El valor humano del judaísmo
Por Andrés Criscaut
Yacov Rabkin nació en la ex Unión
Soviética y ahora es docente en Montreal. Usa la kipá negra pero se niega a que
eso implique aceptar la política del Estado de Israel. Rescata, con fervor, los
valores humanistas de su religión y detalla la forma en que el sionismo
nacionalista impide acuerdos de paz en Medio Oriente.
Catedrático de Historia en la
universidad canadiense de Montreal, Yakov Rabkin nació en 1946 en la ex
Leningrado y se dedicó tanto al estudio de la ciencia soviética como a la
historia contemporánea judía. Hace algunas semanas presentó el libro "Contra el
Estado de Israel. Historia de la oposición judía al sionismo" en la Feria del
Libro de Buenos Aires, cuando se cumplían 60 años de la creación de ese país, y
planteó uno de los debates más persistentes en estos años: el de la
incompatibilidad entre los valores de la religión judía y su continuación en la
política israelí.
–Judíos contra Israel parece un tema bastante confuso y muy poco difundido.
–Como judío practicante quise entender y explicar precisamente ese tema, así que
me puse a estudiar en profundidad los textos fundacionales del judaísmo, indagué
en sus bases, y pude entender que el Estado de Israel, así como el movimiento
nacional judío sionista que le dio origen, divide a todos los judíos del mundo,
sean religiosos, seculares, de la ramas sefardí o ashkenazi. Es preciso
distinguir la diferencia entre Israel y las muchas colectividades judías, aunque
sea algo incómodo para varias instituciones judías. No se trata de un asunto
intelectual, es un asunto que está costando vidas humanas. Esta distinción entre
“israelidad” y judaísmo se borró también en la mente de muchos judíos y se creó
una identidad virtual que hace que muchos judíos, ya sean de Montreal, Buenos
Aires o Ciudad del Cabo, defiendan un Israel que no es real. Israel es una
sociedad muy fragmentada y compleja, pero la percepción que se tiene desde
fuera es de un país idealizado, donde todos están unidos. Por eso
cualquier diálogo sobre Israel se toma de una manera tan visceral, porque se
convirtió en una identidad virtual. Tampoco hay que confundir el anti-sionismo,
la oposición al Estado de Israel, con antisemitismo, ya que es perfectamente
legítimo ser judío y estar en contra de la política de un Estado, en este caso
el israelí. El término “Estado Judío” es muy incorrecto, peligroso y confuso. ¿O
acaso al Vaticano se lo llama el Estado Católico?
–Su libro rescata la dimensión humanista de la religión judía y la confronta con
los fundamentos y la política israelíes.
–Muchos judíos me han escrito y agradecido porque según ellos rescato y muestro
de una manera clara el valor humano que tiene el judaísmo. Una mujer hasta me
dijo “usted nos ha rehabilitado. Teníamos vergüenza de ser judíos por asociación
con Israel y con lo que este país está haciendo. Esto no concordaba con mi
visión del judaísmo. Ahora entiendo que no hay ninguna contradicción, porque son
cosas totalmente distintas. Por fin podemos sentirnos y actuar otra vez como
judíos”.
–Usted dice que actualmente los israelíes tienen dos frentes de conflicto: los
palestinos y los religiosos judíos.
–El judaísmo tiene muchas caras: hay judíos laicos, religiosos, gente que apoya al Estado de Israel, sionistas, pero también anti-sionistas o directamente no sionistas. Si bien dentro del ámbito religioso la gran mayoría son no sionistas, hay un grupo que son religiosos sionistas o nacionalistas. Luego de la guerra de los Seis Días de 1967, cuando Israel tomó Gaza y Cisjordania, este grupo minoritario se transformó en el núcleo duro del sionismo. Lo cual es una paradoja, ya que el sionismo inicialmente fue laico, pero esa gente es la que ahora está en los territorios ocupados y que protesta ante cualquier compromiso de paz que incluya a Jerusalén. Para muchos israelíes que no se identifican ni con los religiosos ni con los nacionalistas, estos grupos les son ajenos, e incluso hostiles. Los perciben como si estuviesen viviendo en un país que no es el suyo, como “parásitos” que no contribuyen al Estado israelí, que están siempre en cursos leyendo los textos sagrados y que no hacen el servicio militar. Por el otro lado, también están muy irritados con los religiosos nacionalistas, porque para ellos son gente intransigente que no permiten llegar a una paz con los árabes, o que ocupan las colonias en Cisjordania. Por eso, la caricatura racista tradicional del judío con narices largas y barbas, quizás hoy en día es más real en Israel que en cualquier otro lado. En Israel esta tensión es muy importante porque los laicos mandan a sus hijos al ejército y pueden volver muertos, mientras que los religiosos los mandan a estudiar a escuelas religiosas y seguras. ¿Es eso justo?
–Su libro también muestra que antes de la evidencia del genocidio nazi de la
mayor parte de los judíos europeos, el sionismo no tuvo mucha respuesta.
