COLECCIÓN DE HADICES

 

 

KITAB AL-YIHAD WA S-SIIAR

LIBRO DEL YIHAD ([1]) Y DE LA EXPEDICIÓN

 

 

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TERCERA PARTE

 

 

KITAB AL-YIHAD WA S-SIIAR

LIBRO DEL YIHAD Y DE LA EXPEDICIÓN

 

 

 

 

XXVI

LAS CARTAS DEL PROFETA (s.a.s.) A LOS REYES DE LOS INCRÉDULOS INVITÁNDOLOS A ALLAH, EXALTADO Y MAJESTUOSO

 

             Anas relató que el Profeta de Allah (s.a.s.) escribió a Cosroes (Rey de Persia), a Cesar (Emperador de los Romanos) y al Negus (Rey de Abisinia) y a todos los déspotas invitándolos a Allah, Altísimo sea. Y este Negus no es el mismo por el que el Profeta (s.a.s.) rezó la oración fúnebre.

             Anas ibn Malik relató este hadiz a través de otra cadena de transmisores, pero en esta versión no dice: Y este Negus no es el mismo por el que el Profeta (s.a.s.) rezó la oración fúnebre.

            Este hadiz también ha sido relatado por Anas a través de otra cadena de transmisores y con la misma diferencia de palabras.

 

 

 

XXVII

LA BATALLA DE HUNAIN ([1])

 

            Abbas relató: yo estaba con el Mensajero de Allah (s.a.s.) el día de Hunain. Abu Sufián ibn Hariz ibn Abd al-Muttalib y yo íbamos junto al Mensajero de Allah (s.a.s.) y no nos separábamos de él. El Mensajero de Allah (s.a.s.) montaba su mula blanca que le había sido regalada por Farua ibn Nufaza al-Yudhamí. Cuando los musulmanes se enfrentaron con los incrédulos los musulmanes se escaparon y cayeron, pero el Mensajero de Allah (s.a.s.) acicateó a su mula hacia los incrédulos. Yo tenía las riendas de la mula del Mensajero de Allah (s.a.s.) para que no fuese demasiado rápido y Abu Sufián tomaba los estribos. Y el Mensajero de Allah (s.a.s.) dijo: “¡Eh Abbas! Llama a la gente de Samura”. Abbas dijo (él era un hombre con una fuerte voz): Yo dije con una fuerte voz: ¿Dónde está la gente de Samura? Y, ¡por Allah! cuando escucharon mi voz volvieron como las vacas vuelven con sus crías y diciendo: ¡A tu servicio! ¡A tu servicio! Y empezaron a pelear contra los infieles. Luego se llamó a los Ansares diciendo: ¡Oh destacamento de los Ansares! ¡Oh destacamento de los Ansares! Y luego se llamó a los Banu al-Hariz ibn al-Hazray diciendo: ¡Oh Banu al-Hariz ibn al-Hazray! ¡Oh Banu al-Hariz ibn al-Hazray! Y el Mensajero de Allah (s.a.s.) que estaba montado en su mula miró hacia la pelea con su cuello estirado hacia adelante y dijo: “Este es el momento en que la pelea se calienta”. Luego el Mensajero de Allah (s.a.s.) tomó unos guijarros y los arrojó en la cara de los incrédulos y luego dijo: “¡Por el Señor de Muhammad, los incrédulos han sido derrotados!”. Yo había salido y observado que la batalla estaba como la había visto. ¡Por Allah! Siguió así hasta que arrojó los guijarros y continué mirando hasta que vi que sus fuerzas diminuían y comenzaron ha retirarse.

        Este hadiz ha sido transmitido a través de otra cadena de transmisores, pero en este dice: Farua ibn Nu’ama al-Yudhamí. Y dice: “Han sido derrotados, ¡Por el señor de la Ka’ba! Han sido derrotados, ¡Por el señor de la Ka’ba!”. Y agrega: Hasta que Allah los derrotó. Y dice: Es como si lo estuviera viendo al Profeta (s.a.s.) persiguiéndolos en su mula.

 

        Abbas relató: Estuve con el Profeta (s.a.s.) el día de Hunain. El resto del hadiz es el mismo pero la versión transmitida por Iunus Y Ma’mar (el anterior) es más larga y más completa.

