EL ISLAM Y EL MUNDO DEL TRABAJO

 

 NAYAT LABRADOR

 

índice

 

EL ISLAM EN EL ESTADO ESPAÑOL Y EN LA EUROPA COMUNITARIA

 

 

        Aunque la Europa Comunitaria debería haber sido un espacio abierto, en la realidad nos encontramos que para la práctica del Islam, existe cada vez una mayor hostilidad, concurriendo algunos líderes políticos que no tienen reparo en mostrar su lado más xenófobo y racista en relación a sus convicciones con el Islam. O políticos que invocan la cristiandad de Europa desde el punto de vista religioso intentando hacer creer que ésta ha sido la única raíz espiritual de la cultura europea.

        Este pensamiento único está siendo difundido por una mayoría de los medios de comunicación faltos de profesionalidad y de profesionales, cargados de prejuicios, los cuales nos presentan una visión de diferentes tipos de Islam, pero jamás el Islam verdadero, pues lo islámico, en los medios de comunicación recibe dos tratamientos: Uno político, presentándonos las terribles dictaduras del Golfo, Arabia Saudí, Argelia y la parte más agresiva con Al Qaeda, Ben Laden. Y uno exótico, con la llegada del Ramadán, mes del ayuno, y el mes del Haÿÿ, mostrándonos los ritos exóticos de extranjeros magrebíes y mesorientales. Pero pocas veces salen musulmanes del Estado Español explicando lo que es el Ramadán o el Haÿÿ. Ello se debe a que los medios de comunicación presentan una visión del Islam como algo extranjero y ajeno. A pesar de que se está implantando y desarrollando a una velocidad de vértigo, sobre todo en Estado Español, donde en lo que respecta a cuestiones relacionadas con la emigración, no se denuncia su explotación por los patrones comunitarios y las redes mafiosas de tráfico de personas, sino que se presentan como la fuente e la delincuencia y de la inseguridad ciudadana, calando paulatinamente en la sociedad la idea de que el “moro”, es vago y delincuente.

        Fruto de esta ignorancia mediática y política, es el racismo y la xenofobia, y ello a pesar de que los habitantes actuales del Estado Español han sido el resultado de una de las mayores mezcolanzas de razas y pueblos que han tenido lugar en el mundo.

        La emigración de origen magrebí es molesta para los más ignorantes, ya que sus miembros, además de ser musulmanes, visten como tales y obran como tales las veinticuatro horas del día (no beben alcohol, no comen cerdo, no se drogan, etc..). Sin embargo, la necesidad de mano de obra barata por muchos empresarios sin escrúpulos, para obtener mayores benéficos económicos, aun a costa de la mano de obra local, constituye la razón fundamental por la que existe el tráfico de personas desde el Magreb hacia el Estado Español.

        El Estado Español y Europa han incrementado su población musulmana, percibiéndose ello no sólo en la presencia en sus calles de estas personas, sino también en la arquitectura de sus paisajes, así se pueden observar negocios regentados por musulmanes o fachadas blancas de mezquitas.. Los estudiantes y colegiales musulmanes de origen magrebí y local se van integrando en comunidades estudiantiles de universidades y colegios, entendiéndose esta integración en el sentido de una contribución al enriquecimiento de la multiculturalidad en las aulas europeas.

        Pero surge una pregunta: ¿Por qué si los judíos europeos tienen una poderosa Liga de Antidifamación, Bnai Brit, los musulmanes no hacen algo semejante?. ¿No sería bueno que la crearan al amparo y patrocinio moral, político, económico y social de las autoridades comunitarias de Estrasburgo y Bruselas? ¿O bien que iniciaran una campaña de respeto al Islam y a los musulmanes en los medios de comunicación, apoyada institucionalmente por todos y cada uno de los gobiernos y los partidos políticos democráticos europeos, bajo la tutela de todos los Defensores del Pueblo, que sancionen a los medios de comunicación que atenten contra la dignidad del Islam y de los musulmanes?.

        Para ello es necesario, una concienciación de la comunidad musulmana europea de su derecho a participar en la unidad europea desde el mantenimiento de la diversidad y el respeto a aquellos que no piensan como él, y por otra parte, que la conciencia de las autoridades europeas abran las puertas de sus instituciones a la comunidad musulmana como elemento garante de pluralidad y de libertades políticas. Y ello es necesario, porque sin una participación real de los musulmanes en la vida asociativa e institucional europea, dentro del marco de respeto mutuo, garantizada por la legalidad vigente, no será posible una Europa Unida.

