La agenda genocida de Israel
Victoria Buch
oicpalestina.org
La fase de limpieza étnica contra los palestinos ya se ha puesto en marcha
en los territorios ocupados. En el presente, éste es el principal proyecto
del estado de Israel. A cualquier persona imparcial de inteligencia media le
bastaría con darse una vuelta por los territorios ocupados para comprender
lo que digo.
La herramienta
básica de la limpieza étnica es, y siempre lo ha sido, el pillaje de tierras
palestinas junto con la expansión de los asentamientos. Varias etapas del
proceso de anexión son evidentes por sí mismas en la parte originariamente
rural de Cisjordania, constituyendo el 60 por ciento de esta área. Por
ahora, el nueve por ciento de Cisjordania ha sido traspasado al control
directo de los asentamientos. Un reciente trabajo de investigación del Peace
Now Investigation (julio de 2007) revelaba que sólo se está explotando un
doce por ciento de toda esta tierra. "El estado reserva grandes regiones
para futuros asentamientos, fuera de toda proporción para su tamaño, a fin
de prevenir que los palestinos construyan en estas áreas. Una vez una área
se ha cerrado a los palestinos, los colonos empiezan a apoderarse de otras
tierras palestinas adyacentes que están más allá de su jurisdicción, las
cuales son a menudo propiedades de particulares."
Según B'Tselem, una organización israelí de defensa de los derechos humanos,
ya en 2002, el 41,9 por ciento de Cisjordania estaba asignada a los consejos
regionales israelíes. Y durante años, toda el área rural C ha estado bajo
control administrativo de la llamada "Administración Civil", la cual, en
estrecha colaboración con otras ramas del ejército israelí y con los
colonos, se esfuerzan para hacer tan miserable como sea posible la vida de
los palestinos; con el objetivo clarísimo de obligarlos a marcharse. (Se
puede encontrar más información en la revista Occupation Magazine, la página
web de los activistas antiocupación israelíes).
En lo que queda de Cisjordania, los palestinos se han convertido en
auténticos prisioneros dentro de sus ciudades y pueblos. Cada aspecto de la
vida palestina normal: economía, salud, educación, está siendo aplastado por
una máquina burocrático-militar muy bien organizada, enmascarada como un
sistema de seguridad. A saltos, el lazo corredizo que estrangula la
existencia de los palestinos se aprieta más y más. Esta limpieza étnica,
mediante demolición de casas y destrucción de campos, también se persigue
diligentemente por el estado de Israel contra sus propios ciudadanos de
etnia beduina, que residen en el desierto de Nagev (véase la excelente
película documental en la página web de Adalah –el Legal Center for Arab
Minority Rights).
Todo esto apenas se registra en las mentes de mis compatriotas. No es de
extrañar, puesto que queda cubierto por un monumental pero ingenuamente
creído engaño de "negociaciones con Abu-Mazen, esfuerzos diplomáticos y
promesas de gestos de buena voluntad hacia los palestinos" (que nunca se
concretan, o se concretan y realizan marginalmente por cortos períodos de
tiempo). Por sus propias razones e intereses, algunos políticos palestinos,
incluyendo al Presidente Abbas, deciden participar en esta farsa.
Un judío-israelí medio no sabe –o no quiere saber– nada sobre el programa de
limpieza étnica ejecutado por su estado –ella o él prefiere verlo como parte
de la "guerra contra el terrorismo"—.
Los ciudadanos judío-israelíes viven en una realidad virtual,
deliberadamente producida para ellos por los líderes políticos, los medios
de comunicación y el sistema educativo. En esta realidad, los israelíes
figuran como los buenos chicos, luchando por su existencia, y no como
colonizadores y ocupantes. En este mundo virtual, se cree que nuestro
gobierno ha trabajado duro para conseguir un acuerdo de paz con los
palestinos; y que si este objetivo no se ha alcanzado, es por culpa de la
intransigencia de los palestinos. Se admite el impedimento de las
negociaciones por parte de los colonos, pero esos mismos colonos son vistos
como problemáticos extremistas, más que como una ramificación de la política
deliberada y consistentemente anexionista del gobierno de Israel.