 

        Abu Ishaq relató: Un hombre le preguntó a Al-Bará (ibn Azib): ¡Oh Abu Umara! ¿Tu escapaste el día de Hunain? Dijo: No, ¡por Allah! el Mensajero de Allah (s.a.s.) no volvió su espalda, sino que algunos jóvenes y apresurados de entre sus Compañeros, que no tenían armas o que tenían pocas armas, se enfrentaron con unos arqueros que no erraban el blanco y que eran de los Banu Hauazin y de los Banu Nadir. Ellos tiraban a los jóvenes que avanzaban sin errar en el blanco. Entonces los jóvenes se volvieron hacia el Mensajero de Allah (s.a.s.) que montaba su mula blanca y Abu Sufián ibn al-Hariz ibn Abd ul-Muttalib la conducía. Y descendió, invocó la ayuda de Allah y dijo: “Yo soy el Profeta, esto no es falso. Yo soy el hijo de Abd ul-Muttalib”. Luego ordenó sus hombres en orden de batalla.

 

        Abu Ishaq relató: Llegó un hombre a Al-Bará y le dijo: ¿Tu te escapaste en el día de Hunain? ¡Oh Abu Umara! Dijo: Doy testimonio que el Profeta de Allah (s.a.s.) no se retiró. Sino que un grupo de jóvenes se enfrentó a unos hombres de los Hauazim que eran unos arqueros excelentes. Ellos los acribillaron con sus flechas que no erraban sus blancos. Entonces la gente se volvió hacia el Mensajero de Allah (s.a.s.). Abu Sufián ibn al-Hariz conducía su mula, descendió de ella, rogó e invocó la ayuda diciendo: “Yo soy el Profeta, esto no es falso. Yo soy el hijo de Abd ul-Muttalib. ¡Oh Allah! Haz descender tu ayuda”. Y, ¡por Allah!, cuando la batalla se ponía brava buscábamos protección a su lado. Y el más valiente de nosotros era el que enfrentaba la lucha y ese era el Profeta (s.a.s.).

 

        Abu Ishaq relató: Escuché de Al-Bará que un hombre de Qais le preguntó: ¿Te escapaste del Mensajero de Allah (s.a.s.) el día de Hunain? Al-Bará dijo: Pero el Mensajero de Allah (s.a.s.) no escapó. Ese día los Hauazim pelearon como arqueros. Cuando los atacamos ellos retrocedieron y nos apoderamos del botín. Entonces ellos nos atacaron con sus arcos. Y vi al Mensajero de Allah (s.a.s.) montado en su mula blanca con Abu Sufián ibn al-Hariz teniendo sus riendas. Y él decía: “Yo soy el Profeta, esto no es falso. Yo soy el hijo de Abd ul-Muttalib”.

        Este hadiz también ha sido relatado por Al-Bará a través de otra cadena de transmisores, pero ésta transmisión es más corta que las otras.

 

        Salama relató: Peleamos con el Mensajero de Allah (s.a.s.) en la batalla de Hunain. Cuando nos enfrentamos con el enemigo yo avancé y subí a una colina. Y uno de los enemigos me enfrentó y yo le arrojé una flecha. Entonces él se escondió y yo no sabía lo que estaba haciendo, cuando de pronto vi que apareció un grupo del otro lado y se enfrentó con los Compañeros del Profeta (s.a.s.). Pero los Compañeros del Profeta (s.a.s.) se escaparon y yo también me volví derrotado. Y yo estaba cubierto con dos pedazos de tela, uno alrededor de mi cintura (izar) y el otro sobre mis hombros (ridá). Mi izar se aflojó y entonces tuve que sostener los dos juntos y en este estado pasé cerca del Mensajero de Allah (s.a.s.) que iba montado en su mula blanca. Y el Mensajero de Allah (s.a.s.) dijo: “Ibn al-Akua está totalmente perplejo”. Y cuando (sus Compañeros) se reunieron a su alrededor, descendió de su mula, tomó un puñado de tierra y lo arrojó en el rostro de los enemigos. Y dijo: “¡Que sus rostros se deformen!”. Y los ojos de todos ellos se llenaron del polvo de ese puñado. Y se dieron vuelta escapando. Allah, Exaltado y Glorioso, los derrotó. Y el Mensajero de Allah (s.a.s.) distribuyó el botín entre los musulmanes.