        Cobran de nuevo importancia los ideales que fomentaban los valores medievales de hermandad entre cristianos, judíos y musulmanes. Se hace preciso superar la ideología de las Cruzadas que predicó inútilmente y durante siglos la enemistad entre cristianos, judíos y musulmanes enterrando hasta el idea de hoy el espíritu medieval andalusí e convivencia entre las personas de los pueblos. Esta tarea debe ser asumida por los Ministerios de Cultura y Educación en los países de Europa, no se puede seguir viendo al mundo islámico desde el punto de vista del “orientalismo”, denominado en la actualidad “Estudios árabes e Islámicos” siendo los mismos una visión imperialista y con restos de la influencia colonialista sobre el mundo árabe e islámico, constituyendo el primero solamente el 10% de los 1.400 millones de musulmanes que habitan en el planeta. Se hace necesario que los poderes públicos y las diferentes autoridades del Estado Español, empezando por el Ministerio de Justicia, empiecen a difundir una imagen positiva el Islam. Tampoco el Estado Español, las Autonomías y los Ayuntamientos, deben ceñirse a servirse únicamente de los monumentos históricos, arquitectónicos y documentales, de origen andalusí y mudéjar a fin de ingresar en las arcas del Estado el dinero que dejan turistas nacionales y extranjeros. La petición de los musulmanes se concentra en el cumplimiento escrupuloso del Acuerdo firmado por la Comisión Islámica de Estado Español y los representantes estatales en 1992, lo cual permitiría a los musulmanes el poder practicar su Dîn en unas condiciones más dignas a nivel individual y social.

 

 

EVOLUCIÓN DE LA PRESENCIA MUSULMANA EN EL ESTADO ESPAÑOL

 

        A pesar de que la gran mayoría de los musulmanes residentes en el Estado Español son de origen extranjero, no podemos concluir que esta presencia sea fruto  de los sucesivos ciclos migratorios. La pretensión de este párrafo es además de reconstruir las fases de la presencia musulmana en el Estado Español, mostrar cómo el Islam se halla cada vez más presente en la sociedad, contrarrestando aquellos argumentos que intentan atribuir al Islam un carácter “foráneo”.

        La evolución de la presencia musulmana podemos  recomponerla  en  cinco etapas:

 

De 1939 a 1966

        En el marco histórico de las relaciones de vecindad entre el Estado Español y Marruecos, la cuestión arabo-musulmana siempre ha suscitado un especial interés, tanto entre medios políticos como en culturales y académicos. Esta curiosidad intelectual, cuya producción se suele agrupar bajo el epígrafe del llamado "africanismo español" (Morales Lezcano, 1984), fue despertada y promovida por los diferentes gobiernos, independientemente de su orientación ideológica, al menos desde mediados del siglo XIX. Así, en 1932, la República española creó en Madrid y en Granada la Escuela de Estudios Árabes. A su vez, el régimen franquista, para sustentar la retórica de su discurso pro árabe, creó en 1938 los Institutos Muley el Mehdi y General Franco, ambos en Tetuán, y en junio de 1947, el Instituto de Estudios Africanos, dependiente del Consejo Superior de Investigaciones Científicas.

