La inviolabilidad de la vida
de los no musulmanes
Lo anterior es aplicable a todo no musulmán, siempre y cuando no ataque
a los musulmanes, ya que en este caso es lícito combatirlo y es lícito
matarlo. Sin embargo, si el no musulmán es una persona con la que se mantiene
relaciones o bien es un dimmí (por tal se entiende al no musulmán
residente en un estado islámico) su vida es inviolable y está prohibido para
el musulmán atacarle. A este respecto el Profeta (s.a.s.) ha dicho:
‘Aquel que mate a una persona de entre la gente con la que hay una
relación no olerá la fragancia del Jardín, aunque su fragancia alcance la
distancia de un camino de cuarenta años.’ (Transmitido por al-Bujari y
otros).
Y también dijo:
‘Aquel que mate a un dimmí no olerá la fragancia del Jardín.’
(Transmitido por an-Nisai)
Allah (s.t.) dice:
Allah ha establecido tres delitos para los cuales la pena de muerte está
justificada:
‘En la ley del talión hay vida para vosotros. ¡Oh hombres de entendimiento...(2:179)
2.
Cometer públicamente çina con una persona que no es la propia
esposa o esposo si al menos cuatro personas de probada honestidad han sido
testigos de que la relación ha tenido lugar y testifican delante de la corte
que ellos lo vieron. La pena de muerte se aplica a cualquiera de los dos que esté
casado. La confesión repetida cuatro veces ante el tribunal por cualquiera de
las partes, es equivalente al testimonio de los cuatros testigos.
3.
La apostasía después de haber aceptado libremente el Islam y declarar
posteriormente una revuelta abierta contra el mismo de tal manera que ponga en
riesgo la solidaridad de la comunidad musulmana es un crimen punible con la
muerte. A nadie se le obliga a aceptar el Islam, pero al mismo tiempo a nadie se
le permite jugar con el mismo, tal como hicieron algunos judíos durante la época
del Profeta:
‘Y
una parte de la Gente del Libro dice: “Creed al comienzo del día en lo que ha
sido revelado a los creyentes y no creáis al final del mismo; tal vez así
regresen (del Islam)’ (3:72)
El Profeta
(s.a.s.) limitó la pena capital a estos tres delitos solamente, diciendo:
‘El
derramamiento de sangre de un musulmán no es lícito excepto por una de estas
tres razones: una vida por una vida, una persona casada que comete cina,
y aquel que reniega de su din y abandona la comunidad.’ (Transmitido por al-Bujari
y Muslim)
En cualquiera de estos tres casos, la pena de muerte tan solo puede ser ejecutada por la autoridad competente después del correspondiente proceso legal prescrito por la Sahri’a; los individuos no pueden tomarse la justicia por su mano, convirtiéndose en jueces y ejecutores, pues esto resultaría en un completo caos y desorden. No obstante, el juez puede permitir que los parientes más cercanos presencien la ejecución del asesino para que así el deseo de las víctimas quede satisfecho, como obediencia hacia Allah cuando dice:
‘Y
quien es matado injustamente, ciertamente hemos dado a su heredero autoridad,
pero que no supere los límites prescritos al matar (como medio de compensación);
pues para ello cuenta con la ayuda (de la ley).’ (17:33)
Todo aquello que es aplicable al crimen del asesino es aplicable de igual manera al hecho de cometer un suicidio. Todo aquel que se quita la vida por el medio que sea, ha arrebatado injustamente una vida que Allah ha hecho inviolable. Puesto que ya que él no se creó a sí mismo, ni siquiera una sola célula de su cuerpo, la vida de un individuo no le pertenece, sino que se le ha confiado por Allah (s.t.). No le está permitido disminuirla en lo más mínimo, dañarla o destruirla. Allah (s.t.) dice:
La enseñanza del islam requiere del musulmán que sea firme a la hora de
afrontar las dificultades; no le está permitido rendirse y salir corriendo ante
las vicisitudes de la vida cuando una tragedia se abate sobre él o sus
esperanzas son frustradas. De hecho, el musulmán ha sido creado para la lucha y
no para permanecer sentado ocioso, para el combate, no para la huída. Su fe y
su carácter no le permiten correr del campo de batalla de la vida, pues posee
un arma que nunca falla y una munición que nunca se acaba: el arma de su
inconmovible fe y la munición de su firmeza moral.
El Profeta (s.a.s.) advirtió de que cualquiera que cometa el crimen del suicidio será privado de la misericordia de Allah y no entrará en el Jardín; acarreará sobre sí la cólera de Allah y participará en el Fuego. El Profeta (s.a.s.) dijo:
‘En los tiempos anteriores al vuestro, un hombre fue herido. Sus
heridas le angustiaban tanto que cogió un cuchillo y se cortó las venas de su
muñeca desangrándose hasta morir. Y Allah dijo, ‘Mi esclavo se ha apresurado
en el asunto de su vida’, por tanto, se le ha privado del Jardín.’
(Transmitido por al-Bujari y Muslim)
Si una persona es privada del Jardín debido a que no podía soportar el
dolor de sus heridas y por tanto se mató a sí mismo, ¿que será de aquel que
se quita la vida debido a una pérdida, ya sea grande o pequeña, en sus
negocios, o porque haya fallado en un examen, o bien porque una mujer le haya
abandonado?. Esta gente de débil voluntad debe prestar atención al siguiente
hadiz:
‘Aquel que se arroja por un precipicio suicidándose será arrojado en el Fuego; aquel que se suicida bebiendo un veneno tendrá el veneno en sus manos bebiéndolo eternamente en el Fuego; y aquel que se suicida con un arma tendrá ese arma en su mano, hiriéndose eternamente a sí mismo en el Fuego.’ (Transmitido por al-Bujari y Muslim)
Al-Halal
wal Haram fil Islam
Yusuf Al-Qaradawi