JUTBAS

     INDICE

Primera Parte  

       al-hámdu lillâh...  

         

        Desde sus principios, el Islam tuvo una vocación clara, la de convertirse en una Umma, en una nación con personalidad propia y diferenciada. Desde sus principios, el Islam reivindicó su independencia hasta alcanzarla plenamente. La Umma no es el resultado de una casualidad histórica, sino la de una voluntad manifiesta. Al Islam no le ocurrió lo que al cristianismo que, a partir de un pequeño grupo de persona, y gracias a los avatares de los tiempos y la fortuna, se constituyó en una civilización.

    La Umma no tiene sus orígenes en una secta religiosa que se hiciera con el poder por suerte. La necesidad de construir una nación es consustancial al Islam. Es más, el deseo del Islam es el de construir la mejor de las naciones. Dice el Corán: "Kuntum jâira úmmatin újriyat lin-nâs", que quiere decir: "Sois la mejor de las naciones surgidas de entre las gentes".

    ¿Por qué declara el Islam esa necesidad de la construcción de una nación, de una Umma? Es porque el Islam entiende que la vida del ser humano es un todo. El Islam no tiene como único objetivo perfeccionar al individuo. Esa madurez del individuo no es posible sin el marco de una comunidad que lo estimule. Del mismo modo, la nación que el Islam sueña, no es posible si no es el resultado de la voluntad de personas empeñadas en su propio crecimiento humano.

    He aquí que todo se complementa, y por ello Rasûlullâh (s.a.s.) enseñaba que la obligación del musulmán es emprender tanto el Gran Yihad como el Yihad Menor: El Gran Combata para perfeccionarse a sí mismo, el Combate Menor para establecer la justicia entre los hombres, es decir, para construir una Nación que sea la mejor de las naciones surgidas entre los seres humanos.

    El Islam no privilegia el cuerpo sobre el corazón, ni el corazón sobre el cuerpo, ni la emoción sobre la inteligencia, ni la inteligencia sobre los sentimientos, ni privilegia al individuo sobre la comunidad, ni la comunidad sobre el individuo. El Islam busca crear algo integrador donde todas las energías colaboren para crear algo nuevo que sea capaz de posibilitarlo todo, de guiarlo todo a los mejor. El Islam pretende sacar lo mejor que hay en el cuerpo, en el corazón, en la inteligencia, en las pasiones, en el individuo y en la comunidad. Ese feliz encuentro entre todo lo que es el ser humano es a lo que llamamos Umma y que estamos traduciendo por Nación.

    Y desde sus principios, el Islam tenía esta intención que le es consustancial. El musulmán no puede vivir su Islam aisladamente; le faltaría una dimensión esencial Tampoco es posible una comunidad que sólo sea islámico en lo formal: debe estar habitada por musulmanes verdaderos, por musulmanes con un verdadero afán de superación, por musulmanes que en cada momento estén haciendo el Yihad.

    Para construir la Umma, el Islam nos educa en la generosidad, en la tolerancia, en el valor y en la solidaridad. La Umma no niega la tribu, pero la trasciende, porque el Islam sabe que lo que verdaderamente une a los seres humanos es el deseo de unidad que puede haber dentro de sus corazones. Si el ser humano intuye realmente a Allah-Uno, deseará realizar esa unión en todos los sentidos de su existencia, dejará de verse a sí mismo como una realidad individual y aislada, satisfecha en sí mismo, ajena a lo que haya a su alrededor; por el contrario, empezará a tender puentes, a comunicarse, a crear una realidad nueva. El resultado es la Umma.

    Desde sus principios, el Islam rechazó la barbarie de los idólatras, el exclusivismo de los judíos y el oscurantismo de los cristianos porque deseaba ago nuevo, una nación de luz capaz de reunir a todos los seres humanos. Estimuló el conocimiento, se declaró contra el racismo y estableció la Sharia. Creó con ello las bases de lo que después sería la civilización islámica.

    La Umma, por lo tanto, no es algo cerrado. Al contrario, se cerró a lo cerrado, negó las fronteras; a eso nos referimos cuando decimos que el Islam se independizó. El Islam rompió con las tradiciones excluyente, con todo tipo de pensamiento que declarase la superioridad de unos sobre otros, con toda tendencia al aislamiento.

    El Islam abrió caminos y fomentó los intercambios, iluminó unos tiempos en los que la oscuridad se apoderaba del mundo. El Islam unió pueblos diversos respetando sus diferencias. Es más, el Islam declaró que la diversidad es signo de la inmensidad de Allah, y así lo dice el Corán: "En la diferencia de vuestros colores, en la diferencia de vuestras lenguas, en todo ello hay signos para los inteligentes".

