LOS HOSPITALES EN EL MUNDO ISLÁMICO
«He
ordenado la construcción del hospital como señal de amplia compasión para con
los enfermos pobres musulmanes».
Muhammad V, sultán de Granada.
El primer hospital más famoso del Islam fue el fundado en Damasco en 707; cien años después contaba con veinticuatro médicos. La enseñanza médica se daba principalmente en los hospitales. En 931 había 860 médicos titulados en Bagdad.
Entre
los hospitales cuya construcción está históricamente comprobada, el primero
fue el que se erigió en Bagdad hacia 800 bajo la dirección del gran médico
nestoriano Ÿibril Ibn Bajtishu. Este
hospital tomó como modelo la brillante y cosmopolita academia médica de
Gundishapur.
A partir del siglo IX, las ciudades de todo el mundo musulmán, desde Asia
central a al-Andalus, se dotaron de instituciones similares. En cada hospital
había un equipo de médicos y cirujanos —algunos de ellos especialistas—,
así como personal de ambos sexos (los pacientes femeninos y masculinos estaban
separados). Distintos departamentos atendían los casos de medicina interna,
cirugía, oftalmología y ortopedia. Además, cada hospital importante contaba
con una administración (se llegaron a redactar tratados sobre la buena
administración de los centros hospitalarios), un dispensario, una farmacia
—donde se preparaban las recetas médicas—, varios almacenes, una mezquita
y, con frecuencia, una biblioteca especializada. Los maestros, como por ejemplo
el gran ar-Razí, dispensaban a los estudiantes una enseñanza teórica y práctica,
basada en la observación clínica y sancionada por la redacción de una tesis y
la obtención de un diploma que permitía ejercer la medicina, tras haber
pronunciado el juramento de Hipócrates.
En El Cairo, el primer hospital fundado por Ahmad
Ibn Tulún (835-884) —el primero de los cinco tuluníes que gobernaron
entre 868 y 905— hacia 872, existía todavía en el siglo XV y otros
establecimientos sanitarios fueron localizados allí posteriormente.
En
el siglo XII, el hospital de Damasco
de Nuruddín Ibn Imaduddín Zenguí
(1118-1174), sultán de Siria y Egipto, era uno de los más grandes de la época,
y el hospital al-Mansurí, fundado en 1284 por el sultán mameluco Saif
ad-Dín Qala’ûn al-Alfí (gobernante entre 1279-1290) en El Cairo -todavía
conservado en parte-, podía albergar a ocho mil pacientes de ambos sexos.
Los
más famosos hospitales de al-Andalus son los de la Granada nazarí. En el último
reducto del Islam en Europa, había por lo menos dos hospitales y una casa cuna
a mediados del siglo XIV. Uno de ellos fue fundado por el sultán Muhammad
V (m. 1391) en 1365 y englobaba también un hospicio o casa de alienados.
Según Ibn al-Jatib (ver aparte), este hospital aventajaba al hospital al-Mansurí
de El Cairo, hospital modélico según todas las referencias. En 1496, por orden
de los reyes Católicos Isabel y Fernando, se expulsa a los enfermos del mismo y
se instala en el edificio una «ceca» o Casa de la Moneda. La sólida
estructura llegó en perfecto estado hasta el año 1843 cuando fue
lamentablemente demolida.
En este nosocomio se empleaban técnicas novedosas, como la musicoterapia (apelando al murmullo del agua de las fuentes o a suaves melodías ejecutadas con el laúd, el qanún o la flauta de caña) para curar a los perturbados mentales, algo bastante distinto a la idiosincrasia occidental que, incluso hoy día, a las puertas del siglo XXI, todavía apela a métodos psiquiátricos como el electroshock, chalecos de fuerza, el uso de fármacos nocivos en las "curas de sueño", la lobotomía, etc., o a interminables y costosas secciones de psicoterapia con bastantes magros resultados: «Al igual que en el resto del mundo islámico, los locos, de no ser peligrosos, quedaban en libertad y no eran importunados nunca»
Fernando Díaz-Plaja: La vida cotidiana en la España musulmana, Edaf, Madrid, 1993, pág. 336