La personalidad del Profeta (s.a.s.)

 

        Allah ha obsequiado a Su siervo y Mensajero (s.a.s.) con los más elevados y nobles caracteres. En este contexto, Allah (s.t.) dice: “Pues posees ciertamente excelentes atributos morales” (Al-Qalam 68:4)

 

        Por su parte, el Mensajero de Allah (s.a.s.) dijo, “He sido enviado por Allah para perfeccionar los comportamientos más nobles”.

 

        ‘A’isha (r.a.) describió al Profeta diciendo, “Su moral era la moral del Corán”.

 

        Él (s.a.s.) poseía los caracteres y rasgos de conducta más nobles de entre toda la gente. Solía decir, “¡Oh Señor!, así como has embellecido mi figura, embellece mi conducta.”

 

        Es más, solía dirigirse a Allah diciendo, “¡Oh Señor! En Ti busco refugio contra la miseria, la hipocresía y la mala acción.” Allah (s.t.) le protegió y le guió siempre hacia el bien. Allah (s.t.) dice, “y Él te enseñó lo que no sabías antes y grande es la Gracia de Allah contigo”.

 

He aquí algunos rasgos de su carácter:

         -La indulgencia, el perdón y la paciencia. Allah guió al Profeta (s.a.s.) a someterse a estas características diciendo, “Practica el perdón, ordena el bien y apártate de los ignorantes” (Al-A’raf 7:199) y también dice, “Y ten paciencia con lo que pueda sobrevenirte. En verdad, éstos son los asuntos que exigen una firme resolución.” (Luqman 31:17). Siempre que tenía la oportunidad de elegir entre dos opciones en algún asunto, elegía la más fácil dentro de aquello que era lícito. Nunca buscó la venganza, pero si la ley de Allah era violada no dudaba en combatir. La gente de Meca le torturó y él (s.a.s.) dijo: “¡Oh Allah! Guía a mi pueblo porque no sabe lo que hace”. Es un hecho bien conocido que cuanto más ignorante era la persona que abusaba del Mensajero de Allah (s.a.s.) más humilde, tolerante y perdonador se mostraba él (s.a.s.). En cierta ocasión un hombre le dijo, “Carga mis dos camellas con tus propiedades, pues ni son tuyas ni de tu padre, sino que son de Allah.” El Profeta (s.a.s.) guardó silencio y luego dijo, “Ciertamente, la propiedad pertenece a Allah y a Su siervo.”

 

         -Generoso y liberal. El Profeta (s.a.s.) era el hombre más generoso de todos, particularmente en el mes de Ramadán. El Mensajero de Allah (s.a.s.) nunca se negó a nada que se le pidiera. Es más, dijo, “No quiero poseer la cantidad equivalente a un Uhud de oro ni que pasen tres días y aún posea un dinar, sin haberlo gastado en la causa de Allah y en Su Din.

 

         -El coraje. Se ha relatado que Ibn ‘Umar (que Allah esté complacido con el padre e hijo) dijo, “Nunca he visto a un hombre con más coraje, altruista y generoso que el Mensajero de Allah (s.a.s.)”. De igual modo, ‘Ali (r.a.) dijo, “Cuando la intensidad de la batalla crecía y se tornaban rojos los ojos de los combatientes, solíamos buscar la protección del Profeta (s.a.s.). Siempre era él (s.a.s.) aquel que estaba más cerca del enemigo.”

 

         -La modestia. El Profeta (s.a.s.) se distinguía por su enorme modestia. Cuando algo no le gustaba se reflejaba en su rostro, pero nunca mencionaba el nombre de la persona que pudiera haber actuado mal para sancionarle o disciplinarle, sino que solía decir, “¿Por qué alguien hizo esto y esto?”. Allah (s.t.) dice, “¡Oh vosotros los muminín!, no entréis en las casas del Profeta salvo que se os invite a una comida, y aún entonces no tan pronto que tengáis que esperar a su preparación. Pero entrad cuando seáis invitados, y cuando hayáis terminado de comer, retiraos, sin intentar iniciar una conversación. Esto molestaría al Profeta y él se avergonzaría de pediros que salgáis. Pero Allah no se avergüenza de decir lo que es cierto.” (Al-Ahzab 33:53)

 

         -La cortesía. Él solía estar con su gente y nunca causaba disensión entre ellos. Solía respetar, visitar y prestar atención a sus Compañeros. Aceptaba toda invitación y nunca rechazaba un regalo. Solía jugar con los hijos de sus Compañeros y gustaba de gastarle bromas. Siempre era el primer en dar la mano, y siempre se mostraba generoso y cariñoso con todo aquel que viniera a visitarle.

