Un repaso al feminismo musulmán en Sudán
Oozebap
Intentaré dar respuesta a tres cuestiones
principales: ¿Cuáles son los derechos de las musulmanas según los
intelectuales musulmanes masculinos de Sudán? ¿Cuáles son las posiciones
sobre el feminismo y el Islam de los grupos de musulmanas sudanesas? ¿Cuál
es el camino a seguir para el feminismo islámico?
Resulta muy significativo que desde la propagación de las teorías de la
modernidad, surge una tensión en el interior de las sociedades musulmanas
entre cómo se conceptualiza el Islam y la contemporaneidad en los asuntos de
lo absoluto y la interpretación, el derecho a cambiar y la capacidad de
lograrlo, y el poder de definir la realidad. La tensión también está
presente entre la aceptación del Islam en su totalidad, como religión,
fuente legal, conducta moral, ideología, sistema de valores, significados de
gobernabilidad, etcétera, o, por otro lado, la restricción del Islam como
espacio religioso.
Es, en definitiva, una tensión entre las libertades de pensamiento, juicio y
acción opuestas a la acumulación de autoridad sobre los otros donde unas
cuantas personas se otorgan el poder de reprimir al resto en nombre de Dios.
Los que aseguran que su comprensión de la sharia es válida para todo el
mundo y que debe ser el criterio y el principio divino con el que medir
todos los asuntos, desde los privados a los públicos, afirman que este
camino es el único correcto. Por consiguiente, creen que no se deben tolerar
las desviaciones o alternativas. Algunos estados consideran el Islam como
fuente de todos los códigos legales (personales, criminales, económicos,
morales, de gobernabilidad...), es decir, lo que clasificaríamos y
denominaríamos como estados Islamistas. En el otro extremo, existen otros
que aceptan el Islam únicamente como un asunto personal. No lo codifican en
leyes estatales y son lo que podríamos llamar países musulmanes seculares.
Entre ambos lados existe un abanico de estados que toman del Islam lo que
consideran más apropiado para algunas de sus leyes. Otros aspectos de la
religión los dejan como principios éticos sin codificar.
En lo que se refiere a los asuntos de la mujer, encontramos a los que
consideran la sharia como válida únicamente para elaborar las leyes
familiares. Otros estados también la utilizan para las leyes criminales y
para asuntos relacionados con la representación y el espacio de la mujer
(posición política, códigos morales y de vestido, sistema de valores,
etcétera). Del mismo modo, existen diferentes puntos de vista sobre las
identidades femeninas, y los estados difieren en cómo emplear el Islam para
justificar la posición gubernamental hacia la mujer.
Por otro lado, la diversidad también existe entre los grupos de musulmanas
que defienden sus derechos. En general, podemos distinguir entre tres
grupos: las Islamistas, que defienden un Islam conservador y basado en las
interpretaciones de los primeros expertos (hombres), aunque también existen
diferencias entre ellas. Otro grupo sería el del feminismo islámico, donde
se intentan elaborar nuevas interpretaciones o buscar referencias en las
nuevas interpretaciones realizadas por hombres para, a partir de éstas,
crear una perspectiva feminista en el seno del Islam. Una tercera vía son
las mujeres que reivindican un feminismo sin referirse al Islam ni tenerlo
como referencia básica para la emancipación. Son las que llamamos feministas
de cultura musulmana, en el sentido de que su religión es el Islam pero
intentan tratar el feminismo desde una perspectiva secular.
Los principales discursos de los expertos Islamistas de Sudán
En Sudán existen diferentes interpretaciones islámicas sobre la cuestión de la mujer, que podríamos identificar en cuatro posiciones principales. Tres de los más destacados expertos sudaneses han escrito explícitamente sobre la mujer en el Islam: Hassan El Truabi, Elsadig Elmahdi y Mahmod Mohamed Taha. A continuación repasaremos su pensamiento:
1) Hassan El Truabi es el líder del Frente
Islámico Nacional y uno de los fundadores de los Hermanos Musulmanes en
Sudán. En el año 2000 publicó un libro sobre la posición de la mujer en el
Islam. Apelando al principio del iytihad, argumentaba que la esencia del
Islam es la igualdad entre hombres y mujeres, y recalcaba que la mujer es
igual en dignidad, derechos y deberes. Según él, la mujer puede ocupar
puestos de responsabilidad, incluso llegar a ser jefe de Estado o juez. En
el libro, Truabi utiliza referencias a otras interpretaciones elaboradas por
diferentes escuelas y pensadores para sustentar el principio de igualdad de
género. Así pues, sus opiniones progresistas no se basan únicamente en sus
propias interpretaciones, sino que las fundamenta en diversas fuentes con el
objetivo de proporcionar justicia para la mujer. Su principal motivación es
la de dirigirse a Occidente para ofrecer una imagen más positiva del Islam
como religión capaz de integrar la modernidad al mismo tiempo que protege a
la sociedad de los males de la modernidad Occidental. Para Truabi, las
diferencias entre una sociedad moderna islámica o no islámica residen en los
ideales con los que el Islam protege a la población de los excesos
innecesarios que derivan de la libertad desmesurada, el libertinaje sexual y
otros comportamientos inmorales. Por consiguiente, es necesario que la mujer
se vista de un modo decente para que no tiente al hombre y lo provoque
sexualmente. Asimismo, los hombres no deben pensar en las mujeres como
objetos sexuales y deben reprimirse.