        En este contexto, y refiriéndonos en concreto al desarrollo de acciones que tuvieran que ver con una cada vez mayor presencia musulmana, no deja de ser una paradoja que la primera mezquita moderna en el Estado Español fuera construida precisamente en un período de ausencia de libertad de culto. Se trataba del Morabito de los Jardines de Colón, en Córdoba, que el general Franco erigió en gratitud personal hacia los soldados rifeños que lucharon a su lado durante la Guerra Civil. De la misma manera, en Sevilla, para enterrar a estos soldados musulmanes, se destinó en 1936 un espacio en el cementerio de San Fernando, que sería cerrado poco después del conflicto armado (Valencia 1995). El régimen franquista, durante este período de posguerra y de administración del Protectorado del norte de Marruecos, y hasta 1956, mostró un trato de favor hacia toda expresión de lo musulmán, así como al culto judío. No sólo se respetaron las instituciones religiosas durante la administración colonial, -(así desde el pomposo colonialismo franquista, se hace referencia al respeto de esta política en el territorio marroquí: “Comprendiendo todo el valor espiritual de su Protectorado, sabiendo cuánto significaba el Islam para el pueblo hermano, no sólo envuelve sus manifestaciones en el más puro ambiente de libertad, de consideración y de respeto, sino que procura, por todos los medios a su alcance, contribuir al máximo esplendor de estas manifestaciones. Entre el Estado Español y Marruecos no existe ningún problema de culto; ambos pueblos practican su culto con la máxima y recíproca libertad y respeto” (Tomás García Figueras, 1939:292)-, o se promocionaron prácticas como la peregrinación a Meca -(este mecenazgo de hoy empieza en 1937; algunas fotos muestran el barco Marqués de Comillas, cargado de hombres y niños peregrinos, como símbolo de fraternidad antiatea” (Mateo, 1997:143); “La Estado Español del Generalísimo Franco ha dado, desde el primer momento, su debida fisonomía al hecho, trascendental para todo buen musulmán, de la Peregrinación a Meca. (...) Para facilitar esta peregrinación, la Estado Español Nacional estableció un consulado en Arabia”, (T. García Figueras, op. Cit., p. 293).-, sino que fue el propio Franco el que, en más de una ocasión, se encargó personalmente de mostrar esta simpatía –(Las estrechas y fraternales relaciones entre los dos pueblos quedan reflejadas, en este aspecto, en las palabras que el Caudillo pronunció en el Alcázar de Sevilla cuando recibió a los musulmanes de nuestra zona de protectorado que regresaban de su peregrinación a Meca: “En estos momentos nuevos del mundo, cuando surge un peligro para todos, que es el peligro de los hombres sin fe, es cuando se unen todos los hombres con fe para combatir a los que no la tienen. Vosotros, musulmanes, que hacéis esta afirmación de fe, sois los que mejor podéis comprender nuestra lucha” (Vial de Morla, 1947:76-77).-. 

            El desarrollo de un discurso que abogaba por el reencuentro con los lazos de "tradicional amistad con los pueblos árabes" por parte del régimen franquista, se convirtió en argumento político con el que romper el cerco de aislamiento internacional impuesto por Occidente tras la Segunda Guerra Mundial (Espadas Burgos, 1988: 211).

        Todo ello contrastaba con el hecho de que, en este período de posguerra, el Estado Español se definía como un Estado confesional católico, donde a los cultos no católicos sólo se les reconocía el ejercicio privado de sus prácticas religiosas. No existía ningún tipo de reconocimiento institucional y su expresión pública se encontraba limitada. En ese momento, la presencia de musulmanes en el Estado Español era escasa, con la excepción de algunos diplomáticos y de un grupo muy pequeño de soldados marroquíes y sus familias, que formaban parte de la guardia personal de Franco. A partir de mediados de los cincuenta, el nuevo giro que tomó la política árabe del régimen franquista, mucho más concentrada en los contactos culturales con los países del Próximo Oriente, facilitó los intercambios de visitas de intelectuales locales y árabes, y de promociones de estudiantes, así como del envío de material bibliográfico sobre temas árabes, en especial sobre Al-Andalus (Algora, 1990: 98). La creación en julio de 1950, en Madrid, del Instituto Egipcio de Estudios Islámicos, dependiente del Gobierno egipcio, así como del Instituto Hispano-Árabe de Cultura en 1954, por parte del Ministerio de Asuntos Exteriores, y del Instituto de Estudios Califales, creado en mayo de 1956 por la Real Academia de Córdoba, indican la nueva orientación cultural arabófila de este período.
 

De 1967 a 1975

        En julio de 1967 se aprueba la primera ley de libertad religiosa, resultado de la gradual apertura externa y del proceso de renovación católica surgida del Concilio Vaticano II. A pesar de que todavía se reconoce la confesionalidad católica del Estado español, esta ley abre el camino para el desarrollo institucional de los colectivos musulmanes y de otras confesiones religiosas en el Estado Español. Entre 1968 y 1971 se crean las primeras asociaciones musulmanas en Ceuta y Melilla, resultado lógico del sustrato cultural de ambas ciudades norteafricanas. En este momento, la presencia de estudiantes, de empresarios y de diplomáticos de origen árabe y musulmán, comienza a ser importante. A partir de su iniciativa se inauguran nuevas asociaciones musulmanas en el Estado Español. El mismo año 1971 se crea en Madrid la Asociación Musulmana de Epaña, de la mano del médico sirio nacionalizado español Riad Tatary Bakry. Gracias al interés de sus miembros y a la ayuda económica externa - de procedencia saudí, principalmente -, esta asociación edificó la primera mezquita moderna del Estado Español, la de Abu Bakr, en Madrid.
 