 

 

 

XXVIII

LA BATALLA DE TA’IF

 

            Abdullah ibn Amr relató: El Mensajero de Allah (s.a.s.) sitió a la gente de Ta’if, pero no pudo derrotarlos y dijo: “Nos volvemos, si Allah quiere”. Sus Compañeros dijeron: ¿Regresaremos sin haberlos conquistado? Y el Mensajero de Allah (s.a.s.) les dijo: “(Bueno) atacadlos en la mañana”. Y ellos lo hicieron y fueron heridos (por las flechas arrojadas sobre ellos). Entonces el Mensajero de Allah (s.a.s.) dijo: “Mañana nos volvemos”. A ellos les gustó esto. Entonces el Mensajero de Allah (s.a.s.) se rió. ([2])

 

 

 

XXIX

LA BATALLA DE BADR

 

            Anas relató que cuando el Mensajero de Allah (s.a.s.) supo del avance de Abu Sufián consultó a sus Compañeros. Abu Bakr opinó pero no le hizo caso. luego opinó Umar pero (tampoco) le hizo caso. Y Sa’d ibn Ubada se levantó y dijo: ¿Tu quieres que nosotros opinemos? ¡Oh Mensajero de Allah! ¡Por Aquel en Cuyas manos está mi vida! Si nos ordenas que nos zambullamos en el mar con nuestros caballos, lo haremos. Si nos ordenas que apuremos nuestros caballos hasta los lugares más lejanos como Bark al-Ghimad, lo haremos. Y el Mensajero de Allah (s.a.s.) llamó a la gente y partieron hasta acampar en Badr. (Pronto) llegaron los portadores de agua de los Quraish, entre ellos había un esclavo negro de los Banu al-Hayyay. Los Compañeros del Mensajero de Allah (s.a.s.) lo capturaron y lo interrogaron sobre Abu Sufián y sus compañeros. El dijo: No sé nada sobre Abu Sufián, pero Abu Yahl, Utba, Shaiba y Umaiia ibn Jalaf están allí. Cuando dijo esto lo golpearon, entonces dijo: Si, les informaré sobre Abu Sufián. Pero cuando dejaban de golpearlo decía: No sé nada sobre Abu Sufián, pero Abu Yahl, Utba, Shaiba y Umaiia ibn Jalaf están allí. Cuando dijo esto lo volvieron a golpear. Y el Mensajero de Allah (s.a.s.) estaba de pie rezando. Cuando vio esto terminó su oración y dijo: “¡Por Aquel en cuyas manos está mi vida! Lo golpeáis cuando os dice la verdad y lo dejáis cuando os miente”. Y dijo el Mensajero de Allah (s.a.s.): “Este es el lugar en el que fulano será muerto”. Y ponía su mano en la tierra (diciendo) aquí y aquí. Y todos fueron cayendo en los lugares en los que el Mensajero de Allah (s.a.s.) puso su mano.

 

 

 

XXX

LA CONQUISTA DE MECA

 