En su opinión, la reivindicación de las mujeres por la igualdad de derechos
en los códigos familiares, como por ejemplo la lucha por la abolición de la
poligamia y el derecho unilateral del marido por el divorcio, o que las
madres consigan los mismos derechos de custodia de sus hijos, suponen
reivindicaciones y luchas inútiles. Obtener estos derechos no son
indicadores fidedignos de la posición de la mujer en la sociedad. Los
asuntos cruciales que indican la liberación o la equidad son la igualdad
ante la ley y ante Dios, la libertad de movimiento, el derecho a ocupar un
cargo público, tener unos ingresos y propiedades independientes y una
legitimidad de género señalada como principio. En el libro abundan las citas
coránicas y los hadices, así como fragmentos de teología que sustentan sus
argumentos. Como dirigente político ansioso por aumentar su popularidad,
Hassan El Truabi no sólo no puede permitirse ofender a las mujeres, sino que
debe apoyar sus peticiones. Muchas sudanesas han reaccionado positivamente a
sus propuestas y consideran que, efectivamente, su emancipación puede
conseguirse a través del Islam.
2) El segundo libro está escrito por Elsadig Elmahdi, líder de la
organización Ansar y del partido político Umma. Publicado en 1986, abarca la
condición general de la musulmana, el derecho a la igualdad, la dignidad y
los deberes de la mujer. Elmahdi argumenta que los principios de equidad de
la convención sobre la eliminación de toda forma de discriminación contra la
mujer (o CEDAW, sus siglas en inglés), pueden aplicarse a la musulmana y
que, por lo tanto, los estados deben ratificarla.
En el libro recalca que una comprensión progresista del Islam puede combinar
la religión y la modernidad sin entrar en contradicciones. Los asuntos de
libertad personal, entre éstos la libertad sexual, los considera
occidentales y no islámicos. De todos modos, las garantías de igualdad en
asuntos constitucionales y legales relacionados con la ciudadanía, los
derechos políticos y las leyes laborales pueden ser islámicos y modernos al
mismo tiempo. El libro también analiza la poligamia, la igualdad en el
divorcio y en la herencia, la equidad en el valor de los testigos, la
disciplina de la esposa, el velo y la protección de la mujer frente a la
violencia. Se centra en analizar la desigualdad y en explicar cómo ésta
puede superarse a través de medios civiles que vayan más allá de la
tradición, por ejemplo, en la distribución desigual de los bienes, o cómo
incluir estipulaciones en los contratos de matrimonio para restringir la
poligamia o el derecho unilateral del marido en el divorcio.
Elmahdi defiende que la musulmana ocupe cargos de responsabilidad en los
tribunales o en el Parlamento. Asimismo, sitúa el testimonio de la mujer al
mismo nivel que el del hombre. Para él, la opinión de que la mujer sólo
tiene la mitad de capacidad mental que el hombre (que todavía mantienen
algunos expertos) no es sostenible. Además, considera que la mutilación
genital femenina no es una práctica musulmana y que debe ser prohibida
legalmente. En conclusión, Elsadig Elmahdi se muestra optimista afirmando
que la igualdad es posible, y se apoya en diferentes fuentes y en el
principio islámico de la igualdad entre seres humanos para corroborarlo.
3) El tercer intelectual es Mahmod Mohamed Taha, que elaboró una visión
radical relativa a la interpretación del Corán. Considera que el Islam
contiene dos mensajes principales, uno válido para todos los musulmanes de
todas las épocas (los versos revelados en la Meca) y otro específico para la
gente de Medina, donde el profeta era un líder político y el jefe de Estado.
