HISTORIA DEL ISLAM
por Loli Soler
(5)
FRAGMENTACIÓN
DEL CALIFATO ABBASÍ
Tras
la muerte Mutawakkil, el califato comenzó a fraccionarse territorial y económicamente.
Para tener contento al ejército, se nombraban a los generales turcos,
gobernadores de pequeños territorios que, poco a poco, convertían en emiratos
independientes. Los grupos religiosos, también pugnaban por ejercer el poder.
Los califas fueron perdiendo poder político, pero seguían siendo jefes de la
umma y ostentaban el poder religioso.
Los fatimíes,
musulmanes de la rama shiita, elaboraron su propio sistema político que
llevaron a la práctica. Aprovechando la crisis económica y política del
califato, fueron dándose a conocer y en el Yemen lograron muchos adeptos. Desde
el Yemen, mandaban emisarios a otras regiones y fue en el norte de África, en Túnez,
donde en el año 908/275 fundaron el califato fatimí. Su primer califa fue el
imán Ybayd Allah, que gobernó totalmente independiente de Bagdad.
En el año
868/254 el turco Ahmán ibn Tulún, fue nombrado gobernador de Egipto. En poco
tiempo se independizó del califato de Bagdad, a cambio de un tributo anual. Los
tuluníes, gobernaron durante 37 años en un imperio que abarcaba Egipto, Siria
y Palestina y durante ese tiempo, Egipto vivió una época de paz y prosperidad.
Los ijshidíes,
dinastía de origen turco, gobernaron desde 935/323 a 969/358, en Siria, en la
zona costera de Arabia y en las ciudades de Medina y La Meca y
ejercieron también su poder en Egipto.
En el año
969/358, los fatimíes, durante el mandato de su cuarto califa, Mu’izz
conquistaron Egipto y comenzaron la construcción de la ciudad de El Cairo,
situada al norte de Fustat y que fue la capital del califato fatimí. También
construyeron la mezquita de Al-Azhar. Extendieron sus dominios a Siria y
Palestina. Durante el mandato del califa Mustansir (1036/427-1049/440), el
califato fatimí gozó de gran esplendor, tanto en el aspecto comercial e
industrial, como en el cultural.
Los fatimíes
convivieron en armonía con la población sunní y con los cristianos, por lo
que el califato vivió un periodo de paz. En El Cairo, se fundó la madrasa Al-Azhar,
centro de enseñanza de la teología ismaelita, que se convirtió en la
universidad islámica más importante del mundo. Los mejores poetas de la
literatura arábiga de la época, estuvieron influidos por sus ideas.
El califato
fatimí, sufrió los ataques de las tribus turcas selyucidas, que les
arrebataron Jerusalén y Siria. Los selyucidas eran musulmanes sunnies y fueron
intolerantes con las demás religiones. Esa intolerancia, provocó la interrupción
de relaciones con los cristianos, que encontraban dificultades en sus
peregrinaciones a los santos lugares y esto trajo consigo consecuencias económicas.
Los cristianos, con el objetivo de conquistar Jerusalén, emprendieron las
cruzadas. En el año 1.099/492, los cruzados cristianos, conquistaron Jerusalén
y establecieron varios estados en Palestina, el Líbano y
Anatolia.
El califa fatimí
pidió ayuda al curdo de Alepo, Nur al-Din que mandó un ejército en su ayuda,
y consiguió varias victorias sobre los cruzados. Uno de los generales curdos
Saladino, se enfrentó a los fatimíes y se hizo con el poder en la zona. En el
año 1.171/566, Abolió el califato fatimí, que gobernó durante dos siglos.
Conquistó a los cristianos Jerusalén, en el año 1.187/583. También les
arrebató parte de Siria y Palestina y en Egipto fundó la dinastía ayyubí,
restaurando en la zona la ideología sunní.
En el Jurasán,
Naser ibn Ahmad, fundó la dinastía de los samaníes. Esta dinastía que gobernó
desde el 900/287 a 999/389, ejerció el poder en el Jurasán, Sijistán y
Tabaristán y en este periodo, las ciudades de Bujara y Samarcanda, rivalizaron
con Bagdad en cultura y poder.
En el 932/320,
en Afganistán se instaló la dinastía turca de los gaznavíes y en el Irán
occidental, el shiita Ahmad al Buyhi fundó en 945/333 el sultanato de los
buidas o buyyíes, que abarcaba la mayor parte de Irán y Mesopotamia.