            Abdullah ibn Rabah relató de Abu Huraira que durante el mes de Ramadán llegaron muchas delegaciones a Muauiia. Nosotros solíamos invitarnos a comer unos a los otros y Abu Huraira era uno de los que nos invitaba con más frecuencia a su casa. Yo dije: ¿No debería preparar comida e invitarlos a mi casa? Y ordené que se preparase comida. Luego me encontré con Abu Huraira en la tarde y le dije: La invitación es en mi casa esta noche. El dijo: Te me has anticipado. Dije: Si. Y los invité a ellos. (Al terminar la comida) Abu Huraira dijo: ¿Queréis que os relate uno de vuestros hadices? ! ¡Oh grupo de Ansares! Y luego hizo un relato de la Conquista de Meca y dijo: El Mensajero de Allah (s.a.s.) avanzó hasta llegar a Meca y envió a Zubair a su flanco derecho, a Jalid a su izquierda y a Abu Ubaida con los que no tenían armaduras. Y avanzaron hacia el interior del valle. El Mensajero de Allah (s.a.s.) iba en el medio de los combatientes. El me vio y me dijo: “Abu Huraira”. Dije: A tus órdenes, ¡oh Mensajero de Allah! Dijo: “Que vengan a mi solo los Ansares, que los Ansares me rodeen”. Entonces los Ansares lo rodearon. Y los Quraish reunieron  a sus forajidos y su gente baja y dijeron: Que estos se adelanten y si obtienen algo estaremos con ellos (para compartirlo) y si son derrotados les daremos lo que pidan. Y el Mensajero de Allah (s.a.s.) dijo: “Mirad a los forajidos y a la gente baja de los Quraish”. E indicó golpeando una mano con la otra que debían ser matados. Y dijo: “Encontrádme en Safá”. Y avanzamos y si uno de nosotros quería matar a uno de ellos, lo hacía y ninguno podía resistirse. Y llegó Abu Sufián y dijo: ¡Oh Mensajero de Allah! La sangre de los Quraish se ha vuelto muy barata. No quedarán Quraish después de hoy. Entonces dijo: “Quien entre en la casa de Abu Sufian estará a salvo”. Y los Ansares se dijeron unos a los otros: El amor por su ciudad y el cariño por sus relaciones lo han sobrepasado. Abu Huraira dijo: Y entonces llegó la revelación y nosotros nos dábamos cuenta cuando esto sucedía y ninguno de nosotros osaba levantar la vista y mirar al Mensajero de Allah (s.a.s.) hasta que la revelación había pasado. Cuando terminó la revelación el Mensajero de Allah (s.a.s.) dijo: “¡Oh Asamblea de los Ansares!”. Ellos dijeron: ¡A tu servicio, oh Mensajero de Allah! Dijo: “Habéis dicho: Lo ha sobrepasado el amor por esta ciudad y por sus relaciones”. Dijeron: Así es. Dijo: “Nunca, ya que ciertamente yo soy el siervo de Allah y Su Mensajero. Emigré hacia Allah y hacia vosotros. Y viviré con vosotros y moriré con vosotros”. Entonces ellos (los Ansares) se volvieron hacia él llorando y diciendo: ¡Por Allah! Dijimos lo que dijimos por nuestro fuerte apego a Allah y a Su Mensajero. Y dijo el Mensajero de Allah (s.a.s.): “Allah y Su Mensajero saben que es verdad lo que habéis dicho y aceptan vuestras disculpas”. Y la gente se dirigió a la casa de Abu Sufián y la gente cerró sus puertas. Y el Mensajero de Allah (s.a.s.) avanzó hasta llegar a la Piedra (Negra) y la besó. Luego circunvaló la Ka’ba. Y se acercó a un ídolo adorado por la gente que estaba a un costado de la Casa. El Mensajero de Allah (s.a.s.) tenía en sus manos un arco que tomaba de uno de sus extremos y cuando estuvo al lado del ídolo comenzó a perforarle sus ojos y a decir: “Ha llegado la verdad y lo falso se ha desvanecido”. Cuando terminó la circunvalación fue a Safá, la subió hasta donde se podía ver la Casa, levantó sus manos, alabó a Allah y rogó lo que quiso rogar. Este hadiz ha sido relatado a través de otra cadena de transmisores con los siguientes agregados: Luego dijo poniendo una de sus manos sobre la otra: “Matádlos (si se interponen en vuestro camino)”. Y también dice en este hadiz: Ellos (los Ansares) dijeron: Nosotros dijimos eso, ¡oh Mensajero de Allah! Dijo: “¿Entonces cuál es mi nombre? Ciertamente yo soy siervo de Allah y su Mensajero”.

 

