Hacia un nuevo discurso islámico

Dr. Abdel Wahab M. Elmessiri

 

(I Parte)

 

         El actual discurso islámico puede ser clasificado tal como sigue:

         1. Un discurso popular y "mesiánico" salvacionista: Este es el discurso que prevalece en la mayoría de las masas populares que han comprobado mediante la experiencia histórica que el proceso de modernización, secularización y globalización no les ha traído ningún bien, ni ninguna reforma en realidad. Estas masas quieren ver restaurada en la Umma islámica su herencia cultural y sus valores islámicos, oponiéndose así a la hegemonía neo colonial Occidental. A la vez que estas masas gritan por el cambio y por la esperanza de salvación, son por otra parte incapaces de contribuir al cambio con nuevas ideas u organización social o movimiento político.

         Normalmente encuentran una vía y plataforma adecuada en la filantropía, ya sea a nivel individual (proyectos caritativos y de ayuda), o comunitario (construcción de mezquitas, hospitales, escuelas y dispensarios que proveen comida caliente a los pobres).

         Tal discurso se expresa frecuentemente a sí mismo en la forma de espontánea, y a veces, protesta violenta, pero en esencia se trata de un movimiento pacifista. El discurso popular es el discurso fundamentalmente de los pobres y marginados, pero también a veces es el discurso de algunas élites que redescubren su valor cultural y espiritual, y que reconocen que su pérdida significa una pérdida de su identidad que ellos intentan reconstruir.

 

         2. El discurso político: Este es el discurso de los grupos de clase media, profesionales, académicos, estudiantes y hombres de negocio, quienes perciben la necesidad de una acción islámica que pueda ayudar a esta Umma a progresar. Esta gente, tras percibir que la acción política constituye el medio  para alcanzar sus objetivos, han fundado o juntado organizaciones políticas que no recurren a la violencia al amparo de las cuales la juventud y organizaciones educativas han comenzado a desarrollarse. Algunos sustentadores de este discurso político albergan, en ciertos momentos, la ideología de que la toma del poder gubernamental central constituiría la panacea tan largamente buscada, y de hecho algunos de ellos desarrollan organizaciones paramilitares que intentan infiltrarse en las fuerzas armadas y tomar el poder mediante la fuerza. No obstante, ha habido de forma general una inclinación a trabajar a través de los canales políticos existentes entre los seguidores de esta corriente. La mayoría de los que sostienen este discurso político, actualmente, tienden a restringir sus actividades a la esfera política o educativa.

 

         3. El discurso intelectual: Este es el discurso que se maneja fundamentalmente con los aspectos más teóricos e intelectuales, y es dominante entre los académicos e intelectuales y tiene poca influencia entre las masas aunque ganan influencia en las mismas en tiempos de crisis cuando la gente se vuelve hacia estos intelectuales en busca de guía y cuando son la voz de las preocupaciones que atañen a las masas en el terreno intelectual.

 

         Esta clasificación simplificada no significa que los tres discursos existan en un total aislamiento unos de otros. De hecho, el discurso popular y el político se solapan con bastante frecuencia, y lo mismo puede ser dicho del discurso político y del intelectual, teniendo en cuenta además el referente similar que comparten los tres discursos. No obstante, y desde un punto de vista analítico, asumimos su relativa independencia entre sí.

 

         Además de este sistema de clasificación sincrónico, puede ser más relevante desde el punto de vista de nuestro estudio una clasificación cronológica en la que podemos distinguir entre:

         1. El discurso islámico tradicionalista: el cual emerge como una reacción directa e inmediata a la invasión colonial del mundo musulmán y que fue dominante hasta mediados de los sesenta.

         2. El nuevo discurso islámico: Después de un periodo inicial de indefinición y marginalización, este discurso comenzó a asumir una forma mucho más definida a mediado de los sesenta y comenzó a moverse gradualmente hacia el centro.

 

         Ambos discursos se esfuerzan en dar una respuesta islámica a los desafíos presentados por la colonización, la modernización y la era de la post-independencia. No obstante, hay puntos radicales de diferencia entre los dos que derivan de dos factores:

         1. Sus respectivas actitudes con relación a la modernidad occidental.

         2. El nivel de comprensión y de perspectiva que cada discurso ha desarrollado.

 

         Aquí nos vamos a centralizar fundamentalmente en los discursos tradicionales e intelectuales modernos, y en un grado mucho menor -en contra de la corriente de investigación sobre el Islam contemporáneo- sobre el político. Intentaré destacar las características más sobresalientes del nuevo discurso. Todo discurso intelectual o político debe hacer un alto en el camino de tanto en tanto para evaluar sus realizaciones y diseñar sus estrategias de futuro.

