ALLÂH TAL COMO LO PRESENTÓ MUHAMMAD (s.a.s.)
Ahmad Hulusi
DE LAS IMÁGENES DE DIOS A LA
COMPRENSIÓN DE ALLAH
Durante muchos
siglos, debido a su impotencia y debilidad frente a los innumerables fenómenos
inexplicables que le rodeaban, la humanidad ha sentido siempre una inclinación
profunda a adorar cualquier cosa, según su grado de entendimiento y a la sombra
de sus inquietudes más íntimas, como la de esperar ayuda o buscar refugio en
cualquier objeto o lugar. La adoración o la esperanza de recibir ayuda en la
consecución de sus propósitos, han conducido finalmente al hombre a inclinarse
ante ciertos seres con la esperanza, imaginaria, de ver realizados sus deseos.
Bajo la influencia de tales
inclinaciones, la gente comenzó a divinizar ciertos objetos, comenzando una era
de “adoración de dioses”; definiendo sus dioses como seres preeminentes entre lo
existente, a los que el ser humano siente necesidad de adorar, sean animales,
vegetales o minerales. Más tarde, tomó conciencia de que estos seres terrestres
eran mortales como él mismo, por lo que no podían ser dioses. Fueron los
profetas los que les llevaron a la comprensión de la imposibilidad de que
cualquier ser viviente en la Tierra pudiera ser un dios. La humanidad cesó
entonces de adorar a sus milenarias divinidades pero, desgraciadamente, los
hombres volvieron entonces sus ojos hacia el cielo, en busca de otros seres
dignos de ser aceptados como dioses, comenzando así a adorar a distintas
estrellas; con lo que las cualidades que se anteriormente se habían atribuido a
seres cercanos, se proyectan ahora en dioses alejados de los seres humanos y más
allá de su comprensión, por lo que la representación que se hace de la divinidad
es, a partir de entonces, la de una autoridad desconocida. Semejante concepto,
que contradice la realidad científica, es rechazado por el Corán en la primera
parte de la declaración de la unicidad (kalimât at-tawhîd): “lâ
ilâh...” (no existen divinidades...).
A fuerza de adorar al fuego y
a las estrellas desde tiempos remotos, la humanidad ha quedado atrapada en un
capullo tejido con sus hipotéticos conceptos de la divinidad, y tales prejuicios
le mantuvieron durante siglos y siglos dependiente de su entorno, en ausencia de
un análisis que los pusiese en cuestión. Esta coraza, con el tiempo más espesa y
resistente, convirtió al hombre en un esclavo de los dioses que él mismo había
creado, obligándole entonces a reafirmarse constantemente en sus concepciones.
Cuando Muhammad (s.a.s.)
proclamó en Meca su condición de Rasûlu-l-llah (mensajero de
Allâh), había 360 ídolos solamente en la Kaaba, cada uno de los cuales
representaban a una divinidad. Los hombres buscaban seguridad en estos 360
dioses rindiendo un culto específico a cada uno de ellos. Eran incapaces de
comprender el concepto de la inexistencia de un dios en la tierra o en el cielo
ya que, por entonces, no poseían ningún conocimiento de las dimensiones reales
del Universo. Un dios tal, era un ser que habitaba el cielo o la tierra,
reinando sobre el mundo y sus habitantes; interfiriendo en ocasiones en sus
asuntos, y dejándoles a su libre albedrío en otras, para observar y juzgar sus
comportamientos desde lo alto y poder valorarlos en su verdadera dimensión. De
esta forma podría recompensar a aquellos que cumplieran sus íntimos deseos con
su paraíso, y castigar a los que rechazasen sus órdenes enviándolos a su
infierno.
Con tales preocupaciones, el
ser humano era incapaz de sustraerse a los absurdos comportamientos derivados de
la búsqueda de la ayuda o los favores de un dios que estaba en la tierra o en el
cielo.