            Abdullah ibn Rabah relató: Fuimos a Muauiia ibn Abu Sufián con una delegación y Abu Huraira estaba con nosotros. Cada uno de nosotros solía turnarse cada día para preparar comida para sus compañeros. Cuando llegó mi turno dije: ¡Oh Abu Huraira! Hoy es mi turno. Ellos vinieron a mi lugar, pero la comida todavía no estaba lista. Entonces dije: ¡Oh Abu Huraira! Porque no nos relatas algo del Mensajero de Allah (s.a.s.) hasta que la comida esté lista. Y dijo: Estábamos con el Mensajero de Allah (s.a.s.) el día de la Conquista. El nombró a Jalid ibn Ualid comandante del ala derecha, a Zubair en el ala izquierda y a Abu Ubaida al mando de los combatientes de a pié (que tenían que avanzar) al interior del valle. Y dijo: “¡Oh Abu Huraira! Llama a mi a los Ansares”. Y los llamé y vinieron de prisa. Y él dijo: “¡Oh asamblea de los Ansares! ¿Veis a los forajidos de los Quraish?”. Dijeron: Si. Dijo: “Mirad, si mañana os encontráis con ellos, borradlos”. E indicó esto con su mano y puso su mano derecha sobre su izquierda. Y dijo: “Nuestra cita es en Safá”. Y ese día a los que ellos veían los mataban. Y el Mensajero de Allah (s.a.s.) subió a Safá y llegaron los Ansares y rodearon la colina. Y llegó Abu Sufián y dijo: ¡Oh Mensajero de Allah! Los Quraish han desaparecido, no habrá Quraish después de hoy. El Mensajero de Allah (s.a.s.) dijo: “Quien entre en la casa de Abu Sufián estará a salvo, quien deje sus armas estará a salvo y quien cierre su puerta estará a salvo”. Los Ansares dijeron: El hombre ha sido llevado por la ternura que siente por su familia y el amor por su ciudad. Y entonces descendió la revelación sobre el Mensajero de Allah (s.a.s.) y dijo: “Vosotros habéis dicho: El hombre ha sido llevado por la ternura que siente por su familia y el amor por su ciudad. ¿Sabéis cuál es mi nombre? (Lo repitió tres veces) Yo soy Muhammad, siervo de Allah y Su Mensajero. Emigré hacia Allah y hacia vosotros. Así que viviré con vosotros y moriré entre vosotros”. Ellos dijeron: ¡Por Allah! Dijimos eso por nuestro excesivo apego a Allah y a Su Mensajero. Dijo: “Ciertamente Allah y Su Mensajero saben que habéis dicho la verdad y aceptan vuestras disculpas”.

 

 

 

XXXI

ELIMINACIÓN DE LOS ÍDOLOS DE LA CERCANÍA DE LA KA’BA

 

            Abdullah relató: El Profeta (s.a.s.) entró en Meca y había trescientos sesenta ídolos alrededor de la Ka’ba. Y comenzó a empujarlos con el bastón que tenía en su mano diciendo: “Ha llegado la verdad y lo falso se ha desvanecido. Ciertamente lo falso debe desvanecerse (17:18) Ha llegado la verdad y lo falso no crea ni recrea”. (34:49). Ibn Umar agregó: (Esto ocurrió) el día de la Victoria.

            Este hadiz ha sido relatado por Ibn Abu Nayih a través de otra cadena de transmisores, pero menciona solo la primera aleya y en lugar de ídolo dice imagen.

 

 

 

XXXII

DESPUÉS DE LA CONQUISTA NO SE PUDE MATAR A UN QURAISH ATADO (DE PIES Y MANOS)

 

            Abdullah ibn Muti’ relató de su padre que: El día de la conquista de Meca escuché al Profeta (s.a.s.) decir: “Ningún Quraish pude ser matado atado (de pies y manos) después de este día hasta el día de la Resurrección”.

            El mismo hadiz ha sido relatado por Zakariia con la misma cadena de transmisores, pero agrega: Ningún Quraish rebelde con el nombre de Al-Asi aceptó el Islam excepto Muti’. Y el Mensajero de Allah (s.a.s.) le cambió el nombre a Muti’. ([3])

 

 

 

XXXIII

EL TRATADO DE HUDAIBIIA

 

                Al-Bará ibn Azib relató: Ali ibn Abu Talib escribió el tratado entre el Profeta (s.a.s.) y los idólatras en el día de Hudaibiia. El escribió: “Esto es lo que Muhammad, el Mensajero de Allah ha establecido”. Ellos dijeron: No escribas: el Mensajero de Allah, ya que si supiésemos que eres el Mensajero de Allah no pelearíamos contra ti. El Profeta (s.a.s.) le dijo a Ali: “Borra eso”. Y (Ali) dijo: Yo no voy a borrar eso. Entonces el Profeta (s.a.s.) lo borró con sus manos. En ella estaban las condiciones que las dos partes habían acordado: que los musulmanes entrarían en Meca al año siguiente, estarían en ella tres días y que no entrarían portando sus armas excepto en sus vainas.

 

            Abu Ishaq relató que escuchó a Al-Bará ibn Azib decir: Cuando el Mensajero de Allah (s.a.s.) hizo la paz con la gente en Hudaibiia, Ali fue el que escribió el tratado entre ellos y escribió: “Muhammad, Mensajero de Allah”, luego menciona lo mismo que el hadiz anterior excepto: “Esto es lo que ha establecido”.