Pero los políticos clave de Israel sí lo saben –el proyecto de limpieza
étnica no podría funcionar de otro modo—. Me he estado preguntando si cada
nuevo primer ministro del gobierno de Israel consigue un manual donde se le
cuenta de qué va todo, escrito en el pasado por alguien como Golda Meir o
Ariel Sharon. Si no, ¿cómo se podría explicar la notable continuidad de las
políticas de Israel en los Territorios Ocupados durante los largos años de
Ocupación? ¿Cómo es posible que los mapas actuales de los asentamientos
judíos y los enclavaes palestinos se correspondan con los proyectos de
Droble y Sharon para colonizar Cisjordania, preparados hace décadas? Sin
embargo, me inclino a pensar que no existe tal manual, y que se espera que
cada ministro se haga una idea por su cuenta. Yitzhak Rabin pagó con su vida
por lo que entonces pareció ser un esfuerzo sincero para romper con el
programa de limpieza étnica (aunque Rabin nunca intentó liquidar los
asentamientos, y aunque suya fue la infame idea de las "carreteras de
circunvalación" de uso exclusivo para los colonos); al fin y al cabo, los
años de Oslo resultaron ser una oportunidad de oro para la expansión de
asentamientos bajo la tapadera de un fraudulento "proceso de paz". Barak,
patrocinador de los proyectos de colonización a gran escala en Cisjordania,
parece haber hecho el último esfuerzo fallido para establecer una (muy
limitada) forma de coexistencia con los palestinos. Pero debe haber decidido
en el último momento que "si no lo puedes vencer, únete a él", como lo
demuestran sus actuales actividades como nuevo Ministro de Defensa.
Un reciente ejemplo se puede encontrar en el artículo "Hamastan como reto",
por Shlomo Gazit, NRG, 25 de junio de 2007: "Simultáneamente a la total
invasión de la Franja de Gaza, los líderes de Hamas implementaron un alto al
fuego unilateral con Israel. Por una semana entera, ni un Qassam se disparó
en Sderot, ni tampoco en el distrito circundante. Pero luego, sólo después
de un día como Ministro de Defensa, el nuevo Ministro [Ehud Barak] autorizó
una nueva operación para buscar a gentes que figuraba en las listas de
búsqueda y captura en la región de Khan Younis. Cinco palestinos fueron
asesinados, mientras otros fueron heridos. Como por arte de magia, los
disparos de Qassams hacia Sderot se reanudaron al día siguiente." El
mantenimiento de la violencia de baja intensidad aparece como necesario para
las continuadas políticas israelíes que presentan a los palestinos como
terroristas, y a los proyectos de colonización israelí y a las operaciones
para aplastar a los palestinos –en Cisjordania y en la Franja de Gaza–, como
parte de una "guerra contra el terrorismo".
Fue Sharon, un político brillante, quien, con la excusa de "desentenderse de
Gaza", convirtió el programa de la limpieza étnica en el "único juego de la
ciudad" en la política israelí. Por ahora, todo el sistema sionista ha sido
reclutado, desde los colonos de Hebron hasta el Shomer Hatzair (movimiento
socialista juvenil), los cuales, como reclutas, suministran cobertura
militar a los propios colonos. Las actuales políticas del Estado de Israel
están determinadas por la fusión del insaciable apetito de tierras de los
colonos con el insaciable apetito de "acción" de los generales. Los líderes
elegidos que ejecutan estas políticas van desde partidarios de todo corazón
a más o menos cómplices que viven preocupados por sus carreras. Actualmente,
no hay ningún líder que se oponga activamente al programa de limpieza
étnica. En el fondo, existe el siempre creciente murmullo de propaganda que
identifica a los palestinos –tanto a los ciudadanos como a los no
ciudadanos– con un peligro demográfico que debe ser atajado.
