Los atributos de los Abdal

Hilyatu-l-Abdal

 

Shayj al-Akbar, Ibn ‘Arabî

   

Ofrecemos la continuación del trabajo iniciado en un número anterior donde se traduce un texto del Shayj Ibn 'Arabi sobre el método a seguir para alcanzar un elevado rango espiritual. Se trata de una sencilla exposición en la que se nos habla de los cuatro pilares de la sabiduría según los sufíes: el silencio, el hambre, la soledad y la vigilia.

 

EL SILENCIO (As-Samt)

 

Hay dos clases de silencio: "silencio de la lengua", que consiste en la abstención de hablar de lo que no sea Allah (bigayri-llah) o con otro que Allah (ma'a gayri-llah); estas dos condiciones son solidarias. Por otro lado está el "silencio del corazón", y consiste en el rechazo de todo pensamiento que sobrevenga al alma y que trate de las cosas creadas. 

 

Aquel cuya lengua calla, pero no su corazón, alude a su carga; aquél cuya lengua y corazón acalla, purifican su secreto (Sirr) y su Señor se revela; aquél cuyo corazón calla pero no su boca, pronuncia las palabras de la sabiduría; pero aquél cuya lengua y corazón no se acallan es poseído por Shaitan y está sometido a su dominación.

 

El silencio de la lengua es uno de los rasgos de todos los hombres espirituales (al-'amma) y de todos los maestros de la vía (arbâbu s-sulûk). El silencio del corazón está entre las características distintivas de los "cercanos" (al-muqarrabûn), quienes son gentes de contemplación. 

 

El estado (Hâl) que el silencio asegura a los que progresan (as-salikûn), es la preservación de las desgracias; y el que favorece a los "semejantes" es el sustento en la familiaridad señorial. 

 

Aquél que observa el silencio en todos los estados y en todos los modos, no tiene más conversación que con su Señor, se convierte en su confidente cercano, bien asistido en su palabra; y  si él habla, le acompaña la justicia, puesto que habla "a partir de Allah" ('ani-llah). Así como se ve en lo que Allah dice en cuanto a su Profeta: "Y él no habla según la pasión" (Corán 53, 3). 

 

La palabra justa es fruto del silencio en tanto que abstención de errar (por la palabra). La expresión: "con otro que Allah", es un error en cualquier caso, igual que la palabra "de ningún modo que por Allah" es un mal bajo todo punto de vista. Allah dice: "En muchas de sus conversaciones no hay bien, excepto en aquél que ordena dar limosna, el que es de por sí aceptable o aquél que restablece el buen orden entre los hombres" (Corán 4, 14). Allah también dice: "Y no se había ordenado más que adorar a Allah ofreciéndole un culto sincero" (Corán 98, 5). 

 

Al estado del silencio se vincula el Maqam de la Revelación ( al-Wahi) con sus diferentes formas. El silencio produce el conocimiento de Allah (ma'arifatu-llah).

 

 

LA SOLEDAD (Al-'Uzla)

 

La soledad es un medio para asegurar el silencio de la lengua; en efecto, aquél que se aparta de los hombres y no tiene a nadie con quien conversar es, de una forma natural, inducido a renunciar a las palabras.

 

Hay dos clases de aislamiento: el de los espirituales (al-muridûn): que consiste en evitar mezclarse materialmente con los demás, y el de los conocedores fuertes (al-muhaqqiqûn): que consiste en evitar interiormente el contacto con otras cosas de la creación. Los corazones de estos últimos no ofrecen lugar sino a la Ciencia de Allah (al-'Ilmu billah), que constituye el Testimonio de la Verdad (Shahidu l-Haqq) y es el resultado de la práctica de la contemplación que reside en el corazón.

 

Aquellos que practican el retiro tienen tres móviles espirituales: 1º/ El temor al mal que proviene de los hombres. 2º/ El temor de hacer el mal al prójimo; este punto es más importante que el precedente, pues el primero es el resultado de la mala opinión acerca de los demás, mientras que en el segundo la mala opinión reside a sí mismo, siendo la mala opinión acerca de su propia alma más intensa, pues tú te conoces mejor (de lo que conoces a los demás). 3/El deseo de estar permanente en la compañía del maestro, que se tiene al lado de la Asamblea Sublime. Así, el hombre superior es el que se hace a sí mismo para conseguir la compañía de su Señor. Aquél que prefiere la soledad a ir con los demás, por este mismo hecho prefiere a su Señor a otra cosa que no sea Él, y al que prefiere a su Señor, nadie puede saber que dones o secretos le concede Allah.

 

La soledad es probada en el corazón a partir del hecho de que se ha abandonado un estado y de que se halla en intimidad con Aquél hacia el que nos hemos retirado, causa del deseo de aislamiento.

 

La soledad también cumple por ella misma la condición del silencio, pues es el resultado de manera necesaria, esto se entiende naturalmente como el silencio de la lengua. En cuanto al silencio del corazón, el retiro no lo aporta necesariamente, pues alguien puede conversar consigo mismo "de ningún otro modo que por Allah" y "con ningún otro que Allah". Es por esto que hemos considerado al silencio en su conjunto como una regla independiente del camino.

 

Aquél que se ata a la soledad descubre el "Secreto de la Unidad de Allah" (al-Wahdariyya ilâhiyya) procurándole especialmente, en materia de conocimientos y secretos, los secretos de la Unidad (al-Ahadiyya) en tanto que calidad (Sifa). El estado (Hâl) de la soledad consiste en el distanciamiento de los atributos, comunes tanto al  iniciado ordinario (as-salik) como al que ya se ha realizado (al-muhaqqiq). 

 

La más alta forma de aislamiento es el retiro (al-Jalwa), pues ésta constituye un encierro dentro del aislamiento; siendo su fruto más precioso que el del aislamiento ordinario.

 

Aquél que practica el retiro debe tener una certeza acerca de Allah, a fin de que no tenga ninguna obsesión que le turbe el pensamiento fuera de la habitación donde se encuentra; si falta certeza, que prepare con anterioridad sus fuerzas en vistas al aislamiento, a fin de que sea reforzado en esa certeza por lo que se le revelará en su soledad. Esto es algo indispensable y una de las regla firmes que condicionan la práctica del aislamiento (al-Jalwa).

 

La soledad procura el "conocimiento del mundo sensible" (ma'arifatu d-dunia).