 

            Al-Bará relató: Cuando el Profeta (s.a.s.) fue impedido de entrar a la Casa, la gente de Meca hizo la paz con la condición de que podía entrar en ella (el año próximo), estar en ella durante tres días y con las armas guardadas y las espadas envainadas. Y que ninguno de sus habitantes se iría con él ni impediría a ninguno de los suyos a quedarse en Meca. Y le dijo a Ali: “Escribe las condiciones entre nosotros. En el nombre de Allah, el Clemente, el Misericordioso. Esto es lo que ha decidido Muhammad, Mensajero de Allah”. Y los idólatras le dijeron: Si supiéramos que eres el Mensajero de Allah te seguiríamos. Más bien escribe: Muhammad ibn Abdullah. Entonces le ordenó a Ali que borrase esas palabras. Pero Ali dijo: No, ¡por Allah! no las voy a borrar. Y el Mensajero de Allah (s.a.s.) dijo: “Muéstrame en que lugar están”. Y (Ali) le mostró el lugar y él las borró. Y (en su lugar Ali) escribió: “Ibn Abdullah”. Y que el próximo año permanecería tres días en ella. Y cuando llegó el tercer día le dijeron a Ali: Este es el último día de acuerdo a las condiciones establecidas con tu compañero, entonces dile que se vaya. Ali informó de esto al Profeta (s.a.s.) y él dijo: “Si”. Y partió. Ibn Yanab en su transmisión dice en lugar de: te seguiríamos, dice: te juraríamos fidelidad.

 

            Anas relató: Los Quraish hicieron la paz con el Profeta (s.a.s.), entre ellos estaba Suhail ibn Amr. Y el Profeta (s.a.s.) le dijo a Ali: “Escribe: En el nombre de Allah, el Clemente, el Misericordioso”. Suhail dijo: En cuanto a En el nombre de Allah, nosotros no sabemos que quieres decir con: En el nombre de Allah, el Clemente, el Misericordioso. Mejor escribe lo que conocemos: En Tu nombre, oh Allah. Y dijo: “Escribe de Muhammad, el Mensajero de Allah”. Ellos dijeron: Si hubiésemos sabido que tu eres el Mensajero de Allah te hubiésemos seguido. Mejor escribe tu nombre y el de tu padre. Y dijo el Profeta (s.a.s.): ”Escribe de Muhammad ibn Abdullah”. Y las condiciones que ellos presentaron al Profeta (s.a.s.) era que: si uno de los vuestros viene con nosotros no lo devolveremos, pero si uno de los nuestros se va con vosotros lo mandaréis de vuelta. (Los Compañeros) dijeron: ¡Oh Mensajero de Allah! ¿Eso tenemos que escribir? Dijo: “Si. Si uno de los nuestros se va con ellos ¡qué Allah lo mantenga lejos! Y quien venga a nosotros de ellos (y sea enviado de vuelta) Allah le facilitará las cosas y le dará una salida”.

 

            Abu Ua’il relató: El día de la batalla de Siffin se levantó Sahl ibn Hunaif y dijo: ¡Oh gente! Haced una autocrítica. Nosotros estábamos con el Mensajero de Allah (s.a.s.) el día de Hudaibiia. Si hubiésemos pensado que correspondía pelear hubiésemos peleado. Y esto fue en el pacto entre el Mensajero de Allah (s.a.s.) y los idólatras. Cuando Umar ibn al-Jattab fue al Mensajero de Allah (s.a.s.) y le dijo: ¡Oh Mensajero de Allah! ¿Acaso nosotros no estamos con la verdad y ellos con lo falso? Dijo: “Ciertamente”. Dijo: ¿Acaso nuestros muertos no están en el Paraíso y los de ellos en el Fuego? Dijo: “Ciertamente”. Dijo: ¿Entonces porque ensuciar nuestra religión y regresar antes de que Allah decida entre nosotros y ellos? Y dijo: “¡Oh Ibn al-Jattab! Ciertamente soy el Mensajero de Allah. Y Allah nunca me arruinará”. Y Umar se fue pero no podía contener su ira, entonces fue a Abu Bakr y le dijo: ¡Oh Abu Bakr! ¿Acaso nosotros no estamos con la verdad y ellos con lo falso? Dijo: Ciertamente. Dijo: ¿Acaso nuestros muertos no están en el Paraíso y los de ellos en el Fuego? Dijo: Ciertamente. Dijo: ¿Entonces porque ensuciar nuestra religión y regresar antes de que Allah decida entre nosotros y ellos? Dijo: ¡Oh Ibn al-Jattab! Ciertamente él es el Mensajero de Allah. Y Allah nunca lo arruinará. Entonces fue revelado al Mensajero de Allah (s.a.s.) (las aleyas) del Corán sobre la victoria. El mandó a llamar a Umar y se las hizo recitar. Entonces dijo: ¡Oh Mensajero de Allah! ¿Entonces (este tratado) es una victoria? Dijo: “Si”. Y (Umar) se quedó conforme y regresó. ([4])