Estos últimos versículos del Corán le habrían sido revelados para guiarlo en
su posición de gobernante. Por consiguiente, se pueden extrapolar estos
versículos de Medina a otra época, pero cambiando las normas según el
contexto, ya que la época del profeta es única y no puede repetirse. Según
este argumento, todos los versículos relacionados con las relaciones de
género y los asuntos que afectan a la mujer en particular son del periodo
medinense. En consecuencia, no están totalmente cerrados y se pueden
realizar nuevas interpretaciones y leyes.
Los asuntos de controversia, como lo puestos de responsabilidad, las leyes
discriminatorias de la herencia, la poligamia, el velo, la segregación, la
obediencia al hombre, quama, etcétera, pueden considerarse, de este modo,
como algo únicamente válido para la gente de Medina. Los versículos
revelados en la Meca se centran en la creencia en Dios, en la profecía, en
el juicio después de la muerte, la recompensa y la relación entre los seres
humanos y Dios. Todos estos versículos se afanan en volver a las personas en
creyentes íntegros. Para Mahmod Mohamed Taha ésta es la esencia del Islam. A
finales de la década de los setenta, reunió estos argumentos en su libro El
segundo mensaje. Otro de sus libros trata de los derechos de la mujer, donde
la igualdad debe aplicarse en todos los ámbitos, incuso en el matrimonio. La
segregación y el velo los considera principios no islámicos, y la
simplicidad en la vida es la esencia para salvaguardarse de la maldad.
Sus opiniones fueron seguidas por un grupo al que llamó los Republicanos, lo
que indica la influencia del pensamiento de la revolución francesa y de la
filosofía griega. Sus seguidores, tanto hombres como mujeres, eran
principalmente de la élite, ya fueran estudiantes o profesionales. El
gobierno lo acusó de herejía y lo ejecutó en 1984. Sus seguidores fueron
perseguidos y encarcelados.
Si bien el impacto de sus escritos fue mínimo, es útil para las feministas,
ya que proporciona los medios más fáciles y abarcables para la emancipación
de la mujer en el Islam. Las feministas musulmanas más radicales pueden
formular leyes seculares que mantengan la igualdad de género, al mismo
tiempo que conservan el principio islámico de la igualdad entre hombres y
mujeres.
Para finalizar este repaso, hablaré de la versión
más conservadora del discurso islámico en Sudán: la del grupo Ansar El Sunna
Elmahamadia. Está influenciado por los grupos de Arabia Saudí que promueven
el wahabismo, una versión purificada e idealista del Islam que reivindica
ser la única verdadera, capaz de llevar a los musulmanes a una sociedad
justa. No apuestan por la conversión violenta o por la lucha para conseguir
esta nación ideal. Creen que el no politizar el Islam por la fuerza es la
única estrategia viable para convertir a cuantos más grupos mejor al camino
verdadero. Su principal discurso está basado en la pureza y su suscripción
total a los mensajes de Dios y del profeta, sin ninguna posibilidad para la
interpretación a manos de los reformistas. Se apoyan en las palabras del
gran experto Ahmed Ibn Hanbel, que creó el Hanbli Madahab, conocido como la
opción más estricta y sin cabida para la interpretación o el razonamiento.
Con relación a las sudanesas, su discurso defiende el velo completo que
cubra todo el cuerpo, incluida la cara, los brazos y las piernas. Permiten
el derecho a la educación y al empleo pero con preferencias por determinados
campos y condicionados por la vigilancia masculina y la falta de libertad de
movimiento fuera de la ciudad. Prefiere la exclusión de la mujer, que éstas
no accedan a los derechos reproductivos como la planificación familiar, y
consideran que no deberían trabajar si sus maridos pueden mantenerlas.
Este ideal, sin embargo, no lo siguen las sudanesas que integran esta
tendencia, pues insisten en el derecho a la educación y al trabajo, si bien
sí se adhieren al velo completo. Se trata de un movimiento urbano que
influencia y alcanza en su gran parte a hombres y mujeres educados, aunque
no necesariamente los del nivel más alto. Su cantidad no es muy grande pero
su influencia política avanza entre los dirigentes del gobierno. No
obstante, la imagen femenina que crean es muy ajena a Sudán en términos del
velo que utilizan, parecido al de las saudíes. Por otro lado, no condenan la
mutilación genital femenina. Tras haber resumido los principales discursos,
acto seguido paso a contextualizar los diversos grupos de mujeres en Sudán.