EL SIGNIFICADO DE
KALIMATU-T-TAWHÎD
(Palabra –proclamación- de la unicidad de Allâh)
El significado
de “lâ ilâha ill-Allâh”
constituye la base del Islam y puede ser traducido sencillamente por: “no hay
dios, solamente Allâh”. Analizando el significado de cada palabra de “lâ ilâha”
tenemos que, lâ
significa “no hay”; ilâh “dios”,
es decir “un ser a adorar”; por lo tanto el sentido de “lâ
ilâha”
sería: “no existe ningún ser a adorar”.
Kalimatu-t-tawhîd
enfatiza pues desde el comienzo que no existe ningún ser que deba ser adorado,
completándolo con una explicación: “ill-Âllah”;
donde “illâ”
significa “solamente”; no se afirma “hay Allâh”, sino “solamente Allâh”. Este
matiz es fundamental para la comprensión de esta declaración. Los que han
accedido a la religión por la vía de la aceptación ciega, lejos de cualquier
reflexión racional, suelen caer en un grave error, independientemente de su
formación cultural o grado de conocimiento. Al traducir el mensaje “lâ
ilahâ ill-Âllah”
a otras lenguas aplicando los métodos convencionales de traducción de la lengua
Árabe, se incurre en una seria deformación de su significado. Por ejemplo, la
frase “la râÿula
illâ ‘Alî”
deberá ser traducida como “no hay ningún hombre excepto ‘Alî”
o bien “no hay un hombre como ‘Alî”,
sugiriendo “illâ”
una comparación entre ‘Alî
y otro ser existente junto a ‘Alî.
Sin embargo, cuando se asocia a la palabra Allâh, “illâh”
no puede ser interpretado como “no hay un dios como Allâh” puesto que sugiere
una existencia al lado de Allâh, comparándola con Allâh como si “existiese otro
dios (ilâh),
pero no estuviera a la altura de Allâh”.
Asimismo es
necesario entender claramente lo siguiente: así como el verbo “kâna”
(era) pierda su significado en asociación con Allâh y se sobreentiende en tiempo
presente (es), la palabra “illâ”
pierde su sentido habitual para significar “solamente”. El concepto “Allâh”
en árabe está libre de cualquier limitación o accidente temporal, por lo que
nunca podremos traducir, por ejemplo, la sentencia “kâna
Allâhu ghâfuran wa rahîman”
como “Allâh era perdonador y misericordioso”, de la misma forma que “illâ”
en “ill-Allâh”
sólo puede ser interpretado y entendido como “solamente” y nunca como “otro que”
o “sino”. Ya que el concepto de Allâh rechaza cualquier existencia fuera o al
lado de Él (Hû)2.
Por todo lo dicho anteriormente, palabras como “illâ”
o “kâna”
implican conceptos de tiempo y espacio, por lo que al ser aplicados a Allâh
deben entenderse en relación al significado que denota este nombre, y debe
evitarse cualquier malinterpretación derivada de una traducción convencional.
Si no ponemos
la debida atención en evitar estos errores de interpretación, el resultado será
un concepto de Allâh como un dios exterior, un ilâh,
lejano, más allá del ser humano y de su universo. En conclusión, el mensaje
contenido en
kalamu-t-tawhîd
es: no existe ningún dios a adorar, sólo Allâh, porque no hay otro ser que pueda
ser comparado con, definido en relación a, o puesto a la altura de... Allâh;
esto es lo que expresa aquí la partícula illâ,
al asociarla al nombre “Allâh”.
Por lo tanto sería incorrecto traducir en castellano: “no hay más dios que
Allâh”; siendo la traducción correcta: “no hay dios, solamente Allâh”.
Sólo así puede aprehenderse de forma consistente un concepto fundamental del
Islam: al-wahdat
(unicidad).
*(Trascripción
de los dos primeros capítulos de esta obra.)
Traducción:
Musulmanes Andaluces