LA LUCHA DEL PUEBLO BANGSAMORO

Abdullah Fiol

 

Bismillahi Arrahmani Arrahim

En el nombre de Allah, el Compasivo, el Misericordioso

 

        Dentro del conjunto de la Umma islámica, hay situaciones globales que comprometen al conjunto de los musulmanes, allí donde estén. Es el caso de la expoliación que sufrimos bajo un régimen económico presidido por la usura, a la que Allah y Su Mensajero han declarado la guerra en el Korán al-Karim.

 

        Hay otros puntos de conflicto local que por su centralidad geográfica y relevancia espiritual son especialmente conocidos y con amplio eco: Palestina, Irak, Afganistán, Chechenia... Mas encontramos a un conjunto nada despreciable de pueblos físicamente periféricos a los que rara vez se presta la debida atención y defensa, a pesar de su identificación con el Din tan puesta a prueba. En el Sudeste asiático hallamos así a una nación musulmana cuya sangrante tragedia empieza con la irrupción hace casi cinco siglos, del colonialismo español.

 

        Tras la llegada del conquistador Magallanes a las llamadas "islas Filipinas" en honor del monarca Felipe II, empieza la penetración y dominio del Archipiélago. La Corona de Castilla deseaba tener una base cercana al comercio de China y sus riquezas. La sorpresa de los nuevos amos sería mayúscula al comprobar que al sur, en la isla de Mindanao, sus habitantes autóctonos no eran animistas como en las otras, sino musulmanes tal como lo eran los andalusíes derrotados y sometidos en Granada 30 años antes. El proyecto imperial español culminado en la Península frente al Islam, de nuevo veía aparecer a éste en su contra en las antípodas del planeta. Y allí comenzó de nuevo la masacre y el genocidio frente a la épica resistencia de un Yihad muy desigual.

 

        Las órdenes de los virreyes en Filipinas eran muy tajantes y claras: había que someter a los autóctonos animistas para reducirlos a la esclavitud y convertirlos al catolicismo, igual que se había hecho con los indígenas de América. Por ello a esos naturales malayos se les calificó de "indios". En cambio los musulmanes –apodados moros o bangsamoros (moros de la tierra) eran indomesticables infieles, demasiado amantes de la libertad y de su Din: había pues que exterminarlos. Pero las montañas y las selvas de Mindanao, Palawan y Sulu, demostraron que la tenaz voluntad de un pueblo islamizado desde el siglo XIII, conocedor de su tierra y confiado en la protección de Allah Ta´ala podía más que un ejército mucho mejor armado y entrenado.

 

        Desde la primera ofensiva general contra el Sultanato de Sulu en 1578, hasta la última en 1886, miles de invasores españoles y sus tropas filipinas finalizaron allí sus días. Tuvieron que limitarse a su habitual comportamiento de saqueo piratesco ante la evidencia de no poder mantener un dominio estable. Finalmente, en 1886, el Sultán de Sulu Azzam AbdulKarim, firmó un tratado de paz y no agresión con la Corona de España, que significó el reconocimiento por ésta de la soberanía Bangsamoro.

 

        Pero 1898 iba a ser el año de la traición del colono. España, derrotada en Cuba y Puerto Rico, vende en el Tratado de París el poder sobre esas tierras al emergente imperialismo de Estados Unidos. También les entrega el Archipiélago Filipino entero, incluyendo en él al Sultanato de Sulu, al que 12 años antes habían reconocido como independiente. Fue éste su último gran acto de piratería. Consumada la venta de los Bangsamoros y con la llegada de las tropas norteamericanas sobre 1900, la lucha de Liberación en Mindanao vuelve a arder. La cuestión de la independencia del Sultanato llega hasta el Congreso de Washington, sin que se decida a abordarlo. Tras cuatro décadas de combate contra el dominador trasatlántico, los japoneses son recibidos como liberadores durante la Segunda Guerra Mundial.

 

        En 1946 y tras el final del conflicto, USA crea una fantasmagórica "República de Filipinas", al mando de colaboracionistas cristianos locales. El nuevo Ejército filipino, armado desde el otro lado del Pacífico, se emplea a fondo para desfoliar y desplazar a la población autóctona, los musulmanes del Sur. Establece asentamientos de colonos filipinos confiscando tierras a los bangsamoros y se hace continuador de los crímenes históricos del pillaje español y americano.

 

        En 1968, un joven de Mindanao, Nur Misuari, reúne en torno suyo a un grupo de Mujahidín, combatientes que empiezan a atacar al enemigo con éxito en tácticas de guerra de guerrillas. Al año siguiente se crea en territorio liberado el "Frente Moro de Liberación Nacional". Éste obtiene un gran triunfo diplomático ante la OIC (Organización de la Conferencia Islámica) que a instancias de Libia lo reconoce como representante del pueblo Bangsamoro en 1973. Se inician gestiones ante el comité de descolonización de la ONU y por el derecho a la autodeterminación de esta nación de 15 millones de seres humanos que quiere vivir en libertad y bajo las normas sociales islámicas.

 

        Tras un conflicto que deja 200.000 muertos y gran destrucción, el Gobierno Filipino y el FMLN llegan en 1996 al acuerdo de Trípoli, que establece una amplia autonomía para las zonas musulmanas con una perspectiva de autodeterminación en un plazo de diez años. El alto el fuego es inmediato.

 

        Pero las cosas no iban a quedar así. Tras la nueva ofensiva del imperialismo anti-islámico, a raíz del 11-S, la parcial victoria de los Bangsamoros ha de ser eliminada: un combinado de fuerzas filipinas y americanas bombardean en octubre del 2001 bases y campamentos del Frente. Nur Misuari, su líder, se dirige a la reunión de la OIC en Jedda, cuando es detenido, en un complot conjunto entre Filipinas y el Gobierno de Malasia, en un aeropuerto de ese país que le había garantizado inmunidad.

 

        Condenado a cadena perpetua y encarcelado desde hace más de un año, el intento de descabezar la Resistencia Musulmana ha fracasado y hoy la ruptura de hostilidades ha metido de nuevo a Manila y sus preceptores en una avispero sin salida.

 

        España, en tanto que antigua potencia desencadenante histórica del conflicto, tiene algo que decir al respecto. Sus responsabilidades en la arena internacional no se limitan al seguidismo respecto a las directrices de Bush con respecto a Irak, Afganistán o la vigilancia militar del Norte de África. No es ruego, es justicia.

 

        Y que Allah Taá la proteja a todos los musulmanes Madlumín. Amín.