Los atributos de los Abdal

Hilyatu-l-Abdal

 

Shayj al-Akbar, Ibn ‘Arabî

 

EL HAMBRE (Al-ÿû')

 

El hambre es la tercera regla fundamental de esta vía en el conocimiento de Allah; ella lleva consigo la cuarta regla que la vigilia, al igual que la soledad implica el silencio. 

 

El hambre puede ser de iniciativa libre (ijtiyari): es el hambre de los salikûn. O puede ser también por fuerza mayor (Idtinari): el el hambre de los muhaqqiqûn, pues al ser realizado no se impone a sí mismo un régimen de hambre, sino que de  forma natural su nutrición decrece cuando se encuentra en condición de intimidad con Allah.

 

Si por el contrario se encuentra en condición de Temor a Allah (maqamu l-hayba), tiene necesidad de mucho alimento. El aumento de sustento en los muhaqqiqûn es signo certero de la violencia con la que las luces de la verdad esencial oscurecen bajo sus corazones, como efecto de la inmensidad (al-'azama) descubierta en su Contemplación, la reducción de su comida es por su parte una prueba segura de la relación de intimidad que tienen con su Contemplación.

 

En cambio, el aumento de la cantidad de alimento en los salikûn es un signo de su alejamiento de Allah y de su puerta, y de la esclavitud a la que son reducidos por el alma concupiscente y animal. La reducción de su alimento es signo de que el aliento del favor de Allah pasa bajo sus corazones y les hacen olvidar las necesidades de sus cuerpos.

 

La práctica del hambre es en toda condición y de toda manera un medio que intercede tanto en favor del salik como del muhaqqiq en vistas del perjuicio de un grado más elevado: en estos "estados espirituales" (ahwal) para el primero, en sus "secretos adquiridos" (asrar) para el segundo. 

 

En cualquier caso se entiende que el practicante de esta regla del hambre no exagera así la duración de su mantenimiento en estado de vigilia, pues un exceso al respecto llevará a la extravagancia mental (al-hawas), a la pérdida de la razón, así como al desequilibrio orgánico. No se admite que el salik se aplique a la práctica del hambre en vistas a alcanzar estados espirituales de otro modo que no sea por orden de un maestro iniciático, shaij. De iniciativa propia no podrá dedicarse a ello, aunque le es posible cuando está solo (sin maestro espiritual) reducir la cantidad de su alimento y practicar el ayuno ordinario de una manera continuada, así como no tomar ninguna comida por el día. Si a veces él quiere comer carne, que no tome más de dos veces por semana, si quiere aprovecharlo, esto podrá realizarse hasta que haya encontrado un shaij, y cuando lo haga no habrá más que dejar su destino en sus manos y éste se ocupará de su caso y de todo lo que concierne a sus estados.

 

El hambre tiene un estado (hâl) y un rango (maqam). El estado (hâl) se caracteriza por la humildad, la sumisión, la modestia, la dulzura, el espíritu de la pobreza, los modales tranquilos, la falta de pensamientos viles: tal estado es el de los salikûn; en cuanto al de los muhaqqiqûn, está formado por la delicadeza, la pureza, la afabilidad, el alejamiento del mundo, la trascendencia en relación a los caracteres de la humanidad corriente por la virtud del poder de Allah y del poder Señorial.

El rango (maqam) es aquél del sustento universal (al-maqam as-samadani). Es una condición muy elevada caracterizada por secretos intelectuales (asrar), las revelaciones contemplativas (taÿalliyal) y los estados espirituales (ahwal).

 

Tal es la utilidad el hambre en vistas a la situación de la energía espiritual (himma). No es esta cuestión la del hambre corriente, ésta puede ser practicada en relación restablecimiento del equilibrio orgánico y del bienestar del cuerpo, nada más. El hambre procura el conocimiento de Shaytan, que Allah nos proteja así como vosotros mismos de su mal.