 

         Es importante resaltar que la primera generación de reformistas musulmanes entró en contacto con la formación cultural moderna occidental en una época histórica que es considerablemente diferente, en muchos aspectos, de la actual. Se podría argumentar que el paradigma secular comprensivo, el paradigma fundamental que subyace en la formación cultural occidental, ha ocupado siempre una posición central en la conciencia del hombre moderno occidental y ha moldeado siempre su visión del universo. También podría decirse que los aspectos imperialistas de la modernidad occidental se han manifestado claramente desde el principio. No obstante, todos estos factores, la moderna civilización occidental los vio como un humanismo, como una civilización centrada en el hombre, y mantenida durante algún tiempo, al nivel de visión -y no siempre a un nivel de la práctica- con un equilibrio y fe en la absolutidad de los valores humanos y morales. Al nivel estructural las sociedades occidentales mantuvieron durante un largo periodo de tiempo un alto nivel de coherencia social y de solidaridad. Los valores familiares, lejos de ser un eslogan social vacío aireado por los conservadores en tiempos de elecciones, eran una realidad social.

 

         Pero las cosas cambiaron. Podría ser útil, en este contexto, conceptuar la secularidad no como un paradigma fijo, sino mas bien como un paradigma dinámico, en un proceso emergente que toma diferentes modelos en el tiempo y el espacio. Podría decirse que a finales del siglo XIX muchas de las manifestaciones que marcan esta secuencia de desarrollo no se habían aún materializado. Muchos aspectos de la vida privada y social del hombre estaban aún lejos del alcance del proceso de secularización. En otras palabras, el hombre occidental tan solo estaba secularizado en algunos aspectos de su vida pública, pero en su vida privada así como en muchos aspectos de su vida pública, estaba comprometido por valores morales y humanos, anclados en la moralidad cristiana y en códigos éticos. Cuando la primera generación de reformistas islámicos, los sostenedores del viejo discurso islámico, entraron en contacto con esta formación cultural moderna, no entraron en contacto con una sociedad completamente secularizada sino parcialmente en algunos aspectos. Mientras que una secularización parcial reconoce la validez e importancia de los valores a nivel moral así como la idea de totalidad a nivel epistemológico (a nivel del conocimiento), una secularización completa los niega, como niega la idea de trascendencia. Muchos de los aspectos negativos de la modernidad occidental, que con posterioridad se han transformado en un 'modelo recurrente' fueron hechos aislados e incidentes marginales que podrían ser fácilmente pasados por alto. Es más, la crítica occidental de la modernidad y del Siglo de las Luces (Enlightenment) aún no había cristalizado en aquel tiempo, a pesar del hecho de que las voces disidentes eran cada vez más fuertes. La literatura romántica occidental, por ejemplo, es en esencia una protesta contra los aspectos anti-humanistas de la modernidad occidental. Los escritos de algunos pensadores conservadores occidentales, tales como Edmund Burke, incluyen referencias a muchos de los tópicos que fueron desarrollados con posterioridad por los discursos occidentales críticos con la modernidad. Los defectos progresivos de la civilización occidental, ya sean a nivel teórico o práctico, eran, no obstante no evidentes para aquellos que estudiaban y observaban este desarrollo (que ganaba pujanza en el modelo capitalista urbano).

 

         Pero para los sostenedores del nuevo discurso islámico, la situación es completamente diferente. La mayoría de ellos se han formado intelectualmente en los años cincuenta y han tenido su primer encuentro con la moderna civilización occidental en los años sesenta o setenta. En esta época la civilización occidental había entrado ya en su época de crisis, y cuando muchos pensadores occidentales se había percatado ya de este hecho. Los sostenedores del nuevo discurso islámico percibieron, desde el comienzo, los aspectos oscuros de la modernidad occidental. Estos aspectos habían envuelto al mundo en dos guerras mundiales. La promesa de la modernidad de detener la violencia histórica desatada por los sentimientos religiosos no había funcionado, y los regímenes modernos podían cometer los genocidios de una forma más profesional de lo que jamás se hubiera pensado. La razón -y no solo la religión- también podía cometer sus propios crímenes. En el tiempo llamado de "paz", el mundo se vio envuelto en una loca carrera armamentística. Los naciones-estado centralizadas, cada vez más fuertes y autoritarias, expandieron su poder y alcanzaron los aspectos más privados de la vida humana, y, a través de sus sofisticados aparatos de seguridad y educación, trataron de "guiar" a los ciudadanos. Los medios de comunicación, otro producto de la modernidad occidental, invadieron las vidas privadas de los ciudadanos, acelerando el proceso de estandarización y agigantando la fiebre consumista. Mientras tanto, el sector del entretenimiento y del ocio ha llegado a ser tan poderoso como para controlar los sueños de las masas, vendiéndoles eróticas utopías y una patente pornografía. La familia como institución social no pudo sostener las presiones y en consecuencia las tasas de divorcio se dispararon, alcanzando niveles nunca vistos anteriormente. La crisis de significado, la crisis epistemológica, el nihilismo y la alienación se profundizaron más.

 

         Mientras el proyecto capitalista liberal había dejado de ser la historia salvadora, el experimento socialista se colapsó y perdió todo vestigio de credibilidad. Corrientes anti-humanistas como el Fascismo, Nazismo, Sionismo y Estructuralismo hicieron su aparición y alcanzaron su clímax en la modernidad.

 

CONTINUACIÓN