 

            Shaqiq relató: Escuché a Sahl ibn Hunaif decir en Siffin: ¡Oh gente! Haced una crítica de vuestro parecer. ¡Por Allah! Ciertamente el día de Abu Yandal (o sea el día de Hudaibiia) pensé para mi que, si pudiera, desobedecería la orden del Mensajero de Allah (s.a.s.). ¡Por Allah! En ninguna situación habíamos colgado las espadas en nuestros hombros excepto si veíamos que podíamos conseguir lo que queríamos, pero vuestra batalla (es una excepción). Ibn Numair en su versión no menciona: En ninguna situación.

            El mismo hadiz ha sido relatado a través de la misma cadena de transmisores pero con una pequeña variación de palabras.

 

            Abu Ua’il relató: Escuché a Sahl ibn Hunaif decir en Siffin: Haced una autocrítica de vuestras opiniones sobre vuestra religión. Ya que en el día de Abu Yandal yo creía, que si pudiera, cambiaría la orden del Mensajero de Allah (s.a.s.). La situación era tan difícil que si la remendábamos en un lugar se rompía en otro.

 

            Anas ibn Malik relató: Cuando fue revelado: “Ciertamente te hemos otorgado una clara victoria. Para que Allah te perdone” hasta donde dice: “Y Allah te dará un auxilio poderoso”. (48:1-5) estaban tristes y deprimidos, volviendo de Hudaibiia donde habían sacrificado sus animales. Entonces (el Profeta) dijo: “La aleya que me ha sido revelada es más amada para mi que el mundo entero”.

            Este mismo hadiz ha sido transmitido a través de otra cadena de transmisores.

 

 

 

XXXIV

EL CUMPLIMIENTO DE LOS PACTOS

 

                Hudhaifa ibn al-Iaman relató: Lo único que me impidió participar de la batalla de Badr fue que mi padre Husail y yo salimos (para participar de la batalla) pero fuimos capturados por unos incrédulos de los quraish. Ellos nos dijeron: ¿Vosotros queréis ir con Muhammad? Nosotros dijimos: No queremos ir con él, queremos regresar a Medina. Entonces ellos nos hicieron comprometer, por Allah, que volveríamos a Medina y que no pelearíamos junto a él (al Profeta). Entonces fuimos al Mensajero de Allah (s.a.s.) y le relatamos el incidente. Y él dijo: “Regresad (a Medina), cumpliremos con el compromiso y nosotros buscamos la ayuda de Allah contra ellos”.

 


 

[1] Entre Meca y Taif vivían las tribus de Hauazin y Zaqif. Estas dos tribus y sus aliados marcharon contra Meca y acamparon en el valle de Hunain. Los de Hauazin eran expertos arqueros y ubicaron los mejores de ellos en estratégico lugares de las colinas. Los musulmanes reunieron para esta ocasión uno de los más numerosos ejércitos que habían logrado reunir bajo el mando del Profeta (s.a.s.) y estaban excesivamente confiados en ellos. La batalla tuvo lugar el sábado 6 de Shaual en el 8H. Pero sucedió que al inicio del combate los musulmanes recibieron un serio golpe y hubo un desbande general. El Profeta (s.a.s.) mantuvo la calma confiado en la ayuda divina y logró devolver la tranquilidad y reagrupar a sus tropas y lanzarlas al ataque logrando, con la ayuda de invisibles seres celestiales una brillante victoria. El Corán se refiere a esta batalla en la sura del Arrepentimiento 25 y 26: “Allah os ha ayudado a vencer en muchos sitios. Y el día de Hunain cuando complacidos por vuestro gran número, éste no os sirvió de nada, cuando la tierra, a pesar de su vastedad, se os volvió angosta y volvisteis la espalda para huir. Allah, entonces, envió de lo alto Su tranquilidad sobre Su Mensajero y sobre los creyentes. Hizo también descender legiones invisibles a vuestros ojos y castigó a los que no creían. Esa es la retribución de los incrédulos”.   