El feminismo en Sudán
a) La conceptualización del feminismo
La diversidad de experiencias de las sudanesas, y de la sociedad civil en
general, debemos analizarla conceptualizando el significado del feminismo y
la pluralidad de percepciones de quienes lo reivindican. Las feministas
musulmanas también son diversas, y en este amplio y heterogéneo espectro
feminista podemos trazar cuatro categorías principales de movimientos
feministas en Sudán, utilizando el criterio del tipo de acción que realizan.
Otro modo de calificar el feminismo es en su relación con el Islam y el
secularismo.
- Clasificación a partir de la tipología de las acciones:
1) Feministas académicas que intentan,
internacionalmente, originar disciplinas que visualicen a la mujer. Para
ello, desarrollan nuevos marcos teóricos, conceptos para analizar el
fenómeno de las relaciones de género a nivel histórico y actual, etcétera.
Efectivamente, es imprescindible producir nuevos conocimientos y replantear
los ya disponibles. Sin embargo, el propósito debe tener un objetivo. Como
yo lo entiendo, este objetivo debe ser el de divulgar el feminismo más allá
de la academia para contribuir, aportando información y herramientas, a la
defensa de la igualdad de género. Igualmente, se debe influenciar de forma
directa a los responsables políticos para que emprendan medidas
institucionales que ayuden a cambiar leyes, el sistema educativo, los medios
de comunicación, los programas de desarrollo, las estructuras organizativas,
etcétera. Todo ello para lograr una mayor equidad de género y un
fortalecimiento de las capacidades de la mujer. Del mismo modo, también es
necesario generar un cambio en una misma y en los colegas universitarios
(profesores pero también estudiantes) para que entiendan el feminismo y
trabajen para conseguir estos objetivos.
En Sudán, el feminismo académico es interdisciplinar y reúne a feministas de
diversas perspectivas para comprender las teorías y conceptos feministas. A
su vez, es transdisciplinar, ya que traspasa las fronteras de la universidad
y se implica con los responsables políticos y con el activismo civil en
asuntos de la igualdad de género. Esto último es crucial y es el enfoque
para encaminar el feminismo hacia futuros diálogos sobre cómo convertir el
feminismo en un elemento relevante, tanto en la teoría universitaria como en
la práctica.
2) En la sociedad civil, las feministas no son un grupo homogéneo, del mismo
modo que no se espera que lo sean en la universidad. En ocasiones,
representan el dinamismo de una sociedad civil con todas sus contradicciones
y conflictos. En otras, representan la solidaridad, el trabajo en red y la
complementariedad. Esto último es destacable en las acciones enfocadas a
ayudar a las mujeres pobres que han sufrido directamente los conflictos
armados para que puedan conseguir los Objetivos del Milenio.
3) La tercera cara del feminismo es el de la toma de decisiones a nivel
formal, ya sea por parte gubernamental, de las Naciones Unidas o de las
agencias internacionales. Las feministas que ocupan estas posiciones en
ministerios, comités, el Parlamento, en el sector privado, en la ONU y en
organizaciones internacionales, también juegan un papel activo en el cambio
de perspectivas, especialmente de origen institucional. Su activismo prima a
las jovenes desfavorecidas, a la mujer en general, y el fortalecimiento de
la mujer en el ámbito público.
4) Una última categoría sería la que menos atención recibe. Se trata de
muchas mujeres, y algunos hombres, a nivel personal que evalúan críticamente
la situación de la mujer en las familias y en las relaciones de poder y
deciden cambiarlo de un modo radical en favor de la igualdad y la autonomía,
o también manipulando situaciones y contextos para abrir las limitaciones
que coartan la emancipación femenina.
La interrelación entre las cuatro categorías es
imprescindible, aunque no siempre sucede ni todo el tiempo ni a todos los
niveles. Así pues, al margen de algunos cambios positivos en las leyes y en
las estructuras institucionales, principalmente gracias a la acción de estos
grupos, su impacto no se siente ni en la ideología estatal ni en el conjunto
de la sociedad, o en su imaginario, que es lo más importante. Permanecen
otras fuerzas resistentes al feminismo, en diferentes intensidades, como las
estructuras de mercado, los medios de comunicación y el clero de las
diferentes religiones.
Esta clasificación del feminismo en Sudán probablemente no muestra toda la
imagen del país, donde ya ha empezado la polarización entre los Islamistas y
los grupos seculares. Por consiguiente, el análisis del feminismo sudanés
debemos realizarlo en el marco continuo entre Islamistas y seculares.
