Pasajes de la historia de al-Andalus

Ocupación almorávide de Ceuta

 

Pasaje extraído de la Dzajîra de Ibn Bassân, manuscrito inédito de Bagdad.

 

 

Yusuf b. Tashufin, Amir al-Muslimin y Násir al-Din, se dedicaba entonces a poner fin a la guerra de los taifas bereberes que ocupaban las regiones del `Udwa, y fue eliminando las dificultades y venciendo los obstáculos hasta que pacificó este territorio, se hicieron seguros los caminos y , fue posible vivir en él sin temor.

De estos reyes de Taifas, el más firme, tenaz y combativo fue Sakát, señor de Ceuta y de su provincia, que declaró públicamente su oposición a los almorávides. El Emir de los

musulmanes, Allah tenga piedad de él, se abstuvo de intervenir en esta península de al-Andalus durante algún tiempo, hasta que llegó el momento en que ocupó Ceuta, según se desprende del resumen que sigue:

 

 

Resumen de la historia de la ocupación de Ceuta

desde sus orígenes

 

Suqút ibn Muhammad, señor de Ceuta, había sido hecho prisionero y vendido como esclavo. Pasó a poder de `Ali ibn Hammud en los días turbulentos y confusos de la fitna y destacó en su corte, progresivamente, por su astucia y por su bravura. Fue ascendiendo de categoría, y todos los asuntos importantes de Ceuta marcharon bien gracias a él, de quien llegaron a depender todas las cosas, y al correr el tiempo se hizo famoso y llegó a imponerse por su valentía y su coraje.

 

Cuando los días de esplendor de la dinastía hammúdi llegaron a su fin, Yahyá ibn 'Alî, citado anteriormente, entregó las llaves de Ceuta al citado Suqút y lo estableció en la ciudad como pilar y fundamento de ella.

 

Desde el primer momento se puso a hacer y deshacer, llegando a los más lejanos extremos, y Yahyá ibn 'Alî le asoció en el gobierno de Ceuta a otro de sus mawlás llamado Abú-l-`Itáf, uno de los más valientes guerreros. Ocuparon sus cargos durante los restantes días del reinado de Yahyá ibn 'Alî, repartiéndose el poder, hasta su muerte el año 27 como acabamos de citar y referir en su lugar. Cuando la corona hammúdi pasó a su hijo Idris ibn Yahyá ibn 'Ali, se encumbró Suqút ibn Muhammad y comenzó a interponerse en su camino, obrando engañosamente y acechándole sin tregua.

 

Lo primero que hizo fue matar a su infortunado corregente, tendiéndole una emboscada que le causó la muerte inmediata. Esta es una larga historia que no refiero para ser más breve.

 

Después de esto, Suqút ibn Muhammad alcanzó su plenitud, favoreciéndole el destino, y adoptó desde el principio de su reino los títulos califales de al-Mansur al-Mu'án.

 

Dice Ibn Hayyán: Una de las cosas curiosas de este período oscuro de la revolución devastadora fue que ésta pasó de la península al otro lado del Estrecho, por donde habían entrado los musulmanes cuando conquistaron esta tierra. La causa de ello fue la continua rivalidad motivada por el recelo del notable e ilustre 'Abbád, de estirpe gloriosa, y su deseo de dominar a su vecino Suqút, mawlá de Ibn Hammúd, según pretendía, que se había encumbrado desde lo más bajo de su condición de mawlá y esclavo, y, hollando todos los derechos, se elevó a los más altos rangos reales, hasta llamarse al-Mansúr al-Mu'án, reuniendo así dos títulos en una sola persona. Pero el destino cerró los ojos y no se lo tuvo en cuenta.

 

Cada vez se obstinó más en sus errores y se vio obligado a rivalizar o a querellarse con su vecino 'Abbad, artífice de la fitna, cuyo afán de venganza le quitaba el sueño.

