La inviolabilidad de la vida

de los no musulmanes

 

            Hasta ahora nos hemos centrado en aquellos textos que exhortan a los musulmanes a no matar ni combatir a otros musulmanes, pero que nadie adquiera la impresión de que la vida de un no musulmán no se halla a salvo dentro de la sociedad musulmana, pues Allah ha decretado la inviolabilidad de todo ser humano y Él ha preservado toda vida humana.

 

          Lo anterior es aplicable a todo no musulmán, siempre y cuando no ataque a los musulmanes, ya que en este caso es lícito combatirlo y es lícito matarlo. Sin embargo, si el no musulmán es una persona con la que se mantiene relaciones o bien es un dimmí (por tal se entiende al no musulmán residente en un estado islámico) su vida es inviolable y está prohibido para el musulmán atacarle. A este respecto el Profeta (s.a.s.) ha dicho:

          ‘Aquel que mate a una persona de entre la gente con la que hay una relación no olerá la fragancia del Jardín, aunque su fragancia alcance la distancia de un camino de cuarenta años.’ (Transmitido por al-Bujari y otros).

         

Y también dijo:

          ‘Aquel que mate a un dimmí no olerá la fragancia del Jardín.’ (Transmitido por an-Nisai)

   

 

La pena de muerte

 

          Allah (s.t.) dice:

            ‘...no arrebatéis la vida que Allah ha hecho sagrada excepto en la aplicación de la justicia...(6:151)

          Allah ha establecido tres delitos para los cuales la pena de muerte está justificada:

  1.      El crimen injustificado. Un crimen probado demanda justicia quitando la vida del asesino –vida por vida, un acto similar en compensación por el mal cometido, pues el que ha perpetrado el mal es el responsable del hecho. Dice Allah en el Corán,:

‘En la ley del talión hay vida para vosotros. ¡Oh hombres de entendimiento...(2:179)

 

2.      Cometer públicamente çina con una persona que no es la propia esposa o esposo si al menos cuatro personas de probada honestidad han sido testigos de que la relación ha tenido lugar y testifican delante de la corte que ellos lo vieron. La pena de muerte se aplica a cualquiera de los dos que esté casado. La confesión repetida cuatro veces ante el tribunal por cualquiera de las partes, es equivalente al testimonio de los cuatros testigos.

 

3.      La apostasía después de haber aceptado libremente el Islam y declarar posteriormente una revuelta abierta contra el mismo de tal manera que ponga en riesgo la solidaridad de la comunidad musulmana es un crimen punible con la muerte. A nadie se le obliga a aceptar el Islam, pero al mismo tiempo a nadie se le permite jugar con el mismo, tal como hicieron algunos judíos durante la época del Profeta:

‘Y una parte de la Gente del Libro dice: “Creed al comienzo del día en lo que ha sido revelado a los creyentes y no creáis al final del mismo; tal vez así regresen (del Islam)’ (3:72)

 

          El Profeta (s.a.s.) limitó la pena capital a estos tres delitos solamente, diciendo:         

    ‘El derramamiento de sangre de un musulmán no es lícito excepto por una de estas tres razones: una vida por una vida, una persona casada que comete cina, y aquel que reniega de su din y abandona la comunidad.’ (Transmitido por al-Bujari y Muslim)

 

        En cualquiera de estos tres casos, la pena de muerte tan solo puede ser ejecutada por la autoridad competente después del correspondiente proceso legal prescrito por la Sahri’a; los individuos no pueden tomarse la justicia por su mano, convirtiéndose en jueces y ejecutores, pues esto resultaría en un completo caos y desorden. No obstante, el juez puede permitir que los parientes más cercanos presencien la ejecución del asesino para que así el deseo de las víctimas quede satisfecho, como obediencia hacia Allah cuando dice:

‘Y quien es matado injustamente, ciertamente hemos dado a su heredero autoridad, pero que no supere los límites prescritos al matar (como medio de compensación); pues para ello cuenta con la ayuda (de la ley).’ (17:33)

   

 

El suicidio

 

          Todo aquello que es aplicable al crimen del asesino es aplicable de igual manera al hecho de cometer un suicidio. Todo aquel que se quita la vida por el medio que sea, ha arrebatado injustamente una vida que Allah ha hecho inviolable. Puesto que ya que él no se creó a sí mismo, ni siquiera una sola célula de su cuerpo, la vida de un individuo no le pertenece, sino que se le ha confiado por Allah (s.t.). No le está permitido disminuirla en lo más mínimo, dañarla o destruirla. Allah (s.t.) dice:

  ‘...Y no os matéis vosotros mismos. En verdad, Allah es misericordioso con vosotros.’ (4:29)

 

          La enseñanza del islam requiere del musulmán que sea firme a la hora de afrontar las dificultades; no le está permitido rendirse y salir corriendo ante las vicisitudes de la vida cuando una tragedia se abate sobre él o sus esperanzas son frustradas. De hecho, el musulmán ha sido creado para la lucha y no para permanecer sentado ocioso, para el combate, no para la huída. Su fe y su carácter no le permiten correr del campo de batalla de la vida, pues posee un arma que nunca falla y una munición que nunca se acaba: el arma de su inconmovible fe y la munición de su firmeza moral.

 

          El Profeta (s.a.s.) advirtió de que cualquiera que cometa el crimen del suicidio será privado de la misericordia de Allah y no entrará en el Jardín; acarreará sobre sí la cólera de Allah y participará en el Fuego. El Profeta (s.a.s.) dijo:

          ‘En los tiempos anteriores al vuestro, un hombre fue herido. Sus heridas le angustiaban tanto que cogió un cuchillo y se cortó las venas de su muñeca desangrándose hasta morir. Y Allah dijo, ‘Mi esclavo se ha apresurado en el asunto de su vida’, por tanto, se le ha privado del Jardín.’ (Transmitido por al-Bujari y Muslim)

 

          Si una persona es privada del Jardín debido a que no podía soportar el dolor de sus heridas y por tanto se mató a sí mismo, ¿que será de aquel que se quita la vida debido a una pérdida, ya sea grande o pequeña, en sus negocios, o porque haya fallado en un examen, o bien porque una mujer le haya abandonado?. Esta gente de débil voluntad debe prestar atención al siguiente hadiz: 

          Aquel que se arroja por un precipicio suicidándose será arrojado en el Fuego; aquel que se suicida bebiendo un veneno tendrá el veneno en sus manos bebiéndolo eternamente en el Fuego; y aquel que se suicida con un arma tendrá ese arma en su mano, hiriéndose eternamente a sí mismo en el Fuego.’  (Transmitido por al-Bujari y Muslim)

 

 

          Al-Halal wal Haram fil Islam

Yusuf Al-Qaradawi