- Clasificación de las activistas sudanesas basada en sus puntos de vista religiosos:
1). Las Islamistas, que no forman un grupo homogéneo y que podemos subdividir así:
1.1. Las que no consideran que discutir asuntos de
discriminación de género explícitos en la ley de la familia sea crucial.
Enfatizan otros asuntos por la igualdad y el fortalecimiento, básicamente en
el espacio público. Así pues, no consideran que lo personal es político ni
que sea la causa de la subordinación de la mujer. Mayormente son
progubernamentales y no se implican en ningún proyecto que contradiga el
discurso Islamista masculino dominante de los teólogos progubernamentales.
1.2. Las apologéticas, sobre lo que se entiende como desigualdades en el
Islam. Las aceptan y las consideran como mandato divino, incluso si como
humanos no podemos entender su valor. La mayoría de ellas están casadas con
Islamistas conservadores y su combate es oponerse a cualquier cosa que
perciban originaria de "Occidente", como el feminismo internacional. Se
implican en debates para apoyar el ideal de un Islam conservador.
2). Las feministas islámicas se dividen en dos grupos:
2.1. Las que creen que existe una oportunidad de
reinterpretar el Islam para superar todas las desigualdades. Utilizan las
revisiones del Corán elaboradas por teólogas feministas o por teólogos
masculinos, junto a estudios comparativos e interpretaciones realizadas en
otros países musulmanes. Ellas mismas no se implican en la reinterpretación,
y sólo unas pocas replican lo que otros grupos islámicos están
reinterpretando. Este colectivo es, mayormente, contrario al Gobierno.
2.2. Otra categoría considera la posibilidad de lograr la igualdad de género
mediante las teorías anteriormente expuestas de Mahmod Taha. Esto facilita
que la mujer reivindique la total igualdad en el Islam refiriéndose al
primer mensaje revelado en la Meca. Los escasos versículos que algunas
feministas califican como discriminatorios provienen de Medina, y en
consecuencia, son contextualizados y pueden reelaborarse mediante nuevas
leyes afines a sus contextos socioculturales y políticos. En este sentido,
los musulmanes pueden formular leyes basadas en la igualdad promulgada en el
primer mensaje revelado y omitir algunos detalles del segundo, ya que el
contexto ha cambiado.
Tanto las Islamistas como las feministas islámicas no forman grupos
homogéneos, aunque comparten una misma premisa: no es necesario salir del
Islam para hablar de igualdad y justicia. Sin embargo, no suelen contribuir
por sí mismas a los debates teológicos ni a las propias interpretaciones del
Corán.
Debemos señalar que cuando las feministas musulmanas sudanesas que no son
partidarias del gobierno empezaron con la cuestión de la reinterpretación
del Islam, Sudán se encontraba bajo un régimen Islamista. Así pues, estas
mujeres reaccionaron contra un gobierno que pretendía anular algunos de sus
derechos con una constitución y un sistema legal forjados en nombre del
Islam. Asimismo, perseguían una mejor interpretación para lograr más
derechos, influenciadas por unos objetivos internacionales sobre los
derechos de la mujer y también por los discursos progresistas de algunos
intelectuales masculinos, especialmente Turabi, Sadiq el Mahadi y Mahmoud
Taha, de los que anteriormente ya hemos expuesto sus argumentos. Este
contexto me lleva a pensar que es improbable que prevalezca en Sudán un
proyecto Islamista retrógrado con la mujer, ya que las sudanesas, en
general, no son conservadoras y no desean que sus derechos públicos
retrocedan. De igual modo, el contexto internacional tiende a apoyar los
proyectos menos conservadores o incluso los seculares.
3) Las seculares:
Las feministas seculares, a su vez, tampoco forman un grupo homogéneo, pues
incluyen a musulmanas y cristianas. Lo que las une es que su discurso no se
basa en la religión ni la consideran fuente de legislación. Creen que su
lucha puede fundamentarse en situaciones comunes. Su principal objetivo es
la emancipación y liberación de la mujer en el contexto internacional,
representado por las convenciones de la ONU, las recomendaciones de las
conferencias internacionales y los planes de acción. Normalmente están
vinculadas a las ONG, a la universidad, a partidos políticos o a otros
actores no gubernamentales, aunque también encontramos algunas mujeres en el
Gobierno. De modo general, las podemos dividir entre las establecidas en el
norte del país y las que residen en el sur. El primer grupo incluye una
mayoría de mujeres musulmanas, mientras que en el sur la mayoría son
cristianas.
