EXHORTACIÓN AL AYUNO

 

Del libro ar-Rawd al-Fâiq

de Shayj Shu‘aib al-Hrifish

 

         Alabanzas a Allah, unificado en la majestad del esplendor, singular en la permanencia de la eternidad. Él trasciende el paso del tiempo y no es víctima de destrucción, no necesita -en su autosuficiencia- ni de padres ni de hijos, el Envuelto con el manto de la inmensidad y la arrogancia, Conocedor de todas las cosas, alzándose por encima de todo comienzo y todo final. Él oye, y la diversidad de voces en las súplicas que se le dirigen no lo confunden. Él ve, y no escapa a su visión el movimiento de las hormigas sobre la arena una noche cerrada y oscura... El Conocedor, fuera de cuya ciencia no hay nada, y su saber abarca cada átomo en la tierra y en el cielo... El Sutil y Amable, que corre un bello velo de protección sobre quien le desobedece... El Benefactor, que favorece a quien le teme derramando sobre él sus muchas bondades... El Sabio, que ha elevado el cielo sin sostenerlo sobre columnas, surcado por astros que navegan en el vacío, y ha desplegado la tierra con su sabiduría sobre corrientes de agua... Él se alza por encima de los contrarios, los equivalentes y los compañeros que el hombre le atribuye. No necesita de compañera, ni de hijos ni de socios. Él se asoma, y no queda velado en ningún momento ante Él el secreto guardado en los corazones. No hay oculto para Él nada ni en la tierra ni en los cielos:

 

Majestuoso es un Señor que abarca todas las cosas;

Existente, Sobresaliente, nada lo esconde.

No tiene semejante ni opuesto,

y se alza por encima de los compañeros que se le atribuyen.

Conocedor del secreto, anulador del mal, que disculpa

las acciones feas el Día que haga justicia.

Sus puertas no están cerradas;

Él escucha las invocaciones de su creación.

Por todo ello, cobíjate en Él, oh desatento, y toma la iniciativa:

alcanzarás su favor y obtendrás el don.

 

         Gloria a Quien ha distribuido el tiempo y ha separado las estaciones, el que ha sumergido el entendimiento y la inteligencia de los hombres en el océano de su conocimiento, y los ha perturbado en el secreto de su misterio. La comprensión no alcanza a desentrañar la imperturbabilidad de Allah, que ha señalado Ramadán para difundir la disculpa, el perdón, la alegría, la satisfacción, el disfrute y la aceptación. Él ha prometido a quien lo ayune que tendrá cumplimiento su objetivo y alcanzará lo que espera. Enhorabuena a quien acoge Ramadán con acciones rectas y purifica en él su cuerpo de dudas y de cadenas. Despierta, oh dormido, del sueño del descuido, y avanza mientras tengas tiempo antes de que hayan partido todas las caravanas:

 

A punto está de pasar tu vida. Toma ya la iniciativa, oh desatento:

¡Evoca el recuerdo de tu Señor Eterno que no tiene ocaso!

Pon tu mejilla sobre la puerta de la esperanza

y llora de noche con lágrimas como fuentes,

y esmérate en el ayuno este mes. Tal vez

encuentres la aceptación de Allah.

Sigue el mejor de los caminos y adopta como modelo

al Profeta, el Elegido, el Guía, el Mensajero

¡Allah derrame sobre él sus bendiciones cada vez

que emprenden los camellos con sus cargas el camino hacia Él!

 

         Gloria a Quien ha privilegiado a quienes ha consagrado para Su servicio y los ha ocupado en amarLe. Sólo a Él se dedican, y ayunan absteniéndose de todas las pasiones y apetitos. Ha borrado sus malas acciones y les ha hecho alcanzar las metas que se han propuesto. Los ha ayudado a ayunar del mundo, y han ayunado; los ha levantado en medio de las tinieblas de la noche, y se han levantado. Dedican largas noches al servicio de su Señor, pues han escuchado la Sunna auténtica que dice: “El ayuno es un escudo protector”, y se han resguardado de realizar acciones detestables y de pronunciar palabras feas. Dichoso aquél cuyos actos encuentran la aceptación de Allah el mes de las Acciones. Desafortunado es quien desdeña su propio ayuno desatendiendo sus exigencias. Desgraciado el que no encuentra nada bueno con lo que romper su ayuno y sigue volcado sobre el camino de las cualidades perversas. Escucha, tú, si tu condición es la de quien está cerca su muerte y, sin embargo, malgasta su tiempo en juegos inútiles:

 

Tu vida ya ha durado demasiado,

¿hasta cuando seguirás en la inacción?

El tiempo no hace sino cargar

tus espaldas cada vez con más fardos.

Te adelantas con maldades,

y ante Mí eres escaso.

Pretendes ser sincero

pero no has obtenido Mi aceptación.

Descansas en la maledicencia,

y no hay en ti bien alguno.

Oh, amigo, sólo te complacen

los dimes y diretes.

Explayas tu mirada durante el ayuno

y no temes censura alguna

ni que se anoten tus acciones cada día

y cada noche sean registradas en un Libro.