–Pese a que a principios del siglo XX la mayor población judía de Rusia y
Polonia estaba realmente siendo perseguida por las fuerzas zaristas, menos del
1% adhirió a la nueva idea del sionismo de emigrar a Palestina para crear un
país propio. La mayoría emigró a los Estados Unidos, Europa Occidental e incluso
la Argentina, o permanecieron y adhirieron a la revolución socialista que
eliminaría los problemas de discriminación, incluso el antisemitismo. Lo que
vemos hoy como justificación o legitimación del sionismo nunca fue una idea muy
popular dentro de las comunidades judías. Tampoco hay que olvidar que a
principios del siglo XX ya había algunos judíos palestinos religiosos antes de
los primeros sionistas, y que también se opusieron a esta nueva colonización.
Muchas veces la historia de Israel presenta a aquella Palestina como “una tierra
sin pueblo para un pueblo sin tierra”, pero no sólo había árabes, sino también
judíos de muy diferente índole. Estos judíos palestinos
previos al sionismo vivían en paz con sus vecinos árabes, ya que no tenían
ninguna ambición política, como tampoco la tuvieron los judíos que vinieron a la
Argentina o a EE.UU. Ellos querían rezar, ganar un poco de dinero, cumplir los
preceptos religiosos. En cambio, los colonos sionistas querían crear una nueva
sociedad, un nuevo tipo de hombre judío alejado de los conceptos religiosos de
sus abuelos y padres europeos, con proyectos sociales y políticos muy
explícitos. Por eso estos judíos palestinos creyentes, más allá de oponerse a
una colonización judía masiva de Palestina antes del advenimiento del Mesías,
tenían miedo de que el sionismo perturbara su vecindad con los árabes, como
realmente ocurrió. El otro gran miedo de ellos era que los sionistas iban a
traer una juventud secular, no religiosa, lo que también se produjo en parte.
Esta tensión aún persiste, tras más de un siglo de
sionismo en Medio Oriente.
–¿Como es la relación actual entre los judíos que viven fuera de Israel y los
israelíes?
–Es mucho más fácil defender y apoyar desde afuera a un Israel virtual que a uno
real. Muchos israelíes consideran que la presión de muchos de estos grupos de
afuera también los obliga a virar a la derecha, al nacionalismo extremo, a no
poder encontrar una solución al conflicto. Ellos piensan que muchos sionistas de
Norteamérica están dispuestos a luchar hasta la última gota de sangre, pero
hasta la última gota de sangre del soldado israelí. Sin embargo, cada vez más
judíos estadounidenses se interesan y se acercan al judaísmo desde el punto de
vista religioso pero no sionista. Israel tiene un papel menor en la formación de
su identidad. Estos jóvenes tienen cada vez más en claro que los valores de
Israel no son los valores de los norteamericanos, hasta son opuestos, así como
también son opuestos a los valores del judaísmo tradicional, a su universalismo,
a su humanismo. Los jóvenes se acercan a las sinagogas y ejercen su judaísmo
no como militantes de la causa israelí sino en temas locales de justicia
social, ayuda a los necesitados, a los inmigrantes. Por
eso hay que diferenciar: las opiniones y las declaraciones políticas de las
“organizaciones judías” no son realmente la expresión de la opinión pública de
los judíos de Canadá, EE.UU. o del Reino Unido.
–¿No son votantes de Bush?
–Si uno se pone a analizar las declaraciones tendería a creerse que más del 50%
de los judíos estadounidenses apoyó a Bush, pero la realidad es que el 75% votó
en contra, porcentaje igual al voto de los musulmanes norteamericanos. Y esto se
explica perfectamente si se tiene en cuenta que la justicia social es un punto
crucial en el pensamiento judío. Incluso los nombres de muchos grupos ya
demuestran este nuevo cambio: Not in my name (No en mi nombre) o Jews for peace
and justice in the Middle East (Judíos por la paz y la justicia en Medio
Oriente). No quiero embellecer lo que está pasando, pero ya sean laicos o
religiosos, cada uno a su manera está comenzando a generar un cambio muy
importante. Y en Israel, pese a que el miedo es un factor movilizador muy
extraño, el 67% de los judíos está a favor de negociar con los palestinos. Los
fundadores del sionismo soñaban con hacer de Israel un país normal, igual que
las otras naciones, entonces hay que discutir el tema de
Israel y de Medio Oriente como se discute cualquier otro tema. Para esto hay que
dejar de hacer referencia al Holocausto judío o al antisemitismo, porque eso
ahoga cualquier tipo de debate. Como judío y como intelectual propongo ver lo
fascinante de Israel en toda su dimensión y realidad, con sus méritos y
desméritos, sus aciertos y equivocaciones.
La fuente: El autor es un periodista argentino graduado en la Facultad
Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO).
www.elcorresponsal.com
http://blogs.clarin.com/islam/posts