    La Umma del Islam es la realización de esos deseos, En ella conviven gentes diversas, culturas ricas y enriquecedoras. Son comunidades de una vitalidad asombrosa. Y fue posible es Umma de pueblos porque el Islam hizo interiormente libres a los seres humanos. Y ello es reflejado en cada momento. A pesar de los muchos problemas actuales, a pesar de circunstancias angustiosas, a pesar de padecer un presente terrible, los musulmanes siguen siendo conscientes de esa libertad interior que les hace irreductibles. Eso molesta mucho al mundo occidental, pero sin duda, y a pesar de las contradicciones, es signo de la buena salud de la que aun goza el Islam. Tengamos esto claro, porque es importante. Tengámoslo claro para que no nos confundan.

    La Umma en la actualidad está derrotada, eso es cierto. La Umma busca salida, y cuesta encontrarlas. Pero también está claro que su espíritu es invencible. Y lo es porque está enraizado en el Islam. Esto es innegable. Y esa es la clave para su futuro.

    Las circunstancias actuales no propician el ideal de la Umma. Las frontera, los estados, los gobiernos, la cultura imperante, los modelos sociales, la economía, ... todo parece hacer imposible que vuelva a recuperarse la Umma, una Nación que ni entiende ni valora esos logros de la modernidad. Sus horizontes son muy distantes. Sin embargo, su resistencia enconada es indicio de que no ha sido sometida definitivamente. Y por siempre, en los corazones de los musulmanes y musulmanas latirá la intuición de un mundo mejor, un mundo que hace posible a un ser humano soberano, protagonista de su realidad, amable con cuanto lo rodea. Un ser humano con un deseo de trascendencia irrefrenable, un deseo de Allah que lo conduce necesariamente hacia lo más elevado y noble. Ese afán es lo único estimable, es el árbol que no tarda en dar frutos. Todo lo demás son sucedáneos.

    La Umma es algo que no se concreta bajo formas precisas, sino que se realiza en la cotidianidad de los seres humanos. Es la amplitud de miras lo que la hace posible, es la grandeza de espíritu lo que la hace real. Lo que no permite que la Umma viva es la cortedad, la pereza, la indecisión, la intolerancia, la cobardía, la ignorancia, el complejo, en suma, del hombre que necesita continuamente estar protegido, encerrado tras los muros de fronteras, encasillado en razas y lengua, arropado por ideologías o pensamientos castrantes.

    La Umma, para vivir, necesita de la generosidad, de una entrega que rompa con los obstáculos que separan a los seres humanos. El Corán lo dice así: "Acudid, todos los hombres, a una declaración única, que Allah es Uno". Esa es la base, esa es la aspiración. Si, ese es el cimiento para el surgimiento de comunidades humanas que se aúnen en la conciencia, en el corazón, y dejar que fluya la sangre de la riqueza de la humanidad.

    La Umma no es uniformadora, sino esencialmente creadora. Y así lo ha sido siempre. Pero que vuelva a serlo depende de nosotros, los musulmanes y musulmanas. Depende de nosotros reavivar una experiencia humana en la que se den de la mano todas las energías del ser humano, para relanzarlo hacia lo infinito.

 

             

        al-hámdu lillâh...  

        

    La Umma se construye sobre las bases de la solidaridad. Nada la impone, sino el deseo de convivencia e intercambio. No hay jerarquías ni centralización alguna dentro de la Umma. Su realidad depende, por tanto, de la voluntad. Y por ello, el Islam nos advierte contra su peor enemigo, la Fitna. La  Fitna es la discordia. La discordia nace del egoísmo, de la estrechez, de la intolerancia y de la incapacidad para comprender la libertad de los demás.

    Se debe huir de la Fitna. Pero no se huye verdaderamente de la Fitna mas que con el engrandecimiento interior. Mientras seamos pequeños en nuestros corazones siempre estaremos al borde del abismo de la Fitna. El autoritarismo siempre es una solución fácil, pero el Islam no  lo quiere. Debemos aprender a arbitrar entre nosotros, a tomar decisiones consensuadas, a acordar soluciones. Sólo así cumpliremos con lo que el Islam nos exige. Es difícil, es cierto, pero es fundamental si queremos hacer algo que reciba dignamente el nombre de Islam.

    Los apresuramientos son siempre malos y son la puerta para el autoritarismo. Lo justifican. Por ello, debemos ir madurando como musulmanes y musulmanas, para hacer verdad aquello que desea para nosotros y que es lo más grande que puede haber. 

        

du‘â ...

 

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