 

         -La compasión. Allah (s.t.) dice, “Pues no te hemos enviado sino como misericordia para todos los pueblos.” (Al-Anbiyaa 21:107), y también dice, “Y es compasivo y misericordioso con los muminin” (At-Tawba 9:128), y también dice, “Y por la gran misericordia de Allah has sido amable con ellos; y si hubieses sido rudo y desconsiderado, ciertamente se habrían apartado de ti. Perdónalos pues; pide el perdón para ellos y consúltales en asuntos importantes” (Al-‘Imran 3:159)

 

        Se narra que el Profeta (s.a.s.) solía aconsejar a sus Compañeros de vez en cuando para que éstos no se sintieran abrumados por él, sino que decía, “Ninguno de vosotros debe decirme nada malo acerca de los demás pues me gusta veros con un corazón puro.” Y también dijo, “Hay una recompensa para vosotros en los actos de compasión hacia toda criatura viviente.”  

 

         -Lealtad y amabilidad con los parientes. Siempre que recibía algún regalo, solía dar parte del mismo a los amigos de Jadiya. Igualmente solía servir él mismo a sus invitados. Jadiya (r.a.) consoló al Profeta (s.a.s.) cuando éste recibió la revelación diciéndole, “Por Allah, Él nunca te deshonrará, pues tú sueles establecer firmes y buenas relaciones con tus familiares, ayudas a los pobres, eres generoso con tus invitados, y asistes a las víctimas de las calamidades.”

 

         -La justicia. La justicia, la confianza y la veracidad formaban parte de sus nobles cualidades. Antes de su misión como Profeta, era conocido como “el hombre digno de confianza”. Cuando Osama ibn Zayd intercedió por Al-Majzumaya ante el castigo por robo, el Mensajero de Allah (s.a.s.) dijo: “¡Oh Osama! ¿intercedes por aquel que ha de ser objeto de la sanción de Allah?, ¡Por Allah! Si Fátima bint Muhammad hubiese robado, no dudaría en cortarle la mano.”

 

        Cuando cierto hombre le dijo al Profeta (s.a.s.), “Se justo”, él le replicó, “Ay de ti! ¿quién será justo si yo no lo fuera?”.

 

        En relación a la justicia entre sus mujeres, el Mensajero de Allah (s.a.s.) dijo, “¡Oh Señor!, Esta es mi actitud ante aquello sobre lo cual tengo control, por tanto concédeme Tu disculpa en aquello sobre lo que no tengo control.”

 

         -Humildad. Ordenó a su gente no rivalizar entre sí tal y como era la costumbre entre los no árabes para glorificarse a sí mismos. Es más, él (s.a.s.) dijo, “Soy un siervo de Allah, como tal y como lo hace un siervo, y me siento tal y como lo hace un siervo.” Y también dijo, “No alabadme en exceso tal y como lo hacen los cristianos sobre el hijo de María.”

 

        En cierta ocasión un hombre se presentó atemorizado ante el Mensajero de Allah (s.a.s.) y éste le dijo, “Tranquilízate. No soy un rey, tan solo soy el hijo de una mujer de la tribu de Quraysh.”

 

        De igual forma alimentaba él mismo a sus camellos, se servía a sí mismo, comía con sus sirvientes, con los enfermos y limpiaba su casa.

 

         -Seriedad. Él (s.a.s.) solía guardar silencio la mayor parte del tiempo y hablaba tan solo cuando era necesario. Su risa era apenas una leve sonrisa, y cuando hablaba sus oyentes le escuchaban atentamente. ‘A’isha dijo, “Si un hombre quisiera contar las palabras de un discurso del Profeta, podría hacerlo fácilmente.”

 

         -Ascetismo. Según ‘A’ishah (r.a.), el Mensajero de Allah (s.a.s.) solía decir: “Yo no deseo este mundo, pues vivo en él como un viajero sentado bajo la sombra de un árbol esperando la partida para completar su viaje.”

 

         -Temor de Allah (taqwa). El Mensajero de Allah (s.a.s.) dijo, “Pido cien veces al día el perdón de Allah”. En cierta ocasión prolongó su tiempo del Salat y ‘A’isha le dijo: “Allah te ha perdonado tus faltas pasadas y futuras.” Y él (s.a.s.) le dijo: “¿Acaso no debo ser un esclavo agradecido?”.

 

         Shayj ‘Abdel Jaliq Hasan Ash-Sharif

         Traducción: Musulmanes andaluces