cremaciones, mientras se introducen los cuerpos, debido a la falta de los revestimientos ignífugos de los hornos.

Se pidió a Lagacé que diera su punto de vista sobre el hecho de que Raul Hilberg, en su libro, La Destruction des juifs d'Europe (235) evalúa el rendimiento de 46 hornos en los cuatro crematorios de Birkenau.

Hilberg pretende:

El rendimiento teórico diario de los 4 hornos de Birkenau era de más de 4.400, pero con las paradas y las disminuciones de velocidad, en la práctica el límite era inferior.

Legacé declaró que esta afirmación era absurda e irreal. Pretender que 46 hornos pudieran quemar más de 4.400 cuerpos en un día es grotesco. Basándose en su propia experiencia, Lagacé afirmó que sólo hubiera sido posible incinerar a 184 cuerpos diarios en Birkenau (236).

No puede ser que un libro como el de Pressac: Les Crématoires d'Auschwitz. La machinerie du meurtre de masse (París, 1993), no dedique nada más que un capítulo de 20 páginas (de las 147) a las cámaras de gas y que no cite ni siquiera el Informe Leuchter al que dedicó, en 1990 (financiado por la Fundación Klarsfeld), una refutación de los análisis de Leuchter.

Mientras no se lleve a cabo, entre especialistas de igual competencia, un debate científico y público sobre el informe del ingeniero Fred Leuchter, y sobre la pericial contradictoria de Cracovia, efectuada en 1990 a petición de las autoridades del Museo de Auschwitz, y mientras el conjunto de los documentos de los debates sobre las cámaras de gas no sean objeto de una discusión libre, continuarán las dudas e incluso el escepticismo.

Hasta ahora, los únicos argumentos esgrimidos contra los contestarios de la historia oficial han sido la negativa a discutir, el atentado, la censura y la represión.