Vuélvete hacia Allah este mes y serás afortunado,

cumple con la obligación de su ayuno:

tal vez Allah se satisfaga en ti

y corrija tus estados...

 

         Gloria a Quien ha establecido la obligación de ayunar el mes de Ramadán para la Nación del Islam, el que la ha favorecido purificándola y mostrándose hacia ella con excelencia, y ha bendecido a sus miembros prometiéndoles liberarlos de los fuegos. Allah les ha dicho: “Oh, vosotros, los que os habéis abierto de corazón a Allah, ha sido prescrito para vosotros el ayuno”, y ha hecho del ayuno salud para el cuerpo y pureza para el corazón y la lengua, para que se aparten de las torpezas y las rebeldías. Allah ha dispensado del ayuno en Ramadán -en honor al Señor de las Gentes, Sidnâ Muhammad (s.a.s.)- a los enfermos y a los que tienen una excusa, diciendo: “Quien de vosotros esté enfermo o de viaje, que recupere el ayuno en otros días”. Gloria al Sutil, el Favorecedor, que ha bendecido esta Nación haciendo perfecta en ella Su excelencia y se le muestra Generoso derramando sobre los musulmanes sus bondades, distinguiendo Ramadán como mes de la disculpa y el perdón, el mes de Ramadán “en el que fue revelado el Corán como guía para las gentes, como claridad y distinción entre el bien y el mal, la verdad y la falsedad”:

 

Ha llegado el Mes del Ayuno en el que hay paz

y liberación y acceso a las moradas entre jardines.

Un mes noble, en el que es satisfecha la esperanza.

Es un brocado sobre la manga del tiempo.

Enhorabuena a quien ayuna en él y se sobrecoge

ante su Dueño en acciones y en lo que pronuncia la lengua.

Y aún mayor es la dicha de quien vela sus noches

mientras recorren sus mejillas lágrimas que compiten con las perlas.

Ése es al que su Señor distingue

con un jardín de eternidad y bellas huríes.

 

         Elogio y alabo a Allah por sus infinitos bienes que derrama sobre la creación, y por su excelencia en aquello que concede. Y certifico que no hay más verdad que Allah, sólo Él, sin asociado alguno, con palabras leves para la lengua pero pesadas sobre la Balanza de la Justicia. Y doy fe de que nuestro señor Muhammad es su siervo y su mensajero, señor del cosmos, al que Allah bendiga y salude así como a los suyos y a sus Compañeros y a sus Esposas y a sus Hijos y a sus Seguidores.

 

         Allah ha dicho en el Corán: “Sháhru Ramadân, el Mes de Ramadán,... en el que ha descendido el Corán como guía para las gentes, y clarividencia y separación”. Sháhru Ramadân significa, en realidad, “la luna que abrasa el mal”. En esa novena luna, Allah hizo descender, durante la Noche del Destino, el Corán en su totalidad desde la Tabla Guardada al Cielo del Mundo, y en el Cielo del Mundo lo depositó en la Casa del Poder, y, desde allí, fragmento a fragmento, “estrella a estrella”, lo tomó Gabriel para depositarlo en el corazón de Sidnâ Muhammad (s.a.s.).

 

El Profeta (s.a.s.) dijo: “Cuando cada año llega Ramadán, son abiertas las puertas del Paraíso y se cierran las puertas del Infierno y son atados los demonios”. También dijo: “La primera noche de Ramadán son abiertas todas las puertas del Paraíso y ninguna queda cerrada, y son cerradas las puertas del Infierno y ninguna queda abierta. Y un Vocero dice: ‘Buscadores del bien, acudid. Buscadores del mal, conteneos’. Y cada noche de Ramadán, Allah libera el cuello de algunos de los condenados al fuego”. y también dijo: “Quien ayuna en Ramadán con corazón abierto y con esperanza, le son disculpadas sus faltas pasadas y las futuras”. También dijo. “Vuestro Señor a dicho. ‘Yo multiplico cada bella acción del hombre de diez a setecientas veces, salvo el ayuno. El ayuno es mío y Yo soy su recompensa, pues por Mí el hombre deja sus apetitos y no como ni bebe por Mí. El ayuno es un escudo protector, que le preserva del fuego’. Ciertamente, el aliento de la boca del que ayuna es más apreciado por Allah que el perfume del almizcle. Cuando alguno de vosotros ayune, no debe maldecir ni pronunciar palabras deshonestas, y no debe expresarse como lo hace el ignorante. Si otro hombre pugna con él y lo insulta, que le responda: ‘Estoy ayunando, estoy ayunando’...”. Y también dijo: Allah no quiere el ayuno de quien no deja de decir injusticias y actuar según la injusticia”. Y también dijo: “La maledicencia rompe el ayuno”. Y también dijo: “El que ayuna es recompensado dos veces, una cada atardecer al romper el ayuno y otra cuando se encuentra con su Señor tras la muerte”.

 

Me abstendré de lo que me exigen mis apetitos toda la vida.

Y el Día que me encuentre contigo, esa será la ruptura de mi ayuno.