De 1975 a 1989

        La transición política abre un nuevo espacio de libertades para la sociedad, entre ellas la de culto. En este período surgen las primeras tensiones en el interior del colectivo musulmán. La Comunidad Musulmana de España, creada en 1979 por el converso A. Machordom Comins, se configura como la oposición a la autoridad que hasta entonces detentaba la Asociación Musulmana de Tatary. Fue uno de los primeros episodios de la polémica entre comunidades de diversa orientación y adscripción ideológica para conseguir hacerse con la representación del Islam en el Estado Español, en la cual estaban implicados los intereses de los países árabes y musulmanes, muy especialmente de Arabia Saudí y Marruecos. La aprobación de una nueva ley de libertad religiosa en 1980 fue paralela a la aparición de nuevas asociaciones, especialmente en Andalucía (Granada, Córdoba y Sevilla), desde las que se propugnaba una combinación de Islam e ideología nacionalista andaluza, lo que llevó incluso a algunas de ellas a participar en las primeras elecciones democráticas locales y autonómicas. Estas asociaciones también protagonizaron algunas acciones polémicas, como cuando los miembros de la Asociación Musulmana de Córdoba quisieron entrar en enero de 1982 en la catedral-mezquita para hacer el salat, sin tener permiso de las autoridades locales, hecho que fue ampliamente recogido por la prensa local y estatal.

        En 1981 finaliza la construcción de la mezquita de Marbella, la primera edificada en tiempos modernos en el Estado Español y que fue financiada con capital saudí. En este período también aparecen los primeras mezquitas habilitados por los colectivos inmigrantes. A pesar de que su ciclo migratorio se inicia en la etapa anterior, la progresiva sedentarización supone la apertura de nuevas mezquitas comunitarias. La creciente presencia musulmana en el Estado Español despertó el interés de los países musulmanes, en especial de Marruecos, que creó en 1986 la Comunidad Musulmana Marroquí de Madrid AI-Umma, estrechamente vinculada a la Embajada del reino alauita, pero también a Arabia Saudí y Kuwait que, en 1989, promovieron la apertura de una delegación del Consejo Continental Europeo de Mezquitas en la Madrid.
 

De 1989 a 1992

         El reconocimiento oficial, en julio de 1989, del notorio arraigo del Islam en el Estado Español marca el inicio de la carrera para obtener la representación de la comunidad musulmana ante el Estado español. Así, el 17 de septiembre de 1989, se crea la Federación Española de Entidades Religiosas Islámicas (FEERI), con quince asociaciones federadas. Pero ante esta primera tentativa de unificación, la Asociación Musulmana de España, escindida de la anterior, cuestiona su representatividad. Como consecuencia, entre marzo y julio de 1990 aparecen diez nuevas asociaciones, distribuidas a lo largo de todo el territorio estatal, incluso en lugares donde la presencia musulmana es escasa. Este proceso continúa con la creación, el 10 de abril de 1990, de la Unión de Comunidades Islámicas de España (UCIDE), con un total de diecisiete asociaciones adscritas. A través de esta estrategia, fundamentada en los principios que definen por ley el reconocimiento del notorio arraigo de cualquier confesión religiosa (esto es, que se demuestre su implantación y extensión en el territorio estatal), la nueva federación adopta una posición de fuerza, desde la que discutir la representatividad de la anterior frente al Estado. Éste, reconociendo el distanciamiento entre ambas federaciones, comenzó las negociaciones con los representantes, planteando desde el primer momento la necesidad de proceder a la unificación de las dos. En vista de la lentitud y de las dificultades que planteaba esta doble y paralela negociación, la Administración exigió la unificación de ambas federaciones como condición imprescindible para conseguir la firma del Acuerdo de Cooperación. Finalmente, en abril de 1992, poco antes de la firma de este acuerdo, se crea la Comisión Islámica de España, unión definitiva de las dos federaciones e interlocutora oficial de la comunidad musulmana ante el Estado.