3.1. Feministas seculares en el norte del país:
El grupo trabaja para la conservación de los derechos políticos y laborales
amenazados por el gobierno o por la presión de los Islamistas conservadores.
Igualmente, lideran, junto a algunos hombres, el debate para implementar una
fuente no religiosa para elaborar la legislación. No debemos olvidar que la
primera constitución nacional de 1956 no menciona las fuentes de la
legislación y por lo tanto no especifica ninguna religión. La mayoría de
estas mujeres trabajan en la defensa de los derechos de la mujer, la reforma
legal, la educación de las niñas, las estrategias para la resolución de
conflictos y luchan contra la violencia y la práctica de la mutilación
genital. Este activismo lo realizan tanto a nivel de base como colaborando
con la comunidad internacional.
3.2. Feministas seculares en el sur: El surgimiento de un contundente
feminismo en el sur desde los años noventa, tanto en el seno del Movimiento
para la Liberación del Pueblo Sudanés como en otros grupos sureños y nubas
tiene, por lo general, unos objetivos distintos al no ser mayoritariamente
musulmanes. No obstante, también apuestan por la emancipación de la
tradición africana hacia la ley secular basada en principios internacionales
de los derechos humanos y los planes de acción de las cumbres de mujeres. Su
debate es menos complejo, aunque su lucha no es fácil, ya que deben superar
el sistema patriarcal tradicional.
Algunas conclusiones sobre este apartado
El movimiento feminista en Sudán, el secular y el
islámico, deben enfrentarse no sólo con los teólogos Islamistas, tanto
hombres como mujeres, sino también con burócratas, jueces, dirigentes
políticos y con el patriarcado arraigado en la sociedad. Para el futuro,
tanto los grupos del norte como los del sur deben unirse para resultar más
eficaces. Se necesitan líderes visionarias y estrategias para la nueva etapa
de la lucha que termine con el patriarcado y logre aplicar la igualdad de
género en todo el país. Existen numerosos asuntos que, al margen de los
debates religiosos, podemos establecer para ayudar a esta unión:
alfabetización, reducción de la mortalidad en el parto, mejora de la
pobreza, etcétera. Asimismo, poder debatir el patriarcado tanto en la esfera
pública como en la privada resulta crucial para que las mujeres consigamos
más espacio y la aplicación de las diversas propuestas.
En Sudán, el discurso islámico sobre si el feminismo es coherente o
contradictorio con el Islam no abunda. Unas pocas mujeres, que con
dificultad podríamos calificar de especialistas en asuntos religiosos, han
empezado a predicar los deberes de las musulmanas, y son escasas las que
reivindican también los derechos. El debate académico sólo se da en círculos
pequeños, normalmente realizado por legalistas que se refieren a los
derechos de la mujer en el código familiar.
Las razones para esta falta de debate sobre el feminismo y el Islam entre
las sudanesas, las podemos encontrar en varios elementos. En primer lugar,
los derechos políticos de igualdad de la mujer y su representación pública
se otorgaron desde la independencia, y nunca fue un asunto islámico
controvertido que necesitara debatirse. El legado de la mayoría de
musulmanes de Sudán es el sufismo, considerado menos exigente en lo que se
refiere a la segregación y la exclusión de la mujer. El sufismo enfatiza el
componente emocional del amor natural entre los seres humanos y Dios y el
profeta Muhámmad (saws) por encima del castigo y la manera de comportarse.
De la misma forma, el reconocimiento del sufismo a las mujeres como santas
religiosas a las que acudir para su bendición (un estatus muy elevado en el
legado musulmán que no encontramos en la ortodoxia) se añade al hecho de
cómo los musulmanes sudaneses conciben la posición de la mujer en el Islam.
Los intelectuales islámicos modernistas de mediados del siglo XX, y también
posteriormente, defendieron lo que podemos definir como una posición liberal
de la mujer en el Islam que se oponía a la interpretación más conservadora.
De igual modo, los jueces sudaneses se esforzaron en buscar diversas
interpretaciones de diferentes fuentes como base para la jurisprudencia. El
precedente se considera como parte de la ley y, por consiguiente, lleva a
establecer legislaciones sobre la familia que favorecen, en gran parte, los
derechos de la mujer. Además, desde 1900 a 1983 las leyes nacionales,
excepto la familiar, no estaban basadas en la sharia, sino en la legislación
británica o en una combinación de ésta con leyes indias y egipcias.