 

El motivo de esta rivalidad fue que `Abbád detuvo a un comerciante de Ceuta por cierto asunto que lo llevó a su residencia. En represalia Suqút encarceló a varios comerciantes suyos, y por este motivo surgió entre ellos dos, en el año 57, una ruptura que persistió sin tregua, a pesar de que el mar los separaba, y se lanzaron a la lucha abierta, tomando por campo de batalla el mar, donde se perdió mucho dinero y pereció por su causa tanta gente que sería largo de describir, hasta que `Abbád consiguió reunir una flota de 80 barcos que había construido y la lanzó contra Ceuta. Salió a su encuentro la flota de Suqút y fue la victoria para Ibn `Abbád. A1 fin se separaron las flotas después de violentos combates y derramamiento de sangre, y se cortaron las comunicaciones del Estrecho todo el tiempo que duró la lucha, desaprovechando así los beneficios del mar. Terminó lo que resumí de sus palabras.

 

Dijo Ibn Bassám: Después venció Suqút, de tal modo, que atemorizó a todos y sometió a los reacios y rebeldes, y ocuparon sus tropas la tierra y el mar, alcanzándolo todo y obteniéndolo todo.

 

Cuando surgió como una estrella entre los Lamtúníes el Amir al-Muslimin y Násir al-Din, Abu Ya'qúb Yusuf Ibn Tashufin, Allah tenga misericordia de él, su estado rodeó las fracciones [reinos, taifas], como rodea el collar el cuello, y penetró en los reinos musulmanes y extranjeros como penetra el remedio en el cuerpo enfermo. Comenzó a imponer la justicia como lluvia benéfica que viene después de la sequía, y se adelantó a sus palabras con la acción, como se adelanta la espada al reproche, y corrieron todos a la muerte, que alcanzó a grandes y pequeños y sometió a próximos y lejanos.

 

Le tocó el turno a Suqút Ibn Muhammad, y recorrió el -Emir de los musulmanes, Allah tenga misericordia de él, su país para terminar con los chacales zanatas que no le reconocieron y se agruparon en torno a uno de los instigadores de la fitna. Se dirigieron a un lugar llamado ad-Dimna y se abatió sobre ellos el Emir de los musulmanes en el año 71, cerca del territorio de Suqút. Este tuvo la intención de someterse a él y de ir a su encuentro, pero se lo impidieron sus malos consejeros y le hizo desistir su desatinado hijo. Este joven, que prometía mucho y que estaba dotado de una gran inteligencia, según dicen, seguía la senda de la tiranía de nuestros reyes de Taifas, sin darse cuenta de las consecuencias de su conducta. Veía sólo el momento presente, en cualquier caso, sin pensar en el futuro, y no daba importancia a lo que hacía o dejaba de hacer.

 

El Emir de los musulmanes, al ser rechazada su oferta de paz y ver su hostilidad, encontró el camino despejado para hacerle la guerra, y cuando ocupó ad-Dimna, lanzó contra Suqút todas sus fuerzas y dirigió contra él toda su voluntad y energía. El país obedeció sus órdenes, y en los almimbares se invocaba su nombre. Cuando oyeron los súbditos la llegada de su jefe, corrieron a él como corren los hambrientos al banquete, alegrándose por su causa como se alegra el país con la lluvia.

 

Suqút ibn Muhammad salió con su impedimenta y sus soldados para defender - según se dice - a sus súbditos y a su país, y juró que sus tambores [de los lamtúníes] no se oirían en su reino. Las tropas del Emir de los musulmanes se encontraban entonces cerca de la ciudad de Tánger y la gobernaba en su nombre su hijo Diyá' ad-Dawla. Suqút fue al encuentro de las tropas almorávides, cuando estos se lanzaban como torrentes sobre la ciudad y asomaban sobre ella sus banderas y caballerías. Aguantó Suqút dos días, estrechado por la muerte, protegido por la caballería, hasta que fue vencido y expiró víctima de sus lanzas y flechas el día del eclipse total de sol del año citado.

