'ÎD AL-FITR MUBÂRAK
Allahu Ákbar,
Allahu Ákbar, Allahu Ákbar,... Allahu Ákbar wa lillâhi l-hamd. Allah es
Más Grande, y el presentimiento de la Inmensidad es lo único que nos acerca a su
magnitud. Allah es Más Grande, y su Grandeza no tiene proporciones. Allah es
descorazonador, produce vértigo y trastorna nuestro entendimiento, quiebra todo
intento y supera toda reflexión: nada se le asemeja, nada se le opone, y sólo lo
intuimos ejercitándonos en comprender que Él siempre es Más Grande que todo lo
que podamos pensar, medir, imaginar, intuir o sońar.
Allah es Más Grande,
Allahu Ákbar, y Él está por encima de todo, trascendiéndolo todo, inimaginable,
indelimitable, inconcebible, más allá de todo, infinitamente más allá de todo,
Autosuficiente en su Verdad, Rico en su Esencia, Subsistente por Sí Mismo en la
exuberancia de su Realidad. Y sólo Él es nuestro Seńor, sólo Él es nuestro
Dueńo, y sólo en Sus Manos está nuestro Destino y cada uno de nuestros
instantes. Sólo de Él dependemos, sólo a Él estamos sujetos.
Esa Inmensidad
desconcertante y creadora es el fundamento de nuestra existencia, el trasfondo
de nuestro ser, la hondura de cada uno de nuestros latidos. Esa Grandeza para la
que no hay definiciones ni palabras ni imágenes, es la raíz de nuestros
momentos, la clave de cada uno de nuestros alientos, y es donde resonamos en la
eternidad de su Esencia.
Allahu Ákbar, Allah es Más
Grande, y con esta claridad debemos los musulmanes afrontar el mundo y derrotar
los ídolos. Allahu Ákbar es la senda de nuestros esfuerzos y la clave de nuestra
victoria. Allahu Ákbar es el secreto en el que reside la fuerza y el poder de
los musulmanes. Es nuestro talismán y el ungüento y el bálsamo. Allahu Ákbar es
provocación, desafío y grito de guerra, y es remanso de paz para el corazón
inquieto.
Allahu Ákbar, Allahu
Ákbar, Allahu Ákbar,... Allahu Ákbar wa lillâhi l-hamd. Lâ ilâha illâ
llâh: no hay más Verdad que Allah, no hay más Fuerza que la de Allah, no hay más
Eficacia que la de Allah, que es inconcebible, inimaginable, insustituible, y su
realidad lo desborda todo y su Voluntad se impone a todo. Suyos son los Nombres
Más Bellos: Él es el Creador, el Poderoso, el Rey, el Refugio, el Destino hacia
el que todo se dirige; Él oye y ve, y está por encima de todas las cosas, y su
Poder está en todas las cosas y su Saber abarca todas las cosas y las penetra;
Él es el Arrogante, el Gigantesco, el Soberano, y es el Misericordioso, el
Amante, el Bello, el Disculpador, el que acoge a las criaturas; y Él es el Uno,
el Único, el Singular, el que no ha engendrado ni ha sido engendrado, el Seńor
de los cielos y de la tierra; Él es la Verdad a la que la existencia entera está
sometida.
Allah es Más Grande que
las palabras que hablan de Él, está por encima de todas las pistas que los seres
humanos seguimos para hacernos una idea acerca de Él. Allah es Más Grande que la
realidad entera, y nada lo contiene, y ni el espacio ni el tiempo lo
condicionan, sino que Él es el Creador del tiempo y el espacio.
Él es el Doblegador y nada
lo doblega, ante Él todo se rinde, a Él todo está sometido, Él es la Verdad
Absoluta, el Seńor de los cielos y de la tierra: “Ése es vuestro Ilâh, y no
hay más Ilâh que Él...”.
Allah es el infinito al
que el musulmán se lanza, Allah es la eternidad inefable,
a la que el musulmán se
abandona, es el vértigo al que se asoma. Allah es su Único Seńor, el Océano para
su espíritu insaciable, es el desafío inquietante que presiente en lo más hondo
de sí.
