EL FENÓMENO DE LA CONVERSIÓN AL ISLAM

 

 

        Pretendemos analizar en este artículo el llamado fenómeno de “conversión”al Islam. Cuando alguien oye hablar de que Fulanito es musulmán no habiendo nacido en un país Islámico, se dice de él, que es un “converso”,  que se ha convertido al Islam, la mayoría de las veces expresado en tono peyorativo: pues el así llamado “converso”, se constituye en un adjetivo calificativo que sirve para denostar al sujeto en cuestión.

 

        Sin embargo vamos a analizar qué significa “conversión" y comprenderemos como no puede haber tal proceso hacia el Islam, sino que más bien, ser musulmán supone una “desconversión” de muchas cosas.

 

        Dice el Diccionario de la lengua castellana, que “converso es aquél que cambia de religión”; si nos fijamos atentamente en la definición debemos concluir que no es posible la conversión al Islam, ya que ésta no es una Religión al no adecuarse a los parámetros que definen a ésta.

 

        El fenómeno religioso cualquiera que sea, sí que supone una conversión, En un famoso hadiz se narra que Rasulullah (s.a.s) dijo que: “todo ser humano nace con su Naturaleza original intacta, y que son sus padres los que lo hacen judío, cristiano, o politeísta”. A lo cual replicó uno de sus Compañeros: “O musulmán”. A lo que Rasulullah (s.a.s) contestó: “No, pues el Islam es el estado natural del hombre”.

 

        Cuando nacemos, nuestra Fitra, nuestra naturaleza original, está intacta, inmaculada; la primera conversión la recibimos de nuestros padres, y posteriormente el medio cultural y social en el que nos desenvolvemos va propiciando múltiples conversiones. Todos los días de nuestra vida estamos "convirtiéndonos en algo, pertenecemos a tal o cual religión, a tal o cual ideología política, militamos en tal o cual movimiento, etc. Con todo ello vamos tapando, velando, esa Fitra con la que nacemos.

Cada nueva conversión supone un mayor alejamiento de la capacidad cognitiva de esa Fitra. El Islam por contraposición, invita a una ruptura, a un ir quitando velos que hemos ido depositándonos encima, que han ido insuflando nuestro ego, dándole al mismo apariencia de realidad, apariencia de consistencia.

 

        El musulmán se va “desconvirtiendo” paulatinamente de todas las capas sedimentarias que han ido construyendo su ego, que han ido velando su Fitra. Va así destruyendo en sí mismo ideologías, religiones, teorías, todo aquello que nos ha alejado de nuestro origen.

 

        El Islam es una invitación a “retornar”. Al Islam no se va, se regresa; el objetivo del musulmán es devolver a su Corazón esa capacidad cognitiva original que el hombre ha ido perdiendo.

 

        Musulmán no es un adjetivo de un sustantivo llamado hombre, sino que es la cualidad que define a éste como criatura dentro del orden de la Creación.

 

        No cabe, por tanto, hablar de conversión al Islam, y mucho menos de practicar el Islam. como el que practica fitness, yoga, meditación, o cualquiera de los snobismos hoy en boga. El ser humano nace en estado de Islam, en estado de integridad, de armonía, de paz, que es lo que significa “salam” de donde proviene el término Islam.

       

        ¿Cómo podríamos hablar de conversión hacia algo con lo que nacimos? El fenómeno de la conversión es una de las trampas más sutiles del ego, pues identificándonos con papeles, ideologías, actitudes, modas, etc., le estamos dando carta de realidad a algo que carece de ello. Es como el buen actor que para realizar con fidelidad su papel debe “convertirse” e identificarse con el mismo y olvidarse de sí. ¿Acaso no hace esto el hombre en su vida cotidiana? ¿Acaso no vive en un continuo estado de olvido de sí mismo, identificándose con todos los roles que asume a lo largo de su vida?

 

        Ciertamente, las conversiones del tipo que sean, son un fardo pesado que arrastra el hombre de la cuna a la tumba; el Islam invita a aligerar esta carga, a liberarnos de estas anteojeras; el musulmán vive en sí los valores del nómada del desierto, y especialmente el de libertad, pues hay que llegar a estar libre hasta de la propia idea de libertad.

 

        La conversión hace del hombre una caricatura de sí mismo, una criatura truncada y confusa, apartada de su estado natural que deambula en esta tierra sin más norte que el flujo cambiante de sus deseos y apetitos. El musulmán no se hace, se nace; cuando desaparecen las religiones, los mitos, las ideologías, sólo queda Islam.