 

[2] La batalla de Ta’if es parte de la batalla de Hunain. Después de ganar la batalla de Hunain el Profeta (s.a.s.) quería regresar ya que sabía que sus compañeros estaban debilitados ya que habían sufrido numerosas bajas, pero ellos insistieron en perseguir a los enemigos hasta sus fuertes. El Profeta (s.a.s.) no quiso detenerlos y los dejó seguir, luego cuando ellos vieron por si mismos la dificultad de conseguir la victoria perdieron coraje y se alegraron de regresar. La sonrisa del Profeta (s.a.s.) es por la lección que sus Compañeros aprendieron al confiar excesivamente en sus fuerzas y no siempre buscar en Allah el origen de la fuerza y el poder. 

 

[3] Al-Asi quiere decir el desobediente y Al-Muti’ el obediente. En numerosas ocasiones el Profeta (s.a.s.) cambió el nombre de sus seguidores cuando su significado no era bueno.

 

[4] El tratado de Hudaibiia es uno de los hitos de la historia del Islam. En el año 6 de la Hiyra el Profeta (s.a.s.) tuvo un sueño que le indicaba que entraba en Meca, informó a sus Compañeros y en el mes de Dhul Qada partió hacia Meca. Al acercarse a ella los Mequenses le bloquearon el paso entonces acampó en Hudaibiia, en los límites de Meca. Y comenzaron las negociaciones pero pese a asegurarles que no venía con la intención de pelear, sino solo para hacer una Umra y a las gestiones que hizo Uzmán ibn Affan, los Quraish no aceptaron que entrase en Meca. Luego de unos intercambios de mensajes concluyeron un tratado de paz, que como se ve en los hadices, permitía a los musulmanes entrar en la Meca para realizar la Umra o el Hayy al año siguiente, permaneciendo en ella solo tres días, las armas tenían que estar guardadas en sus estuches, y la cláusula que provocó mas resquemores: que si alguno de los mequenses iba al Profeta (s.a.s.) tenía que ser devuelto, pero si uno de los seguidores del Profeta (s.a.s.) iba a Meca se podía quedar en ella.  La llegada al campamento de Abu Yandal encadenado y con las huellas de grandes privaciones conmovió a los Compañeros y al Profeta (s.a.s.) pero hubo que cumplir con el tratado y devolverlo a Meca. Camino a Medina el Profeta (s.a.s.) recibió una revelación: “Ciertamente te hemos otorgado una clara victoria. Para que Allah te perdone tus pecados pasados y futuros, perfeccionar Su gracia en ti y dirigirte por una vía recta. Y Allah te dará un auxilio poderoso”. (48:1-3) Ibn Hishám dijo: Nunca hubo una victoria más grande que esta, como ha dicho correctamente Az-Zuhri. Cuando estaban en estado de guerra la gente temía encontrarse pero cuando se firmo la paz y los temores de guerra desaparecieron, prevaleció un estado de paz entre la gente, se acercaron y discutieron entre ellos. Y si un hombre hablaba con otro sobre el Islam este último terminaba aceptándolo de tal modo que durante los dos años que pasaron entre la firma del tratado de Hudaibiia y la rotura del mismo por los quraish entró más gente en el Islam que antes de éste. La cláusula que más objeciones levantó del lado de los musulmanes también probó ser favorable a ellos. Los musulmanes que eran devueltos a Meca no abandonaban su fe y se convertían en difusores de ella. Y aquellos que se las arreglaban para escapar (entre ellos Abu Yandal), como no podían ir a Medina, se establecieron en las costas del Mar Rojo formando una importante colonia que atacaba a las caravanas de los Quraish. Finalmente como los mequenses no eran capaces de controlarlos pidieron al Profeta (s.a.s.) que quitase esa cláusula. El tratado probó la fuerza del Profeta (s.a.s.) que por primera vez era reconocido oficialmente. Y también tuvo un fuerte efecto entre las tribus locales que acudieron a jurarle fidelidad.

 

 

Continuación