 

         Hermanos: éste es el Mes de ramadán, el mes de la trasparencia, el buen trato y la lealtad. Enhorabuena a quienes se abstienen ante sus apetitos y se levantan en retiros nocturnos para recitar los Signos del Corán. El ayuno hace meritorias sus acciones y multiplica las recompensas de las que se hacen acreedores. Les han sido prometidos alcázares  en el Paraíso y moradas eternas de deleite. Lo poco que hagan de bueno es aceptado por su Dueño mientras, a la vez, Él disculpa sus torpezas. Frustración la de los desatentos que se ven privados del disfrute de la comunicación con Allah: son los apartados, los que Allah ha condenado a Su desdén:

 

“Vosotros, los que habéis violado el pacto, éste es Mi desdén.

Aprovechad ahora la ocasión, os ha llegado el mes de la trasparencia,

el mes de Mi satisfacción en el que disculpo los deslices”...

Es un mes en el que Allah perdona al que se vuelve hacia Él,

un mes cuyos días son mejores que los demás,

y se eleva por encima del resto de meses, asomándose a ellos.

Dad vida a todas sus noches iluminándolas con vuestros corazones

y llorad cuando acabe lamentando su partida.

Tal vez con ello Allah derrame sobre vosotros su Favor,

pues Él, si quiere, dispersa vuestros males con Su Sutileza.

 

         Ibn ‘Abbâs contó que el Profeta (s.a.s.) fue el más generoso de los hombres, y era aún más generoso en Ramadán, cuando Gabriel acudía a él cada noche y el Profeta le recitaba el Corán. Tras encontrarse con Gabriel, era más liberal que los vientos que traen lluvia. Cuando llegaba Ramadán, el Profeta (s.a.s.) lo comunicaba a sus Compañeros felicitándoles por ello: “Llega a vosotros un mes bendito cuyo ayuno Allah ha prescrito y en el que se os recomienda que paséis las noches en vela. Cuando llega Ramadán, las puertas del paraíso son abiertas y las del Infierno son cerradas y son atados los demonios, y en él hay una noche que es mejor que mil meses”.

         Hermanos, la llegada de Ramadán es un buen anuncio para los que están abiertos de corazón a Allah pues se prometen paraísos para su paciencia si son capaces de abstenerse de lo que les apetece y lo sustituyen con la obediencia en el cumplimiento de lo que Allah les ordena. Quien persevera en ello encuentra la recompensa y quien además es agradecido triunfa tras la dificultad. Quien es generoso en Ramadán y da de lo suyo a los demás encuentra como contrapartida el Favor de Allah. Quien hace eso, está atesorando provisiones para después de su muerte. y quien es sincero en su ayuno, y lo hace exclusivamente por Allah, verá como todas sus maldades se esfuman para ser sustituidas por bendiciones de Allah. Quien guarda en su corazón el secreto de su ayuno, aprovechándolo para intimar con Allah, es recordado por Allah ante los ángeles de su insondabilidad. Quien se retira en el sobrecogimiento y se consagra al temor de Allah, obtiene el éxito y ante él todo se vuelve fácil:

 

Oh, tribu de los que ayunan, os ha llegado un anuncio

y el Creador ha desplegado vuestro nombre elogiándoos.

Para vosotros se ha señalado un mes de manumisión y misericordia,

y el Misericordioso es abundante en su recompensa para el que ayuna.

 

         En Ramadán las mezquitas se llenan iluminadas por la recitación del Corán y la invocación del Nombre de Allah cuando durante el resto del año se quejan del abandono. Y Allah posee en las últimas diez noches de Ramadán una Noche de valor inmenso que está repleta de bondad. Enhorabuena a los afortunados que la viven y alcanzan la plenitud de su bien, pues en ella contemplan el descenso de los ángeles, y ése es el Signo Supremo:

 

Y obtienen el perdón de Allah, y amanecen

oliendo a perfume, que es la brisa de esa Noche.

 

         Oh, tú, aprovecha el tiempo de las ganancias, pues sus días son contados.  Benefíciate de las noches que te quedan pues sus horas son vigiladas por los ángeles. Esmérate en conquistar los botines que hay en esas horas, pues las acciones del que ayuna son valiosas. Se ha dicho que el sueño del que ayuna es una práctica espiritual, su respiración es glorificación de Allah y su invocación encuentra respuesta y el valor de todas sus acciones se multiplica. ¿Cómo no habría de ser así cuando se ha abstenido de lo que apetece a sus instintos y ha abandonado lo que complace al común de los hombres para consagrarse a su Dueño? El que ayuna se olvida de sí mismo para consagrarse a Aquél al que ama y por ello sus movimientos son benditos y están repletos de excelencia. Abandona sus placeres para tener tiempo para su Señor, y pasa a disfrutar de su prosternación. Inclina su cuerpo y lleva la frente al suelo satisfecho en rendirse a su Dueño, dejando atrás sus banalidades. Es como lo que se dice acerca del que se queda dormido durante la prosternación; Allah presume de él ante los ángeles, dicciendo. “Observad a Mi siervo. Su cuerpo se ha quedado en la tierra mientras a Mí sube su corazón”.

 

Traducción de Abderramán Mohamed Maanán

para Musulmanes Andaluces