Contra la Segunda Modernización

   

         Los andaluces y las andaluzas jamás sabremos agradecer lo suficiente a Blas Infante el esfuerzo preclaro que su vida fue para nosotros, como pueblo y como país, en un claro afán de superación y dignificación. Al igual que tampoco sabremos darnos cuenta de la enorme labor intelectual y personal de Enrique Iniesta Coullaut-Valera por recuperar ese vasto legado político e ideológico.

 

         Hoy día, nos vemos obligados a oponernos tajantemente a la enajenación de nuestra personalidad colectiva, y, por ende, de nación:

 

         - Porque no creemos en las supuestas buenas intenciones de la Junta de Andalucía 

           y su gobierno de plutócratas;

        - Porque no queremos la nueva gran farsa del siglo XXI que es la “Segunda        

          Modernización” que se nos está vendiendo por doquier;

         - Porque no necesitamos la reforma centralista que se nos avecina del Estatuto de 

           Autonomía de Andalucía que tanto trabajo nos costó conseguir a los andaluces;

         - Porque no deseamos más falsificaciones y tergiversaciones de la historia de 

            nuestro pueblo y nuestra gente;

         - Porque no nos avergonzamos de ser lo que somos.

 

         Por todo ello, y porque creemos en nosotros mismos, recordamos aquí algunos fragmentos de una carta enviada por Blas Infante al Ateneo popular de Sevilla en 1923, cuya vigencia y actualidad son verdaderamente escalofriantes. No hacen más, sus palabras, que golpearnos en nuestras conciencias para que veamos que ni nuestros problemas son nuevos, ni nuevas son las soluciones, sólo hay que luchar por lo que creemos:

 

        << Andalucía es el país de los campos maravillosos en donde los aedas griegos situaron el Elíseo. Por esto, Andalucía fue la Nación que, cuando era libre, desarrolló las civilizaciones más espléndidas del mundo. Nuestras ciudades de la época de la libertad estaban animadas por el sentido del campo. No hay más que leer los textos de nuestros poetas: Ibn Hazm, Ibn Zaidun, Ibn Said, Ibn Chafadsche, Deschudi. (...)

 

          El problema agrario de Andalucía no es tal problema agrario o de crisis de un ramo esencial de la actividad humana como es la Agricultura. Es problema más hondo; el problema de un pueblo a quien le fue arrebatado por la conquista el solar de la Patria, la tierra que engalanaron sus padres. Desde entonces, muerta nuestra libertad, arrasada nuestra civilización, convirtieron los jardines de nuestros campos en desiertos áridos como su propia creencia. Abu-l-Baka, el gran lírico de Ronda a quien imitó Jorge Manrique, lloró la pérdida de aquel sentido, fue consciente de que el campo había sido vencido al ser sojuzgadas las ciudades de la riente Andalucía:

 

          < El decoro y la grandeza

             de mi Patria y su fe pura

             se eclipsaron.

             Sus vergeles son maleza

             y su pompa y su hermosura

            desnudaron.

                               ...

            Y llora al ver sus vergeles

            y al ver sus vegas lozanas

            ya marchitas

            y que afean los infieles,

            con cruces y con campanas

            las mezquitas.>

 

            Andalucía tiene necesidad de restaurar su vida. Tiene particular necesidad de recobrar el sentido de su Historia en estos instantes en que la unidad artificiosa de España va a derrumbarse. Son los momentos en los que o se afirma en Andalucía, rápidamente, la existencia de un pueblo libre o ella será en un plazo no muy lejano, un simple territorio muerto a merced de cualquier ocupante o de cualquier extraña inspiración. >>

 

             ... No caben más palabras, ni hay peor sordo que el que no quiere oir.

             ...‘Ashat Al Andalus Hurra !!!

 

 

Texto de Blas Infante extraído del libro Blas Infante. Toda su verdad. Volumen II. 1919-1933, de Enrique Iniesta Coullaut-Valera, Ed. Atrio S.L., Granada, 2003

 

                                                                       J. Pedro Vergara