En
cierta ocasión, Rasulullah (s.a.s.) dijo que Allah ha dicho: “No me abarcan
ni los cielos ni la tierra, pero me contiene el corazón de quien se abre a Mí”.
Esto quiere decir que Allah es impensables a causa de su inmensidad: la
inteligencia humana no puede recoger su grandeza ni describir su existencia. El
que ha creado los cielos y la tierra, el que ha creado a los seres humanos y sus
capacidades, el que lo ha puesto la vida en movimiento y la rige en cada
instante, no puede ser reducido a nada ni encuadrarlo en pensamientos, lo
trasciende absolutamente todo. Las palabras no pueden, por lo tanto. Recoger lo
que sea Allah ni decirnos nada de Él. Todo intento por encerrarlo en
definiciones es considerado por los musulmanes una pretensión absurda que no
lleva a ninguna parte.
Ahora
bien, el mismo hadiz nos enseña algo aparentemente contraproducente: eso que no
puede ser abarcado por nada de cuanto existe está contenido en algo a su vez
extraordinariamente pequeño: el corazón del ser humano. Nos dice el corazón,
no la razón. Y no cualquier corazón, sino el que corazón del que se abre a su
Señor, el corazón del múmin, en su ansiedad y en sus sentimientos, y por eso
el Quran llama a ese corazón “Trono de Allah”. Es porque el corazón tiene
la facultad para asomarse al infinito, intuir su inmensidad, recogerla y ser
consciente de ella. A diferencia de la razón, el corazón no está en nuestras
manos: se nos escapa. Hay algo en el ser humano que busca eternidades y soporta
infinitos. Allah es eso que es inabarcable y es el reto para esa intuición. El
ser humano, al abrirse y asumir su insaciabilidad interior encuentra en ella a
su Señor, al motor que lo activa en todo momento, se enfrenta a su Secreto, al
Misterio que guarda en sus propias profundidades, Se han atribuido al Profeta
(s.a.s.) las siguientes palabras: “Quien se conoce a si mismo, ha conocido a
su Señor”.
En
sus reducidas dimensiones, el ser humano siente que en su interior hay espacio
para lo inmensurable y que lo infinito ya está en él, habitándolo, rigiéndolo,
moviéndolo: Allah es ese irremplazable torbellino que reside en los adentros
del corazón, y el que se asoma a ese vertiginoso abismo es a quien en árabe se
llaman múmin. Ese asomo a las profundidad del corazón, el Imán, engrandece al
múmin, al hacerlo espacioso interiormente lo hace inmenso. Esto es lo que
pretende el Islam.
Por
todo lo dicho, en el Islam no es posible ninguna teología. Allah no es ofrecido
como tema para la elaboración de una filosofía sino, como ya se ha señalado,
para ser un reto que engrandezca al hombre haciéndole dirigir su mirada hacia
su propio centro inefable, un centro en el que se comunica con el universo
entero, y transcendiéndolo todo logra intuir a su Señor, a su Verdad. El Îmân
es ese asomo del corazón hacia lo que alberga en sí mismo, y es el Imán lo
que convierte al ser humano en múmin. El iman es la apertura hacia el infinito,
y en esa eternidad se descubren cosas, Al conjunto de enseñanzas fundamentales
que se aprenden de ese asomo se le llama ´Aqida, y la ´Aqida no es más que
insistencia en el carácter unitario del universo de Allah-Uno.
Todo
discurso entorno a Allah en el Islam consiste en el intento racional que
persigue deslindar las condiciones que pone la razón. A ese discurso se le lama
en árabe Kalam. El Kalâm es una ciencia que procura incidir en el carácter
inabarcable de Allah, y sus enunciados son básicos, es decir, el Kalâm nos
enseña que Allah es Uno, que no tiene principio ni final, que no lo contiene ni
el espacio ni el tiempo, que es ajeno a todas las medidas humanas, que es
imperceptible por los sentidos, etc....Todo ello convenientemente razonado para
evitar que le resulte repugnante a la inteligencia, y cuando lo consigue, cuando
ha desbloqueado las resistencias racionales, se invita al corazón ha que se
sumerja en el No-Tiempo y el No-Espacio y se engrandezca en ese océano. Al
experto en Kalâm se le llama mutakallim, que significa “hablador”. El
mutakallim es profundamente respetuoso con la razón, pues no pretende obligarla
a nada, sino llevarla al extremo del que sea capaz y allí arrojarla a lo que el
corazón debe investigar con sus intuiciones más profundas.