Todo este legado influencia los derechos legales de las sudanesas, así como
los debates sobre sus derechos en el Islam. El contexto relativamente
relajado del Islamismo, junto a las percepciones de un fuerte movimiento
secular liderado principalmente por no musulmanes durante las décadas de los
cincuenta, sesenta y setenta, han logrado que las mujeres adquieran derechos
como la igualdad ante la ley, la ocupación de cargos públicos y de
posiciones políticas, acceso al mercado laboral y a la educación, etcétera.
No obstante, ha permanecido en un segundo plano el debate sobre los derechos
en la familia, y únicamente unas cuantas voces han empezado a referirse a
esta nueva interpretación -principalmente elaborada desde feministas
musulmanas del extranjero, que una minoría de feministas sudanesas
utilizan-. El ámbito de esta reciente discusión está relacionado con la
restricción por parte del hombre al derecho del divorcio, la poligamia y
otras leyes sobre la pensión y la custodia. Estas últimas no tienen origen
en la teología islámica ni se mencionan en el Corán, sino que se basan en
tradiciones y, por consiguiente, pueden cambiarse sin dificultad.
Para concluir esta sección, resulta evidente que los diferentes grupos de
sudanesas musulmanas mantienen diversas premisas, y que los eruditos
musulmanes no han logrado dar respuestas satisfactorias a todos los
problemas con los que se enfrenta la sociedad, especialmente en el ámbito de
la dominación, la discriminación y el subdesarrollo. El conflicto entre
globalización, especificidad o relativismo cultural, la modernidad y el
Islam, o el feminismo y la igualdad de género en la religión, son asuntos
que todavía deben debatirse con detenimiento en Sudán, así como en la
mayoría de los países musulmanes y del Tercer Mundo, para reducir el
conflicto y eliminar la confrontación. En la próxima sección intentaré
seguir una premisa feminista que podría resolver algunos de estos
conflictos.
Feminismo islámico y el camino a seguir
Me gustaría introducir una nueva versión de uno de
los principios del feminismo islámico que puede resolver la tensión entre el
Islam y la modernidad, o entre el Islam y el feminismo. Va mucho más allá
del alcance de este escrito poder dar una respuesta a todos los otros
aspectos mencionados anteriormente, donde el conflicto se considera
dominante entre éstos y el Islam.
El feminismo islámico podría basar su teoría social en tres componentes
intrínsecos: el amor, el razonamiento y la complementariedad.
El amor, como teoría social basada en las necesidades fundamentales del ser
humano, debe lograr el equilibrio personal. La capacidad de uno mismo para
dar y recibir amor debe ser la premisa de su moralidad y aspiración. Valores
como la libertad, la justicia y la igualdad son inherentes en el amor. Lo
opuesto aleja al ser humano del amor y le sitúa en contradicción consigo
mismo. Este mismo amor, que los seres humanos dan y reciben entre ellos,
caracteriza su relación con Dios. Se ama a Dios, y la relación con lo divino
es un amor concebido como algo natural. Es el vínculo del amor el que hace
que las personas obedezcamos y respetemos las instrucciones de Dios en una
relación desinteresada, donde pasamos del "si yo obedezco, tú me
recompensas", al "te amo, te obedezco".
El segundo componente de una teoría social es el del razonamiento. La
comprensión del universo, que regula la relación humana y la vincula a Dios,
es una cuestión guiada por la razón, es decir, que puede llegarse a
comprender mediante el uso del razonamiento. El razonamiento es lo que puede
ser comprendido como lógico, coherente, y que nos aporta el amor y la bondad
a los que aspiramos y por los que hemos sido creados. Este razonamiento nos
hace comprender las palabras de Dios como coherentes y lógicas. En
consecuencia, los versículos coránicos que son interpretados fuera del
contexto del buen razonamiento, o que no llevan al amor y a los principios
que lo fundamentan -como la igualdad, la justicia, la libertad, etcétera-,
deben reconsiderarse hasta que no contradigan nuestra primera comprensión.
Las musulmanas pueden obtener una mejora completa empleando el Islam como
fuente de inspiración, únicamente si se convierten en teólogas y productoras
de un nuevo conocimiento sobre cómo entendemos el Islam. Esto es crucial
para superar la ideología patriarcal de los que interpretan el Corán. Mi
justificación de esta interpretación sobre la cuestión de la mujer en el
Islam está relacionada con el asunto de la esclavitud y el Islam. Aunque en
el Corán se haga referencia con frecuencia a la esclavitud, los musulmanes
(a nivel de Estado e individualmente) la abolieron no hace demasiado. La
justificación para que esto ocurriera la encontraron en el principio del
Islam sobre la igualdad. Motivaron la abolición en el contexto moderno y su
legitimación se convirtió ya en intolerante. El empleo de la razón y del
amor nos lleva al rechazo de la esclavitud. Si utilizamos los mismos
principios y razonamientos, entonces podemos contextualizar ciertos
versículos y crear leyes que estén en boga con nuestra época y que no
contradiga la base del Islam sobre la igualdad del ser humano frente a Dios.