En 944/332, la
familia árabe de Egipto, los hamdánidas, se instalaron en el norte de
Mesopotamia, obtuvieron el control de Siria y fundaron Alepo. Todos estos
pequeños estados, estaban totalmente independizados de Bagdad.
En Al Andalus,
Abdarrahmán I, único omeya que se libró de la persecución de los abbasíes,
rompió con el califato de Damasco y fundó un nuevo estado. En el 929/317,
Abderrahmán III, fundó el califato de Córdoba, totalmente independiente de
Bagdad. Su poder afectó a los reinos cristianos de la península Ibérica, que
le rindieron vasallaje. Durante la época del califato, Al Andalus, disfrutó de
gran auge político económico y social.
El califato
abbasí, a duras penas se mantenía en este clima de independencia. Se dio la
circunstancia que durante gran parte de los siglos X y XI, coexistieron tres
califatos: el califato omeya de Córdoba, el califato fatimí y el califato
abbasí en Bagdad.
Los califas
abbasíes, dependían cada vez más de las tribus turcas. En 945/333, los
buyhies, de religión musulmanas en la rama shiíta,
entraron en Bagdad y se convirtieron en los verdaderos gobernantes de la
ciudad, restaurando el orden y la autoridad en el decadente califato. Pero los síntomas
de decadencia eran evidentes no sólo en lo político, sino también en lo económico
y comercial. Disminuyó el tráfico de caravanas procedentes de China y decayó
el comercio con Rusia y la producción de metales preciosos.
El califa
musulmán, cada vez se apoyaba más en las dinastías turcas. Los ejércitos
abbasíes, durante el siglo XI, estaban compuestos casi en su totalidad por
tribus turcas, principalmente la de los selyucidas, que se adaptaban a las
costumbres del califato y se convertían a la religión musulmana en la rama
sunní.
Los selyucidas,
ya gobernaban en gran parte de Persia, cuando el califa abbasí les pidió ayuda
para expulsar a los buyhíes de Bagdad. En 1.055/446, los selyucidas
conquistaron la ciudad y se aliaron con los abbasíes. El califa, cuyo poder era
ya meramente nominal, nombró al jefe de los turcos selyucidas, Togrul-Beg, rey
de oriente y occidente y le encomendó la misión de extender la ortodoxia
musulmana.
Los turcos
pasaron a ser los verdaderos soberanos del imperio. Gobernaron de forma
represiva y fueron intolerantes con las ideas y religiones de los pueblos que
formaban el califato. Esto tuvo consecuencias fatales tanto en el ámbito
comercial como en el cultural. Los turcos sumieron al califato en una decadencia
que había de resultar definitiva.
En la parte
septentrional del continente asiático, habitaban las tribus nómadas de los
mogoles que se dedicaban a la caza y al pastoreo. Influidos por la civilización
turca, se fueron haciendo sedentarios, desarrollaron una rudimentaria forma de
gobierno y se convirtieron en agricultores.
En una de estas
tribus, nació Gengis Kan, que fue el fundador del imperio mogol. Organizó un
gran ejército y en pocos años, con el empuje salvaje de sus tropas, fue
conquistando territorios y formó
en menos de veinte años, un gran imperio.
La enorme
extensión que iba adquiriendo el imperio mogol, era un peligro y una amenaza
para el califato abbasí. En Europa, ningún estado fue capaz de hacer frente al
empuje mogol, pero en Persia, el Islám presentó a los mogoles una tenaz
resistencia y el Gran Kan de Persia, ordenó invadir Bagdad. En el 1258/656, los
ejércitos mogoles cruzaron Persia, entraron en Bagdad y mataron al califa y a más
de cien mil musulmanes. Sólo se libraron de esta matanza, los cristianos que
vivían en la ciudad.
Con la desaparición del califato abbasí, que por entonces era ya una institución decadente, terminó una etapa importante de la historia musulmana. Pero la decadencia política del imperio musulmán, fortaleció a la religión islámica. La división del califato, propició que tanto Córdoba como El Cairo, Samarcanda o Bagdad, brillasen como centros culturales. El sistema de pequeños emiratos, se aproximaba más al espíritu igualitario del Corán y las tensiones entre el absolutismo del califato abbasí y el islám, fueron desapareciendo. Los ulemas, adaptaron la sari’a a la nueva circunstancia política y mientras que los emires se sucedían, los ulemas se convirtieron en la única autoridad estable y la devoción de los musulmanes se hizo más profunda.