 

Entraron los almorávides en Tánger ese día y pasó la dinastía bargawáti a al-Háyib al-`Izz ibn Suqút, llama brillante de sus astros y el mejor de sus reyes. Protegió y alentó a los literatos, y con él los poetas se sintieron a gusto y le dedicaron sus panegíricos. Entre los que se alojaron en su casa y recibieron grandes favores, está al-Husri, el Ciego, que encontró junto a él aquello que quita el sueño del vidente y hace olvidar el viático al viajero. Al-Háyib alcoholó sus ojos [de al-Husri] con la belleza de su mundo, y desató su campanilla con sus favores y regalos. Facilitaba el camino de los que se acercaban a él, mostrándose muy generoso y otorgando preciosas dádivas.

 

Pero por otra parte, era un hombre que se valía del mal, desdeñaba las cosas, recaudaba bienes ilícitos y se envalentonaba con el indefenso. Sobre todo en el mar, pues encendió sus olas como un fuego, y convirtió al viento en un huracán que arrebataba a los barcos con violencia, aumentando el temor que produce el mar con su propio espanto; y clamaron por su causa el cielo y la tierra y se dirigieron a él súplicas y quejas. Allah permitió que el Amir al-Muslimin y Násir al-Din, Allah tenga compasión de él, le castigase, y decretó su fin en el momento de su apogeo.

 

Fue una coincidencia maravillosa que al-Mu'tamid construyese un navío que podía rivalizar con las obras de los reyes, victoriosos desde los tiempos más lejanos. Era un barco muy sólido, amplio de bodega y puente, que parecía sobre las aguas un castillo altivo. El viento sopló a su favor y lo dirigió a la ciudad de Tánger para abastecerse, cuando Allah ya había decretado su suerte.

 

Cuando el Amir al-Muslimin y Násir al-Din, vieron aquel barco, escribió a al-Mu'tamid hablándole de sus proyectos. A1-Mu'tamid lo pertrechó contra Ceuta como un instruento de muerte, y fue anclado frente a ella como un muro bien fortificado. El jueves de safar del 76, lanzó el Emir de los musulmanes, para combatir Ceuta, una flota imponente con la que lanzaba proyectiles a sus demonios más rebeldes. Salió a su encuentro al-`Izz ibn Suqút con todas sus tropas disponibles, en una flota que desde hacía tiempo había hecho mucho daño a los pueblos y llenado de terror a sus habitantes. A1 principio de aquel día aventajó a la flota de los almorávides, hasta apresar un barco de extraordinario valor y lleno de soldados. Allah humilló, a al-'Izz ibn Suqút, que no fue generoso con el que la capturó, y habló de manera tal que se lo reprocharon. Cundió el miedo en el campamento de los almorávides a raíz de la captura de dicha nave, hasta que pensaron en huir y destruyeron algunas tiendas.

 

El Amir al Muslimin y Násir al-Din montó en cólera, cosa frecuente en él, y esto fue decisivo para la ciudad. La muerte abrió su boca contra Ceuta, y el navío avanzó asomándose a sus murallas y levantando su voz, para su perdición. La situación de Ceuta se hizo desesperada la noche del viernes del mes de safar del citado [año].

 

Al-`Izz ibn Suqút, con un grupo de sus compañeros, trató de huir por mar intentando embarcar, pero no pudo escapar porque le faltó tiempo y el destino se volvió contra él. Entró en una casa conocida por Dar tanwir, y un grupo de almorávides que lo advirtieron se precipitaron contra él. Tuvo lugar una lucha y un forcejeo violentos, y cuando su situación se hizo muy difícil huyeron sus compañeros. Al-'Izz, al darse cuenta del peligro, entregó las joyas que tenía a uno de los jefes de su escolta. He tenido noticias de que estas joyas fueron examinadas y se encontraron entre ellas muchas piedras preciosas y alhajas de reyes, entre ellas el sello de Yahyá Ibn `Ali Ibn Hammúd.

 

Cuando amanecía, al-`Izz ibn Suqút fue sacado de su refugio, y al-Mu'izz, hijo del Emir de los musulmanes - Allah tenga misericordia de él - fue a su encuentro y le pidió sus bienes. Al-'Izz le contestó: «¿Acaso reuní un capital para el tesorero de tu padre?». Entonces (al-Mu'izz) desenvainó la espada y ejecutó en él el destino de Allah, cuyos designios son inmutables y cuya benevolencia es infinita.