Es la teología patriarcal la que no está dispuesta a hacerlo, así que el
trabajo recae en una nueva teología feminista que logre la emancipación de
la mujer a través de una reinterpretación del Islam.
Del mismo modo, la desigualdad en las herencias o la obediencia al marido
pueden considerarse como irrelevantes en la actualidad, como lo es la
esclavitud. Si utilizamos el razonamiento y el amor, no lo aceptaremos. El
defender la contextualización de estos versículos no nos hace menos
musulmanes, todo lo contrario.
El tercer componente de estas premisas feministas islámicas es el de la
complementariedad como base de las relaciones humanas, imprescindible para
el logro de la justicia y el amor. Los que más poseen deben compartirlo con
los desfavorecidos, y quienes tienen más capacidad deben completar al resto
como principio religioso sin arrogancia ni dominación. Siguiendo estos
principios islámicos del amor, la razón y la complementariedad, podemos
defender coherentemente las relaciones humanas basadas en el amor e
intolerantes con la injusticia, la opresión, la explotación y la violencia.
Asimismo, el razonamiento nos indica que los principios de igualdad y
justicia defendidos en el Islam no pueden sustituirse por aspectos
específicos que defienden todo lo contrario.
De igual modo, la complementariedad justifica el surgimiento de la
interdependencia financiera, material, intelectual, espiritual y emocional
entre los seres humanos. Las relaciones entre las naciones deben entenderse
también de esta forma. Si estos principios están relacionados con los
derechos humanos actuales, también encajan con el feminismo liberal y el
marxismo. Los asuntos tratados por el feminismo radical, como por ejemplo la
libertad de elección sexual, debemos contemplarlos también en estos tres
principios. Algunos de las prácticas abordadas por las feministas, como la
violencia contra la mujer, el matrimonio o las relaciones sexuales forzadas,
la prostitución o la pornografía, están todas ellas condenadas en el Islam
ya que quedan al margen de la razón, del amor y de la complementariedad.
Mientras que algunas feministas consideran otros asuntos sobre la sexualidad
como parte de los principios feministas -las relaciones extramatrimoniales,
por ejemplo-, no se aceptan en el Islam, porque son contrarias a estos tres
principios. La infidelidad es contraria a la estabilidad matrimonial y
perjudica el amor de la pareja.
Así pues, este puede resultar un aspecto del Islam que contradice a los que
defienden los derechos individuales por encima de ambos esposos. Es cierto
que el discurso feminista no reivindica las relaciones extramatrimoniales en
sí, sino que defiende la evaluación igualitaria de la conducta y los
principios morales sin hipocresía. En este sentido, el Islam se muestra
igual de condenatorio con la doble moral, aunque difiere al no tolerar o
aceptar según que acciones. Como musulmana feminista, éste es el único
aspecto que considero que contradice al Islam y que, por lo tanto, no puedo
tolerar.
En conclusión, el feminismo, la modernidad y el Islam no son
contradictorios. La libertad individual vinculada a los derechos sexuales no
debe considerarse como la única condición para ser musulmana, moderna o
feminista. Es decir, no por estar en contra de la libertad sexual
extramatrimonial una es menos moderna, feminista o defensora de los derechos
humanos.
Asimismo, si te opones a la imposición del velo que cubra la cabeza, o a un
vestido largo hasta los pies y las manos, no por eso dejarás de ser menos
musulmana. Esta libertad personal tiene los límites en no generar problemas
a la sociedad en su conjunto. Si existe algún castigo por practicarla, sólo
Dios lo sabe. Las musulmanas podemos ser modernas y feministas sin entrar en
contradicciones, del mismo modo que las feministas pueden ser buenas
musulmanas siendo coherentes.
Una interpretación del Islam donde prevalece la comprensión igualitaria y
holística basada en el amor, la razón y la complementariedad, da como
resultado una defensa de la dignidad, los derechos, las oportunidades, la
posición social y el reconocimiento de la mujer. Es el deber de las mujeres
liderar esta relectura del Islam y codificar teológicamente sus principios.
Más información en http://www.oozebap.org/arroz/feminismo_Islamico.htm