La política israelí hacia los palestinos se puede resumir brevemente con
esta consigna: "infligidles todo el daño posible". ¿Qué tipo de final del
juego ven los líderes israelíes? El núcleo duro de los nacionalistas lo dice
en voz alta: "desplazamiento", esto es, expulsión de los palestinos. ¿Pero
qué piensan los líderes de las corrientes principales –los que de hecho
están llevando a cabo la expulsión (actualmente, la expulsión interna, a los
ghettos palestinos y enclavamientos)—? La operación está demasiado bien
organizada como para pensar que nunca se haya sido planteado su objetivo
final.
Creo que el objetivo final de nuestros dirigentes es poner en marcha un
segundo Naqba. Si no, ¿cuál es la razón de esa continua provocación de los
palestinos hacia la violencia? Cualquier persona mínimamente enterada
entiende que las políticas israelíes en los Territorios Ocupados conducirán,
tarde o temprano, a un eventual paroxismo de violencia. No me digan que
nuestros líderes nunca han pensado en ello. Por supuesto que entre ellos hay
unos cuantos oportunistas completos a los que no les importa nada más que el
mero hecho de mantener el poder. Pero alguien está tirando adelante la
limpieza étnica. Sharon fue el principal entre ellos; pero a juzgar por la
continuación excelentemente organizada de su política, sus socios se han
puesto enseguida a la faena. Esta gente tiene grandes expectativas en la
violencia. Tienen sus ojos puestos en el premio que pueden ganar:
Cisjordania. Una explosión de violencia permitiría al Estado de Israel
anexionar toda Cisjordania, es decir, deshaciéndose de la mayoría de sus
habitantes palestinos. Igual que en 1948. Éste es, en mi opinión, el tan
esperado "final del juego". ¿Dónde esperan meter a tantos palestinos? ¿En
Jordania? ¿En la Franja de Gaza? ¿En Siria? No lo sé.
¿Tendrá éxito la limpieza étnica? Los responsables de estas políticas
obviamente cuentan con ello. El comienzo está ahí, con la actual
Administración de EE.UU. apoyando a Israel en todo lo que hace, y la UE y
los países árabes incapaces o poco dispuestos a plantar cara a los EE.UU. Es
probable que la próxima explosión de violencia la empiecen los desesperados
y desamparados palestinos; y luego, por enésima vez, nuestra maquinaria
propagandística será capaz de mostrarnos al mundo como víctimas, y a los
palestinos como culpables. Las respuestas israelíes serán presentadas como
acciones en legítima defensa. Más tarde, la historia podría juzgarlo de otro
modo, pero mientras tanto (si la constelación política actual persiste por
un tiempo), a quien le importan los palestinos.
Pero a largo plazo, el desastre amenaza a Israel. Esto es así porque Israel
es una nación pequeña, y los palestinos tienen también una nación de tamaño
similar, pero que además es parte del vasto mundo musulmán. La experiencia
de Sudáfrica sugiere que el sistema de tipo apartheid impuesto a los
palestinos no es viable en el futuro, aunque en el principio parezca
invencible. Como ejemplificó la invasión del Líbano el año pasado, el
rendimiento del ejército israelí se está deteriorando, corrompido por los
años en que ha operado como milicia colonial. Al mismo tiempo, los generales
se están volviendo cada vez más desenfrenados y temerarios. La economía
israelí depende del apoyo del igualmente temerario sistema
político-corporativo de los EE.UU., pero este caro apoyo es poco probable
que dure para siempre. La habilidad de los EE.UU. para dirigir el mundo
probablemente va a disminuir mientras Russia y China adquiren más poder e
influencia. Y puede que más importante todavía: la Cúpula de la Roca –el
tercer lugar más sagrado del Islam– esté en juego.
Desde mi punto de vista, Israel se ha embarcado en políticas suicidas. Algo
así ya sucedió en la historia del pueblo judío, hace unos 1940 años –ver The
Jewish War escrito por Josephus Flavius. Y exactamente como en aquellos
tiempos, la mayoría del pueblo israelí no se da cuenta de que está siendo
arrastrado al desastre por sus propios líderes.
Victoria Buch es una profesora universitaria israelí, activista anti-ocupación
y miembro del comité de redacción de la Occupation Magazine
www.kibush.co.il .