Allah es Inmenso para el
musulmán inmenso. Allah es Grande para el musulmán grande. Y es Más Grande cada
vez ante él; y entonces él, el musulmán, no deja de crecer, haciéndose
gigante... Allahu Ákbar, Allah es Más grande y crece constantemente ante el
musulmán, y el musulmán se amplia, ensancha su corazón, agiganta sus horizontes.
Estos son los retos y ante
estos abismos nos ha conducido Ramadán para desembocar en la Fiesta de hoy, el
‘Îd.
Rasűlullâh (s.a.s.) nos
enseńó que las fiestas de los musulmanes son ocasiones especiales para el
Takbîr, para la repetición de la frase Allâhu Ákbar, Allah es Más grande. Las
fiestas de los musulmanes son días de la Grandeza de Allah.
Es en las inmensidades de
su Seńor donde los műminîn encuentran la alegría, porque el musulmán se siente a
sus anchas en la amplitud, no en la estrechez. El auténtico musulmán es el que
tiene un corazón grande, no el que lo empobrece. El verdadero musulmán es el que
despeja ante sí el mundo, no el que se esconde detrás de muros y fronteras.
Musulmán es el que confía en Allah y pierde miedos y recelos, y abandona
sospechas y rencores, y deja atrás resentimientos y dudas. Musulmán es el que
sabe que Allah es Más Grande, y entonces ya no puede ser confundido ni
esclavizado por nada ni por nadie, y entonces todo es luz ante él; la vida y la
muerte son luz ante él, y todo está iluminado.
Eso es lo que celebramos
hoy, la Grandeza de Allah que tiene como equivalente en cada musulmán la
grandeza de su corazón, y descubrirlo es lo que le da sentido a que hoy sea un
día de fiesta, de alegría, de expansión de ánimo. Y por ello, este día debe ir
precedido de un acto de generosidad, y el ayuno del musulmán no ha quedado
completado a menos que entregue el Çakât al-Fitr, dando de lo que tiene
al necesitado.
Allahu Ákbar, Allahu
Ákbar, Allahu Ákbar,... Allahu Ákbar wa lillâhi l-hamd. El ‘Îd es ocasión
para el Takbîr, para repetir constantemente que Allah es Más Grande. Cada Salât
empieza con un Takbîr, y sabemos que eso nos introduce en un territorio
inviolable. El Takbîr, el simple hecho de decir Allâhu Ákbar, nos asoma a lo
insondable, nos pone ante la Inmensidad, nos aventura por los espacios de Quien
es Libre, y ahí somos desencadenados, ahí se nos libera de nuestras pequeńeces,
nuestras miserias y vilezas, ahí tenemos la oportunidad de respirar aire puro.
En Allahu Ákbar hay un perfume capaz de embriagar al que tiene olfato.
Y hoy es el día de Allahu
Ákbar, el día en que los musulmanes repiten lo esencial del Islam, que Allah es
Más Grande que todo, y todo lo demás queda relativizado ante esa Verdad
Absoluta, todo pierde sus dimensiones ante Allah Inmenso, todo se hace pequeńo e
insignificante ante Allah Inimaginable, y todo lo que agobiaba al musulmán se
diluye ante el espectáculo formidable que le proporciona la frase Allahu Ákbar.
Por eso es hoy un día de fiesta.
Tras la estrechez y la
fatiga del ayuno viene la dilatación que produce su ruptura. Tras la privación
viene la Fiesta. La verdadera expansión en la Grandeza Infinita de Allah sólo la
lograremos tras un duro combate en el que sufrimos privaciones y calamidades. Si
estamos dispuestos a asumir el reto, al final alcanzaremos la meta, el ‘Îd ante
Allah en al-Âjira.
Ramadán nos ha enseńado la
importancia del Sabr, la paciencia. Hemos practicado la paciencia y la
perseverancia, y por ello disfrutamos hoy de un día especial, de un día de
alegría, de un día de expansión en la Grandeza de Aquél hacia el que hemos
estado orientados a lo largo de un mes.