 

 

De 1992 hasta el presente

         La firma del Acuerdo de Cooperación supone el desarrollo de un cuerpo legislativo específico que regula los principios fundamentales de la práctica del Islam por la comunidad musulmana. Su desarrollo posterior, que se ha concretado en la aprobación del currículum de educación islámica y en su publicación en el Boletín Oficial del Estado, así como en la firma del convenio de ampliación de la misma en las escuelas públicas del Estado (todo ello entre enero y marzo de 1996), se ha visto limitado ante las difíciles relaciones que mantienen entre sí las dos grandes federaciones musulmanas. La situación de bloqueo a la que se ha llegado, y a la que, aparentemente, parece difícil encontrar una alternativa, adquiere una mayor trascendencia ante el hecho que el ciclo migratorio de origen musulmán se hace más estable y más visible, y que las mezquitas musulmanas, las carnicerías halal y otros espacios vinculados a los musulmanes, proliferan en aquellos barrios donde se instalan estas comunidades.

        En este período, y seis meses después de la firma de este Acuerdo, se inauguró el 21 de septiembre de 1992, en presencia de los reyes del Estado Español y del príncipe Salmán de Arabia Saudí, la que sería entonces la mezquita y centro musulmán más grande de Europa: el Centro Religioso-Cultural Islámico de Madrid (conocido popularmente como la mezquita de la M-30). Está edificada sobre un terreno de 12.000 m², cedido en 1978 por el Ayuntamiento de Madrid, costó aproximadamente unos 2.000 millones de pesetas y fue financiada con capital saudí.

 


EL PANORAMA ASOCIATIVO EN EL ESTADO ESPAÑOL

 

        En la perspectiva de los treinta años que transcurren desde la aprobación de la ley de libertad religiosa de 1968 hasta hoy, el entramado asociativo musulmán en el Estado Español refleja que las principales zonas donde se localizan estas comunidades son las de la Comunidad Autónoma de Madrid, Andalucía, Ceuta, Melilla, y Barcelona. Las dos grandes federaciones, la FEERI y la UCIDE, así como el resto de comunidades no adscritas a ellas, se reparten homogéneamente.

        Ahora bien, contrariamente a lo que cabría suponer, la evolución de este tejido asociativo no es una consecuencia de la llegada e instalación de poblaciones musulmanas de origen inmigrante a nuestro país, sino que es resultado de las dinámicas asociativas que se han generado en estas comunidades, compuestas fundamentalmente por musulmanes locales, e implicadas en conseguir la representación del colectivo musulmán ante la sociedad y la Administración Pública.

        En relación a  la evolución del asociacionismo musulmán se puede apreciar como, desde julio de 1989, cuando se reconoce oficialmente el notorio arraigo del Islam en el Estado Español, se acelera la aparición de comunidades musulmanas. Así, entre 1989 y 1990 el número de comunidades pasa de 20 a 37, nueve de ellas federadas en la recién creada UCIDE. Después, tras un período de transición coincidente con la creación de la Comisión Islámica de España y la firma del Acuerdo de Cooperación en 1992, se llega a 1994 con el inicio de las conversaciones para la firma del convenio de educación islámica en las escuelas públicas y concertadas del Estado Español. Un nuevo crecimiento en la inscripción de nuevas comunidades hace que se pase de 51 a 70, entre 1994 y 1996. La firma de este convenio, así como la aprobación del currículum que ha de regular los contenidos de esta educación, favorecen de nuevo un espectacular ascenso entre 1996 y 1998, hasta llegar a las 111 comunidades islámicas contabilizadas hasta ese momento.

        Si tenemos en cuenta la evolución de ambas federaciones , observaremos cómo la pugna por la representación del Islam está presente desde su creación. Si bien desde su inicio, la FEERI aparece como la federación con mayor número de comunidades adscritas, a partir de 1996 esta tendencia se invierte, pasando la UCIDE a ocupar el primer lugar, numéricamente hablando. Hoy en día, ambas federaciones se encuentran prácticamente igualadas en número de asociaciones, quedando fuera de esta lógica asociativa otras asociaciones no federadas. Analizando anteriores listados de entidades musulmanas en el Estado Español se observa como, hoy en día, comunidades que inicialmente fueron inscritas sin formar parte de ninguna de las dos federaciones, han pasado a formar parte de ellas. De cara al futuro habrá que observar con detalle si estas entidades no federadas evolucionarán hacia su integración federativa o si, por el contrario, permanecerán con este status independiente, situación en la que se encuentran algunas desde su creación en los años ochenta, y que frecuentemente han mostrado su oposición al desarrollo de esta estructura federativa musulmana en el Estado Español. El caso más reciente fue la crítica formulada en febrero de 1998 por algunas comunidades musulmanas andaluzas (Al-Yama’a-Comunidad Musulmana de Granada, Asociación de Musulmanes en Córdoba, Comunidad  Islámica de Granada-Umma y Comunidad Islámica de Sevilla-Umma). En ella se denuncia la inoperancia de la estructura federativa musulmana y se reclama la modificación de los estatutos de la Comisión Islámica de España, con el fin de desarrollar una estructura formada por diferentes consejos regionales.