Esas
formulaciones del Kalâm con las que se insiste en la grandeza indescriptible de
Allah tienen siempre un conjunto de ideas centrales (la unidad de Allah, su
incomparabilidad, etc...) y otras adyacentes influidas por las situaciones de
cada época. Es decir, el Kalâm también pretende combatir ideas contemporáneas
que al menos aparentemente, contradicen los valores fundamentales del Islam en
su concepción unitaria, Así, en la actualidad, la formulación de las enseñanzas
básicas del Islam –la ´Aqîda- van acompañadas de réplicas al materialismo
(en tiempos antiguos, el Kalâm servía para polemizar con los judíos,
cristianos, zoroastrianos, mutazilíes, shiitas, etc....). Estas discusiones y
refutaciones anexas no siempre han gozado de estima y por lo general se
consideran una pérdida de tiempo. Lo fundamental es que los musulmanes ahonden
en su intuición unitaria y en los espacios infinitos del corazón. Las
disquisiciones del Kalâm fuera de su tema central no obligan a nadie, y sólo
son desarrollos condicionados por las circunstancias.
De
todas las formulaciones tradicionales la que más ha gozado de prestigio es la
que realizó el Imán al-Ash´ari (s.IX), precisamente por su fidelidad al Quran
y a la Sunna. A su escuela se le llama Mádzhab Ash´ari o simplemente Kalâm
Ash´ari. El Kâlam Ash´ari es una sosegada reflexión en la Inmensidad de
Allah. Nos enseña, como todas las formulaciones de la ´Aqida, que Allah es la
verdad Inmutable, la fuente de toda existencia, su soporte en cada instante y su
destino final. Allah es lo que hace ser, lo que da realidad y hechura a las
cosas que vemos y sentimos, y todo está sujeto a Él y reducido a su Voluntad,
porque Él es la Existencia misma en toda su grandiosidad, y sin ella todo se
desvanecería en la nada. Y nos dice de Allah que es Uno, Poderoso, Efectivo,
Presente.... Todas estas son connotaciones necesarias pero que pretenden
fundamentalmente hacernos ver que Allah es radicalmente distinto a todo lo que
podemos conocer, pensar o imaginar, y nos invita a arriesgarnos a lo que no
podemos ni perfilar de algún modo. Se convierte así en ese desafío
transformador que decíamos antes. Se nos propone como meta algo imposible de
concebir para nuestra búsqueda de lo Esencial jamás se detenga, y en esa búsqueda
vamos ampliando nuestro universo interior, lo vamos haciendo cada vez más capaz
de albergar algo progresivamente más grande, indefinido, inmedible.
Eso es lo que pretende la ´Aqida, la formulación de la unidad de Allah. No tiene el fin de definir a Allah, jamás nos habla de su naturaleza, no es una ciencia que pretenda ser exacta, sino más bien un continuo estímulo que vaya desmontando ídolos. Allah no es un ídolo, no es algo definitivo, sino que es un desconcertante ir más allá del lugar al que hemos llegado con nuestra capacidad de trascender. Damos pasos sencillos al principio, pero para no detenernos jamás en nuestra búsqueda. Allah, en lugar de irse concretando, cada vez es más vago, más ambiguo, cada vez va perdiendo más perfiles y ganado más matices para llenar por completo todos los horizontes. Llega un momento en que Allah lo llena todo sin ser nada, y es cuando el Uno va engullendo incluso al buscador, y todo se unifica, y es cuando el ser humano se ha entregado al Ser por completo hasta disolverse en aquello que busca. Eso es a lo que en árabe se llama Ma´rifa o Conocimiento Supremo, pues todo ha quedado integrado en su Verdad Universal.
VOCABULARIO BASICO
Imân: actitud de apertura del corazón, asomo al infinito de Allah.
Mûmin: el que se abre a Allah, el que tiene imán.
´Aqîda: resultado del Imán, enseñanzas básicas del Islam. Lit. “nudo”.
Kalâm: ciencia que estudia los contenidos de la ´Aqida. Lit. “discurso”.
Mutakallim: experto en Kalâm, Lit. “hablador”.
Ma´rifa: saber profundo, conocimiento último, gnosis.