        Otro elemento de análisis que  permite mantener la afirmación de que el desarrollo de este panorama asociativo en el Estado Español no se deriva de la implantación de comunidades musulmanas de origen inmigrante, es aquél que compara a nivel territorial ambos elementos. La no coincidencia entre ambos procesos ya fue formulada por otros autores, como Alonso (1990: 1415), o como López García-Del Olmo ( I 995: 262), que la expusieron gráficamente. Así, los datos de 1991 para los residentes musulmanes en el Estado Español y de febrero de 1993, para las comunidades musulmanas, muestran que la inmigración musulmana se sitúa preferentemente en las zonas de Barcelona, Madrid, Murcia y Málaga, frente a las comunidades musulmanas que aparecen en las provincias de Madrid y Granada. Cataluña, una de las regiones donde la inmigración musulmana es cuantitativamente más importante, paradójicamente, sólo tenía tres comunidades inscritas. Por contra, Granada, cuya población inmigrante es comparativamente más baja (4.526 residentes extranjeros en 1989, en su gran mayoría europeos) concentraba un total de nueve comunidades islámicas.

        Si lleváramos a cabo esta comparación con datos más actuales podría parecer que ambos procesos tienden a coincidir. Teniendo presente que si se compara con el número de residentes extranjeros de origen musulmán a fecha 31/ 12/1996, parece como si la evolución del número de comunidades musulmanas en regiones como la catalana, corrigiera el desfase que anunciaban los anteriores autores. Cataluña ha pasado de 3 a 20 comunidades islámicas, Madrid de 8 a 23 y Granada de 8 a 14. No obstante - tal y como se analizará con más detalle más adelante -, buena parte de este acelerado aumento responde, esencialmente, a la influencia ejercida desde estos ámbitos asociativos autóctonos para "regularizar" los diferentes espacios de culto musulmán que han surgido en la región por iniciativa de las comunidades de origen inmigrante. Dentro de un complejo proceso de inscripción legal que se acogen estos pequeños centros musulmanes, su registro como entidades religiosas es tan sólo una de las posibles alternativas y, ni mucho menos, la más frecuente (al menos en el panorama catalán).

        En definitiva, se puede concluir que la emergencia de este tejido asociativo musulmán responde fundamentalmente a las dinámicas generadas por el proceso de progresiva institucionalización del Islam en el Estado Español, en el que el Acuerdo de Cooperación se ha convertido, precisamente, en un  motor activo. Hasta antes de su firma, se hallaban inscritas 41 comunidades; desde entonces, han aparecido otras 70 más, especialmente en estos últimos años. Habrá que contemplar, de cara al futuro, si se mantiene esta evolución asociativa, a través de la progresiva inscripción de los numerosos pequeños espacios comunitarios de las regiones en las que se instalan colectivos de origen inmigrante, o si, por contra, siguen apareciendo nuevas asociaciones en apoyo de una u otra iniciativa federativa. La superación de la distancia (de intereses, de objetivos, de estrategias) que separa estos ámbitos federativos de los comunitarios de base (y a los que autores como los ya citados, suelen referirse como el "Islam de las asociaciones" frente al "Islam inmigrado"), debería servir para recomponer globalmente la presencia musulmana en el Estado Español, sin que unas determinadas esferas fueran reconocidas públicamente y otras relegadas a un segundo término. Una lectura excesivamente legalista del marco definido por el Acuerdo de Cooperación no debería hacer olvidar que tanta importancia tiene la aparición de un pequeño centro musulmán de barrio (que sin haberse constituido como entidad religiosa, lleva a cabo una función social y comunitaria), como el desarrollo de nuevas iniciativas federativas que agrupen las heterogéneas fuerzas que componen el panorama musulmán en el Estado Español.